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(1)

ACTAS OFICIALES

DE LA

ORGANIZACION MUNDIAL DE LA SALUD

N° 229

ACTIVIDADES DE LA OMS

EN

1975

INFORME ANUAL DEL DIRECTOR GENERAL A LA ASAMBLEA MUNDIAL DE LA SALUD Y A LAS NACIONES UNIDAS

El Informe Financiero para el ejercicio 1 de enero - 31 de diciembre de 1975, suplemento del presente volumen, se publicará por separado y constituye el

N. 230 de Actas Oficiales.

ORGANIZACION MUNDIAL DE LA SALUD

GINEBRA

1976

(2)

Abreviaturas empleadas en las Actas Oficiales de la Organización Mundial de la Salud:

ACNUR ADI BIRF CAACTD CAC CCAAP CCNUEERA CEPA CEPAL CEPAO CEPE CESPAP CIDA CIIC COICM DANIDA FAO FNUAP FNUFUID OACI OCMI OIEA OIT OMM OMPI OMS ONUDI OOPS OPS OSP OUA PMA PNUD PNUMA SIDA UIT UNCTAD UNDRO UNESCO UNICEF UNITAR

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional - Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento

Comité Asesor sobre Aplicación de la Ciencia y la Tecnología al Desarrollo - Comité Administrativo de Coordinación

- Comisión Consultiva en Asuntos Administrativos y de Presupuesto

Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas

- Comisión Económica para Africa

- Comisión Económica para América Latina - Comisión Económica para Asia Occidental

Comisión Económica para Europa

Comisión Económica .y Social para Asia y el Pacífico Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional - Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer

- Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas Agencia Danesa para el Desarrollo Internacional

Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación Fondo de las Naciones Unidas para Actividades en Materia de Población

Fondo de las Naciones Unidas para la Fiscalización del Uso Indebido de Drogas Organización de Aviación Civil Internacional

Organización Consultiva Marítima Intergubernamental Organismo Internacional de Energía Atómica

Organización (u Oficina) Internacional del Trabajo Organización Meteorológica Mundial

Organización Mundial de la Propiedad Intelectual - Organización Mundial de la Salud

- Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial

- Organismo de Obras Públicas y Socorro a los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente Organización Panamericana de la Salud

- Oficina Sanitaria Panamericana Organización de la Unidad Africana Programa Mundial de Alimentos

- Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente - Organismo Sueco de Desarrollo Internacional

- Unión Internacional de Telecomunicaciones

- Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo

- Oficina del Coordinador de las Naciones Unidas para el Socorro en Casos de Desastre Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia

Instituto de Formación Profesional e Investigaciones de las Naciones Unidas

ISBN 92 4 360229 2

© Organización Mundial de la Salud 1976

Las publicaciones de la Organización Mundial de la Salud están acogidas a la protección prevista por las disposiciones sobre la reproducción de originales del Protocolo 2 de la Convención Universal sobre Derecho de Autor. Las entidades interesadas en reproducir o traducir parcial o íntegramente alguna publicación de la OMS deberán solicitar la oportuna autorización de la Divi- sión de Publicaciones y Traducción, Organización Mundial de la Salud, Ginebra, Suiza. La Organización Mundial de la Salud dará a esas solicitudes consideración muy favorable.

PRINTED IN SWITZERLAND

- II -

(3)

Introducción

El índice alfabético se publica por separado.

INDICE

PARTE I - EXPO SICION GENERAL

Página VII

1. Fortalecimiento de los servicios de salud 3

Desarrollo de los servicios de salud Planificación y gestión sanitarias 2. Salud de la familia

3 Institutos de desarrollo de los servicios de salud 13 11 Información sobre el servicio de salud 14

Salud de la madre y el niño Nutrición

17 Educación sanitaria 24

20 Reproducción humana 27

3. Formación y perfeccionamiento del personal de salud

Sistemas de personal de salud Formación del personal de salud

36 Gestión de los recursos de personal de salud . . . 45 36

15

36

4. Enfermedades transmisibles 56

enfermedades transmisibles

Viruela

Virosis, clamidiosis, rickettsiosis y enfermedades afines

Enfermedades venéreas y treponematosis Lepra

5. Paludismo y otras enfermedades parasitarias

Paludismo Esquistosomiasis Oncocercosis Otras filariasis

6. Biología de los vectores y lucha antivectorial Ecología aplicada

Resistencia a los insecticidas y rodenticidas Evaluación de nuevos insecticidas y estudio de

métodos químicos de lucha antivectorial . . . Actividades generales de lucha antivectorial . . . 7. Enfermedades no transmisibles

Tuberculosis

57 Actividades combinadas contra la lepra y la tuber- 58 culosis

Enfermedades bacterianas agudas

61 Veterinaria de salud pública

67 Prevención de la ceguera y de la pérdida parcial de 70 la visión

73 77 77 80 85

89 Tripanosomiasis africana 99

93 Tripanosomiasis americana 100

96 Leishmaniasis 101

98

103 Material de lucha contra los vectores 104 Lucha biológica

Lucha genética

105 La lucha antivectorial en la sanidad internacional 105 Uso inocuo de plaguicidas

106 106 107 107 108

Cáncer

Enfermedades cardiovasculares

Otras enfermedades crónicas no transmisibles . Higiene dental

109 114 118 120

Salud mental, farmacodependencia y alcoholismo 121

Medicina de las radiaciones 129

Genética humana 131

87

103

109

8. Inmunología 133

9. Sustancias profilácticas, terapéuticas y de diagnóstico Evaluación de médicamentos y vigilancia farmaco-

lógica

Preparaciones farmacéuticas

Tecnología de los laboratorios de salud 138

136 Patrones biológicos 139

137

136

(4)

10. Higiene del medio

Servicios públicos de abastecimiento de agua y Medidas adoptadas en relación con distintos pro -

evacuación de desechos 142 blemas y grupos de población

Criterios de higiene del medio y vigilancia de la Higiene del medio: planificación

salubridad del medio 146

11. Estadística sanitaria

Mejoramiento de los servicios de estadística Métodos de estadística sanitaria

sanitaria 158 Clasificación Internacional de Enfermedades . .

Difusión de informaciones estadísticas 160

148 157

160 161

Página 141

158

12. Coordinación de las investigaciones biomédicas 162

13. Documentación e información sobre cuestiones de salud 164

Biblioteca y servicios de documentación sobre Información pública sobre cuestiones de salud . .

cuestiones de salud 164

164

14. Asuntos constitucionales, jurídicos, financieros y administrativos 167

Asuntos constitucionales y jurídicos 167 Administración 170

Situación financiera 168

15. Cooperación con otras organizaciones 174

Programa de las Naciones Unidas para el Programa Mundial de Alimentos 179

Desarrollo 175 Operación de Emergencia de las Naciones Unidas 179

Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia . 177 Otros fondos extrapresupuestarios 180

Organismo de las Naciones Unidas de Obras Organizaciones no gubernamentales 181

Públicas y Socorro a los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente 178

PARTE II - LAS REGIONES

16. Región de Africa 185

17. Región de las Américas 190

18. Región de Asia Sudoriental 194

19. Región de Europa 199

20. Región del Mediterráneo Oriental 203

21. Región del Pacífico Occidental 208

PARTE III - LISTA DE PROYECTOS

Proyectos en ejecución en 1975 214

Región de Africa 215

Región de las Américas 228

Región de Asia Sudoriental 258

Región de Europa 274

Región del Mediterráneo Oriental 289

Región del Pacífico Occidental 302

Actividades interregionales 315

- Iv -

(5)

