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LA CONSTRUCCIÓN DE LOS PARTIDOS REVOLUCIONARIOS

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¡proletarios de todos los paises, unios!

LA CONSTRUCCIÓN DE LOS PARTIDOS REVOLUCIONARIOS

EN EUROPA CAPITALISTA LA LUCHA ARMADA

EN AMERICA LATINA

(2)

A.~

EL CAMBIO OPERADO A PARTIR DEL AÑO 1967 EN LAS CONDICIONES OBJETIVAS Y

SUBJETIVAS NECESARIAS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE

PARTIDOS REVOLUCIONARIOS EN EUROPA CAPITALISTA

1

Agravamiento de la crisis del capitalismo

La crisis del sistema capitalista internacio- Desde el año 1967, las condiciones en las —

que los marxistas revolucionarios prosiguen la re alización de su taraa estratégica central: la construcción de los partidos leninistas capaces - de dirigir al proletariado hacia la victoria de - la revolución socialista, sa han modificado pro-- fundamenti en Europa capitalista. Las modifica ciones, : uducto en parte de los grandes cambios- registre- iS an otras regiones del mundo, reflejan en últi •- ; análisis el agravamiento déla crisis fun dameita- ie la sociedad burguasa en Europa, c r i - sis qus i manifiesta en todos los nivales de la- socieda:.

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nal ha conocido un nuevo agravamiento al termi- narel largo periodo de expansión económica acele- rada que el "boom de la guerra de Corea" había * prolongado al final da la crisis revolucionaria - de la posguerra en Europa occidental. La- recesión de 1566-67 en Alemania del Oeste fue in- mediatamente seguida por un fenómeno idéntico en- Italia y en el lapón (1970-71), por una nueva re- cesión de menores dimensiones en Alemania occiden_

tal (1971-72) y por un decrecimiento económico ga neral en todos los paises imperialistas. °or la - primera vez después de la segunda guerra mundial, las tentativas para atenuar estas crisis de sobre producción mediante una inflación acelerada choca ron con obstáculos: la inflación y el estancamien to económico han coincidido en una serie de p a i— ses imperialistas. La inflación acelerada del dó- lar ha venido a precipitar la ruina del sistema - monetario internacional creado en Bretton-U/oods,- abriendo ana crisis monetaria profunda a escala - mundial que amenaza con minar el crédito interna- cional y, por ende, la expansión del comercio mun dial.

El brusco cambio en el ámbito económico gene ral no se debe solamente a causas coyunturales .si^

no también a hondas causas estructurales. Los principales incentivos que impulsaron la expansión en los años de la posguerra desaparecen uno tras- otro. íïlientras el declive de las viejas ramas (carbón, textil, madera, cobre, construcción na- val y, sin duda también, la siderurgia) es irrevejr

sible, las ramas industriales de primer orden que motivaron en la posguerra el crecimiento económi- co, son sucesivamente sacudidas por sus capacida- des excendetarias, viéndose obligadas a limitar - sus inversiones. Es lo que acontece ya en la i n— dustria de electrodomésticos, en las — del automóvil y la petroquímica y acontecerá pron to en la industria de maquinaria eléctrica y — aún en la electrónica. La tendencia a la baja dé- los Índices de beneficio se manifiesta de manera- cada vez más clara, poniendo freno a la acelera—

ción del crecimiento económico del mismo modo que el mercado, cada vez más restringido en relación- con la colosal expansión de la capacidad producti va.

El limitado poder de compra da los Estados — obreros burocratizados -China incluida- en el mar cado mundial, no les permite ofrecer un importan- te mercado suplementario que atenuara la capaci—

dad excendentaria de las industrias imperialistas consideradas en su conjunto. En ciertas ramas in- dustriales (tubos de acero, maquinaria para el au tomóvil y la petroquímica), se han podido evitar crisis agudas gracias al suministro hecho a - dichos Estados, estimulado por las penurias coyun turales y específicas (en cereales, etc) que Ios- países del Este conocen.

