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2.1. Discurso.

2.2. Discurso social.

2.3. Desigualdad social: Algunas consideraciones.

2.4. La relación desigualdad social y educación pública.

2.5. Redistribución y Reconocimiento.

70 2.1. Discurso. Algunas consideraciones epistemológicas.

La categoría de discurso ha venido siendo trabajada con cada vez mayor amplitud y especificidades en la segunda mitad del siglo XX, la diversidad teórica y metodológica es hoy variada, compleja e interdisciplinar. Dicha condición hace a la categoría de discurso tener por un lado una legitimidad y amplitud de miras, pero por otro lado también una compleja amalgama de opciones. Así, partiendo de la variedad alrededor de los estudios del discurso, la investigación se centra en el discurso social, que se desarrollará en varios puntos que se presentan más adelante. Pero antes realizamos algunas consideraciones básicas en torno al término-concepto discurso y algunas aproximaciones epistemológicas.

Antes de entrar en dicha conceptualización de discurso social, vale la pena recuperar una reflexión ubicada en la dimensión lingüística sobre el vocablo discurso, ya que, en español, dicha palabra puede tener doble significado, es decir es polisémico. En español discurso, su uso popular, es de un casi sinónimo de aquello que un político, o persona en general, emite desde un espacio específico, un púlpito, por ejemplo; o en otros casos una idea o comentario central. Pero en inglés, por ejemplo, existe una demarcación lingüística para el discurso del púlpito o monólogo (speech) y el discurso como concepto analítico-teórico (discourse)21. Tomando inicialmente esta distinción, suprimimos la idea de que un discurso es meramente un speech22, y más bien partimos de que estamos ante una idea de discourse debido a la complejidad de lo que está de fondo con el concepto.

21En alemán se sigue por ejemplo la misma pauta del inglés: speech en alemán es rede, y discourse corresponde con diskurs. Mientras que en el caso del italiano o el francés se mantiene la dificultad lingüística del español, debido al entronque común de las lenguas romances (o neolatinas).

22 De hecho, una importante tradición que desarrolló los estudios sobre el discurso está en los estudios lingüísticos, ya que estos le dieron sobre todo a la palabra escrita su inicial atención. Para ver una discusión de esta tradición y avanzando hacia una mirada más sociológica se puede revisar el trabajo de: Herzog y Ruiz, 2019; y Keller, 2019.

71 Un discurso entonces viene a ser una manera conceptual de abordar profundidades de análisis de lo que los seres humanos producimos, sobre todo en términos de sentido.

Y el sentido no se da de una vez y para siempre, requiere espacio de tiempo e interrelación. De ahí que la trayectoria de discurso esté asociada con la idea de discursus como discurrire que viene a ser el “discurrir” y/o “transitar” (Herzog y Ruiz, 2019: 10).

Ya de entrada apoyados en lo referido por estos autores tenemos que cuando nos referimos a discurso estamos hablando de proceso. Es importante recalcar que proceso incluye a su vez tiempo y cambio. Así, un discurso es un proceso que en el tiempo va cambiando por la intervención de quienes participan en aquello de lo que se discute. Así, estamos ante una dinámica de pensamiento sociológica (o de las ciencias sociales). Los aportes de Michel Foucault le han dado más fuerza, tanto de la idea del proceso, como de ubicar el discurso en la trayectoria de organización y constitución del poder.

Con Foucault inicia toda una nueva forma de estudiar los discursos, esta vez alrededor del poder (2002). El pensador francés emplea el estudio del discurso como parte de su núcleo de intereses. Y es sobre todo en sus textos Las palabras y las cosas de 1966 y Arqueología del saber de 1969, donde vemos la cimiente de lo que se llegaría a constituirse por otros como “análisis del discurso”, y más adelante, hacia los años noventa, los “análisis críticos del discurso”. Y es mediante el estudio, la inspección y la reconstrucción de lo dicho por autores como Foucault -Junto con otros pensadores franceses particularmente, como J. Lacan y L. Althusser- que empiezan a aportar nuevas piezas de mecanismo explicativo (Angermuller, 2019a). Que, si bien han estado bajo debate constante y no sin crítica y contradicción, ha permitido que, para diferentes disciplinas, incluyendo la sociología, se llegue a plantear tanto el discurso como una categoría de análisis profundo, como también toda una forma de pensar el poder y sus relaciones e interconexiones con el saber.

