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Los retos del turismo en la construcción de la paz en colombia

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Los retos del turismo en la construcción de la paz en colombia

NAEF, Patrick James, GUILLAND, Marie-Laure

Abstract

Declarar que una Colombia turística garantiza la reconstrucción post-conflicto no es un acto performativo. Hay que preguntarse entonces si considerar el turismo como herramienta para la paz no es más un mito que una realidad. Después de una ojeada a la recuperación del turismo colombiano desde principios de la década de 2000, este artículo se propone analizar algunos de los retos que caracterizan el sector desde la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno y la Farc-Ep, como la reconstrucción de la imagen del país, la prostitución y el narco-turismo, la cuestión del acceso a la tierra y los recursos, la promoción del ecoturismo y el turismo "comunitario", así como el papel de esta actividad en la reintegración de los combatientes desmovilizados.

NAEF, Patrick James, GUILLAND, Marie-Laure. Los retos del turismo en la construcción de la paz en colombia. Via Tourism Review , 2019, vol. 15

Available at:

http://archive-ouverte.unige.ch/unige:129017

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15 | 2019

Tourisme et paix, une alliance incertaine en Colombie

Los retos del turismo en la construcción de la paz en Colombia

Marie-Laure Guilland y Patrick Naef

Traductor: Manuel Antonio Zárate Martin

Edición electrónica

URL: http://journals.openedition.org/viatourism/3643 ISSN: 2259-924X

Editor

Association Via@

Este documento es traído a usted por Université de Genève / Graduate Institute / Bibliothèque de Genève

Referencia electrónica

Marie-Laure Guilland y Patrick Naef, « Los retos del turismo en la construcción de la paz en Colombia », Via [En línea], 15 | 2019, Publicado el 22 noviembre 2019, consultado el 29 diciembre 2019. URL : http://journals.openedition.org/viatourism/3643

Este documento fue generado automáticamente el 29 diciembre 2019.

Via Tourism Review est mis à disposition selon les termes de la Licence Creative Commons Attribution - Pas d'Utilisation Commerciale - Pas de Modification 4.0 International.

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Los retos del turismo en la

construcción de la paz en Colombia

Marie-Laure Guilland y Patrick Naef

Tradución : Manuel Antonio Zárate Martin

1 El 11 de enero de 2019, al final de las vacaciones escolares, la barca rápida que cruza el Golfo de Urabá transporta casi totalmente turistas, la mayoría viene del departamento de Antioquia y su capital Medellín, y se dirige a las playas de Capurgana y Sapzurro. En medio de los turistas vestidos con pantalones cortos, diferenciándose por su ropa de abrigo, cinco migrantes haitianos continúan su viaje hacia el norte. La selva tropical de Darién, en la frontera con Panamá, a pocos kilómetros de distancia, es actualmente una zona de tránsito para los migrantes de países cada vez más diversos. La posición estratégica de este territorio, desde hace varias décadas una ruta importante para la exportación de cocaína, la convierte de hecho en un epicentro de la violencia colombiana desde la década de 1990 (Martín 1997). Sin embargo, con el fortalecimiento de las políticas de seguridad iniciadas hace unos años, y los atractivos naturales que ofrece esta región, las casas de huéspedes, restaurantes y clubes de buceo están creciendo, y cada vez son más numerosos los pescadores que alquilan sus embarcaciones a los turistas. Esta zona, que sigue estando "formalmente desaconsejada" en 2019 (en rojo en el mapa) por el Ministerio de Europa y Asuntos Exteriores francés, se encuentra por el contrario en el centro de atención de las políticas del Ministerio de Turismo de Colombia que la considera como una de las cuatro "regiones piloto" dentro del programa "turismo, paz y convivencia" desde 2014 (UNODC, 2014). Esta discrepancia entre, por un lado, el deseo del gobierno de cambiar la dinámica local y las imágenes mentales asociadas a la región, y por otro lado, las recomendaciones internacionales relativas a esta zona, que se sigue estimando inaccesible para el turismo, así como que la variedad de prácticas en un espacio limitado (turismo, tráfico ilegal, migración interna y externa, pacificación del territorio, etc.), refleja en parte los desafíos y obstáculos a los que se enfrentan los actores del turismo colombiano y las poblaciones locales de estos territorios que se orientan al desarrollo de esta actividad y la consideran, a veces con demasiada precipitación, como una actividad providencial para regiones como Urabá.

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2 Siguiendo las políticas de seguridad de los gobiernos de Uribe (2006-2010) y Santos (2010-2018), tras los acuerdos de paz firmados entre la Farc-Ep y el Estado y bajo el impulso de las leyes destinadas a la devolución de tierras a las víctimas del conflicto1, cada vez mayor número de regiones y ciudades están viendo el regreso y la llegada de diferentes tipos de actores: poblaciones desplazadas y traumatizadas, turistas extranjeros atraídos a un país antes poco conocido, promotores en busca de beneficios o combatientes desmovilizado en busca de oportunidades. Estos rápidos cambios en el tejido social colombiano no trascurren sin tensiones que el turismo puede poner en evidencia. La rápida y a veces incontrolada urbanización de zonas costeras como las de la costa caribeña; la cuestión del acceso a la tierra y la explotación de los recursos naturales, del patrimonio cultural material e inmaterial; el narcoturismo y la prostitución; la cobertura mediática y la recuperación de la memoria de figuras altamente conflictivas, como Pablo Escobar, –elementos todos estos, directa o indirectamente relacionados con el sector turístico- son motivo de controversia y a veces de violentos conflictos.

3 Las apuestas por el desarrollo turístico son múltiples en un contexto sociopolítico que preferimos calificar con el término de "post-acuerdos" en lugar de "post-conflicto".

Esta elección evita pasos en falso en la comprensión de los desafíos a los que el sector turístico de Colombia se enfrenta hoy día, como en otros lugares. Desde 2016, la idea de un Colombia post-conflicto ha estado en el corazón de un bombardeo mediático. Niño González et D. Palma Álvarez analizan cómo "el empleo de este término de manera singular y absoluta da la impresión de que con el proceso de paz con las Farc-Ep desaparecen todos los conflictos de Colombia" (2018, p. 87) 2. Estos autores recuerdan que el imaginario nacional ha estado, durante más de medio siglo, mediatizado por un

"actor altamente volátil, [la Farc-Ep], que ha ocupado una parte importante de la agenda política, económica, de seguridad y social, hasta el punto de condicionar la psicología del Estado. En otras palabras, Colombia ha sido "descabellada" (2018, p. 94 3).

