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lente y apático ante el movimiento regenerador iniciado en otros

Dans le document Estados-Unidos; por D. José Comas. (Page 135-141)

países, á causa, indudablemente,

de absorber

su

atención la

gue¬

rradinásticay el afianzamiento de la libertad, á costa

de mil

sa¬

crificios conquistada.

La Mesta, por su parte, nada podía hacer por

realizar los

im-EL CONCEJO DE LA MESTA I4I

portantes fines de su instituto. No había sido

suprimida

á causa de ser general la convicción de que con ventaja no podía ser re¬

emplazada; pero sin prestigio no hay

autoridad moral,

y ella

lo

teníaperdido con el recuerdo de sus excesos. En vano cambió

el

nombre porel de Asociación General de Ganaderosyaceptó de bue¬

navoluntad el nuevo régimen político; ni aun así le era posible

funcionarcon desembarazo yla necesaria energía por carecerde reglas biendefinidas á que ajustarsu conducta, y no estar en re¬

lación con aquél el carácter de sus funcionarios ni la gastada or¬

ganización de sus cuadrillas.

Lo único que hicieron los Gobiernos durante el accidentado período de 1820 á 1854 fué dictarvarias disposiciones sobre con¬

servación de las vías pecuarias. Las más importantes fueron una ley de 21 de Octubre de 1820, siendo Presidente del Consejo doh Agustín Argüelles, para que se respetara elpaso de los ganados

porlos caminos pastoriles y el derecho á pastar en las dehesas

comunes, y para que no se exigiese á los pastores los impuestos

que con varios títulos les cobraban los particulares y

corporacio¬

nes; una Real orden expedida por el Ministerio de Haciendaen 22 de Junio de 1827 mandando guardar las prerrogativas conce¬

didas á la CabañaReal y creando una Junta gratuita de ganade¬

ros, entre otras medidas de importancia; un Real decreto de 23

de Septiembre de 1836, siendo Presidente del Consejo D. Joaquín

María López, redactado en sentido favorable á la ganadería, y dos

Reales órdenes, sus fechas 24 de Febrero de 1839 y 13 de Octu¬

bre de 1844, para que fuesen observadas todas las disposiciones

quedeclaraban áfavor de la ganadería el libre uso de las vías pecuarias y el pasto de los terrenos quebajo cualquier denomina¬

ciónhubiese d sfrutado para sus viajes y necesidades.

Estas medidas, buenas en sí, pero sin plan ni conexión, limita¬

das á un solo medio de apoyo, y dictadas con tanta timidez que

en ninguna de ellasse indicaba el modo de hacerlas efectivas, de

nada sirvieron para evitar los abusos nimenosparaenmendarlos;

de nada tampoco, porque no era tal suobjeto, para plantear las

reformas aconsejadas por la ciencia. De ello resultó que las nue¬

vasinstituciones, fecundas en otro género de bienes, fueron com¬

pletamente estériles en cuanto al fomento de la industriape¬

cuaria.

142 GACETA AGRÍCOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO

§ III

La Asociación (ieneral de (xanaderos.

No se discutirá aquí, por uo serlugar oportuno, si merecen

■disculpa, por razón de las circunstancias, los que ni siquiera in¬

tentaron resolver losproblemas antes indicados, ó si porello in¬

currieron en doble responsabilidad á causa de que, cuanto más

críticas sean aquéllas,más estrechoes el deber de procurar medios

do subsistenciay recursos para la industria. Lo que cuadra á

nuestro plan es consignarque eratriste por todo extremo el esta¬

do de laganadería española al mediar el siglo. Considerada de

iñodo abso'uto, en misma, se puede afirmar que no correspon¬

día por sus cualidades á las exigencias cada día mayores del con¬

sumo y del trabajo; considerada de modo relativo, en compara¬

ción con el gralode perfección áque había llegado, en las demás

naciones de Europa, el atraso de todas las especieseramuchomás

evidente.

