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Denes i penjolls

Dans le document La Draga, el poblat dels prodigis (Page 153-185)

122. Dent perforada Cànid

1,8 x 0,6 x 0,4 cm

123. Penjoll Os

2,3 x 0,8 x 0,7 cm

124. Penjoll Valva d’ostra vermella 3,8 x 2,2 x 1 cm

125. Penjolls Caragolines marines Més gran: 4,1 x 1,4 cm 122

123

124

125

Catàleg de peces

126. Penjoll-aplics Caragolina marina Més gran: 1,8 x1 cm

127. Ornament

Valves d’escopinya i de petxinot Més gran: 4,7 x 4,3 x 1,6 cm

128. Denes Ullals de mar

Més gran: 2,5 x 0,4 cm

129. Denes

Calcita i pedra volcànica (a baix a la dreta) Més gran: 0,6 x 0,2 cm

130. Denes Valva d’escopinya Més gran: 0,6 x 0,1 cm 127

128

129

130

Catàleg de peces

131. Denes-penjoll

Valves d’ostra vermella i d’escopinya Més gran: 1,7 x 0,9 x 0,6 cm

132. Denes

Pinyol de cirera silvestre 0,6 X 0,4 cm

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resumen

Resumen

Situación e historia de las excavaciones El poblado neolítico de la Draga se sitúa en la orilla oriental del lago de Banyoles (Girona) a 170 m snm. Actualmente una zona del yacimiento está cubierta por las aguas del lago, mientras que la mayor parte del mismo se halla emergida.

La excavación de la Draga empezó en abril de 1990 como una intervención de urgencia, coor-dinada desde el Museu Arqueològic Comarcal de Banyoles (MACB) y con la colaboración del Departament de Cultura de la Generalitat de Ca-talunya (Servei d’Arqueología) y del Museu d’Ar-queologia de Catalunya - Centre d’Ard’Ar-queologia Subaquàtica de Catalunya (CASC). La primera etapa de las excavaciones se llevó a cabo entre los años 1991-2005, siendo su dirección asu-mida por Àngel Bosch, Julia Chinchilla y Josep Tarrús, del MACB. Entre los años 1991-1995 se llevó a cabo la primera intervención en un sector de 328 m2, situado en la parte el Sureste del yacimiento, en la zona emergida. Entre 1994 y 2005 se excavaron 310 m2 en el sector suba-cuático gracias a la participación de Xavier Nie-to, entonces director del CASC, y de personal técnico vinculado al CASC. Las campañas de 1997-2005 se centraron de nuevo en la parte emergida, en la zona noroeste del yacimiento, en un área de 132 m2.

A partir del año 2008 y hasta la fecha se han reanudado los trabajos con un nuevo proyecto codirigido por Antoni Palomo y Ramon Buxó (MAC), Raquel Piqué y Maria Saña (UAB), Àngel Bosch, Julia Chinchilla y Josep Tarrús (MACB) y Xavier Terradas (CSIC-IMF). También se ha continuado contando con la colaboración de personal científico y técnico del CASC (Gus-tau Vivar, Rut Geli, Cati Aguer), tanto en lo que respecta a tareas de excavación o prospección subacuática como en lo que concierne a la res-tauración de los objetos y pilares de madera recuperados en el yacimiento. A lo largo de estos años los trabajos se han vuelto a centrar

en la parte terrestre, mediante la excavación de 189 m2 en dos nuevos sectores adyacentes a los excavados en las campañas anteriores. De este modo, entre los años 1990 y 2017 se han excavado un total de 959 m2, que representan entre un 5 y un 7% de la superficie total, esti-mada en una extensión que abarcaría entre los 15.000 y 20.000 m2.

