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Estrés agudo y estrés crónico

1.6 El estrés

1.6.6 Estrés agudo y estrés crónico

El estrés puede ser agudo o estrés crónico, dependiendo de la intensidad y la duración de la situación estresante.

De acuerdo con Pérez Toledo (1992):

“El estrés agudo se debe a una agresión violenta, pero breve, de los estímulos del ambiente: un ruido súbito como el de una puerta al golpear, una explosión

39 Ibídem, p. 240.

o una emoción intensa con motivo de un accidente o una intervención quirúrgica; o también una mala o aun una buena noticia recibida de repente.

“La reacción del organismo ante esta agresión intempestiva y breve será rápida e intensa aunque a menudo las consecuencias molestas, leves o severas, son de corta duración. Sin embargo, aun así, a veces originará enfermedades diversas que pueden llegar a ser dramáticas como la úlcera de estrés, estados de shock, neurosis postraumática, diabetes por estrés”.40

Se puede ejemplificar el estrés agudo con el relato de López Rosetti (2000:13-17) sobre una situación imaginaria que quizás pudo haber vivido Lucy, nombre que le puso el paleontólogo Donald Jonson, al australopiteco (de casi cinco millones de antigüedad) que descubrió en 1974 en la localidad etíope de Hadar.

Lucy. (López Rosetti, 2000:14).

En la ilustración se puede observar a Lucy que comía tranquilamente cuando de repente se encontró a un tigre que representó una terrible amenaza, de inmediato se estresó y se activó el sistema de alarma de Lucy: su pulso fue más rápido como consecuencia de la aceleración cardiaca que impulsó su sangre con fuerza a todos sus músculos, su respiración se acentuó y aumentó la entrada de aire a sus pulmones, la adrenalina incentivó las funciones de su cuerpo y alarmado captó de inmediato la situación de peligro. En cuestión de segundos su cerebro, sus músculos, su corazón, su presión arterial, su respiración y demás funciones se activaron al máximo para enfrentar el peligro.

Lucy tenía al menos dos opciones: enfrentarse al tigre o huir; supongamos que

40 PÉREZ Toledo, Miguel Ángel. (1992). Stress: vida o muerte. Cómo controlarlo. 2ª. edición.

decidió huir a toda prisa. Tiempo después, a salvo del peligro, tranquilamente siguió alimentándose.

Por lo que respecta al estrés crónico Pérez Toledo (1992) señala que:

“El estrés crónico, por su parte, es aquel que persiste por un tiempo prolongado o es el que resulta de la repetición durante meses e incluso años de pequeños o de grandes ataques aislados de estrés (...). El estrés crónico puede ser generado por un sinnúmero de problemas recurrentes del ambiente:

las desavenencias conyugales, las malas relaciones en el trabajo, el ambiente ruidoso de la ciudad o del ambiente de trabajo, los problemas económicos, las dificultades de tránsito en las calles de las grandes ciudades, escuchar noticieros radiofónicos o televisivos plagados de violencia, malas nuevas, etc”.

“La respuesta de estrés se perpetúa progresivamente y genera los consiguientes trastornos psicológicos y fisiológicos como fatiga, desgano, angustia, tendencia depresiva, alteraciones diversas como dolores de cabeza y de espalda, digestiones pesadas, impotencia sexual, hasta generar la aparición de enfermedades más estructuradas de tipo psicofisiológico o bien de tipo psico-orgánico”.41

El estrés crónico se puede ilustrar con el siguiente dibujo y relato del libro de López Rosetti (2000.13-17).

Charly. (LÓPEZ Rosetti. (2000:16).

41 Ibid., p. 60.

El dibujo representa a Charly que mira la ciudad a través de la ventana mientras fuma un cigarrillo. Ese día fue muy agitado para él, después de continuas desveladas se levantó temprano para ir a trabajar, de prisa se aseó y se vistió mientras escuchaba las noticias sobre la violencia urbana; sin desayunar salió rumbo a su trabajo en medio de un tráfico anárquico y el estrépito de las bocinas, todas las presiones a las que se enfrentó le provocaron tensión muscular en sus hombros, cuello y columna.

Al llegar a su oficina se encontró con documentos urgentes a los que tenía que dar una respuesta inmediata y un sin fin de pendientes. Después de una serie de interminables reuniones Charly estaba agotado, apenas si había alcanzado a comer su fast food. La tensión laboral era fuerte.

Una airada discusión elevó su presión arterial, aumentó ligeramente la tensión de sus manos, otra vez sintió una molestia en su pecho y su garganta. A la mitad de su intensa jornada de trabajo, en medio de múltiples problemas que exigían respuestas a la mayor brevedad posible, hizo momentáneamente un alto en su agitada vida cotidiana, encendió un cigarrillo mientras observaba el ritmo acelerado de la ciudad.

Las obligaciones cotidianas lo tenían exhausto, sintió el mismo vértigo de los últimos tres días, los sonidos se hicieron cada vez más lejanos, su visión se nubló, sorpresivamente cayó al suelo...

La ambulancia llegó demasiado tarde: su vida se interrumpió repentinamente.

A diferencia de Lucy, que se encontró con un tigre que representó una amenaza temible y breve que puso en peligro su vida produciéndole un estrés agudo, Charly vivió cotidianamente una serie de tensiones menores, pero constantes; el estrés crónico al que estaba sometido fue minando lenta e implacablemente su vida hasta que, repentinamente, se extinguió definitivamente.

En el caso de las y los educadores de personas jóvenes y adultas también se ven sometidos diariamente al estrés crónico debido a las características de la ciudad de México (tener que recorrer grandes distancias para llegar al trabajo, grave contaminación atmosférica, deficiente servicio público de transporte, embotellamiento vehicular, ruido excesivo, sobrepoblación, violencia urbana, etc.); asimismo, las precarias condiciones de vida, de trabajo y las presiones para el logro de metas de productividad constituyen diversas fuentes de tensión.