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Convergencias entre el pensamiento bergsoniano sobre la cognición y el enactivismo

1. 1 El impacto del pensamiento bergsoniano

3. La filosofía de la mente bergsoniana y el enactivismo: paralelismos y diferencias

3.1. Convergencias entre el pensamiento bergsoniano sobre la cognición y el enactivismo

3.1.1. La negación del papel central de las representaciones en la cognición

De acuerdo con lo que he mostrado en los apartados anteriores, una de las características cruciales del pensamiento bergsoniano sobre la cognición es su

95 rechazo a la tesis según la cual la cognición dependería fundamentalmente de la existencia de “representaciones” mentales. Del mismo modo, la cuestión de las representaciones internas y su papel "excesivo" en las explicaciones del cognitivismo tradicional ha formado parte del enactivismo desde sus primeras formulaciones, y es también, en general, uno de los puntos de debate centrales en el conjunto de las teorías del embodiement.

Autores como Richard Menary, por ejemplo, ha destacado tempranamente el rechazo del papel decisivo de las representaciones simbólicas en la cognición como uno de los puntos centrales comunes a todas las propuestas enactivistas. Más específicamente, Menary se vale de la clasificación de Wilson (Wilson, 2004, pp.

186; citada en Menary, 2006, pp. 3-4). de tipos representacionales, para destacar que este rechazo se dirige a la noción de la centralidad de las representaciones simbólicas, que se diferenciarían de las representaciones reactivas y las representaciones enactivas por el hecho de ser potencialmente separables de sus orígenes corporales y contextuales, o, en otros términos, por su independencia del

"aquí y el ahora".

Así mismo, en su libro Radical Embodied Cognitive Science (2009), Anthony Chemero resume, partiendo de una definición de Andy Clark, las tesis centrales de la radical embodied cognitive science (categoría que, a efectos de este trabajo, es posible considerar equivalente a la de enactivismo) del siguiente modo:

- Radical embodied cognition, claim 1. Representational and computational views of embodied cognition are mistaken.

- Radical embodied cognition, claim 2. Embodied Cognition is to be explained via a particular set of tools T, which includes dynamical systems theory.

- Radical embodied cognition, claim 3. The explanatory tools in set T do not posit mental representations. (Chemero, 2009, p. 25)

La idea de Chemero es, pues, que una división fundamental dentro de las teorías de la cognición corpórea es aquella que separa a los que creen posible dar cuenta de la cognición sin recurso al concepto de representación (calificada como

"mental" en este caso) de aquellos que consideran que el uso de este concepto es indispensable (si bien no necesariamente central o preeminente).

Es pertinente, sin embargo, para la comparación con la propuesta

96 bergsoniana, esclarecer con más detalle a qué se refiere esta idea de

"representación" contra la cual podemos decir que se ha construido, en parte, la propuesta enactivista, y determinar si verdaderamente coincide con la noción criticada por Bergson. Como Menary (2006, pp. 1-13) y Chemero (2009, pp.47-66), entre otros, han hecho notar, el contenido exacto de esta noción es determinante para la comprensión de las discusiones contemporáneas en ciencias cognitivas.

En la literatura enactivista, encontramos como mínimo tres tipos de formulaciones relacionadas con la crítica al papel de las representaciones internas.

En primer lugar, encontramos críticas dirigidas explícitamente a la noción de representaciones simbólicas (o subsimbólicas) físicas. En la que puede considerarse la obra fundacional del enactivismo (Varela et al, 1993), por poner un ejemplo, las críticas aparecen, en primer lugar, dirigidas a la concepción de representación simbólica heredada del computacionalismo clásico, en la que — según la descripción de los autores— la representación debe ser vehiculada por símbolos físicos. En las teorías criticadas por estos autores, se da por supuesta la misma división clara entre sistema cognitivo y "dominio exterior” rechazada explícitamente (como hemos visto en apartados anteriores) por Bergson. La cognición consistiría enteramente, según la visión computacionalista, en la manipulación de símbolos físicos, internos al sistema cognitivo, pero "referidos" a elementos del dominio exterior —y por lo tanto dotados de propiedades semánticas— en virtud de mecanismos causales especificados por su estructur física.