ANEXOS

1. Estados Miembros y Miembros Asociados de la Organización Mundial de la Salud en 31 de diciembre

Página

de 1975 331

2. Composición del Consejo Ejecutivo 332

3. Reuniones orgánicas y otras reuniones celebradas en 1975 333

4. Cuadros de expertos y reuniones de comités de expertos y grupos científicos en 1975 334

5. Centros colaboradores de la OMS 335

6. Subvenciones concedidas para formación e intercambio de investigadores en 1975, clasificadas por

materias y por clases 346

7. Becas concedidas (clasificadas por materias y por regiones) 347

8. Publicaciones aparecidas en 1975 349

9. Estadísticas de la biblioteca de la OMS en 1975 354

10. Organizaciones intergubernamentales que han establecido acuerdos oficiales con la OM S aprobados por la Asamblea Mundial de la Salud y organizaciones no gubernamentales con las cuales la OMS

mantiene relaciones oficiales 354

11. Presupuesto ordinario para 1975 356

12. Distribución numérica del personal 357

13. Distribución del personal por nacionalidades 359

14. Estructura de la Organización Mundial de la Salud en 31 de diciembre de 1975 360

CUADROS Y FIGURAS

Cuadro 1. Servicios de personal docente, 1975

Cuadro 2. Ejemplos de actividades de formación organizadas o apoyadas por la OMS en 1975

Cuadro 3. Créditos del PMA asignados para actividades sanitarias y afines, y para todos los proyectos, desde la creación del Programa

Figura 1. Oficinas Regionales de la OMS y delimitación de sus zonas correspondientes

37 50

179 184

La denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no implican, de parte de la Secretaría de la Organización Mundial de la Salud, juicio alguno sobre la condición jurídica de países, territorios, ciudades o zonas, o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites.

La denominación « país o zona » que figura en los títulos de los cuadros abarca a países, territorios, Ciudades o zonas.

-v-

(6)
(7)

INTROD UCCION

F

L AÑO 1975 ha sido un año particularmente importante para la Organización Mundial de la Salud y para todo el sistema de las Naciones Unidas. El mes de septiembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas terminó su séptimo periodo especial de sesiones con la adopción unánime de una resolución en la que se trata una extensa variedad de cuestiones, desde el comercio internacional hasta la industrialización, la agricultura y la alimentación, y se aboga por el establecimiento de un Nuevo Orden Económico. Podemos considerar que con esa resolución se imprime a la, acción de las Naciones Unidas y a la cooperación internacional un nuevo rumbo que contrasta radicalmente con el clima anterior de confrontación entre países ricos y pobres.

Situándonos en la perspectiva de la OMS, podemos añadir que nunca se encarecerá bastante la impor- tancia de esa resolución de la Asamblea General, que hace del sistema de las Naciones Unidas el centro de la cooperación internacional y que encarga expresamente a la OMS y a sus organizaciones hermanas que intensifiquen « el esfuerzo internacional dirigido a mejorar las condiciones sanitarias en los países en desarrollo dando prioridad a la prevención de las enfermedades y la malnutrición y prestando servicios sanitarios pri- marios a las comunidades, incluso en materia de salud de la madre y el niño y de bienestar familiar ». Por otra parte, la resolución prepara e inicia un proceso de reestructuración de todo el sistema de las Naciones Unidas, que permitirá a los organismos especializados participar desde el nivel ejecutivo en las actividades futuras. Se tocan asimismo en la resolución otras cuestiones de interés para la OMS en lo que respecta a la prestación de ayuda, a la industrialización, a la ciencia y la tecnología, a la agricultura y la alimentación

y sobre todo, a la necesidad apremiante del desarrollo rural integrado.

Las decisiones de la Asamblea General pueden atribuirse a la evidencia cada vez mayor de varios hechos relacionados unos con otros, a saber:

-El efecto beneficioso que tendrían para la paz y la seguridad del mundo el aumento y la racionali- zación de la ayuda que las naciones ricas prestan a los países pobres.

- La necesidad de reorganizar el comercio internacional para aminorar la desigualdad entre países pobres y países ricos.

- La imposibilidad de adoptar en bloque las tecnologías y los sistemas de los países más ricos, sin la debida adaptación a las condiciones locales, y la conveniencia de alentar a los países nuevos a que busquen ellos mismos soluciones para sus problemas y a que aprendan a valerse por sus propios medios.

- La necesidad de abordar el problema del desarrollo con un criterio de integración socioeconómica y con la debida coordinación de las políticas de desarrollo agrario, producción de alimentos, educación y salud.

- La necesidad de que los países en vías de industrialización y de urbanización ejerzan una estrecha vigilancia para evitar los múltiples efectos perjudiciales que estos procesos están teniendo ya en otros lugares.

Pero ¿ qué tienen que ver con la salud los argumentos económicos? ¿ Son las consideraciones econó- micas de interés inmediato para la acción y el cometido de la OMS? ¿ Tiene la Organización una función que desempeñar en el establecimiento y en el mantenimiento del Nuevo Orden Económico? Creo que la única contestación posible a todas esas preguntas es un sí categórico. Me parece que, sin faltar a la verdad, puede decirse que las deliberaciones y las decisiones de la Asamblea General no hacen sino confirmar el acierto de opiniones expresadas desde hace mucho tiempo en nuestra Organización. Estamos analizando ya la contri- bución que aportan las actividades de salud al desarrollo rural (del que el desarrollo económico es sólo un

-VII-

(8)

elemento entre otros) y, en unión de otras organizaciones, participamos activamente en la promoción de ese sector del desarrollo general. Todavía nos queda mucho camino por andar, pero hemos dado ya un primer paso en la reorientación de los programas de la OMS hacia la promoción del desarrollo social y económico, en vez de limitarlos a los aspectos puramente técnicos del desarrollo de la salud, y ahora vamos a iniciar la aceleración de este proceso.

En 1975, el Consejo Ejecutivo, la Asamblea Mundial de la Salud, los Comités Regionales y la Secreta- ría de la OMS dedicaron gran atención a la asistencia primaria, en cuanto parte integrante del fortalecimiento de los servicios nacionales de salud, y en relación con las necesidades de millones de personas insuficientemente atendidas por esos servicios, lo mismo en las zonas rurales que en las zonas urbanas de los países en desarrollo.

Es a todas luces evidente que las necesidades de esos grupos desatendidos no van a desaparecer como por encanto y que los problemas planteados no podrán resolverse sin un replanteamiento radical y fundamental de las relaciones entre las comunidades y sus servicios de salud. Tampoco es de esperar que los programas aislados de lucha contra esta o la otra enfermedad permitan resolver el problema de conjunto, por más éxito que tengan en el cumplimiento de sus objetivos específicos, ni hay muchas probabilidades de que el estableci- miento de servicios centralizados y basados en el uso de tecnologías de salud muy avanzadas sirva para atender efectivamente las necesidades elementales, pero abrumadoras, de la mayoría de los habitantes de zonas rurales. Tengamos muy presentes los innumerables casos en que las soluciones dadas en países industrializados a los problemas de asistencia médica y cuidados de salud no han resultado viables ni aceptables en los países en desarrollo, por razones de coste y de ineficiencia; no olvidemos tampoco que los problemas urgentes de salud de los países en desarrollo están íntimamente relacionados con la pobreza, las infecciones, la malnu- trición y la desnutrición, la falta de agua potable y los numerosos riesgos dimanados de las condiciones del medio ambiente. No es probable que esas gravísimas amenazas puedan conjurarse con las técnicas tradicio- nales de los servicios de salud, por grandes que sean el acierto y la intensidad con que se apliquen.

Propongo, pues, que para buscar la solución volvamos a asumir el cometido general señalado inicialmente a la OMS y, por implicación, a la totalidad del personal de salud : promover la salud y el desarrollo de la salud, en la acepción más universal de estas expresiones. Nos incumbe, por tanto, arbitrar medios para que todos, estén donde estén, tengan acceso a la asistencia básica de salud y a formas de asistencia más especializadas cuando las necesiten y nos incumbe también promover la adopción de medidas positivas, en colaboración con los demás sectores, para corregir las causas fundamentales de los problemas planteados. Es a la acción de esos servicios de base muy amplia, centrados en la colectividad, apoyados por los demás escalones del sis- tema de salud e investidos de mayor responsabilidad en el desarrollo de las comunidades, a lo que da la OMS el nombre de asistencia primaria de salud: a una acción que abarque todos los aspectos de la salud en vez de limitarse a la asistencia médica o a los cuidados individuales. La experiencia adquirida en países de condiciones geográficas y políticas muy diferentes nos da el convencimiento de que esa manera de abordar el problema puede ser aceptable y eficaz, pero quedan todavía muchas incógnitas por despejar.

