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Corrientes “duras” y “suaves” y niveles de “radicalidad” en las propuestas enactivistas

1. 1 El impacto del pensamiento bergsoniano

2. La propuesta enactivista en la filosofía de las ciencias cognitivas

2.2. Corrientes “duras” y “suaves” y niveles de “radicalidad” en las propuestas enactivistas

Una característica destacable de la relación del grupo de propuestas mencionado en el apartado anterior con la etiqueta “enactivismo” es que, probablemente debido al connotación “revolucionaria” adquirida por el término desde los años noventa, su uso no se ha mantenido a un nivel neutro descriptivo,

83 sino que se ha producido hasta cierto punto un debate sobre qué corriente es más radical o transformadora, y, por ende, más merecedora del término.

En este apartado trato de dar cuenta de algunas de las definiciones del enactivismo más importantes propuestas por autores auto-adscritos a la corriente.

Al mismo tiempo, trato de señalar los puntos de discrepancia fundamentales entre las diferentes propuestas, y de mostrar hasta que punto diferentes autores participan o no de la discusión sobre dónde recae la radicalidad de las propuestas enactivistas, y cual de las tesis incluidas en diferentes versiones del enactivismo es más “fuerte”, en el sentido de suponer un cambio más importante con respecto a otras perspectivas en ciencias cognitivas y en el estudio de la mente.

Retomaré este tema desde una óptica algo diferente en los capítulos 7 y 8 de esta tesis, donde doy cuenta de la evolución de las tradiciones de investigación en ciencias cognitivas y de sus respectivos paradigmas. Por esa razón, en el presente capítulo me limito a presentar las diferencias de modo esquemático para proporcionar al lector una comprensión de las ideas fundamentales de las propuestas enactivistas.

2.2.1 El uso de la etiqueta enactivista en lingüística cognitiva

Dentro del amplio grupo de constituido por la tercera generación de las ciencias cognitivas, que incluye desarrollos como la tesis de la cognición extendida, la embedded embodied cognition y la cognición distribuida, el título enactivista ha venido, de hecho, a utilizarse para etiquetar a dos propuestas considerablemente diferentes (aunque relacionadas a nivel profundo), calificándolas en sentidos así mismo distintos.

Por un lado, el término se utiliza para el conjunto de propuestas al que me referiré en los puntos siguientes, y que implican un replanteamiento fundamental de algunas de las ideas centrales en las tradiciones de investigación anteriores en ciencias cognitivas.

Sin embargo, el adjetivo “enactivista” también se ha usado regularmente para describir ciertos desarrollos vinculados a la teoría de la metáfora propuesta por autores como Lakoff, Johnson y Núñez (Lakoff y Johnson, 1999, 2008; Lakoff y Núñez, 2000) en el campo de la semántica cognitiva, y muy especialmente para

84 describir la aplicación de esta teoría en el campo de la pedagogía. El acercamiento de estos autores a la semántica cognitiva se basa en una versión fuerte de la tesis de la corporeidad de la cognición, y afirma que todo conocimiento es mediado por estructuras metafóricas fundamentales que, a su vez, dependen de la constitución corpórea del sujeto y de la especificidad de su aparato sensoriomotriz. En base a esta idea, los partidarios de esta teoría más preocupados por la pedagogía defienden un modelo de educación que se mantenga atento a las características de la experiencia corpórea y sensitiva, y rechazan algunas nociones altamente abstractas de conocimiento y aprendizaje (de ahí su uso de la palabra enacción, en su sentido común de “actuar”, “llevar a cabo”).

Éste uso de “enactivismo”, aunque legítimo, se basa en una lectura extremadamente amplia del término, según el cual la aceptación de la tesis de la corporeidad de la mente característica de la tercera generación sería suficiente para llamar a una propuesta enactiva. En este sentido, se puede considerar estas posiciones como la versión más débil de las propuestas enactivistas, aunque resulta quizás más claro aislar este uso de los usos mucho más especificativos a los que me refiero en los apartados siguientes.

2.2.2 La propuesta original de Varela, Thompson y Rosch

Probablemente una de las definiciones más conocidas de enactivismo es la propuesta por Varela, Thompson y Rosch en su trabajo seminal de 1991, The embodied mind.

