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3. MARCO TEÓRICO DEL ESTUDIO

3.2.4. Planteamientos y paradigmas sobre la conceptualización de la discapacidad

3.2.5.1. Modelo multidimensional de la AAIDD. El modelo de prestación

En 1992 desde la AAIDD se produjo el primer planteamiento multidimensional del término retraso mental, planteamiento que aquí ampliaremos al término de discapacidad.

Este primer planteamiento, resultó tener un enfoque ecológico pues requería considerar a la persona con discapacidad de una manera global, teniendo en cuenta los aspectos personales y ambientales / contextuales. Este nuevo enfoque supuso a su vez un cambio en la consideración del proceso de evaluación de las personas con discapacidad. Se buscaba obtener información sobre las necesidades individuales en diferentes dimensiones, que luego deberían relacionarse con los niveles de apoyo apropiados.

Inicialmente fueron cuatro las dimensiones de funcionamiento consideradas, y tras su revisión en el año 2002, pasaron a ser cinco (LUCKASSON y COLS., 2002: 10). Este cambio permitía una consideración más amplia de los diferentes aspectos de la persona y el ambiente, así como una mejora de los apoyos. Se ofrecían más claves acerca de la evaluación y determinación de la intensidad de los apoyos requeridos por una persona para conseguir un mejor funcionamiento individual.

Las dimensiones planteadas fueron las siguientes:

Dimensiones modelo 1992 Dimensiones modelo 2002 Rendimiento intelectual y capacidad de

adaptación Aptitudes intelectuales

Consideraciones psicológicas y emocionales

Nivel de adaptación (conceptual, social y práctica). Conducta adaptativa.

Consideraciones físicas y de la salud Participación, interacción y rol social Consideraciones ambientales Salud (salud física, mental, etiología)

Contexto social (ambiente, cultura y oportunidades)

Tabla 6: Dimensiones del funcionamiento de la AAIDD (1992 – 2002)

¿Que cambios en el sistema de 2002 pueden apreciarse respecto al de 1992?

(VERDUGO, 2003):

 Supone la introducción de una dimensión nueva, la participación, interacciones y roles sociales, acercando el modelo al planteado por la Organización Mundial de la Salud en el año 2001, la CIF.

 Separa las dimensiones habilidades intelectuales y conducta adaptativa, considerándolas de forma independiente, y permitiendo representar la conducta adaptativa por habilidades de tipo conceptual, social y práctica.

 Amplía la dimensión de la salud incluyendo la salud mental. Desaparecen las consideraciones psicológicas y emocionales del modelo inicial.

 Amplía la dimensión del contexto y tiene en cuenta la cultura.

A partir de este planteamiento multidimensional, en el año 2004 la AAIDD plantea el modelo de prestación de apoyos y elabora el instrumento conocido como la Escala de Intensidad de Apoyos (SIS).

El modelo de prestación de apoyos se compone de cuatro elementos básicos:

recursos de apoyo, funciones de apoyo, intensidad de los apoyos y resultados deseados. Los apoyos deben ser flexibles y variados, pues las necesidades de soporte son diferentes y variables para cada persona, fases y situaciones de la vida. El nivel de funcionamiento de la persona en las diferentes dimensiones, y el resultado deseado, serán los elementos que determinen el acceso a unos determinados recursos de apoyo individuales con un perfil, funciones (apoyos en el empleo, en la educación, en la vivienda, en la comunidad, de acceso a la sanidad, etc.) e intensidad concretas.

Para determinar el perfil y la intensidad de los apoyos se recurre al SIS. Este instrumento tiene en cuenta los cinco factores que considera de mayor influencia en la manifestación de la discapacidad (número y complejidad de las actividades vitales, número y complejidad de los entornos, competencia personal -social, práctica, conceptual y física-, necesidades excepcionales de apoyo médico, y necesidades excepcionales de apoyo conductual), y tres parámetros de medida (frecuencia de apoyo, tiempo diario de apoyo y tipo de apoyo). La evaluación triangular de estos elementos va a determinar qué apoyos, y con qué intensidad, son precisados por la persona (véase modelo a continuación).

Capacidades y habilidades adaptativas

de la persona

Participación en ambientes vitales (requisitos y demandas) Factores de riesgo y

protectores

Áreas Centrales de

Apoyo

Funciones de Apoyo

Fuentes de Apoyo

Evaluación de los Apoyos

1.

