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UN CURIOSO ASPECTO DE LA ZOOLOGIA

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EN NUESTRO SIGLO

¿Habéis oído hablaralgunavez de Toussenel?¡Oh!Era unode los más ingeniosos escritoresque ha producido esta edadnuestra. Con¬

sagrado á la zoología, trataba de los animales con observaciones tan profundasy enestilo tanliterario, que se leían sus libros cual si fueran amenísimas novelas. Toussenel perteneciótodasu vida, en almay cuerpo,á un partido, si queréis, escuela, donde ha ingresado

unestadista como Bismark, después de apelar á grandes persecu¬

ciones en busca de suaniquilamiento, alpartido y escuelas socialis¬

tas. Notenía elsocialismo deaquelentoncesloscaracteres, económi¬

cos puramente, dados al socialismo de nuestros días por Lasalle y

Marx; ni menos el corte nihilista deBakounine, ruso exterminador,

demagogo

cuasi Czar por su devoción al despotismo, idólatra de la nada, empeñadoen destruir individuos, familia, derechos. Gobier¬

no, propiedad. Estado, leyes é instituciones dentro del comunista mir esclavón, municipio cuasi primitivo, comparable sólo á las tri¬

bus índicas, y en cuyo seno, al acabarse la variedad, se acaba con ella todo cuanto impone laNaturalezaypide la Humanidad, cualen esas campanas pneumáticas, donde se verifica el vacío y secon¬

cluyenlarespiraciónylavida. Toussenel perteneció áuna especie de religión apocalíptica, muy en boga yvalimiento haceyaseis lustros,

}■ cuyos dogmasy cuyos ritos aprendí yo de mozo, por adorarla

mi amigo del alma el ilustre Canalejas, y seguirla jóvenes de tanto mérito como Garridoy Tello, muertos ya todos, yescalonados en esa vía de sepulcros, llamada recuerdos, por cuya negra pendien¬

te sedespeña la últimaparte ó tercio de nuestro misérrimo vivir

en su postrimero curso. Y aprendí tanto más la escuela fourrieris-ta, cuanto que no encontrándola yo, apesar de su mucha poesía

y desus armoniosos enlacesentrelaNaturalezayespíritu, bastante

fundada,

combatíalacongrandísimo empeño; yal mismotiempoque

Terceraépoca.—lojunio i88j,—Tomo II. 33

506 GACETA AGRICOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO lacombatía, la iba poco á poco aprendiendo porel medio másefi¬

caz y seguro, porlacontradicción. Todas las tardes, enelespaciode

muchos años, hacíamos cadauno, entre los que componían aquella legión literaria, de profesor; yrecitaba, en forma didáctica, unalec¬

ción, oraexponiendo á Kant sobre la CríticadelaRazón Pura,óex¬

poniendo á Vico y á Hegel sobre filosofía de la Historia, ó expo¬

niendo á Balmes, y á Cousin, yá Donoso y á tantos otros sobre metafísica; ó exponiendo á San Simón, á Fourrier, á Proudhón, so¬

bre sistemassociales. ¡Qué desvelosmetomabayo, cuandome cabía

en turno la conferencia, para exponer conclaridad, por ejemplo, la Cosmología falansterianal ¡Qué hermosas se revelaban á mis ojos aquellas analogíasentre las notas del pentágrama y los matices del prisma,entrelas ondas aéreas que llevan á las orejas las vibraciones

del sonido y aquellas otras ondas etéreas quellevan á la retinatam¬

bién las vibraciones de laluz; ycómo, en mi natural religioso, las correspondencias de las ideascon lascosas meparecíancomo coros

angélicos entonando en salmos sin fin las grandes alabanzas al

Eterno. Para corresponder mejor á la confianza de mis amigos, le¬

vantábame con eldía, y estudiaba, no sólo al maestro, á sus discí¬

pulos, como Considerant, el gran expositor, y como tantos otro.=.