Cronología

Dadas las características cambiantes del entor-no natural así como los procesos naturales y so-ciales que afectaron a la dinámica de formación del yacimiento, la secuencia estratigráfica de la Draga es compleja. La dinámica de ocupación del sector colindante a la orilla del lago se carac-teriza por un desplazamiento de las actividades que allí tuvieron lugar, dentro de un espacio limi-tado. Es decir, en el momento del abandono de una cabaña se construyó otra a cierta distancia de los escombros. Los análisis cronométricos son por tanto fundamentales para entender esta dinámica y la relación de las distintas áreas de actividad. Durante las campañas de excavación realizadas desde el año 1991 se han recogido numerosos restos orgánicos para proceder a su datación absoluta mediante el método del C14.

Las dataciones realizadas sobre muestras de vida corta (organismos que han vivido menos de diez años, como restos óseos, semillas y made-ra) mediante el método AMS (Accelerator Mass Spectrometry) han proporcionado veintiocho fechas.

Los resultados de las dataciones se han tratado con el programa OxCal para obtener los interva-los de probabilidad calibrados en años antes de Cristo utilizando la curva IntCal13. En la repre-sentación gráfica de los intervalos de probabili-dad se puede observar un patrón continuo que permite plantear que la Draga fue ocupada de forma ininterrumpida durante un periodo de más de trescientos años, entre los años 5361-5223

cal aC y 5000-4796 cal aC. Si bien se pueden diferenciar dos momentos de construcción de las estructuras por su superposición, las data-ciones obtenidas muestran cómo la sucesión de estos eventos constructivos no implicó el aban-dono del poblado. Sin embargo, las dataciones ayudan a precisar los intervalos temporales en los que se desarrollaron las dos posibles fases de ocupación de la Draga. Estos resultados confirman que el periodo de ocupación de la Draga fue largo y que los espacios construidos fueron reutilizados después de un período de deterioro y descomposición, sin que ello impli-cara el abandono del poblado.

Según los datos cronométricos, el yacimiento de la Draga corresponde a uno de los primeros poblados de comunidades campesinas asen-tadas en el noreste de la Península Ibérica. El estilo de alfarería documentado en el sitio per-mite atribuir dicho yacimiento a la cultura cardial impresa.

Estratigrafía de un yacimiento lacustre La naturaleza de los distintos sectores excava-dos y de sus hallazgos viene determinada por la relación que se establece entre los restos de las ocupaciones humanas y la cota alcanzada por el nivel freático de las aguas subterráneas y la superficie del lago. Esta relación ha condicio-nado el estado de conservación de los restos orgánicos en los distintos sectores intervenidos a lo largo del yacimiento, que hemos denomina-do como A, B y C:

Sector A. Se halla en la zona emergida y co-rresponde al sector más alejado de las aguas del lago, ubicado en el sureste del yacimiento.

El nivel freático se encuentra por debajo de los niveles arqueológicos por lo que no se ha con-servado materia orgánica, a excepción de los extremos de los postes hincados en el subsue-lo, muy por debajo de los niveles de ocupación humana.

Sector B. Localizado en la zona central del ya-cimiento. Pese a estar en la zona emergida, el nivel freático se sitúa por encima de los niveles arqueológicos, lo que ha permitido que la ma-teria orgánica presente un estado de conser-vación excelente. La excaconser-vación de este sector ha permitido documentar dos horizontes bien diferenciados. Por un lado, los niveles que apa-recen por encima de un pavimento construido con losas de travertino, correspondientes al úl-timo momento de la ocupación neolítica, en los que no se ha conservado la materia orgánica.

Por otro, los niveles que aparecen por debajo de esta superficie enlosada y que han perma-necido cubiertos por las aguas del nivel freático, favoreciendo la conservación de los restos de naturaleza orgánica.

Sector C. Corresponde a la parte subacuática del yacimiento, cuyos restos están permanen-temente cubiertos por las aguas del lago posi-bilitando una conservación óptima de la materia orgánica. En esta zona, los dos niveles arqueo-lógicos detectados en otros sectores aparecen por debajo de una secuencia estratigráfica de aproximadamente 175 cm de potencia, caracte-rizada por la alternancia de estratos travertínicos y arenas carbonatadas.