Hay una estrechísima relación entre la salud y el desarrollo económico y social de las zonas rurales. Es indudable que la supervivencia de los individuos y de las familias requiere un mínimo absoluto de recursos de producción y de consumo, pero, aun por encima de ese mínimo, faltan muchas veces la inventiva, los conoci- mientos o los tipos de organización sin los que no hay verdadera salud. Por la misma razón, es prácticamente inimaginable que un grupo malnutrido, acaso enfermo y acosado de privaciones que impiden el normal desarrollo físico y social de los individuos, pueda amoldarse a las tensiones y las innovaciones inseparables del proceso de desarrollo económico. Claro está que las prioridades variarán según las características de cada situación y que, por ejemplo, en las zonas de Africa occidental infectadas de oncocercosis han de ser las acti- vidades de salud las que tengan el efecto desencadenante de los cambios indispensables, mientras que en otras zonas devastadas por la sequía, las cosechas perdidas o por un sistema de propiedad agraria a todas luces injusto habrá que dar la primacía a otros sectores. Se dan también muchos casos en los que no predomina claramente ningún problema especial, pero sean cuales sean las necesidades de una comunidad, no hay pro- babilidades de que las acciones limitadas a un solo sector sean verdaderamente eficaces. La OMS, por su parte, tiene plena conciencia de la necesidad de colaborar con los economistas, con los expertos en agronomía

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y en recursos hidráulicos y con los especialistas en desarrollo comunal y rural, es decir, de la necesidad de formar equipo con las Naciones Unidas, con los organismos técnicos hermanos, con el BIRF, con los bancos regionales de desarrollo y con los servicios competentes de las administraciones nacionales, para acometer una acción combinada.

Tengo el convencimiento de que esa acción integrada es indispensable para resolver el problema, aunque me consta el escaso éxito de muchos de nuestros esfuerzos anteriores. A pesar de los fracasos pretéritos, la OMS tiene que avanzar con brio y determinación, pero también con prudencia y con la debida reflexión, por ese camino que acabo de trazar. Tenemos confianza bastante para hacerlo y consideramos que la opinión

mundial está ya madura para ese avance.

La necesidad de establecer y mantener servicios de salud asequibles a todos los habitantes de cada país es un corolario de los principios promulgados en la Constitución de la OMS. Los programas de formación y perfeccionamiento del personal de salud deben tener objetivos concordes con los señalados al desarrollo de los servicios de salud y, para que esos objetivos puedan cumplirse, ha de haber hombres y mujeres con la preparación debida y con la firme voluntad de prestar efectivamente los servicios necesarios, en condiciones aceptables para las comunidades que tienen a su cargo. El sistema tradicional, que pone a los servicios médicos de las zonas urbanas en situación de prestigio dominante y de preferencia presupuestaria, no permite extender

la asistencia a toda la población. La distribución del personal de salud entre los distintos servicios asistenciales y la orientación que se imprima a su adiestramiento han de responder a la firme determinación de los gobiernos de constituir equipos de salud debidamente equilibrados para la acción en las comarcas rurales más alejadas, en las minas, los bosques y las zonas pesqueras, donde vive y trabaja la gran mayoría de la población y donde los servicios de salud, si los hay, son muy deficientes.

Deseosa de contribuir a este quehacer, la OMS colabora con varios Estados Miembros en el estable- cimiento de sistemas nuevos o en la reforma de los sistemas actuales de formación de personal médico y de otros profesionales de la salud, tratando de adaptarlos a las necesidades locales. Con ese objeto, hay que completar la formación actual para las profesiones tradicionales de la salud (medicina, enfermería y sanea- miento) con enseñanzas suficientes de medicina preventiva y de asistencia social y hay que poner mayor empeño en promover actitudes más flexibles que permitan ajustar las aptitudes profesionales a la totalidad de los problemas planteados en las comunidades. Sin perjuicio de conservar sus normas profesionales y su iniciativa cientíca, todos cuantos ejerzan profesiones relacionadas con la salud tendrán que adquirir, desde el principio de su formación, los conocimientos especiales indispensables para hacer frente a las situaciones de la vida real en cada país, por ejemplo, en lo que respecta a las condiciones epidemiológicas del medio rural y a las costumbres y las creencias de las distintas comunidades locales, y tendrán que aprender las técnicas de organización necesarias para trabajar en equipo y para orientar, supervisar y estimular el interés de la población por las actividades prácticas de los servicios de salud.

El ejercicio de las profesiones tradicionales de la salud requiere, sin embargo, un aprendizaje largo y costoso y serla descabellado suponer que la mayoría de los paises en desarrollo estén en condiciones de formar con la rapidez necesaria un número suficiente de profesionales para extender a toda la población la acción de los servicios de salud. Aunque esto fuera posible, es dudoso que las inversiones necesarias para conseguirlo estuvieran justificadas por los resultados, hipótesis que empieza a ponerse en tela de juicio incluso en algunos países ricos. Para superar esa dificultad, la OMS está tratando de promover la formación y el empleo de ayu- dantes de medicina y personal de servicios primarios para la constitución de un sistema integrado y orientado, en última instancia, a la prestación de asistencia a toda la población. Estamos estudiando, en particular, la utilidad que pueden tener en ciertos paises los trabajadores de salud de primera linea, es decir, las personas escogidas por la comunidad para recibir un mínimo de adiestramiento básico que les permita dedicar parte de su tiempo a la prestación de cuidados de salud sin abandonar el trabajo que desempeñan en la misma comunidad.

La formación de profesionales ha de estar estrechamente relacionada con la de otras categorías de personal de salud, para que todos puedan utilizar con eficacia sus conocimientos y sus aptitudes, cosa que no

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ocurrirá a menos que los instructores del personal profesional y de los auxiliares tengan experiencia de los problemas de salud de la comunidad, especialmente de los que se plantean en el medio rural, y estén en condi-

ciones de demostrar cómo funciona un equipo de salud integrado. Este tipo de adiestramiento multiprofesional está dando, por así decir, sus primeros pasos y habrá que hacer muchos ensayos en diferentes medios culturales antes de que puedan sacarse conclusiones firmes. Por eso ha iniciado la OMS experiencias de formación multiprofesional y de capacitación de profesores para el desempeño de funciones ampliadas, con objeto de que los futuros equipos de salud sean verdaderos equipos integrados, capaces de prestar una asistencia eficaz y aceptable para la población. Es posible que pase mucho tiempo antes de que se vean los frutos de esa experi- mentación pero, a mi juicio, se trata de una inversión que la OMS tenía el deber de hacer.

La importancia de las implicaciones sociales del Nuevo Orden Económico es del todo manifiesta en el sector de la asistencia maternoinfantil y en el de la nutrición. La persistencia de una elevada mortalidad de madres y niños en muchos países, sin que se le opongan reacciones eficaces en escala nacional o internacional, da una triste idea de nuestros actuales sistemas sociales y políticos. Nadie pone en duda la urgencia del problema y abundan las recomendaciones, las resoluciones y los planes de acción, pero no hay ningún empeño firme, nacional ni internacional, en evitar que todos los años mueran miles y miles de mujeres embarazadas y de parturientas y que sucumban miles y miles de niños nacidos en familias desheredadas. Habrá que hacer ingentes inversiones, sobre todo en las zonas rurales de los países no industrializados, para prevenir los efectos devastadores de la archiconocida acción sinérgica entre la fecundidad incontrolada, la malnutrición y las infecciones. Apenas ahora empieza a tenerse conciencia de los perjuicios económicos que acarrea ese derroche de vidas humanas.