Question 1: What is cognition? Answer: Enaction: A history of structural coupling that brings forth a world. Question 2: How does it work? Answer: Through a network consisting of multiple levels of interconnected, sensorimotor subnetworks. Question 3: How do I know when a cognitive system is functioning adequately? Answer: When it becomes part of an ongoing existing world (as the young of every species do) or shapes a new one (as happens in evolutionary history) (Varela et al, 1993, p. 206;

énfasis añadido)

Como podemos ver, el contexto en el que se presenta la definición proporciona mucha información sobre cómo se debe usar el término; tomado en y por sí mismo, parece ser una definición sólida. Aún así, muchos de los autores que posteriormente

85 han usado el término se han distanciado de esta definición, que consideran demasiado comprometedora: la idea de “crear un mundo”, por ejemplo, no es aceptada sin problemas por todos aquellos que se describen a sí mismos como enactivistas. Por esta misma razón, este estilo de definición “de máximos” ha tendido a abandonarse a favor de uno “de mínimos”, que se ve ejemplificado, por ejemplo, en Hutto y Myin (2012)9:

Enactivism is inspired by the insight that the embedded and embodied activity of living beings provides the right model for understanding minds. To understand mentality, however complex and sophisticated it may be, it is necessary to appreciate how living beings dynamically interact with their environments: ultimately, there is no prospect in understanding minds without reference to interactions to organisms and their environments (p. 4; énfasis añadido).

2.2.3 La clasificación de Hutto y Myin

Al comparar esas definiciones, parece que hay al menos tres características necesarias para que una perspectiva se pueda considerar enactiva: tiene que suscribirse a las tesis de la cognición corpórea (embodied cognition) y de la cognición integrada (embedded cognition), y tiene que enfatizar el aspecto dinámico de las interacciones entre los seres vivos y los entornos que habitan.

Sin embargo, hay algo problemático en esta caracterización, ya que es habitual hallar en la literatura el enactivismo presentado precisamente como alternativa a las tesis que lo incluidas en esta descripción. Parece claro, además, que algunos de los autores que defienden la necesidad de entender la cognición como un proceso integrado y corpóreo de interacción dinámica no se consideran enactivistas, y en cambio, autores declaradamente enactivistas como Hutto y Myin (2012) dedican esfuerzo a criticar perspectivas que cabe definir como integradas, corpóreas y dinámicas, defendiendo el enactivismo como una especie de “visión radical”

contrapuesta a ellas.

9 Por supuesto, hay un espectro más matizado de compromisos. Puntos intermedios entre esta formulación mínima y la original se puede encontrar en muchos lugares en la literatura reciente: e.

g., en Stewart et al (2010, p. vii), donde se dice que el organismo viviente “enactúa” el mundo en el que vive, y esto se explica diciendo que su acción corpórea y efectiva en el mundo constituye su percepción, y por lo tanto, fundamenta su cognición.

86 Así,después de hacer una distinción entre Content Involving Cognition (CIC), Conservative Enactive (or Embodied) Cognition (CEC) y Radical Enactive Cognition (REC), Hutto y Myin afirman lo siguiente:

CEC does not break faith with unrestricted CIC. Though such conservative renderings are possible, they obviously go against the spirit of an enactivism that is serious about its rejection of content and representation. REC presses for the strongest reading of the Embodiement Thesis —one that uncompromisingly maintains that basic cognition is literally constituted by, and to be understood in terms of, concrete patterns of environmental situated organismic activity, nothing more or less. (Hutto y Myin, 2012, p. 11).

De acuerdo con esto, al menos para Hutto y Myin, el enactivismo (o al menos el mejor tipo de enactivismo) es algo más que una perspectiva integrada, corpórea y dinámicamente interactiva de la cognición: es también antirrepresentacionalista y deflacionista con respecto al contenido.

Pero, de nuevo, esto no es aplicable sin problema a cualquier sabor de enactivismo: no solo porque, como se insinúa en el fragmento, algunos posibles candidatos a la etiqueta “enactivista” se adhieren a la idea de que hay

“representaciones corporales”, sino también porque algunos de los enactivistas de

“línea dura” se basan en la tradición de la fenomenología continental, que utiliza nociones de contenido y representación que difieren sutilmente pero de manera relevante (Thompson, 2007, p. 25) de las explícitamente rechazadas por Hutto y Myin y otros.