La interpretación de la historia colombiana, la dinámica de los conflictos y las respuestas institucionales han sido guiadas en gran medida por esta realidad. Durante estos años, la Farc-Ep representó al "Otro" contra el cual se construyó la sociedad, pero también el "Otro" que encarna el origen de todos los males del país, por lo tanto, el

"Otro" para luchar, permitiendo así legitimar todas las acciones del Estado. Sin embargo, tal construcción narrativa nos hace olvidar que la violencia en Colombia no apareció con la formación de las Farc-Ep sino que la precedió (Pécaut 2001). También ignora las causas estructurales de la violencia que sólo si se tienen en cuenta pueden garantizar una "paz estable y duradera4 ". Por último, el acuerdo con la Farc-Ep representa sólo "el comienzo de la plena paz, ya que los problemas y conflictos que sufre el país no se limitan a la presencia de grupos guerrilleros en territorio colombiano". (Guilland y Mazars 2012, p. 19).

4 El desarrollo del turismo debe acomodarse a esta "paz imperfecta"5. Si bien no disfruta del El Dorado posconflicto evocado muy a menudo sin recato, el turismo goza sin embargo de una clara ventaja retórica vinculada a la cobertura mediática de una supuesta situación de paz que permite tranquilizar a los turistas y a los potenciales inversores. También se beneficia de una ventaja concreta referida a la desmovilización de guerrilleros que liberan territorios estratégicos para su desarrollo. Sin embargo, esta desmovilización no ha sido completa 6y los territorios anteriormente sometidos al control de las Farc-Ep están en manos de una reorganización del poder que puede

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resultar altamente problemática. En muchas regiones persiste7 o se impone la presencia de otros grupos armados irregulares, ELN y organizaciones criminales, como las milicias paramilitares (Bacrim) 8o/y los narcotraficantes. Estos grupos ejercen presión sobre los territorios y poblaciones locales que dificultan el ejercicio del Estado de derecho, ya que desde la firma de los acuerdos en 2016 el número de asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos y exguerrilleros es alarmante9. Los límites al avance de la paz también están vinculados a un sistema económico cuyos fundamentos capitalistas y neoliberales obstaculizan la equidad social, profundizan las desigualdades y fomentan el deseo de apropiarse de los recursos rurales, urbanos, mineros, naturales, materiales y también turísticos. El Estado colombiano fomenta este modelo económico a riesgo de producir economías de enclave en regiones "donde la frontera entre lo legal e ilegal ya no existe" (Serje 2012) y donde el capitalismo salvaje no debe impedir la explotación comercial de regiones y sus recursos. La actividad del turismo forma parte de estas dinámicas y para desarrollarse debe respetar las organizaciones territoriales locales. De ese modo, resulta difícil considerar el turismo como una herramienta indiscutible para la paz, precisamente lo que el gobierno y la Organización Mundial del Turismo (OMC) promueven, sin embargo, con convicción.

5 Así, si bien la recuperación del turismo en Colombia desde principios de la década de 2000 es considerada por las autoridades públicas y por los profesionales del sector, no sólo como una propina económica, sino como una señal de paz y de regreso del país a la escena internacional, la creciente llegada de turistas extranjeros y la apertura del país a una gran mayoría de su población, antes muy limitada en su movilidad, no deja de plantear un número menor de interrogaciones. Las numerosas conferencias e iniciativas públicas aparecidas recientemente para fortalecer el sector turístico demuestran el interés que las autoridades colombianas conceden a esta actividad. Si bien el beneficio económico es el principal impulsor de este proceso, otras dinámicas, como la reinserción de veteranos o la memoria del conflicto, impulsan también este fuerte deseo de desarrollar el turismo. Como veremos a continuación, la actividad está en auge en el país. Es difícil no asociar este crecimiento con los beneficios del período posterior al acuerdo. ¿Debemos creer entonces que el turismo y la paz van de la mano?

Cierto que esta actividad permaneció restringida durante los tiempos de conflicto armado, pero con la reconfiguración actual de la dinámica social, identitaria, política y económica de los territorios, el turismo reconstruye las oportunidades de los poderes que se mueven allí. Dependiendo de su desarrollo, puede convertirse en el origen de nuevos conflictos, de nuevas formas de dominio y negaciones de reconocimiento más insidiosas. El objetivo de este artículo no es minimizar el impacto positivo del turismo en esta Colombia post-acuerdo, sino constatar que esta industria todavía tiene aún muchos retos que superar para ser el corolario de la paz. Declarar que una Colombia turística garantiza la reconstrucción después del conflicto no es algo incuestionable.

Hay que preguntarse entonces si tomar el turismo como herramienta para la paz no es más un mito que una realidad. Después de una ojeada a la recuperación del turismo colombiano desde principios de la década de 2000, esta aportación al conocimiento se propone analizar algunos de los retos que caracterizan el sector desde la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno y la Farc-Ep, como la reconstrucción de la imagen del país, la prostitución y el narco-turismo, la cuestión del acceso a la tierra y los recursos, la promoción del ecoturismo y el turismo "comunitario", así como el papel de esta actividad en la rehabilitación de los combatientes desmovilizados.

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I. La reanudación del turismo en Colombia

6 El conflicto armado en Colombia dificultó considerablemente el desarrollo del turismo hasta 2006, cuando el sector se recuperó significativamente. Según el Viceministerio de Turismo (Colombia Reports, 2018), poco más de un millón de visitantes extranjeros visitaron Colombia en 2006, mientras que 3.104.606 lo visitaron en 2018, lo que supone un aumento de más del 300 % en doce años. La gran mayoría de estos visitantes procede de Estados Unidos (20,8% en 2018) y de los principales países latinoamericanos (Venezuela10 Argentina, Brasil y México). Sin embargo, a principios de 2019, se produjo una caída de los visitantes argentinos (menos del 27%) y brasileños (menos del 15%), mientras que aumentaron por el contrario los de Perú (más 44%) y Francia (más de 26%). La inmensa mayoría de estos visitantes viajan a Colombia por razones de ocio (79%) y una parte significativa por razones de negocios (12,8%), lo que lleva a las autoridades a querer prestar especial atención al turismo de negocios. La capital Bogotá acoge al mayor número de estos visitantes, seguida de Cartagena, Medellín y Cali. Sin embargo, mientras que la mayoría de los turistas extranjeros llegan por aire a la capital, la región del Caribe en el norte del país es actualmente el foco principal del turismo, con la ciudad colonial de Cartagena, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, como una de las principales atracciones. El atractivo de la zona caribeña también se pone de relieve con el excepcional dinamismo de Santa Marta y Bucaramanga, sobre todo en términos de acogida de turistas extranjeros (Colombia Reports, 2018).