Una de las mayores preocupaciones de la Organización en este orden de problemas es la de promover el adelanto de los conocimientos y las técnicas indispensables para mejorar la salud de la reproducción y para proteger a las mujeres y a los niños de los grupos más vulnerables, con la finalidad principal de reducir la mortalidad y la morbilidad en el periodo perinatal y en el primer año de la vida. La estrategia de la OMS consiste en dedicar atención especial a la identificación de los grupos particularmente expuestos, para darles una cobertura más eficaz de servicios de salud.

En 1975 se ha celebrado el Año Internacional de la Mujer y se han debatido con gran interés los problemas de la condición femenina y su relación con la salud y con el desarrollo. La OMS tuvo una participación importante en la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer, en la que se puso de manifiesto el excepcional interés de la contribución que podrían hacer las mujeres a todas las actividades de desarrollo.

La condición social de la mujer guarda relación muy estrecha con el nivel de salud y con el grado de desarrollo socioeconómico de las sociedades; por eso, la eliminación de las injusticias sociales inherentes a la desigualdad entre hombres y mujeres es una condición indispensable del proceso de desarrollo. Tampoco ignora ya nadie la relación que hay entre el grado de instrucción de las mujeres y el tamaño de las familias y la malnutrición infantil; por eso, la OMS ha tratado de suscitar interés por la calidad de los servicios de salud prestados a las mujeres, especialmente a las que están en edad de concebir, con objeto de poner los cimientos para la edificación de familias físicamente, mentalmente y socialmente sanas.

La malnutrición no es esencialmente un problema de salud, sino un problema social. Los programas de urgencia pueden servir para aliviar situaciones apremiantes, pero sus efectos serán puramente pasajeros si no se emprenden al mismo tiempo programas más completos para mejorar la suerte de los incontables millones de personas que en el mundo entero viven sumidas en la pobreza. Por sus efectos sobre la mortalidad y la morbilidad de la población infantil, sobre el desarrollo mental y psicológico del niño y sobre la capacidad de trabajo y el comportamiento de los adultos, la malnutrición contribuye a perpetuar las disparidades entre la parte rica y la parte pobre de la población mundial.

Para remediar esta situación habrá que adoptar medidas específicas en el sector de la salud, y en otros sectores del desarrollo, pero sólo una campaña multisectorial integrada podrá resultar verdaderamente

eficaz. Una acción aislada sería inconcebible; todas las organizaciones y todas las instituciones participantes

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tendrán que colaborar estrechamente para sacar el mayor partido posible de los escasos recursos que puedan arbitrarse. Sea cual sea el método seguido, habrá que dar a las poblaciones interesadas ocasión de participar sin reservas en las actividades y de movilizar sus posibilidades y sus recursos para el mejoramiento de la situación. La caridad no tiene cabida en los esfuerzos a largo plazo que se organicen para eliminar el hambre crónica, pues sólo serviría para perpetuar una situación intolerable. En pocas palabras : no se remediará la malnutrición sin desarrollo social.

La OMS opina que los servicios de nutrición deben integrarse con los servicios de salud y, más parti- cularmente, con los de asistencia primaria a las familias y a los individuos más expuestos. Se está procurando controlar las enfermedades específicamente causadas por deficiencias nutricionales como la malnutrición caloricoproteínica, la hipovitaminosis A y las anemias de origen nutricional, por medio de la distribución directa de vitaminas o por la adición de fortificantes a los alimentos. La formación de personal - nutriólogos, médicos, enfermeras, etc. - es objeto de atención especial. En colaboración con el UNICEF, con la FAO, con el BIRF y con los organismos bilaterales competentes, se está tratando de perfeccionar un método multi- disciplinario para la vigilancia del estado nutricional y para la planificación de los programas de alimen- tación y nutrición.

Olvidar los fracasos para no recordar más que los éxitos es un procedimiento peligroso, que puede hacernos desdeñar lecciones duramente aprendidas y despilfarrar recursos muy escasos. Los programas de erradicación del paludismo y de la viruela son dos de las grandes campañas que han dado y siguen dando a la OMS ocasión de aprender algo de sus errores. La enseñanza más importante que se desprende de esas experiencias es que, en la lucha contra las enfermedades, no debe darse demasiada importancia al uso exclusivo de las tecnologías de salud y que, en este sector de actividad, la viabilidad de los objetivos depende directamente del grado de desarrollo económico de los países interesados.

Desde hace dos o tres años, el programa de erradicación del paludismo viene dando lugar a controversias.

El entusiasmo de los años inmediatamente anteriores e inmediatamente siguientes a 1960 cedió el paso a la apatía, a fines del pasado decenio, y luego a la desilusión. Incluso se ha dicho, en algunos círculos, que el programa ha fracasado, aunque esa opinión no se ha generalizado todavía. No hubo en su día programa

mundial de salud más ensalzado que éste, contra el que se dirigen hoy acerbas críticas, por su lentitud o por los contratiempos a que ha dado lugar, sin recordar la experiencia positiva que su ejecución ha aportado a los principios de la salud pública. Ahora, las dudas se multiplican. ¿ No sería, desde siempre, la erradicación del paludismo una idea utópica? ¿ Dónde, cuándo y cómo empezó a torcerse el programa? ¿Son los pro- blemas técnicos, como la resistencia de los vectores a los insecticidas o la resistencia de los parásitos a los medicamentos, las verdaderas causas de los retrocesos experimentados? En caso afirmativo ¿ no podían haber previsto esos problemas los científicos y los técnicos que intervinieron en la organización del programa?

¿ Ha sido equivocada la estrategia general del programa o prematura su ejecución? ¿Han aportado los gobiernos y las organizaciones internacionales el apoyo que el programa necesitaba en todos los niveles?

Es verdad que el paludismo se ha erradicado en más de 20 países y en zonas y áreas de varios más y que se ha protegido contra el riesgo de infección a cerca de 800 millones de personas. Es verdad también que la transmisión de la enfermedad se ha reducido considerablemente en lugares poblados por otros 775 millones de personas, pero una evaluación objetiva de la mayoría de los programas de erradicación indica que su

ejecución no podrá llevarse a cabo con éxito a plazo fijo, en parte por las dificultades económicas en que se debaten casi todos los países en desarrollo.

El problema del paludismo pone ante un gravísimo dilema a muchos administradores de servicios de salud.

En efecto, la reducción de la morbilidad palúdica en proporción suficiente para que deje de plantear un pro- blema importante de salud pública puede costar tanto, en personal y en dinero, como un programa de erra- dicación de duración limitada, sin dar, a cambio de esa inversión tan considerable, ninguna certeza en cuanto al tiempo que durarán los gastos. Por otra parte, si no se hace nada para reducir de manera apreciable la

transmisión de la enfermedad, no tardarán en reaparecer los efectos devastadores del paludismo endémico.

Tendemos a olvidar que, hasta el comienzo del programa antipalúdico, no eran raras las grandes epidemias

- XI -

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de paludismo en países como la India, donde se registraban en aquella época hasta 75 millones de casos al año, en una población que apenas llegaba a la mitad de su cifra actual.

Los programas antipalúdicos de algunos países podrían citarse como ejemplo de una actividad de salud insuficientemente vinculada al desarrollo de servicios locales, en el sector de la salud y en otros muchos, con el resultado casi inevitable de que un éxito inicial impresionante fuera seguido de un fracaso parcial. Comoquiera que sea, la verdad es que podemos hacer frente al problema de la reaparición del palu- dismo, aun con los limitados medios disponibles, siempre que procedamos a una evaluación racional y objetiva de los recursos de personal y de los medios técnicos y financieros indispensables para la planificación y la aplicación de las medidas que impongan las condiciones locales.

