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Estudios culturales ingleses

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CAPÍTULO TRES

3.1 Principales corrientes en la teoría de la comunicación

3.1.3 Estudios culturales ingleses

Los estudios culturales en Inglaterra nacen como producto de un encuentro entre el enfoque crítico de los estudios literarios y la sociología, en la década de los ’50. A partir de esa fecha, un grupo de académicos de la Universidad de Birmingham, en el contexto de una serie de cambios políticos y sociales, comenzaría a utilizar una definición de cultura alejada de la tradicional alusión a la alta cultura y más cercana a la noción antropológica de la Escuela de Chicago, que la definía como una práctica social diaria. En 1964 este movimiento se institucionaliza con la fundación del Centro Contemporáneo de Estudios Culturales en la misma Universidad, con Richard Hoggart como primer director, con el objetivo de movilizar las herramientas y técnicas de la crítica literaria para abordar temas como el universo de las culturas y prácticas populares en oposición con las culturas doctas, además de la diversidad de bienes culturales que abarca desde los productos de los medios de comunicación a los estilos de vida. Los llamados padres fundadores de esta corriente son Hoggart, Edward P. Thompson, Raymond Williams y Stuart Hall.

Richard Hoggart (1918 - ) tras participar en la II Guerra Mundial entra en el mundo académico y en 1957 publica el influyente análisis titulado The Uses of Literacy: Aspects of Working-Class Life with Special References to Publications and Entertainments donde estudia mediante métodos etnográficos la influencia de los medios de comunicación en la clase obrera, descubriendo que estas publicaciones terminan integrándose al entorno de la audiencia, e inaugurando un tema de investigación que se centraba en la apropiación que las culturas populares hacían de los contenidos de los medios. Se retiró del Centro a principios de los años setenta dedicándose a otros temas y desvinculándose son el desarrollo de los estudios culturales.

Por su parte, Raymond Williams (1921 - 1988), quien también participó en la II Guerra Mundial, en 1958 publica Culture and Society en la cual traza la genealogía del concepto de cultura en la sociedad industrial, sentando los principios de una historia de las ideas en relación al trabajo social de producción ideológica, que desarrollará luego en The Long Revolution. Continuó su trabajo en publicaciones académicas y en crónicas de prensa para proponer en 1962 en Communications un control democrático sobre los medios de comunicación social dentro de un programa socialista. Edward P. Thompson (1924 - 1993), fue miembro del Partido Comunista hasta 1956 y uno de los fundadores de la New Left Review, revista que abordaba la cuestión política de los medios de comunicación social. Su obra más reconocida es La formation de la classe ouvrière britannique, basada en la reflexión sobre la historia de este grupo social.

Thompson propone un análisis de la cultura que recogiera todas las expresiones humanas, artísticas y cotidianas dentro del propio contexto histórico donde surgen y considera los medios de comunicación como una más de estas expresiones simbólicas que conforman la cultura de una sociedad.

Sin embargo, durante los años ‘70, el Centro deja de lado el interés etnográfico incorporando aspectos del estructuralismo francés y del psicoanálisis en la llamada Screen Theory, la cual se enfoca en desenmascarar la ideología de las diferentes formas del lenguaje de los medios, volviendo al análisis de contenido como una manera de descubrir a través de ellos el posicionamiento de la audiencia. En los años ’80, esta área fue matizada retomando la vertiente antropológica inicial y contextualizando las posibles lecturas que ofrecía un texto a través de la existencia de subculturas basadas en género, clase o etnicidad. A partir de allí proliferaron los estudios culturales en distintas partes del mundo en la búsqueda de los sentidos y significados que determinados grupos sociales atribuyen a los mensajes de los medios.

El llamado regreso al sujeto dentro de esta corriente comenzó con las propuestas de Stuart Hall (1932 - ). Jamaiquino radicado en Inglaterra, político marxista y universitario de formación literaria, participó en diversas revistas político-intelectuales como Marxism Today y contribuyó de un modo decisivo al mantenimiento del Centro de Birmingham como empresario científico e intelectual (Mattelart y Neveu, 1997). En su texto Codificar y decodificar publicado en 1977 señala que la producción y recepción del mensaje televisivo no son idénticas aunque están relacionadas: son momentos diferenciados dentro de la totalidad formada por las relaciones sociales del proceso comunicativo como un todo (Hall, 1980). Mientras en la codificación un hecho es significado dentro de las reglas formales del discurso que están en función dominante, el consumo y recepción del mensaje televisivo es también un momento del proceso de producción en un sentido más amplio y es el punto de partida de la efectivización del mensaje.