7 Entre 2007 y 2015, el gobierno colombiano alojó dos veces la Cumbre Mundial de la OMT, la primera en Cartagena y la segunda en Medellín, una ciudad en medio de la reconstrucción de su imagen ensombrecida por los cárteles. En 2007, el informe de la OMT sobre la cumbre describió a Colombia como un país que había regresado del abismo. El desarrollo del turismo se ha optimizado principalmente mejorando la seguridad de las carreteras, con programas como Vive Colombia. Viaja por ella (Vit Colombia. Viaje para ella) y Rutas seguras (carreteras seguras), lo que ha permitido a muchos habitantes redescubrir su país y el inicio del crecimiento del turismo internacional. El presidente de extrema derecha, Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), y su política de mano de hierro desempeñaron un papel importante en este proceso, incluido un programa titulado "caravanas turísticas", dentro de su política de seguridad y defensa: según una agenda específica, los contingentes del ejército se encargaron de la seguridad de ciertas carreteras hacia lugares turísticos. En este contexto de pacificación del territorio, el Plan Nacional de Desarrollo de Colombia para 2014-18 ha considerado el turismo como un sector prioritario en su estrategia mediante la elaboración de un plan turístico específico de 2014 a 2018, titulado "Turismo para la Construcción de la Paz". Se identificaron y etiquetaron los lugares de desarrollo prioritario como "destinos posteriores a los conflictos"; se consideraba el desarrollo turístico como un medio "para reconstruir el tejido social y la cultura de los territorios, al tiempo que se mejoraba la cadena de valor y la calidad de vida de las comunidades de acogida a través de prácticas responsables y sostenibles" (OCDE 2018 P. 317).

8 Si bien los acuerdos de seguridad han impulsado realmente el turismo, sobre todo el turismo local, también era esencial que las autoridades transformaran la imagen de un país, considerado peligroso e inaccesible durante décadas, sobre todo para atraer a turistas internacionales. Como señala el informe de la OMT "Colombia vuelve al mapa del

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turismo mundial" (OMT 2009), el país era bien conocido por el público en ese momento y los esfuerzos de comunicación no tenían que centrarse tanto en la creación de una imagen como en la corrección de una imagen distorsionada. El gobierno ha iniciado importantes trabajos de comunicación a través de su brazo operativo ProColombia, responsable de promocionar el país para turistas e inversores extranjeros. Las organizaciones internacionales también han apoyado esta estrategia de comunicación;

La OMT ha favorecido significativamente al país apoyando sus campañas de comunicación que, según el informe citado anteriormente, le deberían permitir transmitir: "la verdadera realidad del país, libre de estereotipos y prejuicios derivados de su traumática historia, ya en gran parte perteneciente al pasado, y en proceso de ser plenamente resuelta a corto plazo"(OMT 2009 P. 3).

II. Promover una nueva imagen del país: potencial y límites

9 ProColombia lanzó su primera campaña de promoción turística en 2007. Se tituló

"Colombia es pasión" (Colombia es pasión); el objetivo era unir a los habitantes bajo una identificación común. (Guilland 2012). La segunda campaña lanzada en 2007, adoptando un tono más audaz, asumía la visión opuesta más negativa de la imagen asociada a Colombia movilizando la noción de "riesgo": "Colombia, el riesgo es que te quieras quedar"

(Colombia, el único riesgo es que te quieras quedar aquí).

10 En 2013, el concepto de "realismo mágico" -característico, entre otras cosas, de muchas obras literarias colombianas y latinoamericanas- se colocó en el centro de la comunicación de ProColombia. En esta época, la intención era cambiar la percepción de los visitantes "mostrándoles los encantos de los destinos turísticos colombianos, al mismo tiempo que los avances realizados en términos de seguridad y estabilidad"

(ProColombia 2013). Mientras que el repertorio de imágenes asociadas con el realismo mágico producido por ProColombia involucraba elementos como selvas misteriosas, mares multicolores y animales extraños, la plataforma Netflix emitió al mismo tiempo la primera temporada de la serie "Narcos", que retomaba también el realismo mágico en contraposición al narcotráfico y conflicto armado (Naef 2018). Del mismo modo, las guías involucradas en los "narco-tours" o "Pablo tours" (vinculadas al turismo de la historia de Pablo Escobar y narcotraficantes) -fuertemente criticados por los medios de comunicación y las autoridades colombianas, pero muy populares entre los turistas internacionales- recurren con frecuencia a la noción de realismo mágico en el marco de sus discursos sobre la historia del narcotráfico. En este contexto, la serie de televisión Narcos ayudó a conformar las imágenes mentales de los turistas internacionales, y en primer lugar, del mercado americano que representa una de las principales fuentes.

Como en el caso del golfo de Urabá presentado en la introducción, las imágenes creadas a escala nacional (por el gobierno y ProColombia) se enfrentan a las que difunden los actores externos (como Netflix en el caso de Medellín o el Ministerio de Asuntos Exteriores francés en Urabá). Para su vigésimo quinto aniversario, en 2017, ProColombia lanzó su última campaña sobre "Colombia: Tierra de la Sabrosura" con el fin de apartarse de una vez por todas de su imagen de violencia: el término local Sabrosura, de la esfera musical colombiana y carente de traducción, expresa una actitud positiva, belleza y buen gusto.

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11 Las campañas de promoción, los medios internacionales y las producciones salidas de la cultura popular dan forma a las imágenes de los potenciales turistas extranjeros, influyendo por un lado en su decisión de viajar a Colombia y por otro lado en sus prácticas una vez allí. En un mundo globalizado e hiperconectado, el reto es, por lo tanto, desalentador para los promotores del turismo colombiano, que pretenden difundir la imagen de un país que ha pasado página de su historia violenta. Además, las imágenes de los turistas no se limitan al conjunto del país, sino que se focalizan también en determinadas regiones. Como lo muestra Vélez Rivas (en este número), la Amazonía y sus habitantes han influido mucho en las mentes del público internacional;

la cultura popular y las guías de viaje han ayudado a difundir imágenes a menudo románticas y estereotipadas. Estas mismas son ahora actualizadas con el desarrollo turístico.