72 Otra consideración importante es que buena parte de las investigaciones sobre discurso se habían ubicado en lo que se denomina estudios “estructurales” o estructuralista23. Esto es, una vertiente que partía de que los actores eran unidades ya constituidas o cercanas a su constitución, y la sociedad era un espacio claramente demarcado donde los elementos tienen su lugar funcional. Y en muy buena medida el lengüaje era un espacio de análisis central de los estudios estructuralistas. Este momento en el estudio del discurso está enmarcado en el momento histórico posterior a lo que había sido el desarrollo de las teorías funcional-estructurales de la primera mitad del siglo XX.

Posteriormente las teorías y/o corrientes “postestructuralistas” se alejarían de dicha concepción, indicando justamente que “…ni comprenderán a los actores como unidades ya constituidas, que controlan como sujetos su habla y sus acciones (de forma que producirían por ejemplo sentido intencionado), ni entiende la sociedad como un marco férreamente cerrado en el que todos los elementos tienen un lugar funcional”

(Angermuller, 2019b: 106). Más aún, el “posestructuralismo” plantea salir del marco del sistema lingüístico propiamente, pero sin olvidar que el “…discurso se refiere a un sistema diferencial y estructurado de significado que contiene tanto aspectos lingüísticos como extralingüísticos del mundo” (Palonen y Sundell, 2019: 79)24. Así, la lingüística (y dentro la literatura) fue en gran medida la responsable en ir desarrollando los estudios del discurso en un cierto momento, pero desde esa mirada estructural se fue pasando a una mirada más interdisciplinaria, más social y política.

23 La tradición está conectada con el eje ya iniciado en el siglo XIX por Ferdinand de Saussure y retomado

por la escuela o círculo lingüístico de Praga. Vemos cómo se manifiesta la línea del lenguaje articulado y con sentido desde su trayectoria intelectual.

24 Emilia Palomen y Taavi Sundell toman mucho de su arsenal teórico de varios aportes de Chantal Mouffe,

pero sobre todo de Ernesto Laclau. Estos últimos hicieron una profundización del concepto discurso en una línea de combate político, pero ubicándose en la idea de que “todo es discurso” (Herzog y Ruiz, 2019: 17), sobre la línea francesa de Jacques Derrida o Jacques Lacan (Palomen y Sundell, 2019: 79).

73 En este sentido el presente estudio se enmarca en una perspectiva posestructuralista25, que está más encaminada en la perspectiva sociológica, ya que esta busca combinar elementos del contexto tratando de inspeccionar relaciones en la producción, no documentos cerrados, ni sujetos pre-determinados, sino interacción y construcción dentro de un proceso. Tampoco olvidando el valor del lengüaje, pero ubicándolo en ese marco de producción contextual. De ahí que precisamos aún más el tipo de perspectiva que tenemos de la categoría de discurso que empleamos, la cual es el discurso social definido más ampliamente un poco más adelante.

Para cerrar esta mirada general de en qué mapa epistemológico y de trayectoria se ubica la tesis en relación con los estudios del discurso, se reconoce que se está dentro de las discusiones de los ACD (Análisis Críticos del Discurso). Dicha perspectiva, que es una conjugación de esfuerzos de varios estudiosos del discurso (Wodak y Meyer, 2003) se fundamenta en varios principios epistemológicos y también sociales, los cuales se basan en establecer y hacer evidente las desigualdades, y mostrando al discurso “como instrumento de poder y de control” y a su vez como “instrumento de la construcción social de la realidad” (Wodak, 2003a: 28). De ahí que llamarse críticos (análisis crítico del discurso) hace énfasis en la tradición de la Escuela de Francfort que ubica a la dominación y sus estructuras como ejes de análisis. La ACD toma esa perspectiva y explora los discursos como parte de dicho desarrollo de dominación; desde esa consideración, la ACD se ubica del lado de “los dominados y/u oprimidos” y desde ahí construye su

