EL ESPARTO
Todos los vegetalesque sustenta latierray embellecen la super¬
ficie denuestro planetagerminaron, han vivido y se multiplicaron,
con algunasvariaciones deforma, en regiones cuyo clima y suelo
conveníaná suorganización y exigencias naturales, sin necesitar el auxilio delsér consciente para su conservacióny desarrollo normal.
Cuando elhombre fué apreciando la utilidad de algunas plantas,
ylas exigencias de la vida le impulsaron á buscar mayor cantidad
deproductos vegetales, que los ofrecidos espontáneamente por la
madre naturaleza, aplicó los procedimientos rudimentarios de culti¬
vo,fundados en proporcionar á los seresfitógonos los medios más adecuados para sucompleto desarrollo y máxima producción, na¬
ciendo asílaciencia y el arte de obtener losmayoresymejorespro¬
ductos de la tierra, queprogresan á compás de los adelantos que van enriqueciendo los conocimientos naturales, físicos, químicos
ysociológicos.
De este modo hanido muy paulatinamente entrandoen el domi¬
nio de la agriculturagrannúmero de especies botánicas, á medida
que su utilidadfué conocida, parasatisfacer las múltiples yvariadas
necesidades de la humanidad, quedando otrassilvestres,que forman las reservas,y muchas desaparecidas del haz del globo, bajo laac¬
ción deagentes naturales ó decaráctersocial.
Laatocha, de la familiade lasgramíneas, tribu de las siipáceas,
yespecie botánica Macrochloa tenacissima, Kunth, es laplantapro¬
ductoradel espartofino\ comodel basto ó espartin, que se cría en laestepa aragonesay navarra, lo es laconocida con el nombre sis¬
temático de Ligeumsparturn. Con la denominación de alfa, palabra árabe introducida en lalengua francesa, se designan en laRepúbli¬
cavecina las dos especies citadas, muy abundantesen Argelia,
par-528 GACETA AGRICOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO ticularmenteenel departamento de Oran, que ha recibido el nom¬
bre de merdaifa.
La primera, propia de la zonatemplada boreal, y característica de los suelos esteparios del Sur de nuestra patriay septentrión del continenteafricano, providenciade los terrenos secos, áridos,
sele-nitosos y desprovistos de toda otravegetación utilizable por la in¬
dustria ó la agricultura, que forman enEspaña extensas comarcas, enclavadas en lasregiones agrícolas más ricas,constituyendoverda¬
deros desiertoscompletamente improductivossi el esparto faltase,
ha permanecidosilvestre, y resistido tenazmente las causas de des¬
trucción debidas á las modificaciones que el suelo ha experimenta¬
doyá la avidez de los ganados; sin más aplicaciones quelas deve¬
getal pratense de pocaimportancia, ymateria económica de escaso valor industrial, hastaque, en 1856, Inglaterracomenzó á utilizarla
en la fabricaciónde papel yde fieltros.
Creciendo la demanda, y con ella el valor del esparto, los pro¬
pietarios de terrenos en que la atocha crecía espontánea, comenza¬
ron á desear mayor y más fino rendimiento. Para ello es preciso
facilitarla condiciones naturales de centro de nutrición yhabitación
que la son convenientes, defenderla del diente de los ganadosy de
los ataques de sus enemigos, preservarla de los agentes meteoroló¬
gicosquepuedan dañarlay procurarestéendisposiciónde afirmarse,
desarrollarsusistema radicular y desenvolverse normal yvigorosa¬
mente, llegando hasta introducirla en el cultivo agrícola intenso,
como proponen Mr. Bastide yMr. R.Johnston después de observa¬
ciones detenidas y minuciosos estudios, en que, conforme enseñala práctica constante de lossiglos, rendiríalamayor suma de produc¬
tos útiles, y éstos, por la obtención de variedades especiales, me¬
diante siembras ordenadas y científicamente dirigidas,
satisfarían
cumplidamente las necesidades industriales, más exigentes dedía
en día.
Este resultado sólo puede conseguirse por el estudio agronó¬
micodel vegetal, no intentado, que sepamos, en nuestra patria, y
sólo iniciado porlos dominadores de la costa argelina, cuyos es¬
partos tan terrible competencia hacen, desde elaño 1870, á loses¬
pañolesen losmercados de Inglaterra, BélgicayFrancia.