12 El desafío promocional, que cuenta en gran medida con el apoyo del Estado, es un éxito relativo. El deseo de transformar la imagen del país está funcionando y el aumento del número de visitantes es una prueba de ello. Las imágenes positivas promovidas por Procolombia, transmitidas por las guías de viajes y plataformas de Internet muestran el potencial turístico del país. Para el mundo exterior, se está extendiendo la idea de que Colombia es un país pacífico. La cobertura mediática del acuerdo de paz y símbolos como la concesión del Premio Nobel de la Paz al presidente Juan Manuel Santos en 2015 han ayudado a cambiar la imagen de un país en guerra y peligroso. Los turistas tranquilizados viajan ahora al país en busca de su "magia", pero también de las huellas de su historia violenta, de sus vicios y traumas. Algunos visitantes todavía están muy condicionados por una imagen estereotipada del país que cuesta cambiar a pesar de los esfuerzos promocionales.

III. Narcoturismo y turismo sexual

13 La reputación de Colombia está cambiando a dos velocidades. Los temores de conflicto han ido disminuyendo rápidamente desde el acuerdo con las Farc-Ep, pero sigue viva la imagen globalizada de un país el que reina el narcotráfico. Se integra en un turismo paralelo al promovido y apoyado por las autoridades públicas. El mantenimiento de esta visión contradictoria está especialmente extendida en torno a Medellín, que adquirió el estatus poco glamuroso de capital de las drogas en los años 80 y 90. Los

"narco-tours" o "Pablo tours" representan una de las ofertas más populares para los turistas extranjeros en la segunda ciudad de Colombia (Naef 2018a). Esto no es un fenómeno nuevo. Hasta principios de la década de 2010, en la ruta de senderismo que conduce al yacimiento arqueológico Teyuna, Ciudad Perdida en la Sierra Nevada de Santa Marta, los agricultores locales ofrecían bajo demanda visitas pagadas a un laboratorio de cocaína. Estos mismos visitantes, una vez en el yacimiento arqueológico, multiplicaron las fotos con los militares a cargo de su seguridad y a continuación difundieron multitud de imágenes e historias que contradecían los esfuerzos de la promoción oficial que trataban de poner en valor el lugar por la importancia de su patrimonio natural y cultural (Guilland 2012). Ante esta "deriva turística" y la mala publicidad que alentó en sí misma, el gobierno procedió a la destrucción del laboratorio y se aseguró de que no se llevaran a cabo otras visitas. También se prohibió formalmente a los militares tomarse fotos con los turistas.

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14 El desafío de Colombia al narcoturismo es también una lucha contra su consumo.

Muchos visitantes aprovechan estar "en la tierra de las drogas" para consumirla de forma desinhibida. Algunos lugares, como Taganga, un pequeño pueblo en la costa caribeña citado por Luis Sánchez (en este número), se han convertido en lugares famosos por sus fiestas desenfrenadas donde las drogas son fáciles de adquirir.

Refiriéndose a Taganga, también se aborda el problema del turismo sexual en el país. En este pueblo, la creciente afluencia de visitantes ha redefinido profundamente la organización social y las fuentes de ingresos de los habitantes. Una importante afluencia de dinero vinculada a una economía turística en auge ha creado importantes desequilibrios entre quienes pueden participar legalmente en el desarrollo de esta actividad (hotel, catering, buceo, pesca, etc.) y otros. La prostitución, como el narcotráfico, funciona como motivo de elección entre los que se mantienen al margen del desarrollo legal del turismo. En 2017, un extranjero (Assi Moosh), que había venido a construir un hotel en Taganga ocho años antes, fue arrestado y enviado de vuelta a su país. El hombre, que fue apodado "el intocable", había estado actuando durante varios años con la complicidad de algunas autoridades locales y dirigía una red de prostitución reservada a los extranjeros (el Heraldo 2017) que se extendía hasta las ciudades de Medellín, Bogotá y Cartagena. Además, la ciudad de Cartagena, considerada la joya turística del país, famosa por su arquitectura colonial, playas y festivales, también es conocida por sus escándalos relacionados con la prostitución, especialmente en el contexto de eventos organizados específicamente para extranjeros (CNN, 2018). En Santa Marta, el incremento organizado de la prostitución también es alarmante, con las mujeres jóvenes procedentes de la vecina Venezuela como sus primeras víctimas (Caracol 2019). Con el nuevo auge turístico de Colombia, el turismo sexual se está convirtiendo en un tema cada vez más delicado. El caso de Taganga es lo suficientemente representativo del desafío al que se enfrenta el país para prevenir la explotación sexual de mujeres u hombres jóvenes. Además de la necesidad de identificar redes de proxenetismo, también hay que abordar el tema de la impunidad y la corrupción que las hacen posibles.

IV. Garantizar mediante el turismo comunitario y el ecoturismo: una ambición estatal

15 En un país donde el control de los territorios y sus recursos constituyen un desafío para el Estado, el turismo viene a potenciar la ilusión de paz a través de los principios de conservación y desarrollo11. Aunque los proyectos turísticos han surgido en una lógica neoliberal de libre mercado, competitividad y privatización, las políticas se esfuerzan por presentar esta actividad como una herramienta "sostenible", capaz de mejorar la calidad de vida de la comunidad nacional y de las comunidades locales, garantizando al mismo tiempo la estabilidad política y social de las regiones donde se desarrolla.

Ansioso por asumir el control y satisfacer los requisitos de los organismos transnacionales que promueven una versión ética de una actividad durante mucho tiempo criticada por su impacto negativo en las regiones receptoras, el gobierno colombiano y los promotores del turismo han impulsado una retórica positiva a través de la cual se pone de relieve sistemáticamente el supuesto potencial del turismo para crear mejores condiciones de vida para todos. A partir de 1996, el proyecto de ley 300 destacaba la importancia del turismo con referencias como:

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Una industria esencial para el desarrollo del país y especialmente de las diversas entidades territoriales, regiones y provincias, ya que desempeña una función social.