25 Es muy importante tener claro que siguiendo a Johannes Angermuller (2019a) el posestructuralismo es producto de una lectura norteamericana de los años setenta y sobre todo ochentas, de lo que fue una generación intelectual francesa, y lo que habían creado -no necesariamente al unísono- en los años cincuenta y sesenta. Donde dicha lectura norteamericana inicia primero en los espacios del arte y la cultura académicas, y subsecuentemente se expande hacia las dimensiones sociológicas, políticas y demás. De ahí que nos ubiquemos en el marco de la corriente posestructuralista en el sentido indicado de ir sobre los social, más allá de lo lingüístico, etc.

74 reflexión. Y para efectos de los intereses de la presente investigación tomar la idea crítica de la ACD permite acercarse aún más a la mirada misma de las desigualdades estudiadas.

Además, la ACD debe mucho a la obra de M. Foucault, como ya se indicó. De lo que recuperamos tres elementos centrales: la importancia del conocimiento y su evolución; la transmisión; y el insumo que tiene dicho conocimiento en el desarrollo general de la sociedad (Jäger, 2003: 61). En otras palabras, en la elaboración de estudios de discurso, en el núcleo de la reflexión se está estudiando el conocimiento con el que la sociedad se va desarrollando, y generando cambios dentro del mismo proceso social. Y como interés, tanto de Foucault, como de los que le siguen, al final el conocimiento genera tipos de relaciones, que inciden y ayudan a ejercer el poder. Así, la ACD es a su vez un estudio de las relaciones del poder que se establecen en la sociedad en el tiempo y cómo van transitando. Tenemos entonces que la ACD establece que “…el discurso puede comprenderse como un complejo conjunto de actos lingüísticos simultáneos y secuencialmente interrelacionados, actos que se manifiestan a lo largo y ancho de los ámbitos sociales de acción como muestras semióticas (orales o escritas y temáticamente interrelacionadas) y muy frecuentemente como “textos”.” (Wodak, 2003b: 105). Vemos que la ACD se muestra en una versión posestructural, superando lo meramente lingüístico, y buscando ir hacia la interrelación y la acción.

De todo lo señalado podemos indicar que la investigación está ubicada en tres coordenadas epistemológicas: A. La primera es que es una investigación posestructural, ya que busca estudiar la interacción y la interdiscursividad, situación que hace del lenguaje no una centralidad, sino parte de un estudio social. B. La segunda es que es un estudio que recupera de la ACD dos características, primero reconocer la desigualdad, el control y el orden y el discurso como parte de dicha producción social; y, en segundo lugar, y relacionado con la mirada posestructural, aproximarse desde una perspectiva de

75 proceso complejo donde hay contexto y cambio. Y C. y que se está explorando de fondo el poder, en donde el discurso también puede y es un síntoma o una manifestación de la misma dinámica social, que como se indica está entrelazada en entornos desiguales.

76 2.2. El discurso social 26.

Como se indicó, nos posicionamos en una perspectiva epistemológico posestructural, que lo que presupone es que las cosas -lo dicho, las relaciones, etc.-, están produciendo algo. Esto nos presenta un elemento clave, que es que lo que se produce está en una cierta fluidez, no queriendo decir que no haya estructuras que de fondo puedan o estén operando, sino que dichas estructuras socio-políticas están en discusión, y dependiendo del momento, son más susceptibles de críticas. De lo anterior partimos entonces indicando que: “El discurso social es: todo lo que se dice y se escribe en un estado de sociedad, todo lo que se imprime, todo lo que se habla públicamente o se representa hoy en los medios electrónicos. Todo lo que se narra y argumenta, si se considera que narrar y argumentar son los dos grandes modos de puesta en discurso.”