Metodología de excavación y de registro La conservación de la materia orgánica en un entorno anaeróbico y saturado de agua, junto con la fragilidad de este tipo de restos han he-cho necesario implementar métodos de trabajo de campo, recuperación, análisis y conservación específicos, adaptados a las particularidades de cada una de las tres zonas del yacimiento: su-bacuática (sector C), cubierta por el nivel freático (sector B) y emergida y desecada mayoritaria-mente (sector A). El principal reto ha sido man-tener el área de excavación libre de agua y a la vez mantener la humedad que asegure la buena conservación de los restos de madera y otros

restos orgánicos. En los primeros años de la in-tervención arqueológica, la zona de excavación se drenaba mediante el uso de potentes moto-bombas (well point) que succionaban el agua del subsuelo. Desde el año 2003 se utiliza una bomba de drenaje eléctrica, que extrae el agua acumulada en un pozo perforado en una zona colindante ya excavada. En lo que respecta al sector subacuatico se han aplicado los métodos propios de este tipo de intervención.

En ambos entornos se ha realizado una exca-vación en extensión utilizando como unidad mínima de registro la unidad estratigráfica. Los materiales se recuperan como objetos indivi-dualizados, georeferenciándolos ya sea con sus coordenadas (cartesianas o UTM según la cam-paña) o dentro de la unidad, cuadrícula y nivel.

En las campañas recientes se ha utilizado una estación total de topografía para geolocalizar los restos y hemos recurrido a técnicas fotogramé-tricas (uso combinado de fotografías digitales georeferenciadas) para elaborar plantas de los suelos de ocupación y otras evidencias arqueo-lógicas.

Se han aplicado protocolos de muestreo siste-mático de sedimento para la recuperación de restos bioarqueológicos por metro cuadrado y unidad arqueológica. También se han tomado muestras puntuales en contextos discriminados y en algunos instrumentos y contenedores. Las muestras son principalmente sometidas a flota-ción y/o tratadas en el laboratorio por washover, mientras que el resto del sedimento ha sido ta-mizado en su totalidad con agua. Una vez fina-lizada la excavación se han extraído muestras de los perfiles remanentes para llevar a cabo un análisis interdisciplinario de la microestratigrafía.

El desarrollo de las tecnologías digitales y méto-dos cuantitativos, y su aplicación en la investi-gación arqueológica, ha impulsado desde el año 2010 la construcción de un entorno informático que contiene distintos recursos que integran

toda la documentación. El registro alfanuméri-co alfanuméri-consiste en fichas digitales en las bases de datos relacionales (MSAccess y MySQL) que recogen la información formalizada relaciona-da a los diferentes aspectos físicos. El registro gráfico contiene dibujos manuales o asistidos por ordenador de plantas, secciones y de obje-tos. El registro topográfico, o espacial, también formalizado en una base de datos, cuenta con coordenadas UTM de todos los elementos, res-tos y muestras.

Difícil de conservar

Una de las características más destacables del yacimiento de la Draga radica en la exce-lente preservación de maderas, y en general otros restos vegetales y orgánicos, cuya con-servación ha supuesto un reto. Las maderas arqueológicas sumergidas durante milenios y saturadas de agua han ido perdiendo una parte muy importante de sus componentes (celulosa y hemicelulosa) por hidrólisis, ocasionando que sus propiedades físicas y químicas hayan va-riado considerablemente. Como resultado las maderas adquieren una consistencia blanda y esponjosa, sin resistencia mecánica, por lo que al secarse se vuelven muy frágiles. Por ello, las medidas de conservación preventiva durante la excavación en la Draga básicamente se centran en evitar el secado de las maderas y otras fibras vegetales. En cambio, en lo que respecta a los restos cerámicos, huesos y líticos, estos son sometidos a un proceso controlado de secado.

