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TRILLADORA DE VAPOR CONSTRUIDA EN ESPAÑA

Dans le document Quesada Madrid, consistente (Page 112-115)

Un constructor muy conocido en Sevilla, D.JoséDuarte, que se dedica de muy atrás á la maquinaria agrícola, fué el primero que por sus buenas relacionescon la familia Vázquez, importadora en

aquella localidad yprovincia de casi todos los adelantos agrícolas

que se han hecho, tuvoocasión de estudiarmecánicamente,para ha¬

cerlas reparaciones necesarias, las primeras máquinas de trillar al

vapor que vinieron á España. Débese quizás también á indicaciones

del Sr. Duarte, trasmitidas á los fabricantes ingleses por medio de

sus dueños, más de una de las reformas que sucesivamente han ido experimentando,hastallegar á su actualperfección, enla cualpoco ó nada dejan que desear. Tanto llegaron el Sr, Duarte y sus opera¬

rios áfamiliarizarse en las composturas con lasdifícilesy complica¬

dasmáquinas de trillar al vapor, que vinieron en deseos decons¬

truirlas. Elpasado añó pudimos ya dar cuenta de que el fabricante

de Sevilla á que nosreferimos, habíaentregado laprimera máquina

de la especie construida en España ásatisfacción del comprador; la segunda construida en aquel taller, acaba desometerseá las prue¬

bas necesarias; y aun cuando ensayada fuera de época de trillary duranteun espacio de tiempo demasiado corto para afinar todo lo

necesario, el resultado ha sidocompletamente satisfactorio, teniendo

en cuenta que la mies de este año, seencuentra en estado poco á propósito para sertrillada á máquina. La prueba sehizo en presen¬

cia de varios constructores mecánicos de Sevilla, y de muchos la¬

bradores competentes, por tener experiencia propia en la trilla al

vapor. Entre otros, qstaba el Sr. D.José Vázquez, comprador de la primera máquina del Sr. Duarte,quien tuvo ocasión de decir quela seguía usando con excelentes resultados, lo cual fué sin duda de muy buen efecto, paraelexamen de la que se tenía delante;pues es

como si dijéramos el certificado de solidez y duración que daba el Sr. Vázquez.

716 GACETA AGRÍCOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO

Las cuestiones que se examinaron con ocasión de esta prueba

fueron las que más importan enlas máquinas de trillar al vapor: la

una, eltanto por ciento de grano partido que resulta en el trabajo mecánico, y la otra, la cantidad de grano que se escapa enla paja.

Bajo los dospuntosde vista, el trabajo hecho resultó muy favo¬

rable en la que seensayaba; y por tanto, lamáquina está dentro de

las condiciones completamente aceptables. Durante la reunión de

personastan idóneas, se hicieron oportunas observaciones referen¬

tes á lastrilladoras; y entre otros, uno de gran práctica que lleva

diez,ó doce años demanejar estas trilladoras, dijo que era inconve¬

niente empeñarseen hacerque las trilladoras hagan mástrabajo de aquel que puedan practicar de un modo natural; y esta cantidad prudencial, aquel agricultor la fija en 50 carretadas de mies diarias.

Naturalmente esta cifra,como todas las que suministran los prác¬

ticos, tiene ese carácter de vaguedad que le dan esas unidades re¬

gionales, locales, yá veces hasta individuales; pues es bastante di¬

fícil comparar una carretada de una finca con la de otra,y aun den¬

tro de la misma finca el rendimiento de una carretada de un año

con la de otro. Por lo tanto, lo que aquí se llama 50 carretadas, puede serentre lOO y 150 hectolitros,y aun tal vez éstos no sean los extremos mínimos y máximos.

Volviendo á lamáquinas construida por el Sr. Duarte, debemos

decir que su aspiración ha sido reunir en ella todos los perfecciona¬

mientos, y por otro lado aumentarla solidez aun comparándola á

las inglesas; parece que lo ha conseguido, y según los inteligentes,

nada dejaque desear, por másque hubo algún agricultorque acon¬

sejó que se le agregara unelevador de raspa, con el cual se garan tiza por completo al labrador de que aun cuando no esté la mies

muy seca, no llevengrano alguno las espigas.

No entranunca en nuestro cálculo adular á los industriales, por

creer que con esto se les hace más daño que provecho. Que un in¬

dustrial tan hábil y tanpráctico comoel Sr. Duarte, y enun taller

tan bien montado para ello como el suyo, construya una buena tri¬

lladora para ser movida al vapor, no tiene nada de particular; lo

difícil es hacerlo en condiciones industriales, esto es, hacerlas ápre¬

cio de ganar, pues ninguna esperanzahay de que se construyan

de

un modoregular trilladoras ni otras máquinasenEspaña, sinocuan¬

do entre lo que cuesteny el precio á que puedan venderse, haya

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una diferencia que produzca interés en construirlas. ¿Hallegado á

esto el Sr. Duarte? No lo creemos. ¿Llegará? Estamos seguros de

quesí, si tiene constancia. El Sr. Duarte tiene que luchar con un arancel para máquinas agrícolas, que las admite prácticamente li¬

bres de derecho; y con un arancel tan absurdo, que recargacon un derecho muy fuerte al hierro extranjero, que es lo que mantiene subido el precio del español. La lucha es, por tanto, muy difícil,

pues lacuestión se reduce áesto:

Enuna máquina de trillar que vale próxiníamente 34.000 rs., sólo hayunos 7.000 rs. que representan los derechos,los gastos de importacióny la comisión de agentes. A la larga no dudamos que

se llegue á luchar, pero por ahora, mientras cada fábrica inglesa construya máquinas por centenares en cada año, y las nuestras construyan una ó dos, son muy pocas las esperanzas que hay de competir en costo. Cualquier industrial sabe la diferenciaque se en¬

cuentra de repetir mucho un mismo modelo, á hacer una ó dos

piezas de cada clase al año. El empeño de un industrial en España

de competircon la industria inglesa sin colocarse en condiciones análogas, tememos sean esfuerzosvanos; y raucamentelo decimos, desconfiamos que el Sr. Duarte ni nadie llegue á hacer trilladoras

comolas inglesas á precio deganar, sin montarse,parahacerlas tan

en grande, que sea dudoso si encontrarán salida para ellas. Masno

es sólo construir muy alpor mayor, lo que puede hacer que lain¬

dustria española compita con lainglesa en lastrilladoras; tieneade¬

más el i'ecurso de hacer trilladoras que por el modo de usarlas y por el carácter de su construcción, resulten mejor adaptadas aluso de España que las que se importen. No aprobamos que se quiera copiar á las trilladoras inglesas por completo; y nos proponemos llamar la atención de algunas variantes bastante indicadas.

Ante todo no vemos que sea de absoluta necesidad paratodos

los casos de Andalucía la trilladora movible; y nos seduce la idea

de unatrilladoramontada en un edificio fijo, sin tanta tabla, ni nin¬

guna de las complicaciones que tiene la trilladora para hacerlas operacionesen el reducido espacio queofrece una especie de galera

ambulante. ¿Por qué no había de ser un tallercito de ladrillo ó pie¬

dra en todo lo necesario, que pudiera ir en parte enterrado parafa¬

cilitarla alimentación, y tomándose todo el espacio precisopara que laverdadera parte de maquinaria funcionara lo más fácilmente

Y18 GACETA AGRÍCOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO

posible? ¡Cuántas y cuántas

trilladoras hay

que no se mueven

de

unsitio en todo el año! y ¿cuántas y cuántas reparaciones difíciles

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