El ritmo lento en el crecimiento de la econo—

mía capitalista internacional acentúa en grado su mo las contradicciones inter-imperialistas, in cluidas las que emanan de la compatencia en el mercado del Este con el Oeste (esta es una de las

razones de la política de acercamiento de- Nixon con Pekín y Moscú). El lento crecimiento — económico sucede a un período en el cual las reía

ciones de fuerza inter-imperialistas se habían — profundamente modificado. El imperialismo americà no ha ido perdiendo progresivamente la superiori- dad absoluta que tenía en el campo imperialista - inmediatamente después de terminar la segunda guerra mundial. Su parte en el mercado mundial — (tanto en el dominio de capitales como en el de - mercancías, a pt-jsar de la a disparidad de evolu ción entre éste y aquél) no cesa de disminuir en- beneficio de los imperialismos alemán, nipón y o- tros miembros de la CEE. El debilitamiento del im perialismo británico se ha manifestado particular_

mente en el curso de los 15 últimas años.

Esta modificación de las relaciones de fuer- za inter-imperialistas ha traído como consacuan—

cia una penetración creciente de mercancías euro- peas y niponas en el nercado interior de los Esta dos Unidos, lo cual ha provocado la respuesta (an_

te todo proteccionista) lanzada por el discurso - de Mixon del 15 de agosto de 1971. Lejos de atenu ar la conpetición inter-imperialista y la crisis- general del sistema, esas medidas de autodefensa- del imperialismo americano las exacerbarán aún más.

La competencia intercapitalista que ha estimu- lado la formación del mercado común de la Europa- capitalista ha frenado, al mismo tiempo, su trans formación en un Estado supranacional real, que ex presase las exigencias del proceso creciente de - interpenetración de los capitales. En este último periodo, los fracasos han sido múltiples en el d£

minio de la unificación monetaria y política de - la Europa capitalista. El proceso de unificación- a escala europea estará sometido a la prueba dec_i siva en el marco da una recesión generalizada. - En ese momento, o bien se produce una aceleración de la integración, o asistiremos al desmantelanien_

to del ulereado Común y al renacimiento de las prácticas proteccionistas. En este caso, el impe- rialismo americano, que dispone todavía de una su perioridad evidente en el plano político y mili—

tar, volvería a encontrar una hegemonía económica indiscutible.

2 Crisis de

las relaciones sociales

El fin del largo período de expansión aceleran da provocó en Europa capitalista una agravación - de las contradicciones sociales. A partir de iïlayo de 1958, esta agravación ha cobrado la forma de - una crisis social global en varios países europe- os (Francia, Italia, España, Inglaterra). Todo — nuevo recrudecimiento espectacular de esta crisis puede extenderse a la Europa capitalista entera.-

3

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La revolución socialista está nuevamente al orden del día en Europa, no ya solamente desde el punto da vista histórico (en este sentido lo está desda 1914) sino también desde el pjnto de uista coyun- tura 1.

La raíz más profunda de esta crisis social re- side en el hecho de que la contradicción fundameri tal del sistema (es decir la que existe entre el- desarrollo alcanzado por las fuerzas prodjctivas- y el mantenimiento de las relaciones de produc ción capitalistas) se ha agravado considerablemente con la fase de crecimiento de las fuerzas produc- tivas de la posguerra. Este crecimiento ha minado objetivamente las relaciones de producción capità listas en un grado superior del que provocó la fa_

se de estancamiento económico de los años 1914-39 Nos acercamos cada yaz más a los limites de - adaptación de las fuerzas de producción, tanto en lo que se refiere al funcionamiento de la econo-- mla mercantil, al imperativo del provecho de Ios- trusts privados, al financiamento a largo plazo - de las inversiones productivas y al desarrollo de la infraestructura material e intelectual da la - producción, como en lo que se refiere a su capaci dad para satisfacer, aunque no fuese más que de - manera elemental, las nuevas necesidades que el - vasto desarrollo de las fuerzas productivas ha — creado en el seno de las poblaciones laboriosas.

Una buena parte de esas nuevas necesidades, senti das particularmente y con agudeza por la juventud, no podrá en modo alguno hallar satisfacción en la sociedad burguesa. En esas necesidades hay que in cluir las que tienen una alta categoria social — (sanidad, enseñanza, cultura, información, jubila cionas, etc) y las que se refieren a una activi—

dad creadora para romper radicalmente con el tra- bajo alienante.

