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Las organizaciones de mujeres: diversidad, empoderamiento y liderazgo Durante las entrevistas realizadas, se han podido constatar distintos estigmas y violencias

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5. Resultados de la investigación

5.1. Las narraciones de las mujeres víctimas-supervivientes

5.1.3. Las organizaciones de mujeres: diversidad, empoderamiento y liderazgo Durante las entrevistas realizadas, se han podido constatar distintos estigmas y violencias

que recaen en las mujeres por sus múltiples identidades. Por ejemplo, por el hecho de ser indígena o mujer rural. La clase, el género y la raza configuran distintas discriminaciones en el marco del conflicto armado (Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013, p.49). Luz Ángela Yate, gobernadora del resguardo indígena de Chenche Balsillas, explica que muchas mujeres indígenas de su comunidad fueron víctimas de violaciones sexuales (Entrevista a Luz Ángela Yate). A su vez, Heidi Johanna Rojas por ser campesina tiene menos oportunidades de autonomía que una mujer en la ciudad. Durante su entrevista, explica que las opciones

para una mujer eran jornalear por un sueldo inferior al de un hombre, cocinar para los trabajadores en las enramadas o tener marido y crear un hogar (Entrevista a Heidi Johanna Rojas).

5.1.3.1. Maternidad

La condición de madres también ha comportado múltiples violencias a las mujeres entrevistadas (Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013, p. 302). Además de sufrir el conflicto como individuos, también lo sufren por sus hijos. En palabras de Leonoricel Villamil, que perdió diversos familiares durante la guerra: “La que sufre es una madre. Esa es la que vive un conflicto, la que vive una guerra y por toda la vida tiene una marca” (Entrevista a Leonoricel Villamil).

A pesar de que ha sido un enfoque criticado por reforzar roles patriarcales, la maternidad puede actuar también como un elemento de resistencia (Cockburn, 2007, pp. 209-210 en Villellas, 2010, p. 21). Ser madre funciona como elemento cohesionador entre las mujeres del territorio colombiano. Aunque no se conozcan y presenten particularidades que las oprimen de distinto modo, la maternidad es uno de los puntos de confluencia entre todas las mujeres. El sentimiento de resistencia de Leo por sus hijos es el mismo que Heidi o Luz Ángela. Las madres víctimas-supervivientes han soportado mucho para sostener a su familia y para que sus hijos e hijas tengan un futuro mejor. Heidi explica que ellos son su motivación para luchar: “hay que seguir, esto lo hago por mis hijos para un mejor futuro, yo sé que puedo” (Entrevista a Heidi Johanna Rojas). Luz Ángela también resaltó la voluntad de cambio para las siguientes generaciones: “Hay que buscar la forma de que estos niños tengan y se les hagan valer sus derechos. Porque todos tenemos unos derechos y a veces son vulnerados" (Entrevista a Luz Ángela Yate).

En el caso de Yuliana, la maternidad le afecta de distinto modo. Trabaja en la construcción de paz para garantizarle un futuro mejor a su hija, como las otras madres. Pero al vivir en la selva, los desplazamientos de las combatientes eran constantes e impedían realizar la crianza a la que muchas veces se sienten vinculadas. El proceso de establecerse en un territorio tras la dejación de armas ha permitido a muchas exguerrilleras, entre ellas Yuliana, ser madres y crear una familia. Aun así, la excombatiente se lamenta de las malas condiciones del ETCR, que impiden que los niños puedan desarrollarse y formarse como les corresponde: “Las necesidades de algunas cosas que son primarias y que no tenemos dificulta algo la convivencia. Los niños no tienen un sitio específico para ellos, para recrearse, para hacer manualidades, no lo hay [...]. Así como me ven ahora con la niña, así me tengo que ir a trabajar, así me tengo que ir a estudiar, así me toca participar en reuniones, con ella en mis brazos o durmiendo en el coche” (Entrevista a Yuliana Cepeda).

El aporte de las madres no es solamente el cuidado de sus hijos, sino que mediante su trabajo se convierten en constructoras de paz (Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013, p. 440).