Para llegar á
obtener
tal fin, creemos que no se debepropender
átrasformar radicalmente el sistema de aprovechamiento
seguido
529 hasta aquí, llevando la atocha á las tierras labrantías apropiadas á
otros cultivos agrícolas,y menos á los suelossusceptibles de serre¬
gados, por más que quizá llegue un día á compartiraquellos domi¬
nios conlas plantas industriales conocidas; sinoprocederportránsi¬
tosinsensibles, según las condiciones particulares de la localidad y medios disponibles fácilmente, á medida que elvalor de sus pro¬
ductos vaya siendo mayor y las utilidades líquidas permitan llevar
ácabo lostrabajos exigidos por la planta cultivada, bastante caros siseles compara con los casi nulos que se hacen con las silvestres ó espontáneas.
Y esta creencia, que es posible extrañe á quienes nos conocen y saben que acabamos de dejar las aulas del Instituto Agrícola de AlfonsoXII, por suponerse, bien erróneamente por cierto, que de
allísalimos los agrónomos con lacabeza llena de teorías utópicasó irrealizables económicamente, al menos en España, ysin ideasesen¬
cialmenteprácticasóadaptables al cultivo de nuestros campos,está fundada en elprincipio general de quelas reformas agrícolas deben basarse en las leyes de la naturaleza, en las condiciones generales
de los mercadosy particulares de la localidad, asícomo por lacir¬
cunstancia de que la atocha es por ahora la única planta econó¬
mica que puede vivir enlos terrenos en que se desarrolla espontá¬
neamente.
La historiadel proceso seguido por los vegetales hoy del domi¬
nio dela agricultura,debe servir de guíafiel á los propietarios de espártales. Que si hasta hace dos añoshan conseguido renta consi¬
derable de sus predios, hoy, que elesparto africano se obtiene más barato queanteriormente, merced al escaso valor de los terrenos
en que seproduce ylos medios de comunicación y de cultivo de
que disponen, á consecuencia de la protección dispensada por la metrópoli, mientras nosotros permanecemos en statu quo, y en nuestrospuertos de Levanteno se pagamásde 5 pesetasporquintal ordinario, á no ser el espartode primeracalidad, blancoycompleta¬
mente limpio, cuyoprecio es casi igualen muchos casosal de tras¬
portede la mercancíadesdeel puntodeproducción, esindispensable
pensar enlos medios conducentesá evitar la ruina degrannúmero de terratenientes yla miseria detantos obreros que hallan suhonrada
subsistencia en el arranque, trasporte y demás trabajos necesarios
paralaexportación.
Así lo han principiadoá hacer ilustrados propietarios, inspirados
por hombresde ciencia, á quienes han acudidoen demanda decon¬
sejospara aminorar primero y llegar á salvar después tanpenosa crisis, que compromete gravementesus intereses particularesylos
colectivos de nuestrapoblación rural, figurando en primera líneael
Sr.Duque de Abranles, que en sus espártales de Granada haem¬
prendido mejoras racionales; las cuales, segúnnuestras noticias, du¬
plicarán en brevela producción, con lo cual, aunbajandoá la mitad
losantiguos precios, obtendráuna renta considerable.
Tales mejoras,ejecutadas demanera inteligente yadecuada á las
condiciones del climaysuelo de la localidad, sin cuyos estudios previos se obtienen resultados nulosócontraproducentesen lama^
yoríade los casos, consisten: en la limpieza y desbroce del
suelo,
para facilitar el desenvolvimiento del vegetal; la incineración de
las
partes muertasde las atochas envejecidas, que pone á disposición
de las plantas todas las sustancias fijas, necesarias á su normal des¬
arrollo; el aporcado que meteoriza la tierra, fortalece el sistemara¬
dicular, defiende alvegetal de los rayos intensos del sol, impide
la
excesiva evaporación dela humedad, yvigoriza demanera
notable
el espartal,y alguna otra labor de menor importancia, que no de¬
tallamospor no traspasarlos límites propios de este artículo, con
que no se pretende enseñar, sino sencillamente llamar la
atención
á los propietarios de los extensos espártales que principian en
las
márgenes del Tajo y no concluyen hasta la costa mediterránea,á
á fin de que puedan prevenirse para evitar la disminución desus rentas, yconsiguientemente de la riqueza pública, imitando ejem¬
plos quehace dosaños estáná la vista de todo el mundo enlare¬
gión andaluza.
Y claro es, que consistiendo la poca utilidad que reportan
á los
propietarios los productos de losespártales, muy principalmenteen
la carencia de caminos quelos conduzcan álospuertosdel
litoral de
Levante, las regiones interesadas en primer término en esta cues¬
tión deben gestionar para que el Gobierno ylas Diputacionespro¬
vinciales acometan los trabajos conducentes á remediar
aquel mal;
pero entretanto deberían seguir los ejemplos mencionados, seguros
de hacer notable bien alpaís en generalyá sus intereses en par¬
ticular.
Luis Moreno.