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Conceptualización historizada y plural [las juventudes]

Otro imaginario, que se verifica en una perspectiva de investigación social sobre lo juvenil en Chile, se construye en torno a unas producciones conceptuales que avanzan en contraposición a las perspectivas conservadoras y adultocéntricas anteriores. Se va desplegando una propuesta de conceptualización del ser joven, la juventud y lo juvenil, ya no como un proceso natural definido por el tipo de desarrollo psicobiológico del joven, ni como una cuestión universal, sino como un proceso cuyas características más significativas están dadas por la inscripción social, política, económica y cultural de experiencias, en que cada formación socio-histórica define como juventud y lo juvenil. De esta forma, cuestiones como la clase social de pertenencia, el género, el origen racial, la localización territorial, la adscripción (sub o contra) cultural, entre otros, tienen un peso significativo en su conformación de identidad y en sus experiencias como jóvenes (Cottet &

Galván, 1994; Krauskopf, 2004; Sandoval, 2003; Undiks, 1990; Weinstein, 1994).

Esta perspectiva, que denomino “construcción social de juventud”, se sostiene sobre dos características centrales: por una parte la historización –como superación de la naturalización- que evidencian unas identidades juveniles construidas en su inscripción histórica en formaciones sociales específicas que caracterizan a las y los jóvenes, así como los imaginarios juveniles; y por otra, porque en su producción otorgan visibilidad y legitimidad a los aportes que estos actores van produciendo en su tiempo de juventud. Vale decir, ya no como sujetos pasivos, sino como actores que pueden aportar en la transformación de su sociedad.

Sin embargo, este último aspecto específico ha llevado a que algunas de esas producciones investigativas reproduzcan miradas esencialistas sobre jóvenes como portadores del cambio social, lo que también se fue transformado en objeto de las polémicas que han acompañado estas elaboraciones (Duarte, 2005b). Una

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característica que ha ayudado a enfrentar esta mirada mesiánica sobre lo juvenil, ha sido el reconocimiento de la diversidad como condición constituyente de lo juvenil, así como si se le concibe como modo de vida. En cualquiera de estos sentidos, y otros que puedan agregarse, se trata de unas formas diferenciadas que al ser evidenciadas y legitimadas permiten producir analíticamente pluralidad en estos imaginarios juveniles. Esto trajo como consecuencia, por ejemplo, que se pluralizara el lenguaje con el cual se les refiere –de juventud a juventudes-, y ha implicado un conjunto de desafíos epistemológicos en que ya no basta con pasar de una sintaxis singular a una plural, sino de incorporar herramientas teóricas, políticas y de método que permitan evidenciar esa pluralidad (Bourdieu, 1990;

Duarte, 2001; Feixa, 1998).

Originalmente consideraba, en mi concepción, a la perspectiva de construcción social de juventud como una unidad alternativa al paradigma adultocéntrico, compuesta en su interior por la perspectiva culturalista y la perspectiva generacional (Duarte, 2005b); los resultados de la presente investigación han implicado la agregación de la perspectiva de trayectorias juveniles.

En mi caso específico, he venido aportando en el despliegue de una perspectiva de producción de conocimiento en la investigación social sobre lo juvenil, que propone mirar lo social desde la existencia o ausencia de relaciones entre generaciones y de las características que ese tipo de relaciones asume. Esta perspectiva se asienta sobre las ideas de la construcción social de juventud, pero va más allá, al proponer la cuestión generacional como eje del análisis.

A mi juicio, esta perspectiva otorga un rendimiento interesante, toda vez que permite leer lo social desde lo juvenil en perspectiva generacional y desde ahí observar lo social también desde otros actores sociales adultos y adultas, niños y niñas, etc. Se trata de una perspectiva incipiente en su sistematización y sistematicidad, lo que plantea la necesidad teórico-política de profundizar en su desarrollo para consolidarlo como una propuesta analítica en este campo de estudios. Es parte de los propósitos de esta investigación, indagar en el rendimiento heurístico de estas perspectivas para constituirse en alternativas al adultocentrismo.

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Además, como se puede observar, en este devenir se ha trasladado la producción investigativa desde la invisibilización y las concepciones homogeneizantes y universalistas, hacia elaboraciones que se fundan en nociones de juventud como construcción social. Desde aquí construimos dos hipótesis que orientan esta investigación, una que plantea que esta traslación no ha implicado la superación de las primeras concepciones señaladas, sino que las más recientes –de construcción social y de generaciones-, han venido a coexistir con las anteriores.

Otra hipótesis plantea que estas perspectivas no necesariamente han puesto en debate las bases epistemológicas del adultocentrismo, sino que en algunos casos no le han considerado como referencia analítica y en otros se le ha terminado reforzando. Esta posible no consideración de lo adultocéntrico como sistema de dominio en lo contextual, y como matriz de análisis en lo investigativo, es parte de mis inquietudes intelectuales, que han dado forma al objeto de esta investigación de Tesis.

Tal como para el caso de las teorías de género ha sido relevante la identificación del carácter estructural del dominio patriarcal (Montecino & Rebolledo, 1996;

Stolcke, 1996), para los estudios sobre lo juvenil, planteo la relevancia del develamiento del carácter del dominio adultocéntrico en nuestra sociedad.

Sostendré en esta investigación que concibo este adultocentrismo como una categoría con al menos una doble acepción: como una estructura de dominación de carácter sistémico y concatenada con otros modos de dominio –clasismo capitalista, racismo, patriarcado-, y como un paradigma que remite a un y a una matriz sociocultural que incide en la construcción de imaginarios (Duarte, 2012).

Al mismo tiempo plantearé que sobre él no ha existido un despliegue conceptual que permita su uso a modo de conjunto de explicaciones posibles aceptadas en la comunidad científica (Kuhn, 1971). Se trata más bien de una noción que no ha logrado ser asida y debatida en profundidad, y no produce consenso entre quienes realizan estudios de juventud. Sin embargo, para mí sí permitiría, por una parte, dar cuenta de las condiciones de dominio en que se debaten los diversos sujetos sociales en sus relaciones, que para el caso de jóvenes se expresan en un conjunto de asimetrías impuestas, y en el mismo movimiento podría permitir la

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producción de perspectivas de análisis alternativas a las de tipo clásico que predominaron en la producción investigativa sobre lo juvenil en Chile4.

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