Más tarde, la crítica de Varela, Thompson y Rosch se extiende también a la revisión conexionista de esta idea de representación. En este caso, la representación no se daría directamente mediante símbolos físicos identificables en el sistema, sino a través de estados distribuidos de éste, que, a un nivel

“subsimbólico” y pese a ciertas diferencias significativas de funcionamiento, llevarían a cabo la misma tarea de comunicar el sistema con un dominio externo.

Esta modalidad de crítica, pues, se centra en una noción de representación simbólica referida, en última instancia, a la idea de símbolo como objeto físico (o estado físico conjunto de un sistema). En un segundo tipo de formulación habitual en la literatura enactivista se plantea la crítica a la noción, más general, de

“representación mental”. Así, por ejemplo, en Mind In Life (2007), Evan Thompson

97 opone la noción de “acto intencional” (proveniente de la fenomenología) a la de representación mental, definiendo esta última como sigue:

In a broad and theoretically neutral sense, a mental representation is supposed to be a mental structure (concept, thought, image) with semantic properties (content, truth conditions, reference), or a state or process involving such a structure. Usually, a mental representation is not considered to be an object of cognition, but rather that by which one recognizes or is aware of something in the world. (Thompson, 2007, p. 25)

En la explicación subsiguiente, Thompson da cuenta de las principales diferencias entre el enfoque basado en las representaciones mentales y los enfoques fenomenológicos y de sistemas dinámicos: por una parte, en estos últimos la relación de la cognición con su objeto no se da a través de "objetos o estructuras", sino a través de "actos intencionales"; además, esta relación no es puramente inmanente o trascendente, sino de "inmanencia en la trascendencia": el objeto es a la vez "externo" a la cognición e "interno" a ella, en diferentes sentidos. Vemos que, en este tipo de planteamiento, como en el de los símbolos (o estados) físicos, se da una crítica del papel de la representación como mediación, vehiculada por un objeto, estructura o estado, entre un dominio externo y un "interior". Sin embargo, en esta segunda versión la crítica se extiende a todo un abanico de versiones "mentalistas"

de la teoría de las representaciones.

Por último, hay otro tipo de comentarios que se refieren al problema de la representación de un modo más general, y en cierto sentido más radical, poniendo en cuestión la idea de la existencia de un contenido de la consciencia compuesto por representaciones o imágenes. Así, por ejemplo, Alva Noë, en sus libros Action in Perception (2004) y Out of our heads (2009), niega que la percepción visual dependa de la existencia de "imágenes mentales" en el "interior" de la conciencia;

según su propuesta, lo que interviene en el proceso perceptivo son los objetos mismos en tanto que implicados en la acción de un sujeto, sin necesidad de ser

"representados" en sentido alguno. En éste mismo sentido hay que entender la propuesta “radical” de Hutto y Myin de reconstruir los fundamentos de las explicaciones sobre la cognición sin referencia a la noción de contenido (2017).

Resumiendo brevemente, se podría decir que el elemento clave de la crítica enactivista del papel de las representaciones en la cognición es la negación de la

98 necesidad de que en la explicación de la cognición deba intervenir una clase de objetos (léase estructuras, estados, imágenes...) que cumpla la función de comunicar un "interior" cognitivo con los elementos de un "dominio externo". El papel de esta clase de objetos en lo relativo a los niveles básicos11 de la consciencia desaparece, en las diferentes propuestas, en favor de alternativas relacionadas con la percepción directa gibsoniana, el coupling histórico entre medio e individuo y la modelización con herramientas de la dinámica de sistemas (Thompson, 2007, pp.

360-381; Hutto y Myin, 2017).

Resulta evidente, pues, la similitud entre la crítica enactivista al representacionalismo y las formuladas por Bergson, presentadas en el apartado dedicado a su teoría de la cognición. Ambas críticas coinciden claramente no sólo en destacar lo que resulta erróneo en los modelos representacionalistas (la distinción entre naturalezas o dominios independientes), sino también en atribuir a estos modelos errores en el tratamiento de la temporalidad y de la memoria (Chemero, 2009, pp. 66-82), y en indicar la necesidad de proponer alternativas fundamentadas en la evolución común de entorno y sujeto.