Esta crisis general en las relaciones sociales comenzó a manifestarse antes de operarse el vira- je en le situación económica mundial y se ha agra_

vado a causa de éste. A medida que el crecimiento económico se hace más lento y la competencia i n—

terimparialista se Saaatóa al mismo tiempo que la crisis del sistema monetario internacional se ex- tiende, la burguesía europea se muestra cada vez- menos capaz para conceder nuevas satisfacciones a las masas laboriosas, viéndose obligada a no res- petar una serie de conquistas -a de realidades -- consideradas como tales por el proletariado- obte nidas en el curso del período precedente. La ten- tativa de hacer pagar a los trabajadores el — precio de la inflación y la reaparición general - del paro obrero (durante los inviernos de 70-71,- 71-72, 5 millones aproxidamente de parados en Eu- ropa capitalista) son dos aspectos de la orienta- ción fundamental del gran capital en su búsqueda- por reconstituir los índices del provecho median- te una elevación de los niveles de explotación de la clase obrera.

La amplitud y el empuje del ascenso de las lu- chas obr< ras desde mayo de 1968, estan caracteri- zados p. el hecho de que la clase obrera toma ca

da vez más conciencia de estos problemas e inten- ta responder con los medios de la lucha directa;- por el hecho de que opone ante todo una enorme re_

sistencia a la tentativa de aumentar de manera — sustancial la tasa de plus-valia. Sus luchas no - estan determinadas, directamente por la coyuntura económica y, por consiguiente, son con frecuencia de larga duración. Un aspecto central de este as- censo de las luchas reside en que las tendencias- esbozadas se aplican a Europa capitalista en su --

conjunto.

Estas luchas no se manifiestan evidentemente- en todos los países con las mismas condiciones,—

con la misma intensidad y, sobre todo, al mismo - tiempo. Este desfase tiene efectos contradicto fcios: atenua el carácter explosivo de una agrava- ción de la crisis en un país determinado, cuando- ésta coincide con una estabilidad relativa en los otros países; pero al mismo tiempo prolonga el pe ríodo de inestabilidad y el potencial de la c r i— sis a escala europea.

Nuevos países entran en la fase de acentuación aguda de la lucha de clases cuando los otros atra viesan por una fase de retroceso parcial. Estas - acentuaciones se aceleran mutuamente y hacen más- difícil el restablecimiento de un equilibrio para la burguesía de cada país separadamente.

En el contexto de este ascenso de luchas obre- ras a escala europea, también los trabajadoresercú grados han aparecido sobre el frente de la l u— cha anticapitalista. El "boom" de la industriali- aación, que siguió a la segunda guerra mundial,ha provocada una emigración de varios millones de - trabajadores hacia los centros de Europa capità—

lista. Esta emigración constituyó uno de los fac tores que ha permitido, a pesar de la expansión - de la producción industrial, la reconstrucción -- sistemática de un ejército de reserva industrial- cuya función es "contener" el aumento de los sala ríos. Sin embargo, el tipo de inserción de estos- inmigrados en la economía (trabajos duros, bajos- salarios, ausencia de ventajas sociales, etc) y - en la sociedad (condiciones de alojamiento, d i s - criminaciones múltiples, racismo, etc), así como- el ascenso de las luchas en sus países de origen- (España, Italia) y en el país de inmigración, van a estimular las luchas importantes que se estan - desarrollando de manera significativa en estos úl timos años (ocupacián de albergues en Francia y — Gran Bretaña, huelga da los O.S. en Renault, en - Ford, Alemania, en los textiles en Gran Bretaña,- en la metalurgia y en la construcción de Suiza, - movilizaciones contra el racismo, etc).

Frente a estas explosiones la burguesía ha re- forzado las medidas legislativas que pretenden — controlar el flujo da la mano de obra inmigrada,- introducir medidas selectivas con la perspectiva- de determinar mejor los niveles de cualificación, instaurar un estricto control policíaco a fin de- reprimir a los militantes y trabajadores combati- vos de la inmigración (circular Fontanet en Fran- cia, Inmigran* Act en Gran Bretaña, diversas l e — yes en Suiza,etc).