(Angenot, 2012: 21).

De la frase de Marc Angenot ya entrevemos que hay varios elementos importantes de entresacar: narración, argumentación. Ambos elementos clave dentro de la estrategia de análisis. También Angenot que sobre el discurso social propone “…tomar en su totalidad27 la producción social del sentido y de la representación del mundo, producción que presupone el “sistema completo de los intereses de los cuales una sociedad está cargada” (Fossaert, 1983: 331 en: Angenot, 2012: 22). Así, retomando la idea de narración y argumentación, está también incluido en la discusión la idea de los intereses.

Esto es, que dentro del discurso social que se construye intervienen narraciones, argumentaciones e intereses, más o menos relacionados y/o confrontados.

Como se ha tomado de la discusión sobre discurso, el discurso social está en la perspectiva de la importancia del contexto, de lo social. Y es justamente del contexto que

26 Para un rastreo del surgimiento de esta terminología véase: Angenot, (2012: 57).

27 Pone en cursivas el concepto totalidad -todo- porque a lo que se está refiriendo Angenot no es la totalidad

empírica, o cacofónica, sino a la abundancia de sentidos y repertorios tópicos (2012: 21).

77 surge la pluralidad en narraciones, argumentaciones e intereses. “El discurso está condicionado por el contexto en el que se formula y en el que funciona, tanto en un sentido inmediato, micro o situacional, como en un sentido meso o institucional y en un sentido macro o propiamente social” (Herzog y Ruiz, 2019: 18). Esto lo que nos alerta es que hay que considerar, si bien no todo es posible, al menos sentidos o situaciones que le dan elementos de fondo y forma al discurso social.

Como los autores han indicado, hay distintas formas de hablar de contexto: micro (o situacional)28, meso (o institucional)29, y macro (o social). De estas tres posibilidades de comprensión del contexto en el estudio discursivo tomaremos solo el contexto macro, sin querer decir que las demás formas de utilizar el contexto no sean valiosas o no se puedan vincular. Sino que, en el presente estudio lo que más interesa es entender el contexto como macrosocial porque, además de ser de mayor valor sociológico, también parte de la idea de que: “El análisis de discurso se realiza, por tanto, necesariamente de manera comparativa: lo que dota de valor social a un discurso es su diferencia/distancia respecto a otros textos30/discursos que se encuentran en el mismo medio social y con los que dialoga” (Herzog y Ruiz, 2019: 19).

Del contexto macrosocial se tiene entonces una amalgama de elementos, ya sean narraciones, argumentos etc. que interaccionan entre sí. Y surge de ello una necesidad de organizar la información. Pero dentro de esa organización está el papel de qué organizar y cómo organizarlo, y esto entra dentro del desempeño interpretativo. Hay un mundo de intereses e intenciones que juegan y que inciden. Es decir, intereses e intenciones que nos

28 La raíz teórico-práctica inmediata serían los estudios de Teun Van Dijk (2001).

29 La raíz teórico-práctica inmediata sería sobre todo lo desarrollado por Irving Goffman. De él también se

dio una trayectoria de investigación derivando en los estudios de Framing. (Gil Calvo, 2018).

30Aquí la reflexión está dentro de la mirada equivalente de discurso como una perspectiva de textos. De hecho, el contexto macros social se llama también contexto intertextual (Herzog y Ruiz, 2019: 19). Pero si sustituimos al texto por otros elementos, como discursos, narraciones, etc. funciona igual en la medida de la comparación y el distanciamiento.