3.1.2. Indisociabilidad entre percepción y acción.

Al presentar la teoría de la percepción bergsoniana, vimos aparecer como relevante la relación entre acción y percepción. Ahora nos detendremos en este punto, estableciendo nuevas comparaciones con las ciencias cognitivas enactivistas a este respecto. Aunque la crítica a la noción de representación cognitivista es fundamental en el enactivismo, lo que caracteriza más claramente el enactivismo no es, quizás, esta crítica en sí misma, sino el tipo de alternativa que propone, basada en gran parte en una determinada perspectiva sobre la relación entre acción y percepción.

Un punto fundamental en la propuesta enactivista original es la idea de que la relación entre organismo y medio debe considerarse en términos activos y no meramente "contemplativos" (Varela et al, 2005, pp. 147-157). La insistencia en la importancia de lo "sensorio-motriz", así como la referencia a la emergencia de

"mundos de significación" por "acoplamiento estructural" (lo que para los autores

11 Por supuesto, las diferentes versiones del enactivismo reconocen que en algún punto de la evolución cognitiva humana estructuras mediadoras del tipo simbólico pasan a jugar un papel importante. Esto es así ya desde los primero planteamientos enactivistas (Varela et al, 1993, pp.

100-103), y sigue siendo un tema central en obras recientes (Hutto y Myin, 2017).

99 implica, por un lado, autonomía del organismo, y por el otro, codependencia entre organismo y medio) hacen evidente que la propuesta enactivista se opone a la consideración de un dominio perceptivo o cognitivo independiente de la acción del organismo, del que éste pudiera recibir datos no relacionados con su propio

"funcionamiento". Antes bien, lo específico de la propuesta enactivista, ya en esta formulación, es que trata de solucionar los problemas de la relación entre individuo y medio centrándose en el aspecto bilateral de los procesos cognitivos, sin recurso a una estructura simple de "inputs" y "outputs" como la tradicional en el paradigma cognitivista, profundamente ligado a la lógica simbólica.

Es preciso notar que en esta formulación original juega un papel importante una determinada concepción de la biología (derivada de los trabajos anteriores de Varela y Maturana sobre conceptos como la autonomía y la autopóiesis). Sin embargo, como ha sido destacado por Menary (2006, p. 3), algunas propuestas posteriores se adhieren a la corriente enactivista sin aceptar el papel central de esta concepción biológica específica. En algunos autores, de hecho, una parte de las tesis biológicas del enactivismo es puesta entre paréntesis para resaltar la centralidad del conjunto percepción-acción.

Así pues, una idea común a las propuestas enactivistas es que los procesos perceptivos deben estudiarse juntamente con los procesos "activos", ya que la percepción estaría estrechamente vinculada a la tendencia del ente cognitivo a transformarse a sí mismo y a su entorno. Del mismo modo, tanto los partidarios de teorías más centradas en la relación entre biología y cognición como los más centrados en aspectos concretos de la cognición humana sostienen que hay algún tipo de correlación necesaria entre aquello percibido por un agente y su actividad o disposición a la acción. A este respecto, las teoría enactivistas coinciden plenamente con el planteamiento de Bergson, para el cual, como se vio en el apartado dedicado a su teoría de la cognición, acción y percepción forman una unidad indisoluble, Es interesante notar también, como ya han hecho Robbins (2006) y otros, las similitudes entre las ideas bergsonianas de "solicitud de acción"

y "acción virtual" con algunos elementos de la psicología ecológica de Gibson, ya que esta última ha tenido un papel relevante en la formación de las propuestas enactivistas. Las resonancias entre Gibson y Bergson son muchas: por ejemplo, la existencia en el entorno de objetos o propiedades "objetivamente" relacionados con

100 las necesidades y posibilidades del organismo ("solicitudes" y "affordances"), la percepción directa, y el papel de las capacidades motrices en la percepción del espacio.

Sin embargo, las convergencias entre el planteamiento enactivo y Bergson van más allá de las ya mencionadas con respecto a Gibson. Por ejemplo, en el capítulo noveno de The embodied mind (Varela et al, 1993, pp. 185-216) los autores critican la percepción directa gibsoniana por ser un planteamiento excesivamente "óptico"

(esto es, no suficientemente "sensorio-motriz") y por dar una importancia excesiva a la influencia unilateral del ambiente sobre el organismo. Estas críticas, sin embargo, no son aplicables a la percepción directa bergsoniana, en tanto que ésta pone entre paréntesis la separación organismo/ambiente y es planteada en términos sensorialmente neutros.