Las direcciones sindicales, como las de los — partidos obreros tradicionales, reconocen de h a— cho, la división organizada por la burguesía e n—

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tre los trabajadores nacionales e inmigrados y -- sostienen abiertamente o con su silencio, las mal tiples medidas de control de la inmigración. En - esta situación los trabajadores inmigradas t i e n—

den a llenar el vacío dejado por las organizacio- nes obreras burocratizadas y a desarrollar sus — propios órganos de defensa (MTA en Francia, UGTSF en Francia, CLI en Suiza...). Las luchas de los - trabajadores inmigrados tienen con frecuencia -en tre otros, en los países que se encuentran en la fase inicial del ascenso de la lucha de clases- - un impacto importante y un_ cierto carácter ejem—

piar. Sin embargo, sobre todo en un clima rececio nista, la división ontre los trabajadores inmigra dos y nacionales sigue siendo un obstáculo import tante y puede desembocar a veces en el aislamien- to de capas combativas de trabajadores inmigrados si no se hace todo lo posible por establecer la - unión con la vanguardia obrera autóctona.

El ascenso de las luchas obreras durante esos últimos 5 años, se manifiesto bajo las formas si- guientes, que a veces se combinaron:

a) una explosión concentrada a escala nació—

nal que produce una situación revoluciona- ria o pre-revolucionaria (mayo 68 en F r a n - cia) .

b) movilizaciones masivas y prolongadas tanto de la clase obrera como de diversas capas S£

cíales, con huelgas de categorías decisivas- (metalúrgicos, trabajadores de la química y- de la petroquímica...), huelgas regionales y nacionales que desembocan en una crisis s o — cial y política aguda o incluso en una situa_

ción revolucionaria (Italia 68-73).

c) pruebas de fuerza en el plano nacional o e- volucionando en tal dirección (huelga de mi- neros en Gran Bretaña en 1972, huelga gene—

ral en Dinamarca en 1973).

d) moviliraciones combativas de partes decisi- vas da la clase obrera o de sectores piloto- desde el punto de vista tanto social como po_

lítico (España, Francia, Italia, Alemania — -metalúrgicos en diciembre de 1971- y Bélgi- ca a un nivel mucho más bajo).

e) experiencias piloto limitadas pero que i m—

plican potencialmente los elementos caracte- rístioos del período (Suècia, Holanda, Suiza, Dinamarca, Alemania),

La experiencia de este ascenso general de l u — chas obreras dasde mayo de 63 permite sacar el re sumen siguiente en lo que concierne a la orienta- ción de estas luchas:

a) reivindicaciones salariales, cuya importar^

cia esencial concierne al rechazo de la po- lítica de ingresos;

b) la lucha contra el alza del costo de la vi da y las reivindicaciones que se orientan - contra los efectos de la inflación sobre — los trabajadores;

c) las reivindicaciones que se refieren a la- defensa del empleo, las luchas contra el — cierre da empresas, contra las reestructura ciones en el seno de las fábricas y de las-

regiones ;

d) las reivindicaciones igualitarias y las -- que tienden a reducir las diferenciaciones- salariales en el seno de la clase obrera, - asi como entre los obreros y empleadas.

e) las reivindicaciones que se refieren a la- reducción del tiempo de trabajo sin reduc- ción del salario 'y la prolongación de las - vacaciones pagadas.

f) la defensa del derecho da la libre negocia ción salarial de los sindicatos, del daré—

cho de huelga y otros derechos y posibilida des de lucha de los sindicatos.

Al lado de esos objetivos generales, se han - desarrollado objetivos de importancia profunda -- que tocan, al menos de forma embrionaria, las pro pias relaciones de producción capitalista:

- lucha contra la aceleración de las caden cias y el trabajo parcelario, contra la mul- tiplicación de categorías, contra los licén- ciamientos, etc..., que, en la dinámica de - ascenso de las luchas, pueden desembocar en experiencias parciales de control obrero, en trando en conflicto directo con la finalidad del beneficio de la producción;

- intentos para ampliar considerablemente la- variedad y la calidad de los servicios públi eos (derecho a la salud y a la enseñanza gra tuita y de calidad, derecho al alojamiento,- jubilación a los 60 años y con el 15% del sa_

lario, etc), reivindicaciones sobre el desar_

rollo del njtímaro y de la calidad de las guar_

derías y los servicios gratuitos, que permi- tan una socialización de las tareas domésti- cas.