Los primeros objetos de madera descubiertos en la Draga fueron tratados en el laboratorio de restauración del Museo Cantonale d’Arché-ologie de Neuchâtel (Suiza), y desde el año 1998 en el laboratorio del Centre d’Arqueologia Su-baquàtica de Catalunya (CASC) en Girona. El método seguido en ambos centros ha sido el de la liofilización, aplicando una metodología si-milar de trabajo. El secado por liofilización es un

Resumen

procedimiento que se practica desde los años setenta en los laboratorios de restauración euro-peos y se basa en la acción combinada del frío y el vacío. En primer lugar, el agua se transforma en hielo y luego se sublima por transformación directa del estado sólido al gaseoso, sin pasar por el estado líquido. Antes de ser congelados los objetos se sumergen dentro de una cera hi-drosoluble (PEG), que actúa como crioprotec-tor y consolidante. La fase de secado se realiza dentro de la cámara del liofilizador y se da por finalizada cuando la medida de la presión se mantiene estable.

Una vez tratadas, las medidas de conserva-ción preventiva para las maderas de la Draga se basan en el mantenimiento de los factores medioambientales dentro de los parámetros de una temperatura constante entre los 18 y 20ºC, una humedad relativa en torno al 50-55% y una iluminación inferior a los 50lx.

El paisaje vegetal

El análisis de polen y macrorestos vegetales recuperados en la Draga y en distintos puntos del lago de Banyoles ha permitido reconstruir el paisaje que habría existido durante el Neolítico.

De acuerdo a los datos obtenidos, hace 7300 años una comunidad campesina se estableció en una orilla del lago de Banyoles. El entorno ve-getal estaba constituido por un paisaje boscoso denso, en cuyo entorno más cercano alterna-ban plantas higrófitas como ciperáceas, boga/

enea, juncos, menta acuática, y un bosque de ribera constituido por fresnos, sauces, olmos y alisos, además de chopos, saúco, laurel y vid sil-vestre. Sin embargo, el componente mayoritario del paisaje era el robledal, los bosques de cadu-cifolios, con un predominio del roble (Quercus caducifolios, principalmente roble pubescente y roble carballo) y la presencia de avellano, tilo, pinos en los claros, tejo en zonas de umbría y boj en el sotobosque. También se habrían

de-sarrollado bosques de coníferas (pinos y abetos) en las montañas circundantes y a nivel regional se podrían encontrar áreas con la presencia del encinar con encina, coscoja, acebuche, aladier-no, brezos y jaras.

Coincidiendo con el asentamiento neolítico de la Draga se documenta un fuerte descenso de los valores de polen de roble, tanto en el registro del yacimiento como en los sedimentos natu-rales del borde del lago. Estos cambios signi-ficativos en la vegetación serían resultado de la explotación humana del bosque durante el Neo-lítico para el abastecimiento de leña y material de construcción. Miles de troncos de roble se talaron para construir las viviendas. Asimismo, robles, laureles y bojes fueron los combustibles empleados con mayor intensidad.

En definitiva, la adopción de un modo de vida basado en la agricultura y la ganadería tuvo un fuerte impacto en la relación establecida entre los grupos humanos y su entorno, lo que se materializó en un proceso progresivo de trans-formación del medio que explica cómo se ha configurado el paisaje actual.

La despensa doméstica y silvestre

El entorno de la Draga ofrecía muchos recursos silvestres, animales y vegetales, para comple-mentar la dieta de sus habitantes. La pesca, caza y recolección podían constituir un comple-mento importante al alicomple-mento suministrado por los animales y plantas domésticas en determi-nadas épocas del año, además de proporcionar diversas materias primas. Los requerimientos ambientales de las diversas especies documen-tadas demuestran que los ambientes frecuen-tados eran muy diversificados, aprovechando tanto los recursos del entorno lacustre, las áreas más boscosas o escarpadas de relieves monta-ñoso, como los ecosistemas litorales.

Se han documentado más de 20 plantas silves-tres con semillas y frutos aprovechables como

recurso o medicina. Los frutos comestibles me-jor representados en el registro son la endrina, la avellana y la bellota, así como la uva silvestre, documentándose también la mora y la manzana silvestre.