3.1.3. Tratamiento dinámico y temporal de la cognición

Como vimos en el apartado dedicado a las ideas de Bergson, según la perspectiva de este autor muchos de los problemas que surgen al tratar la conciencia y el conocimiento son en última instancia resultado de una errónea concepción espacializada del tiempo profundamente arraigada en la ontología sustancialista.

Pese a las diferencias en el planteamiento de base, también en las ciencias cognitivas enactivistas aparece la necesidad de replantear los aspectos temporales y dinámicos de los fenómenos cognitivos. Esta necesidad está en parte implícita en el planteamiento de la indisociabilidad acción-percepción, pero aparece de un modo aún más claro en las teorías (Varela et al, 1993; Thompson, 2007) que se proponen explicar la constitución de mundos de significación como elemento clave en los procesos cognitivos.

Además, es notable el hecho de que ya en dos de las influencias declaradas más importantes en la aparición del enactivismo, la biología del conocimiento de Maturana y Varela y la fenomenología husserliana, la cuestión del tratamiento del tiempo tiene un papel destacado: en el primer caso, por el uso (en especial en Varela) de la teoría matemática de sistemas dinámicos para modelizar los procesos vivientes y cognitivos, pero también por la preferencia por la aproximación a la biología cerebral en términos de oscilaciones y estados de fase (e. g: Thompson y Varela, 2001); en el segundo, por el papel crucial que la cuestión del tiempo reviste

101 en los planteamientos más avanzados de Husserl (Thompson, 2007, pp. 323-327).

Probablemente debido a estas dos grandes influencias, la problemática del tiempo aparece en el enactivismo a diferentes niveles. Esta preocupación se muestra, por ejemplo, en la tendencia metodológica a sustituir los modelos basados en algoritmos secuenciales por modelos alternativos como los basados en la dinámica de sistemas, y, más en general, en la tendencia enactivista a replantear en términos de procesos fenómenos tradicionalmente tratados como objetos o acciones simples, aunque también en el tratamiento de la cuestión específica de la percepción del tiempo (que trataré en el apartado 3.2.2).

Thompson ha notado el doble aspecto, ontológico y metodológico, de las cada vez más numerosas aproximaciones dinámicas a la cognición:

The central idea of the dynamical approach is that natural cognition—cognition in evolved, living agents—is a dynamic phenomenon and accordingly needs to be understood from the perspective of the science of dynamic systems. This perspective includes dynamic-systems theory (a branch of pure mathematics), dynamic systems modeling (mathematical modeling of empirical systems), and experimental investigations of biological and psychological phenomena informed by these tools. (Thompson, 2007, p. 38; énfasis añadido).

Así pues, aunque la literatura enactivista y las aproximaciones dinamicistas en general dedican mucho más espacio a mostrar las virtudes de las modelos basados en sistemas dinámicos, parece existir un compromiso ontológico subyacente con la noción de que la cognición es ella misma (incluso en las instancias en las que permite ser modelizada con herramientas más “tradicionales” como los modelos computacionales clásicos) un fenómeno temporal y dinámico. Esta idea es profundamente consistente con la visión de Bergson, según la cual que las cuestiones sobre la mente deben plantearse fundamentalmente en términos temporales.

Sin embargo, la consonancia entre Bergson y el enactivismo a este respecto va más allá de la consideración de la naturaleza básica de la cognición, y tiene que ver también con las formas en las que esta naturaleza subyacente condiciona qué aproximaciones metodológicas son las más adecuadas para abordar la explicación de los procesos cognitivos.

102 Cómo hemos visto en el capítulo segundo, ya en el Essai Bergson distingue dos concepciones de la naturaleza, el “mecanicismo” y el “dinamismo”, caracterizándolas según sus definiciones no solo del realismo, sino también de la simplicidad explicativa. Para el mecanicismo, la simplicidad debe darse en el cálculo y la previsión según leyes; en el dinamicismo, la simplicidad debe darse en la aproximación directa a los hechos tal y como aparecen. (Bergson, 1889/2013a, p.104).