Estas movilizaciones y los objetivos de que se dotaban desarticulaban la estrategia patronal cu- ya función es aumentar el grado de explotación pa ra acrecentar la tasa de plus-valía y contrarres- tar, de este modo, la baja tendencial de la tasa- de beneficio.

Esta crisis general de las relaciones de clase ya había comenzado a manifestarse antes del giro- de la situación económica mundial, que la ha agra vado considerablemente. Esta crisis social y polí tica abierta desde 1968 continuará agravándose to mada en su conjunto. Tendencialmente, la confron- tación se efectuará cada vez más entre las dos — clases fundamentales sin mediación. La burguesía- esta más obligada que antes a atacar a la clase - obrera, a controlar la evolución de los salarios- y a reducir los empleos.

Sin embargo, hoy día, la burguesía debe perse guir este objetivo en el Duadro de uha relación - de fuerzas que se ha transformado en favor de la clase obrera tanto a la escala mundial como c o n - cretamente en los países de la Europa capitalista.

Debe dar la cara a un proletariado europeo que du rante todo el período precedente no ha sufrido de rrotas demasiado graves y durables y que, después de 15 años de declive del ejército industrial de reserva, ha entrado en esta fase con fuerzas com- pactas, un grado de sindicalización más elevado,- y una confianza mayor en su propia fuerza .

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La crisis d3 las relaciones de producción capi_

kiataa se ha convertido en crisis de las reía—

clone* burguesas en su conjunto. Al principio ha 6ida expresada de manera cada vez más aguda, por- la juvantud escolarizada (revuelta estudiantil y liceana), después se ha ganaralizado como crisis- de todas las relaciones sociales (enseñanza, mass media, iglesia, etc) y de las instituciones y va- lores patriarcales integrados al orden burgués — (crisis de la familia, radicalización da las muje_

ras contra su opresión). Penetrando en el seno de la clase obrara, sobre todo a través de los jóve- nes obreros y aprendices, esta Crisis de las rela_

clones sociales burguesas ha agravado a su vez la crisis de las relaciones de producción capitalis- tas .

En tales condiciones, una rinrrota rápida y — aplastante de laclase obrera está excluida. Hay, - pues, que prepararse para entrar en anos de inten sas luchas sociales, con sus altos y bajos, duran te los cuales persistirán las posibilidades de as censos revolucionarios en la medida en que se rea licen progresos en las tareas de elevación de la conciencia de clase y de reforzamiento de la orga nización marxista-revolucionaria.

3

La crisis política de la burguesía

Confrontado a una agravación de la situación - económica y de las contradicciones sociales, el - sistema político burgués se ha visto y se ve sacu dido por otra crisis no menos profunda: crisis de los equipos da dirección, de las alternativas po líticas, de los partidos políticos de la b u r g u e - sía; crisis de todo el sistema gubernamental del- Estado. Las manifestaciones más visibles de esta- crisis son la caída espectacular de De Gaulle, la casi-paralisis de los gobiernos que se suceden en Italia y en Gran Bretaña, y la tensión persisten- te en Alemania occidental, país que, durante m u— cho tiempo, fue el más estable y más despolitiza- do de la Europa capitalista de la posguerra. La - crisis cada vez más pronunciada del franquismo,en tra en este contexto.

Las burguesías europeas se hallaban y se h a— lian todavía frente a una opción fundamental: re- currir a un reformismo "ihtegracionista" que tra- tará de sofocar la combatividad obrera mediante - concesiones, con vistas a reforzar los mecanismos de conciliación y de colaboración de clase (inte- gración ""oluntaria"y reformista) o recurrir a la dureza represiva comportando un ataque frontal -- contra las libertades obreras, en particular con- tra el derecho de huelga y la libre negociación - en matfciia da salarios. Las dos variantes acentú- an desda luego la decadencia de la democracia par lamentaria burguesa clásica, desplazando el c a n -

tro de gravedad del Estado burgués a un poder eje cutivo cada vez más al abrigo de cualquier c o n— - trol, señalando asi la tendencia al sstablecimien to del Estado fuerte inherente al capitalismo mo- nopolista, reflejando la voluntad de la burguesía de mancillar el movimiento sindical.

