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PARTE 1. MARCO TEÓRICO

1.2 PROCESAMIENTO DUAL DE LA INFORMACIÓN

1.2.3 Associative-Propositional Evaluation Model (APE)

El Associative-Propositional Evaluation Model (APE en adelante) fue propuesto por Gawronski y Bodenhausen en 2006 con la intención de ofrecer una explicación teórica a la relación existente entre las evaluaciones espontáneas y las evaluaciones deliberadas que los seres humanos realizamos sobre diferentes estímulos (p. ej., objetos, situaciones, individuos o grupos), y que como consecuencia nos permiten adoptar una actitud determinada respecto a los mismos (Gawronsky & Bodenhause, 2014b).

En este sentido, el modelo APE parte de la premisa de que las evaluaciones de carácter espontáneo que realizamos están estrechamente vinculadas a procesos mentales de tipo implícito y asociativo, de los que la persona no es consciente dada su automaticidad, mientras que las evaluaciones proposicionales (o deliberadas) se relacionan con procesos de tipo explícito y controlable, de los que la persona tiene pleno conocimiento (Gawronsky & Bodenhause, 2011). De este modo, la actitud que adoptemos ante cualquier estímulo, y por consecuencia nuestra respuesta al mismo vendrá condicionada por la relación, de convergencia o divergencia, que se establezca entre los dos tipos de procesos contemplados por este modelo. En este sentido, los procesos asociativos deben ser entendidos como la activación (implícita) de asociaciones mentales en la memoria, mientras que los procesos proposicionales (o deliberativos) consisten en la validación (explícita) de dicha activación. Para una mayor comprensión de los principios del modelo APE, resulta necesario que nos detengamos en la exposición de aspectos característicos de ambos procesos.

De acuerdo con este modelo, los procesos asociativos resultan esenciales para la comprensión de cualquier tipo de evaluación que realicemos de un estímulo, ya que estos procesos son los encargados de determinar qué tipo de representación mental es activada como consecuencia de la exposición al mismo. En este sentido, para comprender como se produce la activación de una representación mental existente en la memoria del individuo, debemos atender a dos características fundamentales de los procesos asociativos: la coincidencia de similitud y la contigüidad espaciotemporal. La coincidencia de similitud hace referencia a que la activación de determinada representación mental ante la exposición a un estímulo estará condicionada por la existencia o no de similitud entre el estímulo y los contenidos mentales almacenados previamente en el sistema de memoria del individuo (p. ej., en memoria episódica o semántica). En este sentido, cabe destacar que la similitud no debe ser cien por cien coincidente, sino que deben existir unos elementos en común para que se pueda producir la

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asociación y, por tanto, la activación de la representación mental como respuesta al estímulo (Gawronski & Bodenhausen, 2014a). En cuanto a la contigüidad espaciotemporal, hace referencia a que la propia coincidencia espaciotemporal de dos tipos distintos de elementos, entre los que no existe ningún tipo de similitud, propicia también que se produzca entre ellos la asociación, por lo que -con independencia de la similitud- un determinado estímulo puede promover la activación de una determinada representación mental asociada al mismo en el sistema de memoria del individuo. De acuerdo con Gawronski y Bodenhausen (2014a) la asociación entre conceptos es independiente a la valoración que haga mentalmente la persona sobre la misma, ya sea positiva o negativa, por lo que su activación no se encuentra condicionada por la voluntad, sino por los propios principios de asociación entre los conceptos. A modo de ejemplo, ver a un musulmán puede activar el concepto terrorismo con independencia de que la persona rechace deliberadamente la conexión entre ambos conceptos, ya que la importancia radica en sí existe asociación entre ambos en el sistema de memoria del sujeto. De este modo, la asociación musulmán-terrorismo ha podido producirse, por ejemplo, debido a la influencia de los medios de comunicación en la criminalización de un determinado colectivo. En todo caso, como consecuencia de la activación de la asociación entre conceptos (estímulo y representación mental) puede dar lugar a una reacción emocional, pudiendo ser positiva o negativa en función de la congruencia que exista con el sistema de creencias y valores del individuo (Moors, 2014).