El Estado le prestará especial atención debido a su importancia para el desarrollo nacional.12

16 Los programas de turismo impulsados por el Estado se incluyeron entonces en el plan nacional de desarrollo 2007-2010, que se puso en marcha con el lema "Estado comunitario: Desarrollo para todos". Lejos de ser abordado como una simple herramienta al servicio de una economía neoliberal, la asociación del turismo a este programa sirve como recordatorio de su carácter social. Los objetivos políticos así declarados fueron asumidos por el gobierno de Santos e impulsados más que nunca como promesa de prosperidad para todos. "El buen logro del turismo es uno de los mejores indicadores de nuestra prosperidad democrática", aseguró el presidente de la República durante una feria turística (ANATO 2012), mostrando así su entusiasmo y optimismos por las oportunidades que ofrece el turismo para el futuro del país. Hoy en día, asegurar la paz se convierte en el principal desafío del turismo. Desde que comenzaron las negociaciones con el Farc-Ep en 2013, los programas de desarrollo turístico han florecido y el Estado ha implantado numerosos proyectos que pretenden ser sociales, comunitarios, sostenibles y ecológicos. Los objetivos éticos son ambiciosos y deben combinarse, a veces no sin contradicciones, con el desarrollo competitivo de las regiones.

17 En 2014, el Ministerio de Medio Ambiente ya apostaba por el ecoturismo comunitario como13 herramienta para el desarrollo local y la conservación de los parques naturales.

En 2017 el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo decidió fortalecer la competitividad y el emprendimiento turístico de las diferentes poblaciones del país.

Para ello, se ha asignado un presupuesto para fomentar el turismo comunitario.14 . Los proyectos "Turismo Paz y Convivencia" y "Seguro que te complacerá" (Seguro te va a encantar) fueron las iniciativas más significativas referentes a la asociación del turismo a la construcción de la paz. Con estos dos programas, el objetivo era dirigir y apoyar la actividad turística en las zonas afectadas por el conflicto para que los colombianos pudieran recuperar su país y luego abrirlo hacia el exterior. Como se menciona en la introducción de este texto, cuatro regiones son pilotos en el marco del programa

"Turismo, Paz y Convivencia”: La Serrana de la Macarena en el Meta, el camino de Teyuna-Ciudad Perdida en la Sierra Nevada de Santa Marta, el valle de Sibundoy y Mocoa en Putumayo, y el Urabá Darién entre Antioquia y Choc. Si bien los programas estatales son ambiciosos y sus objetivos difíciles de criticar, los proyectos presentados resultan a menudo demasiado vagos para ser completamente ejecutados. Como muestra Sánchez (en este número), en el que analiza las dificultades para conciliar los objetivos de paz con las ambiciones ambientales, las recomendaciones gubernamentales encuentran con frecuencia obstáculos tangibles para su éxito a escala local. Esto lo señala también Andrade (en este número) cuando revela las contradicciones entre las escalas de gobierno en La Mesa (Cundinamarca) y Villavieja (Huila). La autora demuestra la discrepancia entre las promesas turísticas promovidas por los programas desarrollados a nivel nacional y la realidad de su aplicación en los territorios.

18 Si tales proyectos turísticos, cuando son iniciados por el gobierno, se enfrentan a limitaciones significativas, cuando se aplican al terreno, las iniciativas surgidas dentro de las comunidades también pueden convertirse en una fuente de tensión por su rápido desarrollo. En el contexto urbano de Medellín, las tensiones han aparecido recientemente en barrios de clase trabajadora, como Moravia o San Javier. Este último

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caso, ubicado en la Comuna 13 -fuertemente asociada al conflicto armado que ha traumatizado la segunda ciudad de Colombia- ha conocido en menos de una década el desarrollo de "torres comuna" (Naef, 2016), con el objetivo de presentar a los visitantes extranjeros una visión general de la historia y la vida cotidiana de los barrios de clase trabajadora. Mientras en 2014, un pequeño grupo de empresarios turísticos, en su mayoría habitantes del distrito, ofrecieron estos tours a una docena de turistas diarios como máximo, el éxito de la oferta llevó a un aumento importante del número de turistas, estimados en 2019 en 15.000 turistas por mes. La "comuna 13" encabeza la lista de atracciones de la ciudad en la edición 2018 de Lonely Planet (Egerton et al. 2018) y muchos guías vestidos con camisetas "comuna 13" se plantan ahora a la salida del metro de San Javier para ofrecer sus servicios a los visitantes. El aumento de actores turísticos, y especialmente la afluencia masiva de guías externos (de otros barrios, pero también de otros países como Venezuela, Argentina e incluso Francia), considerados como extraños a la traumática historia de este territorio, provoca críticas de los guías que se consideran legítimos debido a sus vínculos con el barrio, pero también de algunos lugareños que ven a cientos de turistas desfilar a diario por delante de sus ventanas. En este contexto, la dimensión comunitaria de esta práctica turística iniciada por los residentes del barrio es puesta en tela de juicio por su éxito y su reapropiación por actores externos, lo que se materializa en efectos considerados negativos por un parte de la población local: pérdida de beneficios en favor de agentes externos, recuperación y comercialización de la memoria del barrio, imagen sesgada de la historia del lugar e inconvenientes para la vida cotidiana de los habitantes.

V. Turismo y desmovilización

19 Programas destinados a reintegrar a los combatientes desmovilizados de Farc-Ep en la vida civil (Van Broeck et al., en esta cuestión) nos llevan a observar lo que sucedió como resultado del proceso de justicia y paz de 2005. El caso de la Sierra Nevada de Santa Marta es un ejemplo representativo. (Guilland 2017 P. 313-323). En la segunda mitad de la década de 2000, con la Ley de Justicia y Paz, un número significativo de paramilitares del norte de Sierra Nevada depusieron sus armas, entre ellos, su líder, Hernan Giraldo.

Al mismo tiempo, los agricultores de la región, bajo la presión de las políticas antinarcóticos, decidieron abandonar los cultivos ilícitos de coca. Con el fin de amortiguar estos cambios, muchos residentes que viven en las laderas del camino que conduce al yacimiento arqueológico Teyuna Ciudad Perdida, ven el turismo como una alternativa económica. Muchos han optado por convertirse en guías, porteadores, mototaxis, cocineros o abrir pequeños lugares de alojamiento a lo largo del camino.

