Sostuvo que las tierras destinadas al
cultivo del
arroz nopueden
dar otro producto, aun después de
saneadas. Para demostrar
quelas arroces no son perjudiciales á la salud
pública, dijo
que,según
datos oficiales, Badajoz ha proporcionado 114
víctimas
enel últi¬
mo año de afeccionespalúdicas, mientras que en
Valencia sólo ha
habido 13 defunciones.
Usó luego de lapalabra el representante
de la
casade crédito
yDoks deBarcelona. Este discurso estuvo cuajado de datos. Según
éstos, enPuerto Rico y la Península se consumen un millón de
sacos de arroz, mientras que la Península solamente producedoce ó trece mil sacos: que España estápordebajodeTurquía enel mo¬
vimiento comercial: que en Marsella entran cinco millones de tone¬
ladas, y solamente uno es para el consumo, los restantes son de tránsito, y que en la misma Marsella hay lOO fábricas de harinas.
Dijo que no se trata de perjudicar ninguna industria nacional, que los mismos molinos quehay en Valencia podrán dedicarse á des-cascarillar el arroz extranjero, que los Gobiernos tienen gran faci¬
lidad de descubrir el fraude, y concluyó manifestandoque aquello
que nos perjudicaynosaprovecha debemos respetarlo.
El Sr. Torres Muñoz sin ser productor ni comerciante, habló en favor de los intereses de Valencia, como profesor de química de la
Universidad de Madrid, procurando demostrar ensu breve discurso que el asuntoque se debate interesa grandemente á la agricultura,
á la industria azucareray á la riqueza vinícola, pues si se autoriza la entrada del arroz libre de derechos paradedicarlo á laindustria, luego vendrán otraspretensiones que afectarán al vino y el azúcar.
Procuraremos dar un brevísimoextracto del discurso del señor Martos: No traigo pretensión de informar á la junta, ni menos de pronunciar un discurso.En realidad,hubieraguardado silencio,á no estar obligadoporla autorizaciónquehe recibido de los comisiona¬
dosvalencianos. Ytambién, ¿por qué no decirlo? en la necesidad de recogeralguna alusión que se me ha dirigido. Esta alusión consiste
enmostrarextrañezade que yo venga á participar de la alarmaque
se ha producidoenmás de cienpueblos de Valencia, pues esas alar¬
mas se producen siempre en su aspecto general, por causas hondas
y verdaderas. Lo extraño, pues, seríaque no me hiciera eco deesa alarma.
¿De qué se trata? Yo debo decir que no se trata de nada que
pueda ser objeto de información: de una industria, de un negocio
que es lícito y respetable. ¿Por qué setrata del arroz sólo cuando hay otrosartículos alimenticiosque seencuentranen elmismo caso?
Porque eso es lo que persigue ahora la casa de Santander: lo que pretende es de la función del Estado, pero por los medios del legislador.
La cuestión viene áplantearseen esta forma: ¿Esverdad que con motivo de la pretensiónde lacasade Santanderseproduce la ruina
CRÓNICA GENERAL
521 de una rica comarca
que tiene X05 pueblos, 400000 hectáreas, y sostiene 25.000braceros?
En rigor, lo quese pretendees sustraerseá la leydelarancel. No
eslícito hacer invocaciones de honradez ybuena fe, puesaparte de que el infierno está sembrado de buenas intenciones, es lo cierto que en la honradez y en la buena feno se fundan las leyes arance¬
larias. Sin ser el Estado ignorante, sin compararnos á Turquía, sin
ser imbécil laadministración, se trata de un fraude que habrá por
necesidad, y quenadie podrá evitar
por la calidad de la materia y por las distintas manipulacionesque se han deverificar. El mal con¬
siste en que entre el arroz que se importa y el que sale se quedará algo en el camino.
El Sr. Martosexpone
varias consideraciones en demostración de que no hay posibilidad de que el fisco conozcasi se hacometido el fraude y en qué cantidad ha sido, advirtiendo que no es esta una cuestión de escuela, que aquí no se ventilan los principios de libre¬
cambio yproteccionismo.
Unaparte de su discurso le dedicó á la necesidad de que la casa Pérez Odriozola acuda al Parlamento en demanda de una reforma
en los aranceles.
Sostuvo que la producción de arroz en Valencia basta para el
consumo de laPenínsula, alegando como prueba el hecho de que ha exportado á otros mercados.
Y concluyó con una brillante exposición sobre el respeto que merecenEl Sr.por parte de los Gobiernos las fuentes de la riqueza.
Capdepón suplicó al señor presidente que pusiera sobre lamesa, para quelo examinaran los señores que quieran hacer uso
de lapalabra, el expediente que debe existir en laJuntade Arance¬
les y Valoraciones, sobre la cuestión que se discute.
El Sr. Albacete contestóque no podíaacceder á lo solicitado sin .
permiso del Sr. Ministro de Hacienda, toda vez que dicho expe¬
dientetiene el carácter de reservado.
El Sr. Capdepón le indicó que podía impetrar del Sr. Ministro
esa autorización, á la que es de suponerno se oponga, después de haber dado el carácter de información á este acto.
A la una se disolvió lareunión.
En la segunda sesión, apenas comenzada, surgió unincidente des¬
agradable.