78 dicen algo de los actores sociales y de sus valores e ideas. Así, la interpretación no es por el discurso o la narración per se, sino que analizar el discurso es un medio para acceder

“…al conocimiento de aspectos relevantes de la sociedad en la que ha surgido y en la que funciona.” (Herzog y Ruiz, 2019; 19). Incluso a los autores, y a nosotros también “…les interesa el discurso como síntoma”, esto es, que el discurso habla de algo más que sucede en la sociedad, y es justamente esta detección de ese algo más, es lo que la interpretación puede aportar. El acto de intervenir en un proceso involucra que las personas que lo hacen, más allá de tener información, están interpretándolo31. Se emplea al discurso entonces para sondear por medio de interpretaciones lo que está sucediendo que no es claro de primera entrada, y necesita ser rodeado, atravesado, comparado, etc. para poder darle forma y expresión a lo que socialmente está pasando. Una modalidad de tipos de análisis discursivo que hace este tipo de énfasis es el análisis reticular del discurso (ARD)32, donde

“debe entenderse como un modo de interpretar y representar el discurso en los textos analizados y no como una forma de resumir el conocimiento de la persona que los analiza”

(Verd, 2019: 192). Es decir, no es un resumen, es un esfuerzo de analizar lo que está surgiendo de la reconstrucción y que está en relación con diferentes funciones sociales como Angenot (2012) indica. Estas van desde “representar el mundo”, “legitimar y controlar”, “bloquear lo indecible” hasta que se llegue a hacer determinadas acciones.

31Si bien no desarrollamos en profundidad esta diferencia entre información e interpretación (o también

“metacomunicación”) se puede apreciar esta reflexión en Paul Watzlawick. Su aporte en el proceso de la comunicación política subsecuentemente dio pie, junto con Goffman, a la discusión de una forma de estudio de la producción en comunicación que son los encuadres o framing -marcos interpretativos- (Gil Calvo, 2018: 27).

32Aunque no se sigue la modalidad de ARD estrictamente (Verd, 2019), si la podemos encadenar con la presente investigación en tres puntos: primero, lo ya señalado del énfasis interpretativo; segundo, la importancia de las relaciones y elementos semánticas que puedan presentarse (en el caso de la ARD sería la “red de relaciones entre unidades”); y tercero (y sobre todo asociado al texto de Verd, 2019) la selección del material desde entrevistas semiestructuradas para el ejemplo estudiado. De ahí que el ARD sea cercano al discurso social como se concibe y ejecuta en esta tesis doctoral. Algo a decir también, es que el uso de la ARD se ve nutrido, como lo es la presente tesis por las posibilidades que da el uso del software Atlas ti, y la construcción, tanto de categorías, como marcos conceptuales.

79 Esto nos lleva a tener presente que cuando realizamos estudios del discurso, sobre todo discurso social, estamos de fondo teniendo presente, por un lado, las características contextuales, y por otro lado la interpretación, que es la forma que se les da a los fenómenos intervinientes, desde la narración, la argumentación33 y los intereses de los sujetos u grupos sociales. Justamente pasamos a definir estos puntos, pero relacionándolos con condicionantes propios de la tradición discursiva: conocimiento, poder y procesos de subjetivación. Cada uno de estos elementos tiene su razón de ser en lo que aportan: donde el saber expone los conocimientos y el sentido; el poder como rango de acción que apela a la idea de estructura o marco supraindividual, y los procesos de subjetivación que son mecanismos y procedimientos en donde aparece un sujeto en determinado campo. (Herzog y Ruiz, 2019: 14). Procederemos a incluir estos elementos dentro de cada categoría del discurso social, de manera tal que se pueda notar, por un lado, la característica de las categorías del discurso social, y su conexión con las bases del discurso.

A. Narración: El narrar es un aspecto humano recurrente. Esto hace que la narración sea tal vez la principal e histórica fuente central de nuestro proceso de comunicación más compleja. Hay diferentes formas de abordarla, así como también hay elementos contextuales y específicos tanto de los estilos narrativos -sea novelas, películas, etc.-, así

A. Narración: El narrar es un aspecto humano recurrente. Esto hace que la narración sea tal vez la principal e histórica fuente central de nuestro proceso de comunicación más compleja. Hay diferentes formas de abordarla, así como también hay elementos contextuales y específicos tanto de los estilos narrativos -sea novelas, películas, etc.-, así