Educan a las criaturas y también dan ejemplo para un cambio de roles. En este sentido, Flor Múnera, recuerda que, gracias a su madre, ella se convirtió en líder: “Mi madre fue muy peleonera, toda la vida peleaba por tener la junta de acción comunal, para que la gente

defendiera sus derechos, para que el agua no fuera dañada, para que la tierra no fuera quemada (...). Fuimos 11 hermanos y todos teníamos alguna cosa que hacer, el que no era líder en el colegio, con los otros niños en las fincas cogía su liderazgo” (Entrevista a Flor Múnera).

5.1.3.2. Las organizaciones de mujeres: una fuente de liderazgo social

Muchas mujeres han encontrado en las organizaciones una fuente de apoyo y mejor funcionamiento. Yuliana Cepeda, excombatiente en proceso de reincorporación vive en comunidad y junto con sus compañeras y compañeros busca organizarse para realizar proyectos productivos colectivos (Entrevista a Yuliana Cepeda). En el Tolima, pero también en todo el país, existen organizaciones de todo tipo que buscan recuperar el tejido social y construir la paz en los territorios. Pero el conflicto armado ha generado una gran desconfianza entre los miembros de una misma comunidad. Norby Pulido, trabajadora en la Alcaldía Municipal de Villarrica, destacó en la entrevista las dificultades de organizarse, puesto que todavía se siente temor por el pasado, por las mentiras o las persecuciones vividas (Entrevista a Norby Pulido). Leo también cuenta que en Gaitania aún hay gente que vive con miedo: “Hay gente que aún vive con temor, porque todavía siguen los señalamientos, todavía sigue el estigma de que aquí nació la guerra” (Entrevista a Leonoricel Villamil).

Aun así, todas las mujeres entrevistadas pertenecen a organizaciones de distinto tipo. Se destacan en especial las organizaciones únicamente de mujeres, pues suponen una red de apoyo emocional, de empoderamiento, de diálogo y de intercambio generacional (Rodríguez; Moncaleano, 2019, p. 51). Las entrevistas demuestran que las mujeres víctimas-supervivientes han superado la individualidad y que es en lo colectivo donde encuentran la lucha más efectiva para el cambio. Heidi apunta a la fortaleza que genera la unión de mujeres: “En estos momentos me doy cuenta de que la unión hace la fuerza. Y más siendo mujeres. Nosotras tenemos un impulso que el hombre no tiene. Somos más apasionadas en lo que hacemos” (Entrevista Heidi Johanna Rojas). Además, el rol empoderador de las organizaciones se extiende de manera exponencial a medida que se van añadiendo mujeres. Así, Ángela Patricia Arias, destacó en su entrevista que el objetivo

“es tener mujeres empoderadas que puedan adoptar otro grupo de mujeres con las que puedan seguir haciendo un proceso”.

A su vez, las organizaciones de mujeres están formadas por víctimas-supervivientes del conflicto que son potenciales defensoras de derechos una vez reconocen sus enormes capacidades de afrontamiento y pueden manejar los instrumentos que el derecho les otorga (Wilches, 2010, p. 16). En comunión, y con la determinación de mejorar la vida de sus comunidades, las mujeres consiguen romper los roles de género que las encorsetan, empoderarse y conquistar poco a poco algunos lugares del espacio público, durante tanto tiempo monopolizado por los hombres:

Aquí, en esta sede, hubo gobernadores que físicamente me gritaron y es muy doloroso. Pero para mí eso no fue un obstáculo, porque me llené de fortaleza, para decir, que sí puedo hacerlo. Les voy a demostrar con hechos que esa mujer, o como la llaman, esa ‘vieja’, que

dicen que se la pasa sin oficio por allá, sí tiene algo que hacer: traer beneficios para la comunidad. Y lo he hecho bajo la organización a la que yo pertenezco y ahora también como gobernadora (Entrevista Luz Ángela Yate).