Los esfuerzos de erradicación de la viruela, enfermedad cuyo proceso de transmisión es mucho menos complicado que el del paludismo, demuestran con igual elocuencia la ineludible necesidad de una coordinación integral con los servicios locales. A los dos años de iniciada la campaña antivariólica, hubo que sustituir la estrategia de la vacunación en masa por otra basada en la vigilancia. Aun así, ha sido necesario practicar constantes evaluaciones y reevaluaciones durante toda la campaña, que se acerca ya a su fin. En 1975, se ha cubierto la etapa más significativa de todas las recorridas hasta la fecha por el programa de erradicación de la viruela, con la declaración publicada el mes de noviembre de que el continente asiático había quedado exento de la enfermedad. El último caso de variola major (la más grave de las formas de viruela) declarado en ese continente se notificó en Bangladesh el 16 de octubre y, a pesar de una indagación intensiva en la que participaron más de 100 000 trabajadores de salud asiáticos para descubrir posibles focos desconocidos u

ocultos, no se encontró ningún otro indicio de la enfermedad. Ello no obstante, la erradicación de la viruela en Asia no podrá confirmarse hasta que no hayan terminado las operaciones de busca de casos y vigilancia, que deben durar dos años, contados desde la fecha del último caso conocido.

A fines de 1975 sólo quedaba en el mundo un país infectado de viruela - Etiopía -y en ese país el área de infección se limitaba a 58 aldeas. En ejecución de un programa de urgencia organizado por el Gobierno, más de 500 trabajadores de salud etíopes, secundados por personal internacional y provistos de cuatro heli- cópteros, de vehículos para todo terreno y de mulas y asnos, despliegan un denodado esfuerzo para eliminar definitivamente los últimos brotes. El programa de Etiopía y los desarrollados en otras zonas han recibido ayuda financiera con cargo al presupuesto ordinario de la OMS y servicios de personal y generosos donativos en metálico y en vacuna de 30 países. Para averiguar si la erradicación se ha conseguido efectivamente, varios países de Africa occidental han iniciado en 1975 una indagación sistemática de posibles indicios de casos de viruela posteriores al último de los notificados hasta la fecha, que se declaró en Nigeria en junio de 1970. También han empezado los preparativos de indagaciones del mismo tipo en varios países de Africa central, en el Afganistán y en el Paquistán.

Persuadida cada vez más de la necesidad de estimular las investigaciones sobre todos los problemas relacionados con las enfermedades tropicales, la OMS está tratando de interesar en esos problemas a los países desarrollados para que contribuyan a su solución. Urge, en particular, mejorar los métodos dispo-

nibles para la lucha contra las enfermedades tropicales y encontrar remedios económicos, fáciles de adminis- trar y, sobre todo, eficaces y susceptibles de aplicación en el medio rural. La Asamblea Mundial de la Salud ha pedido que se organice un plan de ayuda a los países tropicales en las investigaciones necesarias para obtener esos remedios. A fines de 1974, la OMS estableció un grupo de investigación que colabora con el personal de la Sede en Ginebra y el de las Oficinas Regionales en el programa especial de investigaciones y enseñanzas sobre enfermedades tropicales. Se trata, en este caso, de desarrollar un proyecto orientado en función de metas precisas y enteramente concorde con los principios del Nuevo Orden Económico. Las metas son dos : el perfeccionamiento de vacunas, pruebas de diagnóstico, medicamentos y medidas de lucha antivectorial nuevas y eficaces, por medio de trabajos de investigación y desarrollo, y la prestación de ayuda a los países tropicales para el mejoramiento de los proyectos nacionales de investigación. El programa especial, que abarcará el paludismo, la esquistosomiasis, las filariasis, las tripanosomiasis, la leishmaniasis y la lepra, estará a cargo de grupos multidisciplinarios de científicos del mundo entero, escogidos por su competencia en materia de investigaciones biomédicas y por sus conocimientos acerca de las enfermedades tropicales.

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Los grupos tienen tres funciones: determinar los elementos indispensables para la lucha contra las enfer- medades tropicales, establecer planes de investigaciones para la obtención de esos elementos y vigilar el desarrollo de los trabajos de investigación correspondientes. Uno de los grupos especiales trabaja ya en el per- feccionamiento de una prueba cutánea para el diagnóstico precoz de la lepra y en la obtención de una vacuna antileprosa eficaz. La ejecución de los planes de investigaciones establecidos por los grupos especiales se encomendará a una red internacional de laboratorios de países industrializados, en estrecha colaboración con instituciones de los países tropicales. El plan de actividades del programa especial se extiende al mundo entero, pero inicialmente los trabajos se centrarán sobre todo en los países tropicales de Africa, donde las seis enfermedades antedichas tienen una frecuencia muy elevada.

El programa especial y los principios en que se inspira representan para la OMS un nuevo reto de carac- terísticas muy especiales. El personal de salud conoce la necesidad de responder a ese reto y los científicos consideran posible hacerlo con los medios de investigación actuales. La OMS, con su programa especial, ofrece una posibilidad de encauzar acertadamente los esfuerzos científicos y de arbitrar recursos finan- cieros. En una reunión con posibles donantes, celebrada en noviembre de 1975, se pidió a la OMS que explicara en detalle la manera de abordar el problema y de coordinar las actividades previstas con otros programas de investigaciones sobre enfermedades tropicales. En la reunión se ofrecieron a la OMS donativos por valor de US$ 2,6 millones para la continuación de los trabajos de planificación y para la ejecución de proyectos piloto.

Las características más interesantes del programa especial son su orientación científica multidiscipli- naria y la escala mundial de la planificación y la financiación de sus actividades. El programa debe servir de plataforma a una acción solidaria de los países tropicales en desarrollo y los países industrialmente desarrollados para ayudar a algunos de los grupos más olvidados y más desatendidos de la población mundial.

La lucha contra las enfermedades no transmisibles y el control de las sustancias terapéuticas son dos de los sectores en que la OMS debe desempeñar una función protectora para los países en desarrollo. En ambos sectores, el empleo de ciertas técnicas avanzadas, complejas, muy costosas, y de utilidad muchas veces dudosa en los países ricos, está completamente contraindicado en los países pobres, en los que esas técnicas apenas contribuirían al desarrollo de la salud y, por el contrario, podrían causar daños graves, consumiendo recursos tan valiosos como escasos. De ningún modo quiero decir que las nuevas técnicas per- feccionadas en países ricos no deban importarse en los países menos favorecidos; lo que me importa destacar

es que no valdrá la pena importarlas si no corresponden a necesidades apremiantes y a situaciones efectivas de los países en que vayan a aplicarse o si no son objeto de previa adaptación a esas necesidades y a esas situaciones. Cuando la adaptación no sea viable hay que oponerse enérgicamente a la importación.

La disminución de la incidencia de ciertas enfermedades transmisibles y la erradicación de otras, la elevación del nivel de vida y el mejoramiento de los servicios de asistencia médica están haciendo que aumente en el mundo entero la proporción de personas de edad madura o avanzada. Un resultado de ese aumento será la mayor frecuencia de las enfermedades crónicas, como se desprende de los datos reunidos en algunos países de Africa, Asia, Centroamérica y América del Sur, donde el cáncer y las afeciones cardiovasculares empiezan a ser las causas principales de mortalidad y, unidas a los trastornos mentales, de morbilidad. Hay, pues, tareas importantes que incumben a los médicos, a los hombres de ciencia y a los responsables de las políticas de salud, en relación con esas enfermedades: 1) promover las investigaciones sobre etiología, pro- nóstico, tratamiento y rehabilitación; 2) organizar programas de control, siempre que sea posible; y 3) arbitrar medios para la protección de los países en desarrollo y evitarles los problemas de salud que se plantean en la actualidad en las zonas desarrolladas.

