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2. Educación superior

3.3. Educación y desarrollo socio económico

El concepto de desarrollo es de gran importancia ya que se ha posicionado como una de las metas políticas y sociales fundamentales de las naciones, pues desde fines de la segunda guerra mundial se comprobó que el desarrollo económico conduce a un desarrollo social y este aun desarrollo humano, que puede afianzar los mecanismos de gobernabilidad (Luque, 2008).

El desarrollo socio económico y el crecimiento de un país estriban en gran medida de la educación de la población, la cual interviene directamente sobre la productividad de las compañías y, por tanto, en la capacidad de estas para competir a nivel mundial (Concejo Privado de Competitividad, 2014).Los fundamentos macroeconómicos también justifican la contribución de la educación al crecimiento económico (Schultz, 1960), de esa educación como inversión en capital humano, que proporciona rendimientos en el futuro para el individuo y para la sociedad (Lemos A. , 2004).

Precisamente, se está viviendo una economía global del conocimiento en que las naciones que más crecen y que más reducen la pobreza son las que producen innovación tecnológica, hoy en día la prosperidad de los países depende cada vez menos de sus recursos naturales y cada vez más de su sistema de educación (Oppenherimer, 2014). El crecimiento económico requiere de cantidades específicas de técnicos, profesionales y científicos, en las distintas áreas de la economía y de la sociedad para alcanzar un desarrollo equilibrado, pero es un hecho que la mayoría de los países de América Latina, no los tienen (Lemos A. , 2004).

La tendencia de mercantilización de la educación, sobre todo de la superior, como está estipulado en el acuerdo general para el comercio de servicios, en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC), tendiendo a la “liberalización en el comercio de servicios de enseñanza”, llevaría a concebir a la educación como un servicio transable y a la

“comoditización” educativa y obligaría a los países miembros de la OMC a eliminar las reglamentaciones o regulaciones nacionales que afecten el comercio de esos servicios, permitiendo acelerar la participación de entidades privadas y extranjeras en la educación

Educación superior y desarrollo socioeconómico:

Utopía o realidad para jóvenes de bajos recursos de Bogotá superior y comprometiendo el acceso a la educación superior de calidad de los sectores sociales menos favorecidos (Fernandez - Lamarra, 2012).

El cambio tecnológico también es un factor clave de crecimiento económico (Lemos A. , 2004), tanto a nivel micro como macroeconómico, por lo que se requiere como requisito previo la formación de científicos e investigadores, papel que le corresponde a las universidades. De hecho, el crecimiento económico basado en la materias primas, propio delos países latinoamericanos como México, Chile, Brasil Argentina y Colombia, ha llegado a su fin, los países que no invirtieron en educación de calidad, ciencia tecnología e innovación, comenzaran como ya se está presentado, a sufrir una baja en su crecimiento económico pasando de un promedio regional de 6% en la década del 2000 al 2010 a un promedio regional de 2,2 % en 2014 (Oppenherimer, 2014).

El cambio tecnológico se soporta en la innovación, que comienza como algo individual pero que puede generar una cultura si hay un terreno fértil para hacerlo, y ya que se reconoce a la gente colombiana su gran creatividad, falta enfocarla para que estas personas hagan parte del cambio que requiere el país mediante la innovación. Es indudable que la región sufre de un rezago en innovación, ya que se introducen nuevos productos menos frecuentemente, se invierte menos en investigación y desarrollo y se registran menos patentes que en los otros países (Banco Mundial, 2013).Entre 2010 y 2012 el porcentaje de fábricas colombianas que no innovan pasó del 60,6% al 73,6% y la proporción de empresas del sector servicios que no innova pasó del 45,8% en 2009 al 63,6% en 2011. De la misma manera, es preocupante que solo el 0,2% de las empresas del sector manufacturero y el 0,3% de las empresas del sector de servicios sean clasificadas como innovadoras en sentido estricto (Concejo Privado de Competitividad, 2014).

