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Las vacas urbanas en los censos de ganado

3. EL GANADO PRODUCTOR: NÚMERO, COMPOSICIÓN Y

3.1. L A CALIDAD DE LAS FUENTES : PROBLEMAS Y ALTERNATIVAS

3.1.2. Las vacas urbanas en los censos de ganado

El número de vacas lecheras en el interior de las ciudades fue en aumento desde finales del siglo XIX, hasta, por lo menos, la década de 1920. A partir de este momento, las autoridades municipales regularon y limitaron la instalación y ampliación de aquellos establecimientos por motivos sanitarios. No obstante, el elevado número de vacas que llegaron a albergar algunas grandes capitales, como Barcelona y Madrid, no parece que quedara reflejado en los censos ganaderos. Por este motivo considero que las cifras de vacas y vacas lecheras que se consignan en los censos en algunas provincias, especialmente Barcelona y Madrid, están claramente infravaloradas.

Este problema de las estadísticas no debe ser imputado a la dejadez o falta de precisión de quienes se encargaron de elaborar los censos. Los responsables de esta tarea eran ingenieros agrónomos, y su objetivo era proporcionar estimaciones sobre la actividad agraria y ganadera en el ámbito rural. La actividad lechera en las ciudades no entraba pues en su ámbito de trabajo. No nos debe extrañar, por tanto, que esta situación afectara principalmente a las provincias con grandes núcleos urbanos, ya que estos acostumbraban a albergar un elevado número de vacas lecheras, tanto en su interior como en la región metropolitana. En las provincias con ciudades medianas y pequeñas, dónde el mercado de leche fresca se podía surtir fácilmente con la producción de las zonas rurales cercanas, la contabilización de las vacas en los censos ganaderos debió ser más cercana a la realidad.

Resulta sorprendente, por ejemplo, que teniendo en cuenta que el cuestionario para la elaboración del censo de 1917 preguntaba a los ayuntamientos por la existencia de industrias derivadas de la ganadería en su jurisdicción (por ejemplo de mantequilla, queso o pieles) no incluyeran también un apartado referente a los establecimientos destinados a la venta de leche. El problema reside en cómo se definían entonces las actividades propiamente ganaderas, en contraposición con las actividades comerciales e industriales derivadas de la explotación del ganado. El informe de la provincia de Toledo señalaba, por ejemplo, que no se destinaba [ganado

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vacuno] a la producción láctea más que en las proximidades de centros de población;

y, en este caso, son más bien los industriales que los ganaderos los que establecen esta industria y generalmente con ganado importado holandés.21 Tampoco en el caso de Toledo, por tanto, eran considerados ganaderos quienes explotaban la capacidad lechera del vacuno, cuando esta actividad se realizaba en las proximidades de los grandes núcleos urbanos o en su interior. La definición como “industriales” de las personas encargadas de la producción y venta de leche en las ciudades, nos permite identificar el criterio aplicado por los ingenieros de la época para delimitar las actividades propiamente ganaderas, circunscritas al ámbito rural, y las industriales, concentradas al ámbito urbano.

Una primera muestra de la omisión de las vacas lecheras de las ciudades en el censo de 1917 surge de la comparación de las cifras de 1917 con las de los censos de mediados de la década de 1920. Según los censos de ganado consultados la provincia de Barcelona pasó de 7.130 vacas en 1917 a 27.972 en 1929. Es decir, a juzgar por estos datos, la provincia de Barcelona multiplicó por más de tres el número de vacas en poco más de una década, un aumento exagerado a pesar de los evidentes signos de expansión que experimentaba el vacuno en aquel mismo momento.

Para el caso de Barcelona disponemos de evidencias más precisas de la subestimación existente en el censo de 1917 con respecto al número de vacas de la provincia. En 1919 Rossell y Vilá cifraba en 9.000 el número de vacas lecheras en aquella ciudad.22 El censo de 1917, en cambio, contabilizaba 3.910 vacas de cría para todo el partido judicial de Barcelona, que comprendía, además de la capital, los municipios de Sant Adrià del Besós, Santa Coloma de Gramenet y Badalona.