Una de las mayores satisfacciones en mislargos viajes por Europa,

eraencontrar á estos hombres ydepartir con ellos respecto del sis¬

tema. Yo conocía el Loco del PalacioReal,unfolleto,dondesedes¬

cribe este célebre bazar parisién, reunión de tiendas, teatros, pala¬

cios, fondas, cafés, como un esbozo del futuro falansterio. Yohabía grabado en mifeliz memoria los proyectos del Famifalansterio de

Guisa. Yo, sobre todo, había leído la zoología de Toussenel, este

mago de la Naturaleza, quien parecía un Dios antiguo, según se abismaba en lavida, y queaplicando el sistema desumaestroFou¬

rrier, sabía cómo secorresponden los áureosgranos de trigo en

los

surcos del campo con las mirladas de astros en los espacios del

cie¬

lo. Imaginaos cuánto mealegraría de conocer á sus autores. Así,

el

socialismo de aquella época iba por ideas que tiraban á compene¬

trarla hermandad con el universo. No me saldré de mi objeto si

ante lamuerte y el cadáver de unoentre los últimos fourrieristas,

como Toussenel, expongoel sistemaendemostración de queá

todas

lasrenovaciones políticas ó sociales precedeuna especie de

poético

Apocalipsis, ya religioso, ya científico. Es una evocación

interesan-507 tísimahoy, en que sehan hecho socialistas los Cancilleres de Impe¬

rios ylosEmperadores de hierro.

La escuela fourrierista intentó una increibleabrogacióndel dolor.

Yasabéis lo que significa, lo que representa, lo que vale el dolor.

Nosapena, pero también noscorrige; desasosiega nuestros días y

nosangustia en nuestras noches, pero también nos eleva; arranca

gotas desangre al corazón y lágrimas á los ojos, perotambién sir¬

vede aguijón al trabajo, de incentivo al combate; y en tales térmi¬

nos, quesisuprimierais eldolor,suprimiríais el méritomayoránues¬

tras obrasy la mayor sublimidad á nuestra vida. Y ya sabéis lo

quevale, lo que significa, lo que importa la muerte. Aniquila, nos

borra de lasuperficie de la tierra; confundenuestros huesos con los minerales en lo fríos y en lo inertes; hace de nuestros átomos es¬

tiércol para abonar nuevos seres; pero también renueva las gene¬

raciones, tambiénrejuvenece la vida, también da una inmortalpe¬

rennidad á los seres, también es la mariposa que nace de la infor¬

melarva, y que asegura, al llevarse los frutos caídos del árbol del

organismo, una eterna primavera de renovación, de progreso á las especies, y muy particularmente á la especie humana.Pues lamuer¬

te y el dolor se suprimenpor completo en esta utopia socialista.

El hombre es un sultán epicúreo y el mundo su serrallo. La tie¬

rra secubrirá de ñores para perfumarlo; el cielo de estrellas para exclarecerloy dirigirlo; cada uno desus deseos será en el acto sa¬

tisfecho;

cadauna de sus satisfacciones será un placer sin ejemplo

ennuestrostiempos de guerra y sin nombre en nuestras miserables

lenguas. Adiós la inquietud del deseo, la angustia de la

incertidum-bre, la pena del esfuerzo, el sudor del trabajo, el tormento delar¬

tista, el ¡ayl del enamorado, la tristeza del anciano, el dolor de la

madre; porque de todas las flores se caerán inmediatamente todas lasespinas. Gozar, subir en las escalas del organismo, subirtodavía fflásen las esferas, bañarse en el éter, pasar por diversos planetas,

ascender hasta el foco de lavida, hasta el sol, ydesde el sol hasta nuevostorbellinos de mundos y de soles, ver en una especie de trasparencia universal todos lossecretos de la creación, es el desti¬

nodelhombreque ha pisoteado la serpiente de las contradicciones yhaentrado en el cielo delas eternas armonías.

Sielhombre cambiade medios, de instrumentos, cambiarátam¬

biénde vida

y de destino en la vida. El hombreprimitivo usa dela

5O8 GACETA AGRICOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO piedra yvive enla barbarie.

Cuando

encuentra

el hierro,

ya se

juzga

con mayorimperio sobre la Naturaleza y crece en

derechos

como

en fuerzas. Dadle nuevos medios, yveréis cómo cambia de cultura.

Augusto no hubiera creído

al hombre

que

le dijera

en su

tiempo:

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