Por otro lado, los procesos proposicionales -de acuerdo con este modelo- promueven la validación explícita que realiza el individuo con relación a la activación de una determinada asociación (p. ej., musulmán-terrorismo). En esencia, el modelo APE plantea que esta validación depende en gran medida del contraste que se realice con el sistema de creencias del individuo, bajo la premisa de mantener la consistencia y la congruencia con el mismo. Siguiendo con el ejemplo, si el individuo posee un sistema de creencias en el que existe “no está bien discriminar a los demás por su religión”

el hecho de validar conscientemente la asociación musulmán-terrorista rompe la consistencia y la congruencia, por lo que lo lógico es que se realice el rechazo de la asociación y se adopte una respuesta acorde a la misma, si bien -como hemos comentado- no es posible detener la activación que se produce por parte de los procesos asociativos (implícitos). En el caso en que no exista la proposición “no está bien discriminar a los demás por su religión” el individuo posee menos recursos

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para rechazar la validación de la asociación y por tanto de la respuesta asociada a la misma (p. ej., no me gustan los musulmanes).

Abordemos a continuación algunos aspectos fundamentales para la comprensión de la interacción existente entre los dos procesos. Según la base teórica del modelo APE los procesos asociativos y los procesos proposicionales no funcionan de forma independiente, sino que entre ellos se establece una interacción que promueve la influencia de un sistema sobre el otro y viceversa (Gawronski &

Bodenhausen, 2014a). De forma genérica, antes de especificar con mayor detalle, debemos considerar que los procesos asociativos tienden a influir en los procesos proposicionales bajo la premisa de que estos últimos operan en base a la información que se activa por asociación ante la presencia de un estímulo. Por el contrario, los procesos proposicionales pueden influir en los procesos asociativos bajo la premisa de generar nuevas asociaciones en el transcurso de validación de la respuesta a un determinado estímulo (Gawronski & Bodernhausen, 2014b). Siguiendo la nomenclatura utilizada por los autores14, distinguiremos entre dos tipos de influencias:

Bottom-up: contempla las influencias de los procesos asociativos sobre los procesos proposicionales bajo la premisa, como se ha comentado anteriormente, de la importancia de existencia o no consistencia entre ambos procesos y la respuesta asociada a los mismos (Gawronski, Peters & Brochu, 2008). En este sentido, las asociaciones mentales almacenadas en el sistema de memoria de la persona suponen de forma genérica la base para la aparición de juicios de forma proposicional.

Top-down: contempla la influencia del proceso proposicional sobre el asociativo bajo la premisa de que el primero puede activar nueva información en el transcurso de la validación de la información activada por el segundo. Esta activación puede ser de distinta naturaleza, desde la simple negación de una asociación (p. ej. negar de forma proposicional la relación mulsulmán-terrorista) hasta la generación de nuevas relaciones entre los conceptos (p. ej. musulmán-personas pacíficas). Según recogen Gawronski y Bodenhausen (2014a), la generación de nuevas asociaciones de forma proposicional es la forma más efectiva de producir cambios duraderos en la forma que tenemos de evaluar de forma implícita y explicita el mundo que nos rodea.

14 Los autores distinguen a nivel metafórico sendos procesos como si estuvieran organizados uno (proposicional) por encima del otro (asociativo) en base a las características de automaticidad y controlabilidad de estos.

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Atendiendo a la interacción de sendos procesos, de acuerdo con Gawronski y Sritharan (2010), la formación de nuevas asociaciones en el sistema de memoria se producirá como resultado de dos mecanismos: a) aprendizaje asociativo, basado en la coocurrencia (o contigüidad) entre objetos o situaciones, y b) aprendizaje proposicional, basado en ideas conscientes (o explícitas) sobre la validez de las relaciones observadas entre objetos o situaciones.

Tras la exposición de los principales modelos que contemplan el procesamiento dual de la información, en la Tabla 2 se recoge un breve resumen de sus características principales con la intención de realizar un contraste en las nomenclaturas utilizadas.

Tabla 2. Comparativa entre los modelos ARM, RIM y APE (elaboración propia)

Modelo ARM Sistema 1 Mecanismo normativo Pensamiento reflectivo Procesos proposicionales Sistema 2 Mecanismo asociativo Pensamiento impulsivo Procesos asociativos Mecanismos de interacción Sistema 1 → Sistema 2:

La reiteración de normas protagonista en la comprensión de como interpretamos e interactuamos con nuestro entorno. De este modo, asumiendo la importancia del fenómeno, veamos en el próximo apartado una aproximación a los procesos de formación y transformación de las asociaciones mentales.

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