En tanto queaquí porañeja preocupación sólo era estimado el

caballo de silla, y no había el menor apoyo para el de arrastre,y porparte del público sólohabía estímulosparala mejora de laraza

vacuna brava; yrespecto de la especie lanar nadie pensaba endar

al vellón las cualidades estambreras exigidas porla fabricación moderna, en otrospaísesse ponía la ciencia al servicio de la ga nadería y se obtenían con esto resultados maraviilosos. En unos

sedabaconsistencia á los caracteres de las razas con la selección;

en otrosse perfeccionaban las que se poseíancon los cruzamien¬

tos; en otros se desarrollaban con la especialización las diferentes aptitudes. En tanto queaquí ni había escuelas de enseñanza, ni

prensa que divulgase los conocimientos especiales, enotrospaíses

se creaban centros de instrucción, estaciones agronómicas, profe¬

sores nómades, y, además, discutiendo las opinionesysometiendo

á prueba todas las teorías, se fijaban principios de eterna verdad

para alcanzar la mejora. Por último, en tanto que enotros países

seformaban sociedadespara celebrar concursos, adquirir semen¬

tales regeneradores, establecer industrias.derivadas, en una pala¬

bra, conseguir con la acumulación de capitales y esfuerzos lo que

EL CONCEJO DE LA MBSTA I43 suele sersuperior á los mediosde que disponeel individuo, aquí

íaltaba resolución para romper completamente con lo tradicional,

queinspiraba recelos, yfepara caminar con paso firme por la

senda de las reformas, por más que se comprendía que sólo con ellas podían hallarse bienes de que habían estado piivadas las pasadas generaciones.

Loúnico qae se hizoparanormalizar aquella situación transi¬

toria y de verdadero azar, y menos no pudo ser, fué mandar de Real orden cou fecha de 15 de Febrero de 1836quela Presidencia

continuaseejerciendo las atribucionesgubernativas y administra¬

tivas que las antiguas leyes señalaban al del Concejo, y ordenar

áun negociado de Gobernación que redactase un proyecto de ley pecuaria para someterlo ála deliberación de las Cortes,cuyo man¬

dato no se cumplimentó.

Con todo esto y con la creciente dificultad detransitar por las cañadas, hízosegravoso el sostenimiento de la ganadería; y los

que á ella venían dedicándose, nohallando ensu angustiaáquién

volver los ojos, ni quien de ningún modo los protegiera, tomaron la resolución extrema de enajenarla. Al matadero fueron casi to¬

das las antiguas cabañas: la de Negreti, la del Escorial, la de las Huelgas, la de Iturbieta, la del Patrimonio, la Curiel; aquellasca¬

bañas tan celebradas en elmundo, de las cuales proceden las de

Naz y Bainbonillot, las de Hohaniuheim y Loehmen, las de Moe-glin y Franhenfeld, y do otrasvarias que nos arrebataron elcetro de la primacía.

Grandes fueron también y de diversa índole los perjuicios que sufrió el Estado con la indicada anormalidad. No fué elmenorde todos el causado por la lucha mercantil, cada día más general, y por la inferioridad de nuestras lanas, cada día también más fatal

paranosotros. Para quepudieran expenderse en loscentros fabri¬

les extranjeros, el Gobierno suprimió en 9 de Mayo de 1827 el derecho de exportación, de que antes se ha hablado, privándose

contal medida de un pingüe rendimiento. El desastre fué mayor todavía cuando se nos hizo la guerra en nuestros propios merca¬

dos; la Nación, de exportadora en lanas, se convirtió en importa¬

dora, y por la continuabaja de las tarifas arancelarias seestable¬

ció una corriente de oro hacia el otro lado de nuestras fronteras.

Dolidosde esta ruinosa situaciónpecuaria,dos patricios ilustres

144 gaceta agrícola del ministerio de fomento

D. Francisco Santa Cruz y D. Francisco Cabello, tuvieron lafeliz

idea, que realizaron, de reglamentar la AsociaciónGeneral de Ga¬

naderos, salvando de lasantiguas leyescuantocontenían de equita¬

tivoy beneficioso, y excluyendo todo lo queentrañabancontrario

ála razón yal derecho. El reglamento formulado y aprobado por

Real decreto de 1854 era deficientepara que la Corporación pu¬

diera contenerlas usurpaciones de las cañadas y para hacer que

la industria pecuaria se transformase de modo adecuado á fin de

que no sucumbiese; sin embargo, fué digno de los mayores elo¬

giosporhaber realizado, con gran discreción, una aspiración ge¬

neralmente sentida: dar forma bien definida á la Corporación, sustituyendo con un señalamiento preciso de sus deberes y atri¬

buciones lo fijo y legal á lo anormal y arbitrario.