Se ha dado muchas veces una importancia exagerada al perfeccionamiento y la aplicación de métodos curativos nuevos y espectaculares. Hay que luchar contra la tentación de adoptar prácticas ultramodernas de asistencia médica (por ejemplo, servicios de cuidados intensivos) en las regiones menos favorecidas, donde esa manera de proceder no tendría sentido, habida cuenta de la existencia de problemas de salud mucho más apremiantes. Esa es la razón de que el programa de la OMS en relación con las enfermedades cardio-

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vasculares - por no citar más que un ejemplo - se centre en los métodos de prevención y control aplicables a nivel de la comunidad y se oriente especialmente a las actividades extrahospitalarias. A medida que vayan aumentando los conocimientos disponibles, habrá que velar por su recta aplicación para evitar a los países en desarrollo una repetición de los errores que se han cometido en los países desarrollados.

Son cada vez más apremiantes los problemas que se plantean cuando se trata de poner a disposición de todos los pueblos del mundo cantidades suficientes de los medicamentos y las vacunas más útiles y de velar por que esos productos sean asequibles y se administren efectivamente a quienes los necesiten. La Organi- zación ha seguido estableciendo requisitos y normas para la inspección de la calidad de las sustancias profi- lácticas, terapéuticas y de diagnóstico y ha seguido difundiendo información sobre su inocuidad y su eficacia.

Se ha efectuado, sin embargo, un nuevo estudio de todo este programa, al que se imprimirá en lo sucesivo una nueva orientación que permita a la OMS ayudar con más eficacia a los Estados Miembros en la solución de sus problemas. Se ha organizado además un nuevo subprograma de políticas y sistemas de gestión en relación con los productos farmacéuticos, y se ha decidido integrar el proyecto de vigilancia internacional de las reacciones medicamentosas adversas en un programa más general de intercambio de información y evaluación sobre la eficacia de los medicamentos, con objeto de facilitar a los Estados Miembros datos más útiles acerca de esos productos.

Los medicamentos y las vacunas esenciales son medios indispensables para conseguir la salud de todos los pueblos, pero su producción se hace principalmente en los países industrializados o en filiales de empresas multinacionales. Hace mucho tiempo que se deja sentir la necesidad imperiosa de que los países o los grupos de países importadores y exportadores de preparaciones farmacéuticas adopten en esta cuestión políticas más favorables para la salud pública mundial y den la debida prioridad a los medicamentos y las vacunas esenciales. Si se deja que el comercio de esos productos esté determinado únicamente por la oferta y la demanda, sólo cabrá esperar desequilibrios y disparidades. La falta de políticas nacionales de medicamentos en muchos países en desarrollo da ocasión a las empresas farmacéuticas extranjeras de influir considerablemente en la demanda del mercado y de controlar las transferencias de tecnología farmacológica, cuando la producción local está en manos de sus filiales o depende de acuerdos de explotación de patentes. Como, por otra parte, la regulación de la oferta y de los precios de las materias primas influye mucho en la fabricación local de productos farmacéuticos acabados, muchos países en desarrollo siguen dependiendo de intereses extranjeros y gastan una proporción muy elevada de los limitados recursos que pueden dedicar a las atenciones de salud en importar esos productos o materias primas para la obtención de medicamentos que, en muchos casos, ni siquiera responden a sus verdaderas necesidades.

El número de medicamentos y de vacunas indispensables para atender las necesidades efectivas de los grupos menos atendidos no es muy elevado. Dando prioridad a la producción y la distribución de esos prepa- rados farmacéuticos esenciales y al fomento de la obtención de otros mejores, la OMS contribuirá a promover el diálogo entre los gobiernos y la industria farmacéutica, incluso las empresas multinacionales, con lo que será posible reorientar las actividades de producción e investigación hacia las necesidades de las poblaciones desatendidas. En lo que respecta a las vacunas, se ha dado ya un paso en esta dirección con el programa ampliado de inmunización de la OMS, que tiene por objeto acelerar la distribución de cantidades suficientes de vacunas en buenas condiciones a las poblaciones necesitadas, para que sea posible inmunizar a una pro- porción elevada de personas susceptibles y de edad óptima para la vacunación.

Otro sector de actividad que ha sido objeto de un detenido estudio en 1975 es el del abastecimiento de agua y el saneamiento en zonas rurales. Hasta ahora, la OMS había aprobado implícitamente, en sus programas de colaboración con los Estados Miembros, la acción estrictamente sectorial emprendida en muchos países, partiendo del supuesto de que unos servicios mejores de abastecimiento de agua y saneamiento en zonas

rurales no sólo mejorarían las condiciones de salud y la calidad de la vida, sino que necesariamente contri- buirían al desarrollo de la economía rural. Nadie pone en duda la eficacia de esas medidas desde el punto de vista de la salud y de las condiciones del medio, pero ya no se piensa que sean suficientes para influir de manera perceptible en la economía rural; en efecto, los principios del Nuevo Orden Económico imponen

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la necesidad de un esfuerzo concertado y articulado en diversos programas sectoriales. La generalidad de los especialistas en planificación están persuadidos de que sin ese esfuerzo multisectorial no será posible alcanzar las metas propuestas en cuanto al mejoramiento de la condición económica y social de las comunidades pobres.

A la misma conclusión llegó el Grupo Especial de Trabajo sobre abastecimiento de agua potable y saneamiento en zonas rurales, constituido por la OMS y por otras seis organizaciones (el UNICEF, el PNUD, el PNUMA, el BIRF, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico y el Centro Internacional del Canadá para las Investigaciones sobre Desarrollo), inquietas por la lentitud de los progresos efectuados en el establecimiento y el mejoramiento de servicios de esas especialidades en el medio rural de los paises en desarrollo. El Grupo de Trabajo, cuya finalidad es estimular la intensificación del apoyo internacional en este sector de actividad, propuso en noviembre de 1975 un programa internacional integrado para acelerar la prestación de servicios e indicó que la acción necesaria no era de carácter estrictamente sectorial sino que

debía integrarse en el desarrollo general de las zonas rurales y debía comprender no sólo el fomento, la ejecución y la evaluación de proyectos de investigación para la adaptación de las tecnologías disponibles en materia de abastecimiento de agua y saneamiento en el medio rural, sino también la colaboración en esa clase de proyectos.

Es lástima que en varios países, donde hay en curso desde hace años programas de desarrollo rural integrado, no se reconozca todavía la verdadera importancia del abastecimiento de agua y el saneamiento de las zonas rurales. La OMS tratará de mejorar el equilibrio de los citados programas promoviendo su extensión a este sector esencial. La transmisión de técnicas de abastecimiento de agua y saneamiento adolece con harta frecuencia de una tendencia deplorable al empleo de equipo y métodos inadecuados, excesivamente caros y complejos y de aplicación y conservación demasiado difíciles. Los países en desarrollo necesitan técnicas basadas en el empleo intensivo de mano de obra, que permitan aprovechar las disponibilidades locales de personal, y materiales de fácil conservación, de un alto grado de normalización, de diseño sencillo y sus- ceptibles de fabricación local. Hay que dar incentivos a los ingenieros y a los fabricantes de los países desarrollados y en desarrollo para que aborden estos problemas con el debido realismo.

Durante todo el año 1975 se han hecho constantes progresos en el empeño de transformar la relación donante -beneficiario, que existía entre la OMS y sus Estados Miembros, en una relación de verdadera solida- ridad. Buena prueba de esos progresos fue la 28a Asamblea Mundial de la Salud, en la que reinó una atmósfera de activa participación nacional y en la que se adoptaron muchas resoluciones importantes sobre asuntos de programa, en particular sobre cuestiones de interés directo para los países en desarrollo. En las dos reuniones celebradas durante el año por el Consejo Ejecutivo se observaron también signos alentadores de un diálogo sin reticencias, preludio de una relación cada vez más estrecha entre el . Consejo y la Secretaría y de una responsabilidad compartida en la orientación y la ejecución del programa de la OMS. Baste citar, a modo de ejemplo, la decisión del Consejo de establecer un Comité Especial sobre Paludismo y un Grupo Especial sobre Promoción de los Servicios Nacionales de Salud.