Las vacas estabuladas en la ciudad de Madrid tampoco fueron contabilizadas en el censo de 1917. En 1903, el Boletín del Laboratorio Municipal de Higiene de Madrid indicaba que en la capital se explotaban, en distintas clases de vaquerías, 4.140 vacas lecheras.23 En 1927 García Izcara incrementaba el número de vacas estabuladas en el interior de la ciudad hasta 5.600.24 El censo de 1917, sin embargo, atribuía a todo el partido judicial de la capital, 4.959 vacas de cría (Tabla 3.4.).25

21 JCA (1921), p. 52.

22 ROSSELL Y VILÁ (1919), p. 4.

23 Boletín del Laboratorio Municipal de Higiene de Madrid, Mayo y Junio de 1903, pp. 165-166.

24 GARCÍA IZCARA (1927), p. 959.

25 JCA (1921), p. 26.

Tabla 3.4. Vacas en Barcelona y Madrid a finales de la década de 1910. Cabezas. lecheras en las provincias de Barcelona y Madrid se redujo significativamente entre aquellas fechas (Tabla 3.5.).

Tabla 3.5. Vacas lecheras en las provincias de Barcelona y Madrid a principios de la década de 1930.

geográfica Provincia Provincia Municipio Provincia

Barcelona 27.972 23.000 7.500 30.500

Madrid 22.757 15.252 10.000(1) 25.252

Fuente: DOASO Y OLASAGASTI (1931), pp. 26-28; MAS ALEMANY (1933), p. 19;

Mº DE AGRICULTURA (1934), pp. 78-80 y 98-99; Mº DE ECONOMÍA (1930), pp. 254, 258-259.

(1) Comprende las vacas lecheras del término municipal de Madrid y de los municipios vecinos en un radio de 30 km.

Con respecto a la ciudad de Madrid, sin embargo, García Izcara estimaba la existencia de unas 5.600 vacas a finales de la década de 1920, y Doaso, que incluyó el área metropolitana, incrementaba su número hasta cerca de 10.000. Doaso también señaló que la producción de leche de aquellas diez mil vacas era de más de 47 millones de litros anuales, lo que vendría a significar que cada una de ellas producía, por término medio, 4.700 litros de leche al año; una media demasiado elevada para la época, si tenemos en cuenta que en aquel momento una vaca que produjera entre 3.000 y 3.500 litros anuales ya era considerada muy productiva, y que no todas las

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vacas alcanzaban este nivel de producción. Por tanto, la cifra de 10.000 vacas que recoge Doaso podía ser aún mayor. En cualquier caso, es evidente que el contingente vacuno de las ciudades y sus alrededores no se incluía en las 15.282 vacas lecheras que el censo de 1933 estimaba para toda la provincia.

En Barcelona, la omisión de las vacas lecheras de la capital en el censo de 1933 también es evidente. Diversos informes del cuerpo de veterinarios del Ayuntamiento de Barcelona de principios de la década de 1930,26 señalaban que solamente en el término municipal de Barcelona se explotaban 7.500 vacas lecheras, con una producción de más de 30 millones de litros de leche al año. Según el censo de 1933, en cambio, la producción total de leche de vaca de la provincia se situaba en 60 millones de litros.27

Por tanto, para ser más preciso, he estimado conveniente, para las provincias de Barcelona y Madrid, reemplazar las cifras de vacas lecheras del censo de 1933 por las del censo de 1929. La razón es que las cifras que contienen el censo de 1929 para aquellas dos provincias resultan más coherentes con las informaciones disponibles de vacas estabuladas en las ciudades que ofrecen otras fuentes de aquel momento. Por otra parte, y a falta de nuevas investigaciones que permitan detectar y corregir casos similares, he decidido respetar las cifras de vacas lecheras del censo de 1933 en el resto de las provincias.

3.1.3. ¿Todas las vacas se ordeñan? Los diferentes criterios de definición de las vacas lecheras en los censos de ganado del primer tercio del siglo XX.

La estadística lechera de la AGGR publicada en 1925 fue la primera estadística detallada del número de vacas lecheras en España. Según esta fuente, las vacas lecheras existentes en España en 1925 eran 715 mil. En 1929 el Ministerio de Economía señalaba que el número de vacas era de algo más de 1,2 millones, y en 1933, el Ministerio de Agricultura cifraba las vacas lecheras en algo menos de 1,2 millones de cabezas.

La primera impresión que suscitan las cifras de los censos es que el número de vacas lecheras aumentó con intensidad entre mediados de la década de 1920 y principios de la de 1930. Sin embargo, el análisis de las fuentes indica que algunas de aquellas estimaciones distan mucho de ser precisas. En este sentido, son

26 Los tres informes están firmados por el que fuera decano del cuerpo de veterinarios del Ayuntamiento de Barcelona, Dr. Josep Mas Alemany, entre 1930 y 1939.