Hasta 2006 sólo una agencia, controlada por Hernán Giraldo, podía llevar turistas al lugar. Desde la desmovilización de su Grupo de Autodefensa (Resistancia tayrona), han surgido otras agencias y reclutan a su personal entre los recién desmovilizados.

20 El turismo hacia el yacimiento está ganando importancia y con su integración en el programa "Turismo, Paz y Convivencia", el camino hacia Teyuna se convierte en un laboratorio. Las dinámicas de coordinación iniciadas incluso antes de la puesta en marcha de este programa se animan con los nuevos objetivos de consolidación de la paz. Comunidades indígenas y campesinas locales, autoridades municipales, universidades, el Estado a través de la presencia del Instituto Colombiano de Antropología e Historia y la Unidad Nacional de Parques Naturales, incluyendo

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empresas privadas, fundaciones nacionales y transnacionales, entidades de control gubernamental y protección/preservación, organizaciones no gubernamentales, trabajan juntos para coordinar la actividad turística (Vega 2017) (visto anteriormente) dentro del programa "Turismo, Paz y Convivencia".15 En términos de reintegración a la actividad social y económica, los resultados son palpables: más de la mitad de los actores que actualmente participan en el turismo son personas desmovilizadas.

21 A la hora de presentar el turismo como una herramienta para la paz, el caso de la

"Camino a Teyuna" funciona como ejemplo. Sin embargo, a pesar de este progreso y de una fuerte agenda turística, la violencia perdura en la región. Las bandas criminales siguen estando muy presentes en este territorio que controlan. Heredados del antiguo grupo de Hernán Giraldo, ejercen una fuerte presión en la región y demuestran los límites del proceso de desmovilización. En 2018, el asesinato de un funcionario en el Parque Natural de Sierra Nevada (El Espectador 2019) puso de manifiesto los obstáculos asociados a la implantación de una política ecológica pacífica. En mayo de 2019, un líder campesino fue asesinado en un "lugar en medio del camino que siguen los turistas para llegar a Ciudad Perdida. Según sus habitantes, se trata de una zona donde han reaparecido las viejas prácticas de extorsión y control del territorio de la época en16 que el exlíder paramilitar extraditado de Hernán Giraldo llegó a controlar el comercio de excursiones" (Semana 2019). Este ejemplo demuestra perfectamente cómo la paz en Colombia no se reduce a la cuestión de las Farc-Ep y cómo el turismo puede permanecer en manos de grupos armados irregulares cuando no están desmovilizados total o adecuadamente.

VI. Turismo y acceso a los recursos

22 Mientras que la lucha contra las Farc-Ep legitimaba antes todas las intervenciones estatales, hoy la construcción de la paz se está convirtiendo en el nuevo leitmotiv de las acciones del Estado. El turismo propuesto como herramienta de pacificación debe cumplir con una cierta ética, tiene que garantizar el desarrollo social, comunitario y económico de una región, al tiempo que ha de permitir la conservación de los recursos naturales y patrimoniales en los espacios donde se desarrolla. Detrás de esta "economía moral" (Fassin 2009) del turismo, cualquier apropiación de los recursos de un territorio puede ser legitimada. Como ya se ha dicho, hay muchos programas estatales de desarrollo. Para aplicarlos, dependen de recursos locales destinados al uso exclusivo de proyectos turísticos. Sin embargo, esta justificación del uso de los recursos no siempre es consensuada y puede producir diversas formas de violencia contra la población local.

23 Ojeda, en un artículo esclarecedor, analiza el caso del Parque Natural de Tayrona (Ojeda, 2016). Detalla la comercialización de la conservación de los recursos naturales del parque y su introducción en el turismo. Explica cómo la concesión del parque a una empresa privada ha tenido efectos nocivos para la población local. El término despojo, que es difícil de traducir al francés, se encuentra en el corazón de sus análisis. Se refiere tanto a la confiscación de tierras a los habitantes del parque por los antiguos paramilitares, como a una forma mucho más insidiosa y diaria de confiscación de medios de vida, recursos e identidades generadas por la violencia estatal y paraestatal, las políticas de desarrollo y el acaparamiento capitalista de recursos naturales por parte del Estado y la Concesión. Ojeda argumenta que

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“La reciente aplicación de políticas neoliberales de conservación centradas en el desarrollo del (ecoturismo) da lugar a paisajes de despojo [o] no por el acaparamiento [de la tierra] asociado con la violencia paramilitar, sino por la negación diaria de los recursos 17[a los habitantes del parque]. [...] La creciente presión sobre los espacios y recursos en los que se basa el turismo en Tayrona, se refleja en la criminalización, reubicación y expulsión de campesinos y pescadores bajo "pretextos verdes" de conservación, que pesa sobre sus hombros 18(Ojeda 2016, p. 25-30)”.

24 En el acceso a los recursos no se trata sólo de tierras que a menudo se consideran patrimonio natural. Desarrollar el turismo supone movilizar también el patrimonio cultural colombiano cuya explotación sigue siendo complicada. Insertado generalmente en un régimen patrimonial que atraviesa las escalas de la gobernanza, la gestión de los recursos culturales tiene que responder a los mandatos de las organizaciones internacionales a los Estado sin excluir a las comunidades locales. Este desafío patrimonial no es fácil por lo que el desarrollo del turismo cataliza a menudo los conflictos a nivel local. El caso del patrimonio arqueológico es significativo. Desde mediados de la década de 2000, los pueblos indígenas que coexisten o viven junto a los parques arqueológicos más importantes del país, Teyuna Ciudad Perdida, Tierradentro y San Agustín, han reivindicado esos vestigios como patrimonio ancestral. Desde su patrimonio, estos parques han sido administrados y gestionados exclusivamente por el Estado y dos de ellos están catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Durante los últimos diez años, los "asuntos patrimoniales" (Guilland 2017) han enfrentado a los líderes de la comunidad indígena con los actores del patrimonio y el turismo. Estas discrepancias parecen reflejar una dicotomía entre la consideración legal de los objetos patrimoniales y las nuevas lógicas de la apropiación simbólica y política relacionadas con las reivindicaciones étnicas. A su vez, estos momentos de tensión permiten a las comunidades luchar por sus derechos sobre el territorio y el reconocimiento de la diversidad cultural, poniendo en valor sus saberes, historia e identidad. El resultado del conflicto se hace patente cuando los aborígenes adquieren un lugar como socios en un sistema de patrimonio transformado. Se produce entonces un desplazamiento desde un enfoque esencialmente material del patrimonio hacia otro que fomenta su valor identitario (Gravari Barbas 2014). La cuestión del significado que se concede a los objetos, a las relaciones que las comunidades mantienen con ellos, se hace tan importante en términos de valoración como las referentes a su estricta materialidad. A través de un efecto de alteración patrimonial (Guilland 2017), esta dinámica fortalece las fronteras étnicas y los restos del pasado se convierten en apoyo para nuevas prácticas étnicas, rituales y sagradas.

