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2 .Matemáticas y déficit auditivo

2.3 Los aprendizajes geométricos

Si el número de trabajos de investigación sobre la enseñanza y aprendizaje de las matemáticas con alumnos sordos son en general bastante escasos, en el caso de la geometría aún son más reducidos. Este hecho puede ser debido a varias razones, pero quizás se deba primordialmente a la importancia que en la vida práctica se

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otorga al cálculo y a los problemas aritméticos sobre las habilidades de carácter geométrico.

Rosich (1993) realizó una investigación sobre el conocimiento y las habilidades geométricas, que tienen los sordos profundos, sobre cuestiones de léxico geométrico y algunos de estos conceptos relacionados con el lenguaje escrito.

La población estaba formada por 23 alumnos sordos profundos integrados en escuelas ordinarias, con edades comprendidas entre los 12 y los 17 años.

Se elaboraron tres pruebas. La primera de ellas tenía por objetivo conocer cuales eran las palabras básicas geométricas que sabían los alumnos sordos y si las relacionaban con la forma de los objetos de su entorno. La prueba constaba de dos partes: en la primera se les pedía que dibujaran al lado de cada palabra la figura que correspondiera (ocho figuras bidimensionales y seis tridimensionales) y en la segunda parte de la prueba, se trataba de relacionar los cuerpos geométricos con objetos del mundo real.

La segunda prueba también constaba de dos partes: en la primera se les pedía a los estudiantes que explicasen por escrito que es un triángulo isósceles y un rombo y, en la segunda parte, se les pedía su reconocimiento. Para realizar el reconocimiento se les proporcionaba un conjunto de triángulos de varios tipos, y en el caso del rombo, el conjunto estaba formado por varios cuadriláteros, todos ellos colocados en distintas posiciones. El objetivo de esta prueba fue constatar la explicación que ellos daban y las correspondientes representaciones.

La tercer prueba era manipulativa y se utilizó un tangram simplificado (formado por tres piezas: un cuadrado y dos triángulos isósceles iguales). Se les pedía a los alumnos que construyeran: un cuadrado (solamente con los dos triángulos), un paralelogramo y un trapecio isósceles (con las tres piezas). En esta prueba se valora el conocimiento del léxico geométrico eliminando los problemas de representación que presenta el dibujo y contrastar algunos resultados con la

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primera de las pruebas. También en este ítem se valoraba- el grado de dificultad que tenían los alumnos en la construcción de la figura y reflexión en la construcción.

Al comparar los resultados que obtuvieron los estudiantes sordos con los de sus compañeros oyentes en la prueba de expresión gráfica en el papel de las figuras bidimensionales se constató que eran muy parecidos, puesto que las que mejor sabían representar eran los triángulos (el más representado fue el equilátero), los cuadrados, rombos y los rectángulos con ligero porcentaje a favor de los oyentes.

También coincidieron los resultados en las figuras que menos supieron representar: trapecios, pentágonos y octógonos, manteniéndose los porcentajes a favor de los estudiantes oyentes.

En cambio, las diferencias más acusadas se dieron en la representación gráfica de cuerpos geométricos, puesto que los alumnos sordos en conjunto estaban por debajo de los resultados obtenidos por los oyentes. En la asociación de estas figuras con objetos del entorno, menos de la mitad de los sordos dieron respuesta a la pregunta, pero los que sí lo hicieron lo resolvieron correctamente. Por los resultados obtenidos parece que la minoría de adolescentes sordos que contestaron realizaron un aprendizaje que ha estado más en contacto con la realidad.

En la prueba de la definición de los triángulos isósceles, el hecho más significativo fue que, casi la mitad de los sordos no respondieron a la pregunta, en cambio la mayoría si realizaron el reconocimiento. Una explicación posible, según la autora, es que la mayoría no están acostumbrados a resolver este tipo de pruebas y no saben como han de hacerlo. En cambio, la mayoría de oyentes responde a la pregunta pero cometiendo muchos errores.

En la definición del rombo la mayoría de sordos y oyentes tampoco responden a la pregunta, aunque hay tres niños sordos que si lo hacen y de forma correcta. Esto es debido a que estos mismos niños sordos son los que resuelven correctamente las pruebas de léxico y poseen un conocimiento más alto de lenguaje en general

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que los otros sordos. Una posible explicación de porque los oyentes cometen más errores que los sordos en esta prueba es que, aunque tienen más conocimiento del léxico y son más hábiles en lenguaje en general, este hecho por si sólo no los capacita para la comprensión de los conceptos, dado que es importante el trabajo manipulative y las actividades que les hagan reflexionar sobre las propiedades de las figuras geométricas, siendo poco el trabajo en este sentido el que realizan estos alumnos.

Los resultados más destacados de la tercera prueba ponen de relieve que los grupos de edades inferiores de los adolescentes sordos, necesitaban más tiempo para la construcción de las figuras geométricas y realizaban más intentos que los oyentes, pero en las edades superiores los resultados se aproximaban.

En resumen, se puede destacar: 1. La existencia de acusadas diferencias en la representación de cuerpos geométricos entre sordos y oyentes; 2. Las dificultades mostradas por el alumnado sordo en tareas de asociación de figuras geométricas con objetos del entorno; 3. La dificultad del alumnado sordo en definir una figura pero, en cambio, si se reconoce y, 4. El tiempo requerido para la construcción de figuras y los intentos realizados dependen de la edad más que de si los alumnos son sordos u oyentes.