27 MAS ALEMANY (1933), p. 19.

particularmente dudosas, de nuevo, las cifras de las provincias gallegas en el censo de 1925 (Tabla 3.6.). En Pontevedra, por ejemplo, aquel censo consideraba a todas las vacas como lecheras, mientras que en el resto de provincias gallegas casi la totalidad de las vacas eran clasificadas como animales de trabajo. Algo similar ocurría en la provincia de Oviedo, dónde la totalidad de las vacas eran consideradas lecheras.

Tabla 3.6. Vacas lecheras en las provincias del norte de España en 1925 y 1929.

1925 1929 Diferencia de más

en 1929 Provincias

Cabezas Cabezas Cabezas

Lugo 95.972 267.999 +172.027

Santander 54.632 141.188 +86.556

Oviedo 155.023 239.141 +84.118

La Coruña 77.401 144.905 +67.504

Orense 52.339 74.675 +22.336

León 24.305 43.785 +19.480

Pontevedra 30.221 41.260 +11.039

Total provincias

del norte 489.893 952.953 +463.060

Total España 715.117 1.272.276 +557.159

Fuente: AGGR (1925) y Mº ECONOMÍA (1930).

Recordemos que en aquellas fechas las vacas eran explotadas con varias finalidades en las provincias del norte de España, y que esta circunstancia debió facilitar que los ingenieros generalizaran en exceso en el momento de determinar cual era el destino productivo del ganado.

La estadística de la AGGR de 1925 también contiene algunos problemas.

Como he indicado, el número total de vacas lecheras en España según esta estadística era de 715.000, cerca de cien mil vacas más que en el censo de 1924.

Poco después, sin embargo, la estadística lechera de 1929 indicaba que el número de vacas lecheras era de 1,2 millones. Es decir, según aquellas estimaciones, entre 1925 y 1929 el número de vacas lecheras en España aumentó en más de 500.000 cabezas.

¿Fue posible un aumento tan intenso del número de vacas lecheras en tan poco tiempo? Una posibilidad es que la importación de vacas lecheras fuese suficientemente elevada. Sin embargo, esta hipótesis queda desestimada por la estadística de comercio exterior, que cifró en 56.937 las cabezas de ganado vacuno de todas las clases (bueyes, sementales, vacas lecheras, terneros, etc.), importadas durante el quinquenio 1925/29.

La diferencia tan acusada en el número de vacas lecheras registradas en 1925 y 1929 puede justificarse de nuevo por los diferentes criterios que fueron utilizados en

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cada una de aquellas estadísticas sobre el destino principal de las vacas, cuando éstas eran explotadas simultáneamente en la producción de leche, trabajo y carne.

Como antes, esta cuestión parece especialmente relevante en los casos de las provincias gallegas, Oviedo y Santander, que tenían un gran número de vacas que eran explotadas al mismo tiempo con dos o más objetivos. Por tanto, si asumimos que los criterios establecidos por la AGGR fueron más rígidos, la causa del menor número de vacas lecheras contabilizadas en aquella estadística debió ser el haberse excluido en su elaboración aquellas cabezas cuya función principal no era la producción lechera; un criterio que, como he señalado, debió tener una especial incidencia en aquellas provincias dónde existía un mayor número de cabezas de vacuno (Cuadro 13). Entre la estadística de la AGGR de 1925 y la del Ministerio de Economía de 1929 el número de vacas lecheras en España aumentó en 557.000 cabezas, de las cuales más de 460.000 se localizaron, de nuevo, en las provincias del norte. Parece claro, por tanto, que el número total de vacas lecheras que contabilizó la Asociación General de Ganaderos estaba especialmente infravalorado en aquellas provincias, y que el aumento del número de vacas lecheras entre mediados y finales de la década de 1920 debió ser menos intenso.

En definitiva, el recuento de la AGGR de 1925 no contabilizó una parte importante de vacas lecheras, en aquellas provincias dónde predominaba el ganado vacuno. Esto fue así por los criterios utilizados para identificar las vacas lecheras en uno y otro recuento. Por lo tanto, podemos pensar que entre 1925 y 1929 el número de vacas lecheras en España aumentó, pero con menos intensidad de lo que muestran las cifras totales de los censos, porqué la estadística de 1929 amplió los criterios de definición de vaca de ordeño, e incluyó numerosas cabezas que no habían sido consideradas como productoras de leche en la estadística de la AGGR.

