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Percepciones sobre conceptos de práctica profesional médica

Dans le document laboral pública en Ecuador   (Page 114-117)

4. Estudiocualitativo: Profesión médica, género e inserción laboral en el Ecuador, 201443

4.7.4. Percepciones sobre conceptos de práctica profesional médica

Los discursos recogidos respecto a las experiencia y vivencias de la práctica profesional de las y los médicos especialistas se analizaron buscando las desigualdades de género presentes en el trabajo cotidiano, la información fue organizada en tres subcategorías, los aspectos administrativos en el ejercicio profesional, la conciliación entre la vida personal y profesional y la percepción de control y seguridad a través de las acciones de monitoreo de actividades domésticas.

La práctica profesional en los servicios de salud públicos tanto para los médicos como para las médicas se realiza en horarios estrictos, normas de contratación laboral rígidas, la única alternativa es ocho horas al día. Acceder a permisos para realizar subespecialidades es complejo porque muy pocos médicos tienen nombramientos definitivos, la mayor parte de las/los profesionales mantiene contratos ocasionales o nombramiento provisionales.

Los discursos de las mujeres cirujanas que trabajan en el ámbito público expresan discriminación franca, al comentar las dificultades que han vivido, para lograr que se les asigne un horario de cirugía en los quirófanos que están dominados por hombres. Sin embargo reconocen la ventaja que para ellas significa contar con normas que no permiten al paciente escoger su cirujano.

El acceso de la mujer al sistema privado es difícil, especialmente si no tienen condiciones económicas que le permita ser socia de las clínicas o pertenecer a un grupo familiar reconocido en el ámbito médico; es decir, para que las mujeres puedan acceder al sistema privado deben contar con capital económico, social y cultural. De lo contrario deben conformarse con ser “empleadas mal pagadas del sistema privado”.

Los estudios realizados por Teresa Torns en España hablan de segregación vertical y segregación horizontal, entendiéndose a la primera por la dificultad que las mujeres viven para acceder a sitios de poder y responsabilidad como ser tratantes, jefas de servicio o puestos directivos y segregación horizontal a las diferentes desigualdades que se presentan en las relaciones contractuales de las mujeres.(120)

Aunque aparentemente, tanto los hombres como las mujeres, viven los mismos problemas administrativos, como horarios rígidos y contratos laborales ocasionales que solamente permiten dos años de estabilidad laboral, las mujeres viven segregación horizontal, porque ellas enfrentan mayores trabas para poder ejercer la profesión, como dificultades para que se les asigne quirófanos, y doble carga laboral al estar trabajando en la profesión y a la vez ser responsables del monitoreo de las actividades domésticas de su casa.

Durante su práctica profesional, el problema más importante que las mujeres describen, es el conflicto que viven o vivirían al intentar desarrollar su profesión y organizar y ser responsable de la crianza de los hijos y el cuidado del hogar.

Las mujeres que permanecen solteras sienten que están en igualdad de condiciones para desarrollar la carrera, en esta investigación el 63% de las mujeres entrevistadas fueron solteras, este hecho contrasta con lo encontrado en un estudio realizado en Suiza (2.010) en el que se evalúa las condiciones laborales de los médicos, el 88,2% de las médicas mantienen relaciones familiares con parejas estables.(139)

Otra de las desigualdades que viven las mujeres médicas es que debido al pensamiento

patriarcal de los y las pacientes, existen especialidades que corresponden a los hombres, como la cirugía en todas sus ramas, la traumatología, el cuidado crítico, si las mujeres incursionan en estas áreas sufren discrimen y los pacientes no les escogen para pagarles honorarios en el ámbito privado o buscan segundas opiniones de médicos hombres en el ámbito público.

En el sector público administrativamente los pacientes no pueden escoger el cirujano, esto les da ventaja a las mujeres cirujanas que independiente del criterio del paciente pueden realizar la cirugía; sin embargo, si se presentan problemas enfrentan mayor temor a las demandas. No se conocen estudios en Ecuador que justifiquen este temor.

En el ámbito privado la situación de discrimen es tan drástica que una de las cirujanas entrevistadas relata que por muchos años en la consulta privada fue ella quien opero los casos complicados y a los pacientes se les informaba que era su esposo cirujano, quien lo hacía, hasta que decidió divorciarse porque decidió “dejar de ser ayudante”. Actualmente es jefa de docencia del servicio de cirugía en un hospital público; sin embargo, no ha logrado desarrollar su consulta privada. Este discurso refleja la ruta que marca a la mujer la falta de capital económico, social cultural, la fuga de tuberías y los conceptos cotidianos sobre lo femenino y lo masculino que estructuran la percepción y la organización concreta y simbólica de toda la vida social. (55)

También las mujeres médicas relatan el hecho de que otros miembros del equipo de salud, como enfermeras, discriminan a las médicas cirujanas, emergenciólogas. Estas manifestaciones de discrimen se dan al no obedecer las órdenes de las médicas y preferir atender los pedidos de los médicos. Estas dificultades no viven las doctoras de pediatría, medicina interna o medicina familiar. Esto refleja que existen, especialidades en las que las mujeres son aceptadas y especialidades en las que no son aceptadas.

La discriminación vertical; es decir, la posibilidad de que una mujer sea jefe del servicio de cirugía, está presente en Ecuador, debido a que los servicios hospitalarios, a pesar del mayor número de mujeres ejerciendo medicina, se organizan en forma patriarcal.

Las médicas en formación relatan situaciones de discrimen realizado por parte de los pacientes que provocan dificultades para establecer la relación médico paciente y ejercer la profesión; acciones cotidianas como que un paciente hombre pide a un médico de guardia de primer año de residencia que evalúe la receta que le dio la médica residente del tercer año, o que en pleno momento crítico el paciente o sus familiares solicitan que sea un médico

hombre quién coloque un tubo torácico en un paciente que está en emergencia, dan cuenta de otros tipos de desigualdades que están presentes en el trabajo cotidiano de las médicas.

Otra forma muy cultural de discrimen que viven las médicas jóvenes es que los pacientes hombres y mujeres les tratan de “señorita”, “licenciada” o “mijita” que es una forma cariñosa para decir hija pequeña, a pesar de tener un rótulo que le identifica como médica. Las profesionales deben empezar la consulta aclarando al paciente que ella es la médica, y que está a cargo de la consulta. Esto dificulta la relación médico paciente y determina un mayor desgaste durante el trabajo.

Otro de los aspectos indagados fue el monitoreo de las actividades domésticas y los discursos al respecto son coherentes con los anteriores, las mujeres realizan su guardia y su trabajo con un teléfono celular en su mano para poder mantenerse en contacto con los hijos, la persona que está en ese momento cuidándoles y el esposo. Se da lo que Teresa Torns denomina como la doble presencia, son médicas que están y no están en los servicios, plantear a estas mujeres médicas que se involucren en docencia o en investigación significaría una tercera o cuarta carga laboral.(116)

4.7.5. Percepciones sobre ventajas y desventajas para trabajar en el sistema público o

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