Estaban en el reglamento perfectamente marcadas las diferen¬

cias que existen entre la Asociación y el Concejo de la Mesta.

Esto era de gran cordura,porque de este modo evitaba queaqué¬

lla fuese desde el comienzo desus funciones objeto de laanimad¬

versión de los agricultores. Así, por ejemplo, la Mesta daba pin¬

gües emolumentos átodossus llamados oficios: el

Presidente, los

Agentes en Cortes y Chancillerías, el FíscrI general, el Archive¬

ro, el Escribanodel libro de caja, el Tesorero, los Escribanos de

tabla, losAlguaciles, los Ministros do las Audiencias, etc., y en la

Asociación General de Ganadercfesongratuitos los cargosde Pre¬

sidente, Vocales de la Comisión permanentey Visitadores. La

Mesta solicitabayobteníaincesantementefranquiciasyprivilegios,

como si sólo con con ellos pudiera prosperarla ganadería; laAso¬

ciación General de Ganaderos no quiere vivir fuera de las leyes

comunes ni en rivalidad con las demás clases. La Mesta sólo pro¬

tegía álos liermanostrashumantes; la Asociación está obligada á prestar su apoyo á todos los ganaderos, sin excepción,

incondicio-nalmente. La Mesta era porsistema contraria al cultivoypartida¬

ria del baldiaje de las tierras; la Asociación proclama las exce¬

lencias del sistema estante sobre el trashumante, entre otros mo¬

tivos porque favorece mejor la unión del cultivoyde la ganadería.

LaMesta ansiaba el poder paravivir; la Asociación sólo aspiraá

sostenerse con el prestigio que sus servicios puedan granjearle.

Constituyóse la Asociaciónconarreglo al reglamento, animada

de los mejores propósitos. Pronto hizo sentir su benéfico influjo;

EL CONCEJO DE LA MESTA

I45 desde luego tomó varias medidasde grau importanciapara el fo¬

mentopecuario, y después, con la mayorconstancia, día por día,

demostrósu solicitud porel bien de la clase. Para que se tenga

idea de la índole de sus tareas y de la ancha esfera en que ha ejercitado suacción, haremos una sucinta reseña de los servicios que ha prestado.

—Encargó áun esclarecido profesor hiciese experiencias sobre el efecto de la sal en los ganadosy escribiesela Memoria corres¬

pondiente.

—Solicitó yobtuvo del Gobierno quese diese este artículo con

rebaja de precio destinándose al consumo de laganadería.

—Adquirió caballos padres, que puso ádisposición de los cria¬

dores con la mira de mejorarla especie.

—Publicó un periódico á fin de difundir los conocimientos útiles sobre ganadería ylas industrias derivadas de ella.

—Comisionó á personascompetentespara que pasasen, sinsub¬

vención, alextranjeroáestudiarel modo de perfeccionarlasrazas.

—Creó, en unión con elRealPatrimonio, una pastoría modelo

en el Escorial.

—Construyóycompuso varios puentes para evitar perjuicios á los rebaños al cruzar los ríos.

—Premió, después de varias experiencias, al inventor de un

específico contra el sanguiñuelo.

—Prestó cantidades á bajo interés á los ganaderos quehabían

sufrido pérdidas en suscabañas.

—En 1877 presentó al Gobierno una reforma delReglamento

paraaumentar, no sus atribuciones, sino sus obligaciones en el serviciopecuario, y después de su aprobación por Real decreto,

redobló su afán porser útil ála clase que representa.

—Desde aquella fecha ha señalado premios para lasmejores ra¬

zasen diversosconcursos.

—Han tomadoparte sus individuos en todoslos celebrados, y redactado catálogos y Memorias.

—Ha promovido poruno de esquiladores paracomparar el mérito de las varias clases de tijeras empleadas en la operación.

—Seha dirigido álasjCortes con exposicionessuscritasconmiles de firmas solicitando y obteniendo para las lanasalguna protec¬

ción arancelaria.

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