25 Este ejemplo ilustra perfectamente cómo el desarrollo del turismo está en el origen de nuevas dinámicas de identidad. Para ser reconocidas e integradas en el patrimonio y en los aparatos productivos del turismo, las comunidades deben responder a la imagen del indio "auténtico" y "ancestral". De esta manera, legitiman su participación en la gestión del patrimonio y entran en el mercado de la diferencia turística creando y convirtiéndose en sus propios recursos culturales. El texto de Velásquez (en este número) es bien representativo de esta dinámica, ilustra perfectamente cómo las comunidades indígenas están alterando su cultura para convertirla en una atracción para los visitantes. También muestra el importante papel de los investigadores comprometidos con las comunidades para (re)encontrar su identidad "ancestral" con fines turísticos. El mandato de identidad inducido por las expectativas turísticas no afecta sólo a los pueblos indígenas. Los afrodescendientes también se ven obligados a

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responder a una imagen estereotipada que evoca una "representación más sensual y festiva, a través de la puesta en escena de rasgos asociados con la cultura y los cuerpos afrocaribeños" (Cunin; Rinaudo 2008). Por otro lado, se invita a las comunidades campesinas a adoptar una "identidad verde" para responder al canon del ecoturismo, como lo demuestra Ojeda en estos trabajos (Ojeda 2012 y Guilland y Ojeda 2013).

26 El turismo y el patrimonio contribuyen a estimular las identidades comunitarias con el fin de preservar mejor, salvaguardar, pero también recuperar, crear, inventar expresiones culturales que no existirían o desaparecerían sin estas afirmaciones de identidad. Sin embargo, al asignar identidades específicas, este proceso puede ser visto como una "conducta de conductas" regida por una racionalidad neoliberal19, que debería conseguir que las comunidades fueran autónomas en este mercado del turismo y el patrimonio. Y también es cierto que abocadas a un mercado cultural, las identidades corren el riesgo de rehacerse a sí mismas.

VII. Conclusión

27 En la recopilación de textos que se presenta, investigadores colombianos e internacionales - de disciplinas tan diversas como la geografía, la antropología, el derecho y la ciencia política – ponen en común su experiencia y trabajos para responder colectivamente a la cuestión de si el turismo puede ser realmente una herramienta para la consolidación de la paz en Colombia. Como suele ocurrir, el desarrollo del turismo en un contexto de posguerra es ambivalente, representando, por ejemplo, una importante fuente de ingresos y oportunidades de integración, al tiempo que está marcado por relaciones fuertes de poder que conducen a tensiones y a veces a graves conflictos. Los desafíos sobre el terreno siguen siendo considerables para que el turismo actúe como un motor de desarrollo equitativo y sostenible. Así, más allá de la retórica positiva, y a veces simplista, de las organizaciones internacionales y de los gobiernos colombianos, que ven el turismo como una panacea para consolidar la paz, el desafío es desalentador para el mundo académico, que tiene que examinar de manera crítica el desarrollo cada vez más rápido de este sector.

28 Las aportaciones de este número se refieren a varias regiones de Colombia, abordando el desarrollo del turismo a través del prisma de los temas presentados anteriormente.

En su artículo, Sánchez cuestiona la difícil articulación entre los objetivos ambientales y turísticos, este problema, lejos de ser nuevo, exige enmarcarlo en el contexto siguiente al acuerdo de paz. El autor se dedica por primera vez al papel del conflicto armado colombiano, que históricamente ha sido el origen de muchos conflictos ambientales. A continuación, el análisis pasa revista a varios acuerdos cerrados que pueden afectar a la ejecución de proyectos ecoturísticos. Sintetizando estos elementos, Sánchez concluye sobre la necesidad de adoptar una justicia ambiental que tenga en cuenta los derechos de las comunidades locales para que la materialización de proyectos turísticos se integre positivamente en el contexto social y ambiental de su desarrollo. El texto de Puerta arroja luz sobre la dinámica cultural inducida por el turismo. La autora presenta un proyecto de investigación-acción-participación en el que interviene ella misma. A instancias de la comunidad de resguardo Purace (territorio indígena), un equipo multidisciplinar de profesionales y académicos la acompañó en un proceso de trabajo en torno a los conocimientos tradicionales de la comunidad y su introducción al turismo. Este artículo resulta particularmente interesante para entender las

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interacciones entre los pueblos aborígenes y los agentes externos. Trabajando juntos para dinamizar las culturas étnicas, están colaborando también para promover los CC.TT. dentro de las comunidades y fuera a través del turismo. Esta apertura, en este dossier, a la investigación-acción-participación nos permite pensar en el papel y la responsabilidad de los investigadores en la incorporación de las culturas indias al turismo. El artículo de Andrade Benítez destaca la brecha que se puede abrir entre las recomendaciones nacionales del Ministerio encargado del turismo y su aplicación a escala local. Sobre la base de un estudio comparativo de dos municipios colombianos, La Mesa (Cundinamarca) y Villavieja (Huila), el autor analiza la acción pública territorial comparando los objetivos de las políticas de descentralización y planificación de la actividad turística y su implantación en términos concretos. Este estudio da cuenta de las dificultades locales, obstáculos y resistencias desde momento en el que el gobierno colombiano ha estado intentando promover el turismo desde sus ministerios en su país.

Incluida en la producción de territorialidad, esta actividad implica que su desarrollo deba ser considera desde el ámbito de lo local.

29 Van Broeck, Guasca y Vanneste, a través del análisis de documentos asociados a los territorios de reintegración (ETCR) de los veteranos Farc-Ep, muestran la capacidad de la experiencia turística para la desmovilización de los actores del conflicto.