Las cifras de vacas lecheras de los censos de 1924 y 1925, contienen pues omisiones importantes. Entonces, ¿qué cifras debemos utilizar en el estudio del vacuno lechero antes de la Guerra Civil? Las cifras de vacas de todas las clases que utilizaré son las de 1924, porqué son la base de la estadística de vacas lecheras de la AGGR de 1925, y las de 1929. Sin embargo, para el número de vacas lecheras utilizaré las cifras del censo de 1929, las cifras corregidas del de 1933, y parcialmente las de 1925, ya que los problemas detectados en esta última estadística sólo son relevantes para las provincias del norte del país.

3.2. Las cabañas de vacuno y cabrío: evolución y distribución provincial.

En el siguiente apartado intentaré reconstruir la evolución del número de cabezas de vacuno y cabrío en España entre 1865 y 1933. El análisis lo realizaré a partir de los censos de ganado y lo complementaré con otras fuentes, que refuerzan algunos de los argumentos que se exponen en la presentación de los datos. También analizaré las diferentes tendencias que se observan a escala regional y provincial.

En el primer apartado, centraré la atención en la evolución que siguió el conjunto de la cabaña. En el segundo, analizaré su composición durante el período 1865-1936. En el tercer apartado analizaré la evolución del ganado cabrío.

3.2.1. El vacuno

Según los censos ganaderos, durante el período 1865-1933 el número de cabezas de vacuno en España aumentó. No obstante, aquel incremento no fue homogéneo durante todo el período (Gráfico 3.1.).

Según el GEHR la evolución del vacuno entre aquellas fechas muestra una cronología con tres fases diferenciadas. El primer período, que comprende entre 1865 y 1891, se caracteriza, según los censos, por un descenso del número de cabezas, muy generalizado en casi todas las provincias españolas.28

Los ingenieros que elaboraron el censo de 1891, distintos estudios de la época y algunos trabajos posteriores, vincularon esta tendencia con la crisis agraria de fin de siglo; es decir, con la depresión económica que vivió el sector agropecuario europeo como consecuencia de la creciente competencia internacional.29 Como hemos visto anteriormente, sin embargo, la reducción que indican los censos para el ganado vacuno no es creíble. En primer lugar, la reducción, de existir, se habría concentrado en Galicia, zona para la que, como hemos visto, hay sólidas evidencias sobre la rápida reorientación económica del sector ganadero de la región tras la pérdida del mercado británico. En segundo lugar, también cuestiona la existencia de una crisis importante en el sector, la expansión que experimentaron desde finales del siglo XIX las vaquerías urbanas en los grandes núcleos de población, especialmente en Madrid y Barcelona. En tercer lugar, todo parece indicar que el censo de 1891 omitió un número importante de cabezas de vacuno, especialmente en las provincias gallegas y, de forma más general, en la contabilización del las crías. Estos argumentos también

28 Entre aquellas que no perdieron efectivos sino que los ganaron encontramos a Asturias y Santander.

29 GEHR (1979), pp. 151-152.

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sirven para cuestionar la validez de los censos de ganado que se realizaron entre 1906 y 1916 (Tabla 3.7.).

Gráfico 3.1. Evolución del ganado vacuno en España según los censos de ganado del periodo 1865-1933. Millones de cabezas.

0 0,5 1 1,5 2 2,5 3 3,5 4 4,5

1865 1891 1906 1910 1917 1920 1925 1929 1933

Millones de cabezas

Total Hembras adultas Vacas lecheras

Fuente: JGE (1868); Don. GRAL. AGRICULTURA, INDUSTRIA Y COMERCIO (1892); GEHR (1991); Mº FOMENTO (1921); Mº FOMENTO (1924); Mº AGRICULTURA (1934).

Tabla 3.7. Cabezas de vacuno entre 1865 y 1917.

Año Número Año Número

1865 2.967.303 1911 2.541.112

1891 2.217.659 1912 2.572.956

1906 2.144.061 1913 2.708.856

1907 2.212.013 1914 2.742.663

1908 2.446.097 1915 2.903.144

1909 2.317.478 1916 2.910.903

1910 2.368.767 1917 3.010.168

Fuente: GEHR (1991).

Según estos censos, en 1907 el número de cabezas de vacuno en España todavía no había recuperado el nivel de 1891, y hasta 1915 no se alcanzó el número de cabezas registrado en el censo de 1865. Parece poco verosímil que el número total de cabezas durante las dos primeras décadas del siglo XX se mantuviera en niveles inferiores a 1865. En aquel periodo aumentó de forma significativa el consumo de carne y leche, y nuevas estimaciones sobre el número de crías, acabarían dando, de

hecho, resultados poco creíbles del número de ejemplares consignado en los censos.30

En mi opinión, pues, estancamiento y recomposición, describen mejor que crisis la evolución que siguió la ganadería vacuna en España entre mediados del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial, porqué una crisis en el sector, de existir, habría sido local, muy poco acusada y rápidamente superada.