Según el autor, los medios de comunicación traducen los hechos reales en símbolos dotados de significado a partir de un limitado repertorio ideológico dominante, con el objetivo de hacerlos inteligibles a sus receptores, produciendo de esta manera mercancías simbólicas que son decodificadas por los receptores usado también sus propios repertorios culturales y sociales, dándose el caso de que acepten la codificación dominante, la negocien o se opongan a ella. Esta posibilidad de descodificación de los mensajes en un sentido distinto al que han sido codificados por el emisor hace que el mensaje tenga un carácter polisémico, es decir, que su significado sea inherentemente negociable y que no esté determinado por el texto mismo.

Entre las aplicaciones empíricas del modelo de Hall, se considera pionero el trabajo de David Morley sobre la recepción televisiva. En el texto Televisión, audiencias y Estudios Culturales (1996), Morley relata el proyecto realizado entre 1975 y 1979, y publicado en 1980 bajo el título de The Nationwide Audience, dirigido en una primera etapa a analizar las características del popular programa de conversación inglés “Nationwide” para posteriormente examinar la interpretación que los individuos de diferentes orígenes sociales hacían de ese material.

Algunas de sus conclusiones fueron las siguientes:

• El mismo suceso se puede codificar de más de una manera.

• El mensaje siempre contiene más de una lectura potencial, ya que si bien proponen y prefieren determinadas lecturas en lugar de otras, nunca pueden llegar a cerrarse por completo en una sola lectura: siguen siendo polisémicos.

• Comprender el mensaje es una práctica problemática, por transparente y natural que pueda parecer. Los mensajes codificados de un modo siempre pueden leerse de un modo diferente.

Este trabajo además estableció que los modos en que los textos mediáticos son decodificados tienen sus raíces en elementos culturales que guían y limitan la interpretación individual de los mensajes, los cuales centró en las diferencias de clase y ocupación de sujetos entrevistados de manera grupal. Más tarde, Morley en su proyecto Family Television, acogió las críticas formuladas por la metodología utilizada y la predominancia de las diferencias de clase de su estudio anterior y abordó con técnicas de entrevista y observación los modos en que se ve televisión en familia, dando cuenta de la relevancia de la temática de género dentro este contexto doméstico donde se realiza la práctica. Así diría que la televisión juega un rol vital en la política familiar, es decir, los patrones de poder y resistencia dentro de la cultura cotidiana del hogar, cuyos ejes son padres-hijos y hombres-mujeres.

A partir de este estudio, durante los años ochenta se van a extender las investigaciones sobre las diversas decodificaciones de la audiencia en distintos puntos del globo, como los conducidos por los australianos John Fiske sobre el contenido polisémico de los mensajes televisivos (Fiske, 1987) e Ien Ang sobre la recepción de la serie norteamericana Dallas en Europa, centrándose ambos en la idea del placer en la recepción, y en las tácticas del consumo televisivo dentro de la vida cotidiana (Ang, 1996); por los norteamericanos James Lull, en observaciones in situ sobre las prácticas televisivas familiares y la lucha de los géneros por el poder en la recepción de programas de televisión, a partir de la perspectiva etnometodológica (Lull, 1990) y Patricia Palmer centrada en la naturaleza social de la televidencia infantil utilizando elementos del interaccionismo simbólico (Palmer, 1988). Luego, en los años noventa el proceso de expansión geográfica de los estudios culturales va a acelerarse en América del Norte, América Latina y el continente australiano.

Entre las características del Centro de Birmingham, el sociólogo belga Armand Mattelart y el sociólogo y politólogo Eric Neveu (1997) distinguen primero un extraordinario foco de animación científica, que según ellos actuaba como plataforma giratoria para una labor multiforme de importación y adaptación de teorías, como por ejemplo, en los casos de la semiología, el estructuralismo y determinados aspectos de la escuela de Frankfurt; como también la herencia de la escuela de Chicago, que trataba de las desviaciones y las subculturas. En segundo lugar, contribuyó al desbroce de un conjunto de terrenos de investigación, relacionados con las culturas populares y los medios de comunicación social, y

luego, con temas vinculados con las identidades sexuales y étnicas. Tercero, el carácter sumamente heterogéneo de los estudios y procedimientos agrupados bajo la marca de fábrica del centro, en una especie de “multinacional académica” (1997:1) dada la amplitud geográfica de investigadores que trabajan bajo su alero.

Sin embargo, algunos de los trabajos clasificados bajo esta perspectiva han sido objeto de críticas, como por ejemplo, respecto a la consideración de la ilimitada actividad del receptor como en las definiciones de “democracia semiótica” de John Fiske, que se han convertido en reivindicaciones extremas del poder de las audiencias para resistir los significados de los textos mediáticos. Otra crítica, es la debilidad del uso del enfoque etnográfico que es posible encontrar en investigaciones de esta denominación, en las cuales los diseños metodológicos que se limitan a observaciones muy limitadas y técnicas poco rigurosas.

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