Sin embargo, no hay que confundir este forta- lecimiento del poder ejecutivo o la variante de - un ataque frontal contra algunas libertades obre- ras con un resurgimiento del fascismo. Las princi_

pales características del fascismo, que lo distin_

guen de otras formas burguesas de gobierno, c o n - sisten por una parte en lograr la destrucción to tal de las organizaciones obreras, incluidas las reformistas y, por otra parte, en su capacidad pa ra movilizar la masa de la pequeña burguesía d e— sesperada y pauperizada, cuya fuerza agresiva au- menta considerablemente la del aparato de repre— sión clásica. En estos momantos, las condiciones- objetivas de un ascenso del fascismo no estan aún reunidas en Europa capitalista. El movimiento —- obrero, sobre todo el alemán, ha pagado demasiado caro la confusión hacha a propósito de las distin_

tas formas de gobierno adoptadas porvel capitalis_

mo, para que hoy pueda aceptar charlatanerías sp_

br6 el "fascismo rampante" del régimen actualjSin embargo, sería erróneo subestimar el refuerzo de organizaciones fascistizantes susceptibles de ser vir de masa de maniobra a la derecha tradicional.

La disminución del titmo de crecimiento econó- mico, y sobre todo la exacerbación de la competen cia interimperialista, han socavado el terrena a- la política "reformista". Lo que la burguesía ha- podido efectivamente ofrecer como "concertación",

"participación", "acceso a la propiedad" u otras- reformas, ha sido tan flaco que no podrá dislocar las fuerzas combativas del proletariado. El caso- de Italia es el más elocuente en lo que se refie re a la bancarrota del "reformismo" burgués. En - efecto, las reformas neocapitalistas, urgentísi—

mas desde el Dunto de vista de un funcionamiento- más racional de la economía capitalista, no han - podido ser realizadas en los dia2 años de gobier- no "centro-izquierda".

Y ellas no serán realizadas tampoco en la eta- pa presente, a pasar de las aperturas renovadas - de un sector muy importante de la burguesía y la voluntad acentuada de colaboración no sólo del PSI sino también del PCI y de las centrales sindi cales .

En Inglaterra, el pronunciado declive de la - fuerza económica del imperialismo obliga a la bur guesía a mostrarse hostil frente a algunas de las principales reformas otorgadas en al curso de los últimos 20 anos y aún de mucho antes.

Sin embargo, al mismo tiempo, la correlación - de fuerzas entre las clases sigue siendo tal que un asalto global represivo por parte de la — burguesía no tiene prácticamente ninguna posibili dad de éxito. Las fuerzas, intactas en su mayor - parte, del movimierto obrero responderían a ese - asalto con el vigor que la burguesía aprecia en - su justo valor y teme con indiscutible razón, mo- vida per este temor, descarta por el momento, t£

niéndola por demasiado peligrosa, la tentativa da instaurar un régimen abiertamente dictatorial a -

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La crisis de las organizaciones obreras tradicionales

Paralelamente a la crisis política de la b u r—

guesia, el movimiento obrero tradicional ha atra- jesado también una crisis profunda en el curso de estos últimos años. En parte, esta crisis tenía - las mismas causas que la de los instrumentos de - dominación capitalista: agravación de las contra- diccionas sociales que minan la credibilidad res- p e t o a las orientaciones reformistas ai. loa par- tidos socialistas, y nc-oref ormistas de los parti- dos comunistas; ascenso da las luchas obreras, ~_

que comienzan a desbordar a las direcciones tradi_

cicnaleo dal movimiento obrero; critiis global da las relaciones sociales burguesas, er¡ particular, de las relaciones de producción capitalistas, cri_

sis que ha liberado poderosas energías anticapita_

listas que se expresan sobretodo por el empuje de las nuevas vanguardias. La crisis de las organiza ciones obreras tradicionales se integra al mismo- tiempo a la crisis del stalinismo que, después — de los flujos y reflujos que siguieron al XX Con- greso del PCUS, después del aplastamiento de la - revolución húngara, el estallido del conflicto — chino-soviético, la caída de Khroutchev, ha cono- cido un nuevo rebote importante con la crisis che_

coslovaca, la revuelta de los obreros polacos y la crisis política que conoce la dirección china.