Son varios los autores que dentro del pensamiento neoclásico (Lucas, 1988)y (Romer, 1990), o en una línea neoschumpeteriana (Aghion, 1992) y los trabajos neoestructuralistas/evolucionistas de Cimoli y Dosi (1994) y Metcalfe (1995), que demuestran desde perspectivas económicas y sociales el papel de la tecnología en el desarrollo de las empresas, los mercados y la economía en su conjunto, es decir en el desarrollo económico.

Educación superior y desarrollo socioeconómico:

Utopía o realidad para jóvenes de bajos recursos de Bogotá Respecto a los recursos destinados para la innovación, en el mundo el país que más lo invierte es Israel con un 4.3% de su PIB, lo sigue Finlandia con un 4% y luego Japón, Estados Unidos, Alemania y Francia (OECD, 2012). Otros países de Latino América al igual que Colombia, invierten menos del 1%, el único que sale de ese parámetro es Brasil con el 1,2%, a lo que se suma que las empresas privadas, que son las que conocen el mercado, no hacen un aporte significativo al desarrollo tecnológico.

En Colombia, la poca innovación puede ser resultado de que las universidades solo generan conocimientos que en su gran mayoría son repetición de los que vienen del extranjero, de que las empresas están centradas en sobrevivir en un medio cada vez más competitivo y de que los profesores de las universidades persiguen ser mejor escalafonados publicando, en vez de trabajar con una empresa para innovar en productos o procesos (Oppenherimer, 2014).

En 2011 Colombia tuvo 346 investigadores por cada millón de habitantes, lo que lo sitúa en el noveno puesto entre los 13 países iberoamericanos para los cuales está disponible este indicador.

Es preocupante que el número de investigadores por cada millón de habitantes de Colombia solo represente el 19%, el 23%, el 40% y el 46% del número de investigadores por millón de habitantes en Costa Rica, Argentina, Brasil y Uruguay, respectivamente (Concejo Privado de Competitividad, 2014).

Respecto a los artículos científicos publicados por cada 100 mil habitantes no llega a siete, mientras que Chile supera los 30, y Argentina y Brasil alcanzan el promedio Iberoamericano superando los 20 (Red de Indicadores de Ciencia y Tecnologia, 2014). Y lamentablemente, el número de patentes solicitadas y aprobadas con propiedad intelectual de ciudadanos colombianos es insignificante, siendo menos de la mitad del promedio regional (Brunner, 2014).

Pero desde donde se inicia para poder tener desarrollo, es en los primeros años de educación, en donde existen diferencias en la calidad de la educación básica y el bachillerato, pues quienes reciben la educación de menor calidad, generalmente son los de estrato bajo, quienes ven limitadas sus posibilidades de actuación en la sociedad, al no poder desarrollar determinadas competencias, pues el ingreso y culminación de su carrera es menos probable, y el desempeño en el mercado laboral es menor, lo que disminuye la posibilidad de una mejor ubicación laboral

Educación superior y desarrollo socioeconómico:

Utopía o realidad para jóvenes de bajos recursos de Bogotá y de una mejor generación de ingresos, similares con las de los otros graduados que recibieron educación de calidad, limitando su aporte al desarrollo de la región. Ese bajo desarrollo promovido por la diferencia en la calidad de la educación que reciben los individuos, ocasiona brechas en la calidad de vida de la población, en las posibilidades de acceso a bienes y servicios, y en los ingresos (ICFES, 2012).

Todo esto repercute que, si un país no utiliza todas sus potencias, porque solo unos poco pueden estudiar, la globalización de las economías ha demostrado como se amplía la brecha en productividad entre aquellos países que utilizan los recursos que tienen, principalmente la gente, frente a los países que siguen rezagos en educación, los primeros han posicionado sus economías, mientras que los otros no lo han logrado. La apropiación, la utilización y el desarrollo de la nueva tecnología productiva exige mayores competencias, más capital escolar por parte técnicos, tecnólogos y profesionales comprometidos con el desarrollo socio económico (Misas, 2004).