• Aucun résultat trouvé

Estudios, investigación, docencia y vinculación con la sociedad, sello identitario de la universidad para el desarrollo del conocimiento identitario de la universidad para el desarrollo del conocimiento

A. MARCO TEÓRICO

2. Naturaleza de la Educación Superior

2.2. Estudios, investigación, docencia y vinculación con la sociedad, sello identitario de la universidad para el desarrollo del conocimiento identitario de la universidad para el desarrollo del conocimiento

El rol de la universidad es poner atención a las áreas de la docencia, la investigación y

vinculación con la comunidad. La universidad asegura que la actividad académica contribuya en la transición al desarrollo profesional de los estudiantes y fortalezca sus ideas creativas e innovadoras (Gairín Sallán, Muñoz, Feixas, & Guillamón, 2009; Elkana

& Klöpper, 2016; Marginson, 2016). En este sentido, la tendencia en gestión de conocimiento es, sin duda alguna, a vincularlos con la investigación y que, en muchos de los casos, se reduce a lo experimental y cuantificable (Guardini, 1981).

La investigación y desarrollo del conocimiento en el análisis de (Moravec, 2007; Sullivan, Mackie, Massy, & Sinha, 2012); constituyen construcciones poderosas que causan impresión al espíritu moderno, que no es la de investigar empíricamente lo que se desconoce del mundo, ni esclarecer sus fenómenos con métodos racionales, sino indagar el mundo, partiendo, por un lado, del contenido de la revelación y por otro, de los principios y conocimientos.

La actividad de la investigación es resultado del pensamiento; un universo cuya diferenciación y unidad puede compararse con la imagen de la catedral, en la que todo tiene carácter simbólico además de su sentido real inmediato y que proporciona al hombre la posibilidad de una vida y una visión (Fabela-Cárdenas & García-Treviño, 2014). Es que el hombre ve símbolos en todas partes. Para él la existencia no consta de elementos, energías y leyes, sino de formas que son algo diverso, de categoría superior; en último término, la grandeza intrínseca, Dios y las cosas eternas.

Los estudios filosóficos y teológicos no constituyen únicamente sistemas de lo que sea lo existente, sino también de cuanto lo existente significa (Ortega y Gasset, 2007). Y esta significación no sólo reside en el contenido expreso de esos estudios, sino también en las mismas fórmulas que exponen ese contenido, en lo cual se descubre un factor de orden

artístico como lo demuestra la organización de los estudios en artículos y partes de estudios (Guardini, 1981; García-Cepero, 2007; Gonzales, Valqui, & Chau, 2014; Tarango, Hernández-Gutiérrez, & Vázquez-Guzmán, 2015).

Estudios recientes, sobre la vida universitaria, establecen que la vocación propia de la universidad incidió más sobre la recolección y difusión del saber que sobre su incremento (Verger, 1973), pero asumiendo el término investigar en su entera dimensión y vocación para la investigación dentro de la nota científica de la universidad primitiva. Por tanto, investigar significa seguir la pista, seguir unos procedimientos, en caminos trazados

haciendo registros de todo lo que sucede (Rüegg & Verger, 1973; Ortega y Gasset, 2007;

Altamirano-Sánchez, 2006).

Es indudable que recoger y leer las huellas del conocimiento fue operación de los antiguos cuando fueron construyendo el edificio de las artes. La universidad prosiguió para recoger, construir, articular, conservar y transferir el activo científico de la humanidad (Bailey, 1992).

Es cierto que el hombre, al colocarse bajo la orientación de las autoridades, corre el peligro de reproducir servilmente las ideas (Altamirano-Sánchez, 2006; Scheunemann de Souza, 2006; Gonzales, Valqui, & Chau, 2014).

Por otra parte, esto le da mayores posibilidades de elaboración filosófica, desconocidas por la Edad Moderna. Usando una metáfora de tipo matemático, digamos que esta fue una investigación de signo negativo; que miró hacia atrás. Pero el esfuerzo no se realizó con el conocimiento del pasado; lo interpretó y lo incrementó. Este segundo elemento se compara con la investigación de signo positivo, que trajo como consecuencia el aumento del saber (Aigrain, 1949; Gusddorf, 1964; Guardini, 1981).

En efecto, París, cuya escuela episcopal encantaba a filósofos y a teólogos, vio elevarse en su recinto urbano la universidad, institución que en adelante dirigió el pensamiento especulativo; en tanto que Bolonia, por la misma época, formulaba el pensamiento jurídico del mundo y creó la ciencia del Derecho, como París dio nueva vida a la ciencia teológica, a la filosofía y a la ciencia política (Rüegg & Verger, 1973; Coppo, 2013).

Así como la teología se había insinuado en el espíritu greco-romano, y fue Roma maestra del derecho, en la edad media el trabajo colectivo de generaciones de pensadores elevó la inteligencia al conocimiento del orden sobrenatural y al del orden natural de la sociedad (Guardini, 1981; Kreimer, 2015).