Aunque la clasificación utilizada por Bergson proviene de un contexto muy diferente al actual, y muy anterior a la existencia de las herramientas actuales de modelización mediante sistemas dinámicos, es posible establecer una analogía directa entre la división bergsoniana entre mecanicismo y dinamismo y la contraposición hecha en la actualidad por autores como Thompson entre modelos basados en el procesamiento de símbolos y modelos dinámicos. Como sucede en la división propuesta por Bergson, los defensores de los modelos computacionales tienden a apelar a las mayores capacidades predictivas de éstos, a la simplicidad de los cálculos implicados y a la potencia predictiva, mientras que los defensores de los modelos dinámicos sostienen que éstos ofrecen una descripción más completa y cercana a la realidad de los fenómenos cognitivos y sus causas subyacentes12.

Sin embargo, es en la lógica interna misma de la aproximación desde la dinámica de sistemas donde se percibe más claramente la proximidad con las ideas de Bergson. Uns sistema dinámico no es otra cosa que una construcción matemática que describe y predice el modo en que un sistema (en el caso que nos ocupa, el conjunto formado por un agente cognitivo y su entorno) cambia a lo largo del tiempo. Para ello, algunos aspectos del sistema son representados mediante variables cuantitativas, de tal modo que cada combinación de valores de las variables seleccionadas es tomada como definiendo un estado del sistema. El modelo propone, además, procedimientos para determinar los valores de estas variables en un momento dado. Este procedimiento suele basarse en el uso de ecuaciones diferenciales (cuando el tiempo tomado como continuo) o como sucesiones recurrentes o mappings (cuando el tiempo es tomado como discreto).

12 Fodor (2000) ha expuesto de forma clara esta contraposición metodológica.

103 Cuando las ecuaciones diferenciales contienen términos no-lineales, y por ello resulta imposible encontrar soluciones para todos los estados futuros del sistema, se utilizan herramientas de análisis cualitativo de las funciones basadas en la geometría y la topología. Mediante este tipo de análisis resulta posible describir y predecir la emergencia de fenómenos complejos como la emergencia de estados metaestables (sucesiones de estados relativamente inestables que no se resuelven directamente en estados de equilibrio) en un sistema. Así pues, éste tipo de modelos depende menos que los modelos computacionales clásicos de una definición a priori de las estructuras funcionales y operativas de un sistema cognitivo, y permite describir la emergencia conjunta del sistema, sus partes y su operación respecto al entorno.

Como hemos visto, la teoría del conocimiento desarrollada por Bergson en la Introduction y L’évolution parte del reconocimiento de la potencia y utilidad de la función analítica de la inteligencia, llevada a cabo mediante el uso de símbolos y conceptos estáticos, pero al mismo tiempo se centra en criticar los problemas acarreados por nuestra orientación natural a esta función. Si la inteligencia procede elaborando conceptos parciales que abstraen y generalizan propiedades de la realidad analizada para luego recomponerla por combinación de aquellos (Bergson, 1907/2013b, pp. 153-165), los problemas de la ciencia para explicar los fenómenos vivientes se deben precisamente al hecho de que la especificidad de de las relaciones temporales de lo viviente tiende a ser eliminada en este proceso de abstracción. En este sentido, la modelización basada en sistemas dinámicos se

Como hemos visto, la teoría del conocimiento desarrollada por Bergson en la Introduction y L’évolution parte del reconocimiento de la potencia y utilidad de la función analítica de la inteligencia, llevada a cabo mediante el uso de símbolos y conceptos estáticos, pero al mismo tiempo se centra en criticar los problemas acarreados por nuestra orientación natural a esta función. Si la inteligencia procede elaborando conceptos parciales que abstraen y generalizan propiedades de la realidad analizada para luego recomponerla por combinación de aquellos (Bergson, 1907/2013b, pp. 153-165), los problemas de la ciencia para explicar los fenómenos vivientes se deben precisamente al hecho de que la especificidad de de las relaciones temporales de lo viviente tiende a ser eliminada en este proceso de abstracción. En este sentido, la modelización basada en sistemas dinámicos se