El ascenso de las luchas obreras y la radica- lización de uha vanguardia numéricamente importan te de la clase obrera entran más claramente en -- conflicto con dos fenómenos cuyo fondo hay que — analizar sin subestimar los límites, a saber: la- acentuada integración de la socialdemocracia en - el aparato del Estado burgués, y e proceso de —

"socialdemocratización" de los partidos comunis-- tas oficiales.

En el seno de los partidos sociaJ-demócratas - se ha operado en el curso de los diez liltimos — años una importante modificación en lo que se re- fiere al peso relativo de los representantes de - la burocracia de las organizaciones obreras p r o — píamente dichas, y de los representantes da la bu rocracia del aparata de Estada burgués. Eí;tos úl- timos se han reforzado considerablemente con relo ción a los primeros. Al mismo tiempo, aa ha prodij cido un desplazamiento de altos funcionarios s o — cial-demócratas del Estado hacia los puestos diri_

gentes de trusts capitalistas privados. Estos pro cesos han facilitado incontestablemente el a s t a — llido de conflictos entre los dirigentes sociald^e mócratas que se esfuerzan en expresar el "interés general" -es decir él de la burguesía- y ios buró cratas sindicales, entre los que se encuentran — los sossnedares más seguros de la socialdemocra- cia.

Los PC'9 han acentuado en general su desliza- miento a derecha, adoptando estrategias y t á c t i - cas de aproximación con la burocracia sindical — (o con su ala "izquierdista") en los países en — que los socialdemócréfcas están en mayoría, y se - han orie itado completamente hacia una estrategia- electoralista y neoreformista en los países en — que ellos conservan la hegemonía.cualesquiera que sean las presiones complejas y contradictorias de

la base de los Partidos Comunistas para favorecer ese viraje, la "distancia" adoptada por los diri- gentes frente a la ocupación de Checoslovaquia — por las trapas de la burocracia soviética fue pro ducto de una presión socialdemócrata y expresa u- na nueva etapa del proceso de socialdemocratiza—

ción de los PC.

Sin embarga, de estos dos fenómenos no hay — que sacar la conclusión de que los partidos social demócratas se han convertido en partidos burgue-- ses o que los PC lo han sido en partidos socialde mócratas. La socialdemocracia continúa siendo tri butaria de su base electoral obrera (en ciertos- países, como la Alemania occidental y Bélgica, lo es más que nunca). Se trata de una base electoral que, contrariamente a la del partido demócrata de los Estados Unidos, expresa con su voto un refle- jo de clase elemental, es decir la voluntad de \ja tar por un partida obrero y na por Un burgués. El carácter de clase de estos partidos se refleja -- igualmente en sus ligazones con el movimiento sin dical. La naturaleza contrarrevolucionaria y pro- capitalista de la política de sus direcciones (f£

nómeno que no es de hoy ni de ayer sino que p e r - siste desde hace cerca de 6TJ años) no cambia en - nada ese hecho objetivo, de igual manera que el - neoreformismo de los PC no permite hacer tabla ra sa de los lazos que les ligan a ¡fioscú.

La crisis de las organizaciones tradicionales del movimiento obrero no se desarrolla de manera- TEctilinaa. Si a veces se ve marcada por escisio- nes no desprovistas de importancia (grupo "II Ma- nifesto" en Italia)en otras puede manifestar- se con la reaparición de tendencias centristas — más amplias en el seno de los partidos tradiciona_

les ("Jusos" en Alemania occidental). Puede estar acompañada por un debilitamiento temporal de la fuerza electoral (como en Bélgica e Inglaterra en 1970 respecto a la socialdemocracia), o por un — nuevo progreso electoral, sobre todo cuando estos partidos aparecen a los ojos de sectores recisnte_

mente politizados como el "menor mal" frente a -- los partidos burgueses corrompidos y en bancarro- ta. Los rasgos principales de esta crisis, sin em bargo, son reveladores en todos aquellos países - en los que las luchas obreras y la radicalízación de la juventud han tomado proporciones elevadas:

a) La eolítica reformista tradicional pierde cada día más su credibilidad, a pesar de - sus tentativas de presentar las operacio—

nes reformistas como proyecto de "transí—

ción hacia el socialismo".

b) El punto común de la orientación socialde mócrata y de los partidos comunistas, es de cir el curso electoralista y parlamentaria, es objetivamente puesto en tela de juicio - por amplias masas que son atraídas por la -

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