Más tarde, el orden físico y de la naturaleza llegó a ser objeto buscado (investigado) y encontrado, en las universidades. La medicina, griega en sus orígenes, creció en Salerno bajo influjos greco-árabes, y después en Montpellier a la luz de la ciencia judeo-árabe de España.

Allí la medicina reveló por primera vez su función social de la cual la universidad siguió siendo la guardiana (Gusddorf, 1964).

El pensamiento filosófico, también obra griega, tuvo comienzo en Occidente, dentro del cuadro de las artes transformadas y refundidas durante el transcurso del siglo XIII y al formular una concepción del mundo, por largo tiempo la filosofía regentó la vida intelectual de los profesores (Rashdal, 1936; Coppo, 2013).

Con el ingreso del pensamiento aristotélico, la investigación creció en inquietudes y acciones en todas las disciplinas. De manera muy especial en la ciencia política por el examen minucioso a que fue sometida la obra de Aristóteles y más tarde la de Platón (Guardini, 1981).

Los efectos se dejaron sentir en las concepciones del poder y la organización de la naciente universidad y en el esfuerzo colectivo de buscar, descubrir, agregar, articular y transformar como aconteció con la conversión de los ideales literarios en estrictamente filosóficos, y con la estructuración universitaria de las ciencias y de la unidad del saber (Aigrain, 1949;

Moulin, 1991). La universidad original, a no dudarlo, estaba cumpliendo su función de investigar con riguroso y sistemático pensamiento especulativo y filosófico, médico, jurídico y político (Moreno, 1978; Moulin, 1991; Bourin-Derruau, 1990).

Todos estos hechos fueron planificados, experimentados y cuantificados, es decir, fueron hechos conscientes de la investigación (Zamboni, 2001; Matzinger-Tchakerian, 1996;

Dlouhá, Glavič, & Barton, 2016). Hubo búsqueda, hallazgo, encuentro y necesidad del saber por el hombre y por la sociedad de entonces (Guardini, 1981; Gusddorf, 1964). Todo esto cabe, aún hoy, dentro del concepto más amplio, comprehensivo, coherente y generoso de investigación, de creatividad y logro. Conceptos y acciones tan ligados al momento histórico y a las circunstancias (Verger, 1973).

En la actualidad, las instituciones de educación superior deben ser consideradas como un elemento de cambio y un agente que no sólo estimule y fomente la interconexión entre aprendizaje, investigación e innovación: debe considerarse como una necesidad para desarrollar una infraestructura de conocimiento e innovación que pueda asegurar la interrelación y la transferencia de conocimiento (Ortega y Gasset, 2007).

Existe una noción axiomática de que el desarrollo del sistema de educación superior es un proceso que no tiene una línea de meta. Con el fin de comprender las direcciones de un mayor crecimiento, se requiere evaluar lo que se ha hecho durante un cierto período,

teniendo en cuenta un diagnóstico de la situación actual como parte de la solución (Rivzaa, Bikse, & Brence, 2015).

La necesidad de evaluar de manera exhaustiva lo que se ha creado en estas actividades dinámicas fue lógica tanto en contextos nacionales como internacionales. El panorama internacional de la educación superior está caracterizado por cambios radicales de forma y contenido y las instituciones educativas superiores que forman parte de unas 4.000 universidades europeas que deben integrar las cuestiones internacionales en sus soluciones nacionales y adaptar estas soluciones nacionales a contextos internacionales (Rivzaa et al., 2015).

Los estudios recientes sobre la Universidad consideran que tipificar a la universidad como espacio para la gestión del conocimiento científico y aporte a la sociedad es propia de la racionalidad, porque este dominio se adquiere por el vínculo de las personas a procesos cognitivos de análisis, reflexión, explicación, evaluación, interpretación de teorías que les prepara para la transferencia de conocimiento (Armengol & Castro, 2003).

Este nuevo marco de la investigación en la Universidad supone admitir una serie de cambios como, por ejemplo:

• Aumentar el apoyo de instituciones supranacionales

• Entender la investigación como una inversión

•Facilitar al máximo la transferencia de resultados

•Innovar el modelo de formación de investigadores universitarios

•Generar modelos más cooperativos entre las instituciones y grupos universitarios

• Abogar por modelos de investigación bi y multilaterales (Armengol & Castro, 2003).

Las reformas universitarias se mueven en dos direcciones fundamentales: por un lado, facilitar el acceso a la “sociedad del conocimiento” y a un tipo de desarrollo económico cada vez más desvinculado de la anterior “sociedad industrial” y de sus modelos profesionales, y más relacionado a la producción de “saber” en un ámbito de absoluta globalización y hacia la emergencia de nuevas profesiones orientadas cada vez más a

“servicios” de naturaleza cambiante, pero esencialmente creativa; y por otro lado, combatir la importante crisis social y económica que atraviesa la sociedad, manifestada por altos niveles de desempleo y por el agotamiento no sólo financiero, sino conceptual y también estatal (García Garrido, 2013; Sharer, Morse, Eble, & Banks, 2016).

2.3. Las profesiones y la formación del profesorado en clave de servicio a la