Entre 1917 y principios de la década de 1930, el incremento de la cabaña de vacuno fue intenso. Según el censo de 1924 el número de cabezas de vacuno ascendía en aquel momento a unos 3,4 millones. Con las correcciones que he propuesto para Madrid y Barcelona en el censo de 1917, se observa que entre 1917 y 1924 la cabaña de vacuno aumentó en un 14%. Según las cifras del censo ganadero de 1933 rectificadas también para Barcelona y Madrid, el número de cabezas de vacuno también aumentó desde mediados de la década de los veinte. Las fuentes indican, por tanto, una tendencia expansiva en la cabaña de vacuno hasta 1933 que, muy probablemente, se inició en torno a 1910.

Paralelamente, la distribución geográfica del ganado vacuno presentó unas características muy constantes durante todo el período aunque, como veremos más adelante, un análisis más detallado de la distribución provincial de las vacas y las vacas lecheras, muestra algunas particularidades que deben ser destacadas.

Durante el período considerado, el ganado vacuno siempre estuvo muy concentrado en las provincias de la España septentrional, donde su importancia relativa con respecto al total español, tendió además a aumentar. Según los censos ganaderos, el ganado vacuno existente en las cuatro provincias gallegas, Oviedo y Santander, representaba el 40,8% del total de cabezas de vacuno en 1865; el 45% en 1891; el 44% en 1917; el 46% en 1924 y el 47,3% en 1933. Estos porcentajes no hacen más que corroborar la posición predominante que tuvieron las provincias del norte durante el periodo 1865-1936, respecto a la cría de vacuno y el posterior desarrollo de industrias derivadas.31 Las provincias de Santander, Oviedo, La Coruña y Lugo, en particular, registraron durante aquel periodo más de 30 cabezas de vacuno por kilómetro cuadrado. Junto a estas provincias, Guipúzcoa y Vizcaya también destacaban por su orientación ganadero-vacuna, al registrar más de 20 cabezas de vacuno por kilómetro cuadrado (Mapa 3.1.).

30 NICOLAU y PUJOL (2004), pp. 6-7.

31 Destacan, entre otros, los siguientes trabajos: CARMONA y DE LA PUENTE (1988), DOMÍNGUEZ y DE LA PUENTE (1994), DOMÍNGUEZ (2003) y LANGREO (1995).

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Mapa 3.1. Cabaña de vacuno y territorio, 1865-1933. Número de cabezas por Km2.

1865 1917

1924 1929

1933

< de 1 1 a 10 10 a 20

> de 20

Fuente: JGE (1868); Don. GRAL. AGRICULTURA, INDUSTRIA Y COMERCIO (1892); Mº FOMENTO (1921); Mº FOMENTO (1924); Mº AGRICULTURA (1934).

Mapa 3.2. Cabaña de vacuno y población, 1865-1933. Cabezas por 1.000 habitantes.

Fuente: JGE (1868); Don. GRAL. AGRICULTURA, INDUSTRIA Y COMERCIO (1892); Mº FOMENTO (1921); Mº FOMENTO (1924); Mº AGRICULTURA (1934).

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Con respecto al resto de España, la relación entre el número de cabezas y la superficie provincial, muestra que sólo en Salamanca, Cádiz y Gerona, la ganadería vacuna tenía una presencia equiparable, aunque menor, a las provincias del norte. En estas tres provincias el número de cabezas de vacuno por kilómetro cuadrado se situó entre 10 y 20. En el resto del país, en cambio, aquel indicador de densidad ganadera era menor: Andalucía, Cataluña, las dos Castillas, Murcia y Valencia, registraron menos de 10 cabezas por kilómetro cuadrado.

El número de cabezas de vacuno con relación a la población, muestra de nuevo el claro predominio de aquel tipo de ganado en las provincias del norte. En estas provincias, el número de cabezas de vacuno fue siempre superior a 300 por cada mil habitantes (Mapa 3.2.). Para el resto de regiones, debemos destacar algunas provincias de Castilla occidental, como Salamanca, Segovia y Zamora, que registraron entre 200 y 300 cabezas de vacuno por cada mil habitantes. Otras provincias que también alcanzaron más de 200 cabezas por cada mil habitantes en diferentes momentos de 1865 a 1933, fueron Ávila, Burgos y Cáceres.

Otra información relevante para el análisis de la ganadería lechera española

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