• Aucun résultat trouvé

Apuntes previos. Del bosque a los restos arqueobotánicos antracológicos y dendrológicos

Estado de la cuestión

Capítulo 3. Metodología del ciclo de investigación antracológica: Identificación,

3.1. Apuntes previos. Del bosque a los restos arqueobotánicos antracológicos y dendrológicos

El bosque es una gran fuente de recursos que, sin un control de la explotación maderera, la caza indiscriminada y la continuada sustitución de estos espacios por zonas agrícolas, puede ver alterado su ecosistema y poner fin a sus capacidades de resiliencia y, de forma más drástica, su existencia.

A través del estudio de los restos antracológicos, se puede interpretar la relación establecida entre la sociedad y el medio forestal, y explicar el grado de explotación de sus recursos. Se presentan, a continuación, breves anotaciones sobre botánica, ecología y los usos de la madera.

Las plantas son seres vivos formados por células eucariotas pluricelulares. Estas están formadas por paredes celulares que se componen principalmente de celulosa. El gran conjunto de las plantas las podemos distinguir entre plantas con semilla y sin flor, Gimnosperma, y plantas con semilla con flores que fructifican, Angiosperma1.

1 <<La gimnospermia es la condición que presentan aquellos espermatófitos que producen las semillas desnudas, esto es, no albergadas en el interior de un fruto. Su aparición es coincidente con la de los primeros espermatófitos, durante el Devónico, hace más de 350 millones de años. El fenómeno se conoce en un puñado de linajes hoy día extinguidos (…) así como en las gimnospermas, un grupo monofilético

Las células vegetales de las que se componen las plantas vasculares son: el parénquima (con funciones fotosintéticas y de almacenamiento de reservas), el colénquima (que aporta flexibilidad a la estructura de la planta) y el esclerénquima (que proporciona rigidez, diferenciada en fibras y esclereidas). A partir de la agrupación celular, se conforman los tejidos y estos se pueden diferenciar en la estructura de la planta. El sistema del tejido dérmico proporciona protección frente a los agentes externos. El tejido vascular se distingue en xilema (encargado del transporte de agua y minerales) y floema (que se ocupa del abastecimiento de alimento). El tejido fundamental se localiza entre los tejidos dérmico y vascular, y sus funciones son la realización de la fotosíntesis y el almacenamiento de nutrientes. Durante el crecimiento vegetal primario se desarrollan los tres órganos de la planta: el tallo, las hojas y las raíces. Una vez conformado el crecimiento primario, se produce un incremento del perímetro de la planta, conocido como crecimiento secundario. El crecimiento secundario se forma a partir de la división de las células de los meristemos laterales, diferenciados en cámbium vascular y cámbium súber o felógeno. Esto desencadena un proceso de aumento de su talla mediante la conformación del tejido vascular secundario, en que el cámbium vascular produce xilema, floema secundario y el parénquima radial. El súber se encarga de la nueva formación de tejido dérmico secundario (Esau, 1987; Nabors, 2006; Raven, 1992).

El xilema se distingue en dos partes, denominadas duramen y albura. El duramen es la parte correspondiente a los anillos de crecimiento del xilema más antiguo, que mediante un proceso de colapso (saturación en las columnas de cavitación) se paraliza la conducción de agua y minerales. La saturación de dicha actividad causa una alteración en la coloración de esta parte anatómica. El duramen es la parte de la planta que garantiza su sostén y, por ello, se producen sustancias antibacterianas y fungicidas para evitar el acceso de agentes externos patógenos.

La albura es la parte más externa del xilema y es la que realiza la función conductora de nutrientes. El número de anillos que pueden conformar esta parte del xilema es variable (depende de la especie), aunque no suelen superar los 12 anillos de crecimiento (Esau, 1987;

Nabors, 2006).

básicamente residual (…) con poco más de 75 géneros y unas 800 especies (…). En su gran mayoría (…) son plantas de hábito arbóreo o arbustivo (…).>> (Devesa y Carrión, 2012:24-25). <<La angiospermia no es sino la formación de semillas en el interior de una estructura, el fruto, que protege y facilita al tiempo la dispersión de aquéllas, de manera activa o pasiva. Esta condición constituye el rasgo más distintivo de las angiospermas. (…) En las angiospermas extintas y actuales, la angiospermia está propiciada por la aparición del carpelo, una hoja altamente transformada, cerrada, que alberga en su interior los rudimentos seminales. Por lo general, esta estructura presenta una porción más o menos ensanchada (el ovario) que es donde se ubican los rudimentos seminales, prolongada a menudo en una porción adelgazada o estilo (…).

La rápida aparición y diversificación de las angiospermas durante el Cretácico ha llamado la atención de la comunidad científica desde hace más de cien años (…). Para la mayoría de los paleobotánicos, la aparición de las angiospermas no puede llevarse más allá de 135-140 millones de años atrás, es decir, durante el Cretácico Inferior. El grupo habría experimentado más tarde, entre 120 y 80 Ma, una diversificación muy rápida, y a comienzos del Terciario, hace unos 65 Ma, dominaba ya en la mayoría de los hábitats de la superficie terrestre (…) >> (Devesa y Carrión, 2012:29 y 61).