En el estudio orgánico efectuado por el Consejo Ejecutivo sobre las relaciones entre los servicios técnicos centrales de la OMS y los programas de asistencia directa a los Estados Miembros, y aprobado por la 28a Asamblea Mundial de la Salud, se encarece la unidad de concepción y de acción que debe caracterizar todas las actividades de las OMS y que ha de fundarse en la adopción de un criterio integrado para el desarrollo del programa de la Organización, de manera que todas las actividades y todos los escalones orgánicos se respalden mutuamente como partes de un todo inescindible. Ya se han adoptado las primeras medidas para dar efecto a esos principios básicos.

En su relación con los Estados Miembros, la OMS ha dado primacía a esa unidad de concepción y de acción, por medio de un esfuerzo perseverante en favor de la programación por países de las actividades de salud. No ha experimentado ninguna modificación la política de fomento de esa forma de programación en cuanto proceso nacional, en el que la función de la OMS consiste en establecer métodos, en promover el interés por las cuestiones de salud y en aportar colaboración y ayuda cuando sea necesario. Desde que se

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adoptó este criterio de programación tan sencillo, el proceso ha comenzado y ha progresado, en mayor o menor medida, en Argelia, Bangladesh, Birmania, el Congo, Laos, Nepal, Paquistán, el Sudán y Tailandia. En la Región de las Américas, el proceso de programación por proyecciones cuatrienales ha cedido el paso a la planificación y la programación en escala nacional que, con pequeñas variantes, se asemeja mucho a la pro- gramación por países. El nuevo proceso de programación y planificación en escala nacional ha comenzado ya en el Brasil, en Costa Rica, en el Ecuador, en Guatemala, en Honduras y en el Paraguay.

A pesar de esos progresos, es dudoso que se haya apreciado debidamente toda la importancia de la programación por países para el sector de la salud. Esta forma de programación no es un esfuerzo intensivo y momentáneo de planificación, sino un proceso a largo plazo. Para llegar al desarrollo sistemático de los programas y los servicios de salud, los países que todavía no lo hayan hecho tendrán que establecer mecanismos permanentes de formulación de políticas y de transformación de esas políticas en programas operativos, lo que implica un proceso continuo de planificación, ejecución, vigilancia, control, evaluación y replanf- cación, verdaderamente nuevo en la gran mayoría de los casos, sin que pueda preverse cuándo desaparecerá la necesidad de mecanismos adecuados para iniciar este proceso y para mantener su dinamismo. Es evidente, pues, que se inicia una tendencia nueva que, si cumple su objetivo, tendrá consecuencias trascendentales para la organización de los ministerios de salud en el mundo entero.

Algunos países que han adoptado ya ese nuevo sistema de programación en el sector de la salud han empezado a establecer programas detallados de grandes proporciones para la solución de problemas que se consideran merecedores de atención prioritaria y que los gobiernos han tenido la valentía de abordar, aun a costa de relegar pasajeramente a un segundo plano otras actividades de menor urgencia. La Organización ha procurado por todos los medios orientar el interés internacional hacia algunas de esas prioridades nacio- nales de salud con objeto de encauzar la ayuda multilateral y bilateral a los programas que más la necesitan.

Hay ya indicios alentadores de que algunos organismos, como el PNUD, el BIRF y varias entidades bilaterales de ayuda, están dispuestos a financiar cuantiosas inversiones en programas de desarrollo de la salud prepa- rados por ese procedimiento. La acción coordinadora de la OMS en este sector no hace más que empezar, pero ha ido ganando impulso en 1975 y seguirá intensificándose en los venideros.

Lo que la OMS ha conseguido en 1975 ha podido conseguirse gracias al diálogo entablado con los órganos deliberantes y con los Estados Miembros. Ha llegado el momento de adoptar decisiones fundamentales sobre la acción futura de la Organización. ¿ Qué debe hacer la OMS: convertirse en una tecnocracia inmo- vilista, que se contente con dispensar conocimientos y técnicas tradicionales de medicina o, por el contrario, colaborar con los gobiernos, con las demás organizaciones y con las comunidades mismas en el establecimiento de métodos y procedimientos nuevos para el desarrollo de la salud, considerada como patrimonio de toda sociedad?

La respuesta no deja, a mi juicio, lugar a dudas. Nuestro objetivo debe ser la colaboración con todos los interesados en que se alcance un grado aceptable de salud para toda la población mundial, no sólo para los que viven con holgura en los barrios residenciales de ciudades prósperas, sino también para quienes arrastran una existencia difícil y penosa en las barriadas miserables, en las zonas rurales apartadas, en las regiones montañosas y en las islas remotas. Mientras eso no se consiga, no se habrán cumplido plenamente los fines expresados en nuestra Constitución.

Director General

- XVI

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PARTE I

EXPOSICION GENERAL

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1.

FORTALECIMIENTO DE LOS SERVICIOS DE SALUD

1.1 En el curso del año se dio nuevo impulso a las actividades de la Organización que tienen por objeto la promoción de los servicios nacionales de salud. El examen por el Consejo Ejecutivo de los problemas de los servicios de salud en el mundo en desarrollo, en 1972 y 1973, examen que culminó con la presentación del estudio orgánico del Consejo sobre métodos para promover el desarrollo de los servicios básicos de salud a la 26a Asamblea Mundial de la Salud,' fue seguido de una apreciación de las posibilidades de acción de la OMS en ese sector. A raíz de esa aprecia- ción se propuso a la 28a Asamblea Mundial de la Salud, en mayo de 1975, que se desarrollaran progra- mas nacionales de asistencia sanitaria básica con carácter de prioridad urgente, según un criterio multi- sectorial y prestando particular atención a los grupos de población más desatendidos de las zonas rurales y

urbanas. La aprobación de esa propuesta por la

Asamblea de la Salud en su resolución WHA28.88, de conformidad con la resolución EB55.R16 del Consejo Ejecutivo, adoptada en enero, permitió la celebración de intensas negociaciones con otros orga- nismos internacionales y bilaterales y la concertación

de acuerdos sobre las prioridades comunes y los

diversos mecanismos para facilitar fuentes de finan- ciación a los posibles países receptores. En 1975 la OMS intensificó también las conversaciones sobre esta cuestión con los países en las reuniones de los comités regionales y directamente con los gobiernos, a diversos niveles. Simultáneamente se estableció dentro de la Organización un dispositivo de base muy amplia encargado de preparar normas y materiales técnicos que los países puedan adaptar y emplear en sus respec- tivos programas nacionales.

1.2 Se han obtenido algunos éxitos y se han sufrido algunas decepciones. Las medidas adoptadas hasta el presente han permitido poner de relieve el problema de la asistencia sanitaria primaria, proponer posibles soluciones, iniciar un amplio debate internacional, y establecer progresivamente un clima de opinión posi- tivo. Algunos países, como Sudán y Tailandia, que ya han iniciado la programación sanitaria nacional, comprendieron rápidamente las repercusiones del problema y planificaron sus servicios sanitarios básicos.

Otros, entre ellos algunos de los Estados africanos de reciente independencia, como Mozambique y Guinea- Bissau, reconocen en sus políticas una alta prioridad a la asistencia sanitaria primaria. Se espera que en 1976 varios países, después de haber examinado sus proble- mas y las soluciones disponibles, entren en las fases de preplanificación y de planificación propiamente dicha.

1.3 Estos resultados deben considerarse como éxitos.

Sin embargo, a su lado hay que situar los limitados

éxitos conseguidos en los esfuerzos técnicos desarrolla- dos paralelamente con el fin de encontrar posibles soluciones para los países en cuestiones tales como la simplificación de la tecnología sanitaria, la intro- ducción de nuevos programas de formación para nue- vas categorías de personal y de métodos para crear organizaciones rurales adaptadas a la estructura nacio- nal de los servicios de salud, y, finalmente, el estableci- miento de estrechos lazos y de actividades integradas con otros sectores, en particular el desarrollo rural.

