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De la misión a las funciones de la Universidad

Marco teórico

Capítulo 2. La Universidad: realidad y perspectivas hacia la consolidación de su identidad

2.1 De la misión a las funciones de la Universidad

La Universidad evoluciona al ritmo de los tiempos. Requerimientos y exigencias sociales, políticas y económicas generan coyunturas y desencuentros que incitan a replantear su misión y sus modos de hacer según cada época y contexto.

Volver a la esencia para configurar la Universidad contemporánea es un ejercicio obligado, ya que como plantea García (2012), “la Universidad camina de cara al futuro” (p.

13) con una agilidad tal que, en ocasiones, pareciera que se traslapan sus funciones primordiales, ya sea porque los estudiantes no acaban de aprender o porque las generaciones se renuevan sin aprehender la experiencia anterior, por falta de conocimiento o por diversidad de enfoques y circunstancias.

Dejar de lado la idea y misión de la Universidad trae consigo el riesgo de limitarse a la búsqueda de lo útil y eficaz, y en consecuencia, la disolución de la dignidad de los seres humanos que conforman la Universidad ―entendida como comunidad de saberes (universitas scientiarum) y como comunidad de personas (universitas magistrum et scholarum) (García, 1996). Sus ejes centrales (el saber y la persona en comunidad) se han de resguardar como tal, evitando a toda costa considerarles únicamente como elementos de engranaje entre el mercado y la política, de manera limitante y utilitarista―, con el riesgo de dejar de ver, tratar y educar como personas desde el saber y la cultura.

Ortega y Gasset (2007), en su disertación respecto a la misión de la Universidad, procura brindar claridad a las preguntas: “¿Para qué existe, está ahí y tiene que estar la Universidad?” (p. 93), lo que se relaciona con las preguntas básicas propias de la identidad organizacional en Albert y Whetten (1985): ¿Quiénes somos y en qué tipo de organización estamos? La misión de la Universidad centrada en la cultura apunta hacia una visión unitaria del hombre que evite su fragmentación (Llano, 2003), y con ello, evite la fragmentación de la misma Universidad y del ser universitario.

Este enfoque no se limita a un conjunto de conocimientos, sino que resalta su interés en la profesionalización y en la ciencia, pero antepone a ello la cultura, que trasciende al hombre como ser humano.

La Universidad, entendida como universitas, fue considerada en un inicio como comunidad o corporación en su aspecto colectivo, y posteriormente, como cuerpo dedicado a la enseñanza y a la educación: “Universitas Magistrorum et Scholarium”; es decir, ayuntamiento de maestros y estudiantes con el entendimiento de aprender los saberes (Llano, 2003; García, 1996).

El objetivo primordial de la Universidad se ha centrado “en la formación de personas a la altura de los tiempos, cultos y conocedores de las grandes disciplinas culturales como

Tesis doctoral de Elizabeth Martínez Orozco 47 enfoque de vida en el sentido de formar convicciones, valores y compromisos” (Ortega y Gasset, 2015, p. 105), cuyo aprendizaje acompañará a los estudios propios de la profesionalización. En su conjunto, las grandes disciplinas han delineado en el hombre una aspiración de proyecto de vida y un modo de vivirlo con compromiso de manera que permee una cultura de vida en la sociedad.

En el plano organizacional, la misión se refiere a una razón de ser por parte de una organización, empresa o institución. Dicho motivo se enfoca al presente y al giro propio de la actividad que justifica lo que las personas y grupos internos de la organización realizan en un momento específico y continuo; es el fundamento de funciones, prioridades, estrategias, planes y tareas.

La misión de la Universidad, en términos generacionales y organizacionales, determina la identidad de la organización, su cultura interna y la de los miembros que la conforman. “Cualquier persona e institución queda definida y delimitada por su misión”

(Ortega y Gasset, 2015, p. 24), lo que se entiende por cada función como vía de formación de las identidades de las personas que la conforman.

Es por ello por lo que los canales o vías de incidencia se representan a través de las funciones propias de la Universidad: socializar la cultura, buscar la verdad, promover el bien, generar ciencia, investigación y desarrollo, impulsar un liderazgo social, educar personas a nivel superior, formar profesionistas, e incluso, a partir de lo anterior, generar proyectos de vida (ver fig. 2).

Figura 2

Funciones de la Universidad

Fuente: Elaboración propia con información de Ortega y Gasset (2015), Guardini, (2011), García (2012), González (2014), Newman (2014) y Tomás i Folch (2007).

48 Tesis doctoral de Elizabeth Martínez Orozco

Dichas funciones se proponen con mayor énfasis según cada época y autor.

Seguramente en ello radica la complejidad para adaptar la esencia de la misión universitaria en contextos de cambio, aunque son cuatro las funciones de la Universidad en los tiempos y que aún conservan su vigencia: la transmisión de la cultura, la enseñanza de las profesiones y la investigación científica y educación de nuevos hombres de ciencia (ver fig.

3).

Figura 3

Cuatro funciones de la Universidad en los tiempos.

Fuente: Elaboración propia

Galo Gómez Oyarzún (1998) retoma el postulado hecho por Max Scheler, al que llamó “los fines capitales de los más altos establecimientos educacionales de un moderno pueblo occidental” (p. 203). Dichos fines hablan de la conservación y transmisión de los bienes culturales y conocimientos de los pueblos, la formación profesional por medio de una enseñanza metódica y pedagógica y el establecimiento de las bases para una investigación científica que, en conjunto con una formación espiritual multilateral, puedan influir profundamente en la personalidad humana, de manera que en cada tarea cultural se pueda vivir un modelo personal que sirva como arquetipo y norma. Estos fines buscan la transmisión justa y sencilla que corresponda al objetivo particular de todos los bienes de la cultura y del saber (ver fig. 4).

Tesis doctoral de Elizabeth Martínez Orozco 49 Figura 4

Fines capitales en establecimientos educacionales de Max Scheler

Tomada de Gómez (1998)

Si bien se apuesta por que la Universidad sea una entidad social que dé respuesta a las necesidades y exigencias de los tiempos, es preciso que su evolución hacia la “tercera misión” sea sustentada en la tradición. Dado que trabaja con y para las personas que en conjunto forman la sociedad, la ‘tercera misión de la Universidad’ integra de manera complementaria las funciones tradicionales, la función de emprendimiento, innovación, desarrollo y la construcción social, según se trata en el siguiente apartado.