De las organizaciones de mujeres surgen muchas lideresas sociales. Son un núcleo de empoderamiento y toma de conciencia de los derechos en los cuales las víctimas se convierten en actores políticos relevantes (Villa, 2013). Mediante la sororidad que se vive al contar los relatos, las mujeres toman conciencia de cómo les ha afectado el conflicto y cómo pueden ser constructoras de paz (Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013a, p. 474). Así, la mujer rompe los roles de género que la constriñen y consigue visibilidad en el espacio público. Leonoricel Villamil creó una organización de víctimas en Gaitania después de acudir a un encuentro de mujeres nacional, donde vio la necesidad de articularse. De acuerdo con Leonoricel, “debemos dejar los miedos y reclamar los derechos que tenemos según la Constitución” (Entrevista a Leonoricel Villamil).

Para construir una sociedad pacífica es necesario proteger a las personas que defienden los derechos humanos en Colombia (Calbet, 2018, p. 73). Las lideresas sociales viven en constante amenaza por su voluntad de lucha por la paz. Informes como los del Instituto de Estudios por el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ, 2019, p. 9) o los de la Fundación Ideas para la Paz (FIP, 2020, p. 4) demuestran las numerosas agresiones y homicidios a los que se enfrentan. Las mujeres líderes sociales son conscientes de los riesgos, pero su determinación por la paz las hace perseverar en su función. Heidi relata que “no va a ser fácil, porque cuando uno toca tan alto es cuando empieza a hacerse notar más y a temer por su vida. Pero aun así estoy dispuesta a luchar, porque yo sé que lo que yo haga va a ser un ejemplo para muchas mujeres y sobre todo para mi hija" (Entrevista a Heidi Johanna Rojas). En el caso de Luz Ángela Yate, la amenaza por ser lideresa social se junta con la amenaza a la organización indígena a la que pertenece (Entrevista a Luz Ángela Yate).

Además del peligro que comporta ser líder social, estas mujeres también están estigmatizadas. Adonaí Rincón, describe estos prejuicios en su entrevista: “ser líder social es como un delito para el Estado. Nos ven como si fuéramos de extrema izquierda y no quisiéramos trabajar” (Entrevista a Adonaí Rincón). Flor Múnera también destaca el peligro y la estigmatización que reciben las personas defensoras de los derechos sociales en Colombia, pero añade que se ha generado un despertar respecto a la necesidad de organizarse en el territorio (Entrevista a Flor Múnera).

Para Nancy Arias, ser líder es algo que no se decide momentáneamente. La lideresa pone en valor la trayectoria y la formación que ha habido detrás: “No somos líderes de papel, sino por una escuela que hemos tenido. Yo no soy líder de ahora que quise salir, vengo de un recorrido de mucho tiempo y tengo mucho material todavía que brindar. Como lideresa seguiré animando a muchas. Como mujeres podemos cambiar muchos pensamientos y muchas cosas negativas que hay todavía en la sociedad” (Entrevista a Nancy Arias). La mayoría de lideresas sociales entrevistadas destacan la importancia de la educación como herramienta de progreso. Para cambiar los roles de género en la sociedad, favorecer la paz y también para ellas como lideresas, para poder ejercer mejor su función. Así lo aseguraba Adonaí durante su entrevista:

A raíz de todo lo que me ha pasado, leo y me instruyo mucho sobre los derechos humanos y aprovecho todas las capacitaciones que nos brindan. No aprendo solamente para mí, sino también para las personas a las que pueda ayudar. Acuden a que les ayude en ciertos temas y me gusta que la gente sepa cuáles son sus derechos. Que cuando una mujer sea maltratada tenga derecho a saber lo que tiene que hacer y cuál es la línea a seguir (Entrevista a Adonaí Rincón).

Las lideresas destacan que la educación es esencial para un cambio, pero la transformación tiene que llegar a todo el territorio. Muchas veces, las organizaciones de mujeres llegan a partes donde el Estado no puede llegar. Influyen en las dinámicas comunitarias que solo se pueden concretar desde el mismo territorio (Rodríguez y Moncaleano, 2019, p. 54).

Leonoricel resaltó en la entrevista que es fundamental llegar a las veredas. Es allí donde hace más falta formación, educación, charlas y capacitaciones de equidad de género y empoderamiento. Tanto para las mujeres como para sus familias (Entrevista a Leonoricel Villamil).

5.1.4. Las mujeres como constructoras de paz

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