Esta es una labor que será difícil llevar adelante hasta que se hayan ejecutado y evaluado una serie de progra- mas nacionales. Al mismo tiempo, el proceso de busca de nuevos métodos y su perfeccionamiento y ensayo sobre el terreno, es forzosamente lento.

1.4 Han proseguido las actividades sobre planifica- ción de la política, sobre diseño y funcionamiento de instalaciones de salud, sobre la adaptación del concepto de los institutos de desarrollo de los servicios de salud para incluir en él el perfeccionamiento del personal como primer paso hacia el establecimiento de pro- gramas de perfeccionamiento de personal para los servicios de salud, sobre la financiación de los servicios de salud, sobre sistemas nacionales coherentes de información para servicios de salud y sobre la ejecución de un programa perfeccionado de prevención de la invalidez y de rehabilitación. Más adelante se exponen por separado esas y otras cuestiones.

Desarrollo de los servicios de salud

Estudio conjunto UNICEF /OMS sobre distintos medios de atender las necesidades fundamentales de salud de las poblaciones en los países en desarrollo

1.5 El informe sobre el

estudio en gran escala

ejecutado por el UNICEF y la OMS en 1973 y 1974 sobre distintos medios de atender las necesidades fundamentales de salud de las poblaciones en los países en desarrollo fue presentado al Comité Mixto UNICEF /OMS de Política Sanitaria, en su 20a reunión, en febrero de 1975. El Comité se manifestó de acuerdo con el análisis contenido en el informe y recomendó que las dos organizaciones adoptaran un programa de acción encaminado a extender la asistencia sanitaria básica a las poblaciones de los países en desarrollo, en particular a las más desatendidas en este aspecto, tales como las poblaciones de zonas rurales y remotas, los habitantes de las barriadas insalubres y los nóma- das.2 El Comité insistió en particular en la necesidad de considerar los servicios de asistencia sanitaria primaria como parte de las actividades generales de desarrollo.

1 OMS, Actas Oficiales, N° 206, 1973, Anexo 11. 2 OMS, Actas Oficiales, N° 228, 1975, Anexo 2.

- 3 -

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4 ACTIVIDADES DE LA OMS EN 1975 1.6 El Comité recomendó también que las dos orga-

nizaciones estudiaran en detalle no sólo las innova- ciones mencionadas en el estudio sino también las que aparecen continuamente en distintas partès del mundo bajo los auspicios de distintas entidades. Habría que estudiar también los efectos del desarrollo rural y del desarrollo comunal en la salud de las poblaciones y la función que pueden tener otros sectores en la prestación de la asistencia primaria. El Comité propuso además la adaptación de los métodos y las técnicas de planificación y de formación de personal a las condiciones particulares de los países en desarrollo.

1..7

En mayo de 1975, una vez aprobado por el

Comité Mixto UNICEF /OMS de Política Sanitaria, el estudio conjunto lo fue a su vez por la Junta Ejecu- tiva del UNICEF, que adoptó sus principios como política propia. En el mismo mes, la 28a Asamblea Mundial de la Salud examinó el estudio,' que fue sometido a su consideración como documento de referencia y como base para un importante programa de acción mundial en materia de asistencia sanitaria primaria; el programa fue aprobado por la Asamblea Mundial de la Salud en su resolución WHA28.88 (véanse los párrafos 1.8 y 1.9), y en junio el Consejo Ejecutivo de la OMS manifestó su apoyo a las reco- mendaciones del Comité Mixto (resolución EB56.R6).

Asistencia sanitaria primaria

1.8 Los esfuerzos desplegados previamente por la Organización a fin de identificar los elementos necesa- rios para el desarrollo eficaz de la asistencia sanitaria en las zonas periféricas y las limitaciones que en el pasado han impedido ese desarrollo condujeron, a fines de 1974, a la formulación del concepto de asistencia sanitaria primaria. Los elementos indispensables de este tipo de asistencia se definieron como aquellas medidas que, siendo simples y eficaces en cuanto a costo, técnica y organización, son fácilmente accesibles y permiten mejorar las condiciones de vida. Como se menciona en un informe a la 28a Asamblea Mundial de la Salud,2 la asistencia sanitaria primaria debe basarse en técnicas sanitarias y conocimientos científicos modernos que sean aplicables, y en las prácticas cura- tivas tradicionales adnjitidas y eficaces. Ha de ser parte de los servicios nacionales de salud. Las activi- dades de asistencia sanitaria primaria deben reflejar los problemas reales y las preocupaciones de la colec- tividad. Deben utilizarse los recursos disponibles en el

plano local, sobre todo de personal, materiales y fondos procedentes de la propia comunidad, completándolos, cuando sea necesario, con recursos aportados por los gobiernos. La asistencia sanitaria primaria debe servir de apoyo al desarrollo de la colectividad y formar parte del mismo.

1.9 Al aprobar el informe en su resolución WHAr28.88, la Asamblea de la Salud instó a los Estados Miembros a que adoptaran las disposiciones necesarias para

1 La OMS prepara su publicación.

2 OMS, Actas Oficiales, No 226, 1975, Anexo 15.

organizar programas de asistencia sanitaria primaria, y pidió al Director General que apoyara los esfuerzos nacionales mediante actividades de promoción y la difusión de información sobre nuevos adelantos técni- cos y la asistencia operativa en los distintos países.

Como consecuencia de todo ello, en junio se celebró en Ginebra una reunión consultiva la cual trazó un plan de acción para toda la Organización y fijó pautas para los planes regionales de acción y para las actividades preparatorias previstas para el resto del año en los planos nacional, regional y de la Sede. Entre las actividades ya iniciadas cabe citar la difusión de infor- mación sobre nuevos adelantos y experiencias en los Estados Miembros, la preparación de manuales sobre planificación de los programas de asistencia sanitaria primaria y sobre adiestramiento de personal de asis- tencia primaria a nivel de la comunidad, la selección de material de referencia donde se describen las actuales actividades de asistencia sanitaria primaria y la difusión de información sobre ese material, y la ejecución de programas nacionales e interregionales donde se pone en práctica el principio de la asistencia sanitaria primaria.

1.10 En aplicación de la resolución WHA28.88 se iniciaron también actividades para estimular a los países y a las organizaciones a adoptar el plan general de asistencia sanitaria y prestarle apoyo. Se celebraron reuniones con otros organismos y entidades inter- nacionales con objeto de encontrar medios más eficaces de prestar apoyo a los programas nacionales de asis-

tencia sanitaria primaria. Así, por ejemplo, a la

Conferencia sobre Coordinación y Cooperación para la Salud en Africa, celebrada en Yaundé el mes de septiembre, asistieron, además de representantes de los gobiernos, participantes del UNICEF, el PNUD, el PNUMA, el PM A, la FAO, el BIRF y la Comisión de las Comunidades Europeas. Por otra parte, el mes de octubre se celebró en Nueva York una reunión con el UNICEF, el PNUD y el BIRF. Se estimuló a varias organizaciones no gubernamentales a reorientar y ampliar sus actividades en favor de la asistencia sani- taria primaria.

1.11 Se han identificado varios puntos como parti- cularmente adecuados para la iniciación de programas nacionales de asistencia sanitaria primaria. La progra- mación sanitaria nacional conduce invariablemente a la identificación de las necesidades de los grupos desatendidos como una cuestión de alta prioridad. En varios países, se ha adoptado el criterio de la asistencia sanitaria primaria como medio para satisfacer esas necesidades. En otros, las actividades de asistencia primaria han pasado a formar parte integrante de los programas de desarrollo de la comunidad, en particular de los destinados a las poblaciones rurales. En otros casos, por fin, los programas de los servicios de salud ya existentes se han reorientado para adaptarlos al criterio de la asistencia sanitaria primaria.

1.12 Además del establecimiento de centros y de equipos de coordinación en las oficinas regionales, la cuestión de la asistencia sanitaria primaria fue

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