La pesca está documentada únicamente por la presencia de restos de bagre, barbo de monta-ña y anguila. Dentro del entorno lacustre, tam-bién hay evidencias de consumo de tortuga, de la que probablemente se aprovechaba también el caparazón como recipiente o contenedor. En cambio, entre las aves, fue consumida una ma-yor diversidad de especies: porrón pardo, po-rrón de ojos amarillos, perdiz, codorniz arenisca, focha, becada y paloma. Aunque en la actua-lidad la Draga se encuentra aproximadamente a unos 35km de la costa, también se han re-cuperado restos de moluscos marinos como el mejillón, la ostra roja y el almejón de sangre. Sin embargo los mamíferos constituyen sin duda el recurso silvestre que mayor cantidad de alimen-to suministró, siendo el uro, el ciervo, el jabalí, el corzo y la cabra montesa las especies cazadas con mayor frecuencia.

La comunidad de la Draga cultivaba diversas especies de cereales y, probablemente, legu-minosas, además de la adormidera. Entre los cereales, destaca el trigo desnudo y, en menor medida, la cebada vestida. También se han en-contrado cereales vestidos, como el farro y la escanda. Sabemos que los campos de cultivo eran pequeños y que se trabajaban a mano con palos cavadores, además de practicar una es-carda muy intensiva de los campos, ya que no encontramos prácticamente malas hierbas entre los restos de cereales recuperados en el yaci-miento. El cereal era objeto de una siega alta, dejando buena parte de los tallos en los campos de cultivo, donde pastaba posteriormente el ga-nado. En cuanto a las leguminosas, su cultivo no se ha podido documentar en el grado que sería deseable, un caso totalmente contrario al

de la adormidera, que aparece en casi todas las muestras analizadas del sector B, ocasional-mente en grandes cantidades. La adormidera se podría aprovechar para obtener aceite, pero no podemos evitar también sugerir que sus cápsulas podrían haber sido procesadas para obtener algún producto medicinal o incluso con propiedades psicotrópicas.

Frente a la amplia diversidad de especies de ani-males silvestres documentadas en el yacimiento de la Draga, las domésticas se reducen a cinco (cerdo, vaca, cabra, oveja y perro). Sin embargo, las domésticas ostentaban un mayor aporte a la subsistencia puesto que representaban más del 97% de los restos de fauna recuperados en las excavaciones arqueológicas. Se practicaba una ganadería mixta, en la que se combinaban rebaños de las cuatro especies. De estas espe-cies se obtenía principalmente carne y en menor medida materias primas. Entre cabras y vacas se documenta una matanza importante de indi-viduos infantiles, característica que se puede re-lacionar con el aprovechamiento de la leche de las hembras. Algunos huesos de la parte distal de las extremidades de los bóvidos domésticos presentan patologías que permiten suponer el aprovechamiento de su fuerza en tareas de car-ga o transporte, posiblemente de los troncos de madera necesarios para la construcción de las cabañas. Cierra la relación de especies domés-ticas el perro, que probablemente se utilizaba en tareas de protección, de guardia de los rebaños domésticos y como ayuda en la caza.

Los fundamentos de nuestra cocina La gran cantidad y diversidad de restos recupe-rados en la Draga ha permitido estudiar la ali-mentación desde una perspectiva global, desde el inicio del proceso que correspondería a la ob-tención de los productos (o alimentos) hasta su consumo, que sería la última fase. A través del estudio de las herramientas de madera, de los

restos de alimentos y de los utensilios de pie-dra, se han podido reconocer diferentes fases de este proceso, como podría ser la recolección de frutos silvestres, la molienda de los cereales o el cocinado de la carne y otros subproductos de origen animal obtenidos a partir de la caza y del ganado que se criaba en el poblado.

La dieta era variada, consumían productos de naturaleza doméstica y silvestre, aunque el peso de la alimentación recaía principalmente sobre los recursos domésticos. El proceso de

La dieta era variada, consumían productos de naturaleza doméstica y silvestre, aunque el peso de la alimentación recaía principalmente sobre los recursos domésticos. El proceso de

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