Demostrando que un número significativo de antiguos miembros de las Farc-Ep se está dirigiendo al turismo para reintegrarse en la vida civil, los autores mencionan las limitaciones asociadas a este contexto actualmente, como la falta de financiación o la carencia de formación técnica, lo que pone en peligro la sostenibilidad de estas iniciativas. Basándose en estos ejemplos, Van Broeck et al. cuestionan finalmente la noción de "posconflicto" en Colombia, donde los actores desmovilizados se enfrentan todavía a riesgos significativos de violencia. En la región amazónica, Vélez juega con el concepto de "imaginación social" desde una perspectiva histórica, desde la colonización española hasta el desarrollo del turismo, demostrando cómo las imágenes creadas por científicos, aventureros, novelistas y guías turísticas influyen en las prácticas de los turistas, pero también en las de la población anfitriona. Según Vélez, las comunidades amazónicas, parte de una dinámica performativa y exótica, tienden a adueñarse de las propias historias del sector turístico para adaptarse a esa imágenes -y por lo tanto a una cierta demanda- de los turistas. El imaginario turístico también está en el centro de la contribución de Pinero, que analiza las imágenes mentales francesas de Colombia basadas en diversas fuentes como el sitio web del Ministerio de Asuntos Exteriores y la plataforma de TripAdvisor. El autor demuestra así que la imagen de Colombia ha cambiado positivamente desde 2014 en los medios franceses.

30 Por último, Garavito et al., cierran este tema con la síntesis de un proyecto de investigación titulado "2030: Una visión para el turismo en Colombia"; una reflexión sobre la necesidad de desarrollar el turismo reduciendo las desigualdades y mejorando la calidad de vida de la población local. Estos autores muestran que, si bien el crecimiento del turismo en Colombia ha sido constante desde 2005, su éxito está más relacionado con la situación económica que con las consecuencias de las políticas actuales. Los resultados de este proyecto de investigación, como las aportaciones de este tema sobre el turismo y la consolidación de la paz en Colombia, nos recuerdan que en un contexto frágil de "post-acuerdos", el desarrollo de este sector es una fuente de muchos beneficios, pero también de tensiones significativas.

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NOTAS

1.

2. Ley 1448 de la 2011, la ley de víctimas y la restitución de tierras y la creación de organismos estatales como la víctimas(https://www.unidadvictimas.gov.co

“bombardeo mediático que tiene como centro la palabra “posconflicto”. El hecho de que se use esta palabra en singular y de forma absoluta, da la sensación de que con el proceso de paz con las Farc-Ep, todos los conflictos en Colombia desaparecerán” (p. 87).

3. “Colombia ha estado definida por un fenómeno y un actor altamente volátil que absorbió buena parte de la agenda política, económica, de seguridad, social e incluso psicológica del Estado, en otras palabras, Colombia estuvo “alterada” y, a partir de esa realidad se leyeron no solo la historia colombiana, sino las dinámicas del conflicto y las respuestas institucionales” (p.

94).

4. El lema de la campaña Sí se repitió en el referéndum del 02 de octubre de 2016 sobre si se validará el acuerdo de paz entre el Estado y las Farc-Ep. "'Apoya el acuerdo final para terminación del conflicto y construcción de una paz estable y duradera?" "Apoyar el acuerdo final para el fin del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera."

5. Término utilizado por el presidente Juan Manuel Santos en el momento de la firma del acuerdo: "Es mejor tener una paz imperfecta que una guerra perfecta", dijo, refiriéndose a una justicia negociada.

6. Algunos guerrilleros se negaron a desmovilizarse cuando se firmaron los acuerdos, otros tomaron las armas a finales de agosto de 2019, considerando insuficientes los esfuerzos del gobierno de Iván Duque (2018-2022) para aplicar las medidas decididas en el Acuerdos. Además, los combatientes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) siguen siendo guerrilleros.

7. El Ejército de Liberación Nacional es el segundo grupo más grande de guerrilleros colombianos.

8. Los Bacrim son grupos armados irregulares que a menudo heredan las antiguas organizaciones paramilitares desmovilizadas de forma incompleta en 2006.

9. Estos asesinatos se mencionan en los informes de la Alta Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ACNUDH 2018 2019), en la prensa colombiana (Semana, 2019), publicaciones locales (Ascamat, Cinep y Al. 2018) y la prensa internacional (Francia 24 2019).

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10. Este contingente incluye también un gran número de inmigrantes venezolanos que han abandonado su país por lo crisis económica y política que vive.

11. Los elementos de esta parte se toman del trabajo de tesis (Guilland 2017).

12. Artículo 1 de la Ley 300 de 1996.

13. Véase el sitio web del ministerio: http://www.minambiente.gov.co/index.php/sala-de- prensa/2-noticias/566-el-uso-sostenible-de-los-bosques-prioridad-de-minambiente-11

14. Para obtener más información sobre el programa, consulte: http://www.mincit.gov.co/

getattachment/minturismo/calidad-y-desarrollo-sostenible/programas-de-turismo- comunitario/informe-programa-turismo-comunitario-2018/informe-programa-turismo- comunitario-2018.pdf.aspx

15. Para más detalles sobre los modos de aplicar el programa, ver: FONTUR Colombia, Estrategia – Poporo : Turismo, Paz y Convivencia en Teyuna, : https://fontur.com.co/showfile/0/10376 (consulté le 20/07/2019)

16.

“Lugar que queda en el centro de los caminos que los turistas recorren para llegar a Ciudad Perdida, una zona en la que, según denuncian sus pobladores, están retornando las viejas prácticas de extorsión y de control territorial de la época del extraditado exjefe paramilitar Hernán Giraldo, que llegó a controlar el negocio de las excursiones Revue Semana “Santa Marta, en alerta tras asesinato de otro lider social” du 30/05/2019.

17. La aplicación reciente de políticas de conservación neoliberal centradas en el desarrollo (eco)turístico resulta en paisajes del despojo, no desde las formas de acaparamiento directamente asociadas a la violencia paramilitar, sino desde las negociaciones cotidianas por los recursos.

18. La creciente presión sobre los espacios y los recursos que sostienen el turismo en el Tayrona se ha traducido en la criminalización, reubicación y expulsión de campesinos y pescadores por los “pretextos

verdes” de la conservación, que recaen con todo su peso en ellos.

19. DARDOT Pierre et LAVAL Christian, « La nouvelle raison du monde… », op.cit.,

AUTORES

MARIE-LAURE GUILLAND Anthropologist, PhD

PATRICK NAEF

PhD, Senior Research Associate

University of Geneva - Geography and Environment

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