En latitudes medianas y altas, las plantas leñosas crecen una media de un anillo por año, aunque, esta tendencia puede verse variada por infinidad de factores bióticos y abióticos. El anillo de crecimiento anual, en condiciones ideales, presenta dos partes diferenciadas por la forma, el color y el ancho de las células: la madera de primavera y la madera de otoño (Nabors, 2006; Schweingruber et al., 2006). Sin embargo, algunas especies que crecen en el sur de la península Ibérica muestran un alto grado de adaptabilidad a los cambios climáticos repentinos, favoreciendo la extensión de la madera de otoño en algunas anualidades, identificados a partir de falsos anillos de crecimiento (García Esteban et al., 2010).

La ecología que presenta el bosque mediterráneo y la confluencia de especies que conforman este ecosistema procede de Ma de cambios y evolución vegetal2. El bosque es, según Ruiz de la Torre (1990), una agrupación de árboles (vegetales con más de 7 metros de altura) en espesura. Para Font i Quer (1954), es un lugar que se halla poblado de árboles (considerando los 5 metros como límite inferior de la categoría arbórea) o matas. Sin embargo, actualmente la definición del concepto corresponde a toda formación arbórea que tenga una estructura lo suficientemente densa para ser capaz de establecer unas condiciones microclimáticas (sombra, temperatura y humedad) diferentes a las imperantes en el entorno fuera de este, extendiendo esta concepción tanto a arboledas abiertas como dispersas, a paisajes preforestales y a estructuras arbóreas preestépicas (Costa et al., 2005:17-18). A su vez, el bosque mediterráneo se presenta como un combinado de paradigmas que resultan ser falsos, en cierta medida, ya que, si se consideran las especies leñosas que lo forman, muchas de estas especies no son puramente mediterráneas, ya que son supervivientes del Terciario (Palamarev 1989 y Herrera 1992 en Valladares et al., 2003:14). Además, la intensa acción antrópica vivida por los ecosistemas mediterráneos hace diferir el paisaje actual del que debería ser en la península Ibérica. Es decir, que la incidencia antrópica documentada para los

2 Según Carrión (2003:381-383) << (…) no es hasta el Terciario cuando la evidencia disponible permite establecer tanto una cronología como una casuística coherentes para el establecimiento del bioma mediterráneo en Europa. La región circunmediterránea representa lo que nos ha quedado de los márgenes del antiguo Mar de Tetis, un océano mesozoico que experimentó profundas modificaciones debido a los desarrollos geomorfológicos asociados con la orogenia alpina, la cual comienza en el Cretácico Medio, hace unos 100 Ma (millones de años) y se completa a finales del Mioceno, hace unos 7 Ma (…). Desde una perspectiva geocronológica, se pueden definir cuatro hitos cruciales en la evolución de la vegetación mediterránea. En primer lugar, el contacto mesozoico entre Eurasia y Norteamérica (…) Dicho contacto ha significado que haya géneros comunes entre California y el mediterráneo europeo (Raven 1973). (…) La segunda influencia histórica está enclavada en el Mioceno (…) supuso un evento de tal aridez regional que buena parte de lo que hoy es el Mar Mediterráneo se transformó en un mosaico de marjales susceptibles de ser invadidos por especies halófitas y xerófitas de origen sahariano o irano-turánico (Hsü 1983). (…) El tercer período de relevancia es el Plioceno, durante el cual se constatan crisis climáticas episódicas, con acentuación de la mediterraneidad, aridez y cierto enfriamiento en torno a 4,5 Ma, 3,6 Ma, 3,2 Ma, 2,8 Ma y 2,4 Ma. (…) que culmina con las “glaciaciones cuaternarias” (…). Todos los análisis paleoclimáticos parecen indicar que la doble estacionalidad característica del clima mediterráneo en Europa se define acumulativamente en las crisis fechadas en 3,4-3,3, 2,7-2,6, y 2,4-2,3 Ma, en paralelo a la desaparición de las secuoyas y palmeras, las primeras evidencias de glaciación en el Hemisferio norte y la llegada del mamut y el caballo a Europa occidental (Suc 1984, Leroy 1997, Fauquette et al. 1998). El cuarto hito en la configuración de la vegetación mediterránea se relaciona con los cambios climáticos y biogeográficos que tendrán lugar en el Cuaternario, el cual comienza entre 2 y 1.8 Ma. >>.

últimos milenios ha sido y es uno de los principales elementos de perturbación y cambio de las especies dominantes. Esto implica cambios en la diversidad, la cobertura arbórea y arbustiva (Valladares et al., 2003:14-18).

3.2. La identificación del aprovechamiento de los recursos forestales a partir de