Intensidad de los Apoyos

requeridos Limitado Intermitente

Extenso

Generalizado 2.1.

2.

2.2.

3.

RESULTADOS (…) PERSONALES Independencia Relaciones Contribuciones Participación Bienestar Personal LABORALES 4.

Acceso al empleo Permanencia Promoción

El modelo parte de la consideración y análisis de unas áreas centrales en las que la persona puede necesitar de apoyo. Estas áreas contemplan los cinco factores de mayor influencia considerados en el SIS (número y complejidad de las actividades vitales, número y complejidad de los entornos, competencia personal -social, práctica, conceptual y física-, necesidades excepcionales de apoyo médico y necesidades excepcionales de apoyo conductual). Para detectar qué áreas centrales son las que requieren de apoyo y la necesidad de apoyo requerido, es preciso determinar que resultados se quieren conseguir (de ámbito personal, laboral, social, educativo…), sin olvidar los intereses y preferencias de la persona. El presente modelo identifica nueve áreas de apoyo (desarrollo humano, enseñanza y educación, vida en el hogar, vida en la comunidad, empleo, salud y seguridad, conductual, social, protección y defensa).

Detectadas que áreas centrales precisan de apoyo en relación a los resultados que quieren obtenerse, se establecen unas funciones de apoyo, que van a determinar el tipo de apoyo requerido en función de:

Las fuentes de apoyo, es decir, de dónde proceden los apoyos y qué recursos y estrategias se requieren. Pueden ser:

Naturales (familia, amigos, entorno más inmediato), o

Basados en servicios (prestados por personas y equipamientos ajenos a las fuentes naturales, por ejemplo apoyos terapéuticos, curriculares, etc.).

La intensidad de los apoyos, es decir, qué tiempo y frecuencia de apoyo se requiere. Pueden ser:

Intermitentes: Apoyos de corta duración de alta o baja intensidad.

Limitados: Apoyos persistentes que se llevan a cabo durante un tiempo limitado. Pueden requerir un menor número de profesionales y costes más bajos.

Extensos: Apoyos de carácter regular en algunos ambientes, y sin limitación temporal

Generalizados: Apoyos constates en el tiempo y de elevada intensidad.

Se pueden mantener toda la vida y en diferentes entornos. Precisan de más personal y tienen más riesgo de intrusión que los de menor intensidad.

Identificadas las áreas centrales que requieren de apoyo y las funciones de apoyo requeridas, se define el plan individualizado de apoyos que contempla:

Los intereses y preferencias de la persona.

Las áreas y actividades de apoyo.

Los contextos y actividades en los que la persona participará.

Las funciones específicas de apoyo dirigidas a las necesidades de apoyo identificadas

Las personas responsables de proporcionar las funciones de apoyo Los resultados personales.

Un plan para controlar la provisión y resultados personales de los apoyos provistos.

El último paso del proceso es la evaluación de los apoyos, evaluación que va a llevarse a cabo una vez se han aplicado el plan individualizado de apoyos y en función de los resultados obtenidos, que también deberán ser evaluados para determinar si coinciden o no con los considerados en un principio.

A modo de ejemplo:

Queremos trabajar la inserción laboral de los jóvenes con inteligencia límite mejorando sus oportunidades de acceso y permanencia en el mercado de trabajo. Para ello se detecta que una de las áreas centrales que debe atenderse es la de las competencias, especialmente las consideradas básicas o transversales (comunicación, adaptabilidad, puntualidad, pulcritud, relación social, trabajo en equipo, responsabilidad, etc.) y su adquisición y desarrollo mediante procesos formativos u otros. En función del resultado que se quiere obtener (mejorar el acceso y permanencia en el mercado de trabajo), y detectada que área central precisa de apoyo (competencias básicas), se decide llevar a cabo una actuación formativa para trabajar la adquisición, desarrollo y mejora de estas competencias. La acción formativa deviene un apoyo limitado, basado principalmente en servicios. Una vez llevada a cabo la actuación, esta va a requerir de una evaluación para conocer no sólo qué resultados se han obtenido, sino también determinar el grado de adecuación, pertinencia, impacto de la actuación. La valoración obtenida va a permitir introducir cambios, y posiblemente incidir en otras áreas centrales de apoyo.