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«LUNA LLENA

Dans le document Director: Eugenio Fuentes Martín (Page 102-105)

Un deber que pocos críticos cum-plen y un derecho que pocos lecto-res reivindican, es el de la indepen-diente exigencia de la crítica litera-ria. Desdichadamente, ésta de hoy

— y la inmediata de ayer — h a n sido las horas de la defección de los críticos literarios, en el preciso momento en que la literatura d;l país — pobre en novela y teatro y sometida a

fuer-res influencias técnicas en poesía — necesitaba más que nunca de la orien-tación y e! consejo de una crítica pre-parada, imparcial y responsable.

Digo esto porque me ha caído en las manos — e inmediatamente se me ha caído de ellas — u n a novela de un reciente Premio Nacional de Litera-tura publicada en una de las coleccio-nes literarias españolas más

importan-tes, y su lectura me ha dejado, como cornentemente se dice, sumido en la perplejidad. Intentaré explicarme:

supónganse ustedes que uno de los pocos lectores ingenuos que todavía quedan en el país se acerca a una librería dispuesto a dejar en ella, a cambio de un libro elegido cuidado-samente, unas pesetas ganadas hones-tamente con el cotidiano trabajo.

Supónganse también que después de la cuidadosa selección el ingenuo lec-tor, que tiene siempre un perdona-ble prurito snobista de novedad, h;\

de decidirse enere tres novelas re-cientes, una de ellas «Luna llena» y las otras dos —es un ejemplo, sola-mente — «Mi idolatrado hijo Sisí», de Miguel Dílibes, y «El inocen-te», de Mario Lacruz (dos correctas novelas cuyos actores han obtenido también premio). Y supónganse, en fin, que el ingenuo lector, sorpren-dido en el instante de la decisión por el habitual desacierto de los momen-tos difícües, escoge la primera de las tres y se dirige a su sillón-de-las-grandes-tecturas. ¿ Qué le deparará esa «Luna llena», novela de J. A. Ji-ménez-Arnau, Premio Nacional de Literatura por «De pantalón largo», primera parte de la vida de Juan Al-varado del que hoy se narran sus peripecias matrimoniales?

«Luna llena» está escrita en monólo-go interior. Cada capítulo lleva delante el nombre de! personaje pensante co-rrespondiente: esos personajes son so-lamente d-os, Juan Álvarado y su es-posa, Marta. A través de la acción y del recuerdo se cuenta el noviazgo

de ambos, su boda, los primeros me-sas de vida matrimonial, su primera separación y el anuncio de su primer hijos, que borrará las disensiones de los cónyuges. Eso es todo el argu-mento. Veamos ahora como está realizado.

Unos párrafos de la página 27 nos darán la clave entera de la novela.

Dichos párrafos dicen así: «Entorno mis ojos y , ayudada por el balanceo rítmico del tren, me entrego gozosa al recuerdo de este engaño con el que le pago a mi marido la herida que me hizo cuando el mes pasado, por segunda vez — la primera se lo calió, pero le sentó también a cuer-no quemado—, cuer-no pude anunciarle que iba a ser padre de un hijo. Y como él por Jo visto de soltero com-probó que es muy capaz de tenerlos pues me echa a mí la culpa. ¡Qué cómodo! Aquella vez estuvimos casi una semana sin hablarnos, pero lo que es esta vez nos iba a pasar lo mismo.»

Véase que técnicamente no hay en realidad tal pretendido monólogo in-terior. Ni una sola de las riquezas narrativas aportadas por éste apare-ces en «Luna llena». Hay sí, sola-mente, la traducción a monólogo del más vulgar estilo narrativo decimo-nónico. Compruébenlo ustedes: basta con poner en tercera persona lo que es aquí primera, y pasar a imperfecto o pretérito perfecto lo que es aquí presente.

El estilo es pobre: «el balanceo rít-mico del tren»; perogrullesco: «a ser padre de un hijo»; mezquina-mente intencionado: «Y como el por lo visto de soltero comprobó que era muy capaz de tenerlos» (el subraya-de ' picaro es subraya-del a u t o r ) ; etc. Y ejemplos como estos se encuentran en cada página del libro.

En cuanto al argumento es el típi-c o de las novelas-rosas-de-típi-casados cuyo final, como no puede ser la boda, es el nacimiento del hijo, pre-tendido bálsamo-bebé para las reyer-tas conyugales. E n fin, como la vida misma, «Luna llena», está compuesta de escenas agrias y duices y como al parecer su autor es optimista, predo-minan estas últimas. Añadamos que e! ambiente de alta burguesía en que se desenvuelven los personajes es el más correctamente apropiado panf adormecer esos pequeños problemas conyugales que generosamente el se-ñor Giménez-A rnau ha tenido la bondad de desvelarnos.

El ingenuo lector, al que por ge-neroso que sea le habrá sabido a

«cuerno quemado» el dinero invertido en la compra de «Lluna llena», quizá se pregunte qué hubiera pasado de

haber existido durante los últimos años una crítica solvente que sistemática-mente hubiera denunciado las novelas malas, los autores irresponsables e, in-cluso, los poco selectos gustos lite-rarios de buena parte del público. Es posible que el ingenuo lector se pre-gunte también qué hubiera sido de esta «Luno llena» en el caso de que su antecesora, «De pantalón largo», hu-biera sido debidamente enjuiciada por la crítica y no hubiera obtenido, por-que no lo merecía, el Premio Nacio-nal de Literatura. Por fin, el ingenuo lector, que no es rencoroso, piensa que es injusto haber personalizado en esta obra y su autor una serie de juicios que merecen tantos otros autores y obras igualmente subidos por la crítica, las amistades y ese sec-tor de público que cree en unos y se admira de los resultados que obtie-nen las otras.

JOSÉ MARÍA CASTF.LLET

B I B L I O G R A F Í A

DAVID E, LILIUNTHAL. — Big

Busi-ness: a new Era. Harper & Bro-thers Publishers. New York, 1953, XIV+200 págs.

Es ocioso recordar que una de las

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