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Borges traductor: refracciones y tapices de Flandes

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Texte intégral

(1)
(2)

CCPE

~

AECI

Centro Cuhur¡l Pirque de Esp¡ñ¡

5

56

62

Dossier 2

:

111 Congreso de

la

lengua

Traducción literaria

26

la

:

Nora Catelli

L

iteratura

y

lenguas en contacto

...

2b

:

Patrkia Willson

Borges, traductor

l

e:

MarieHa Gargatagli

y

Juan Gabriellópez Guix

Borges

y

la «lírica in

g

lesa»

ld

:

Sergio Cueto

Alberto Girri, traductor

le

:

Osvaldo Aguirre

Las versiones rosarinas

Poesía

Irene tkampo

L

a mano

)oáo Batista de Andrade

E

l descub

r

imiento del documental

Femando Toloza

(3)

J

¡¡

1

..

~

1

1

1.

Refratdones

'

1

1

Una de las maneras posibles de pensar la t•·aduc

-ción es relacionarla con otras p1·ácticas que

-co-mo ella-permiten la recepcIón de un texto fuente en un nuevo contexto, o en un contexto ampliado, a menudo con la intención de inAuir sobre los mo-dos de lectllt'a. Tal perspectiva le procura la

com-pañía de b e rítica, el comentario,

la

historiografía, la enseñanza. Esas prácticas, que algunos teóricos de la traducción llaman «ref•·accíoues))', tienen siempre relaciones complejas con el texto de par-tida, relaciones en las que inciden concepciones

de la literatma, de lector, y l1asta valoraciones

comparadas de la cultura de origen y la cultura receptora cuando se trata de una importación

cul-mral. Si bien ampliar los alcances de un concepto suele ser un arma de doble filo, un mecanismo que

·~ hace perder en precisión lo que aporta en

ubicui-·g_

dad, vincular la tmducción a la crítica en tanto

e

E

·~

.::,

prácticas productoras de legibilidad puede ser oportuno en el caso de una aproximación a Borges n·aductor.

Se sabe que Borges, de manera militante, no practicó la novela; sin embargo,

reescribió

en espa-ñol a dos grandes novelistas del siglo veinte: Joyce

1

1

y Faulkner. También

escribió

sobre ellos. De esos autores, ¿dijo -explícita o implícitamente- lo mis

-mo en uno y otro caso

1

En o

as palab1·as, ¿su la

-bor como crítico contradice su labor de tr·aductor

o se condice con ella? O también, las •·efracciones

borgeanas, ¿refractan del mismo modo el texto

fuente?

Mollyfue a lo de Upton

La traducción que Borges hizo de la última pá-gina del «Ulises)) de Joyce se publica en la 1·evista

«Proa)), segunda época, en ene ro de

1925.

La

ver·-sión está antecedida por un texto del propio Bor-ges en el que, a diferencia de lo que sucede en

otros textos preliminares de t1·aducto•·, confiesa no haber leído toda la novela, sino habe1· frecuentado algunos «retazos)), En los prólogos habituales de naductor siempre hay una especie de capta

ti

o

lar-vada, a través de la cual el traductor se escuda en

su conocimiento exhaustivo de la obra del autor, en su admiración estética por el autor o incluso en

ciertas particularidades estilísticas del autor pua justificar sus elecciones léxicas y sintácticas a la

hora de traducir. Esto es lo que, a lo largo de la historia, han repetido en textos referidos a traduc-ciones propias San Jerónimo, Lutero, León Felipe, Oliverio Girando. En el texto preliminar de

(4)

Bor-'DEL 01\10\l'f,oU.. JNCL1Í

ges, por el contt·ario, el o~jetivo es examinar el

proyecto novelesco de Joyce, sus posibilidades y sus límites, sus aciet·tos, sus desmesmas.

Esa última página del «Uiises)), en la que culmi

-na el célebre monólogo de Molly Bloom, ha sido

retomada desde entonces con independencia del resto de la novela por críticos y por otros traduc-tores, como si el ft·agmento elegido por Borges

fuera autónomo, como si tuviet·a entidad pl'Opia. Como afirman Nora Catelli y Marietta Gargatagli, Bot·ges despedaza la tt·adición occidental y

tmdu-ce sus ft·agme ntos.•

El final del monólogo de Molly halla en Borges a un tt·aductor que aclimata las referencias cultu-rales: todo aquello que, en el texto fuente, sit·ve para Ja construcción de un

locus

foráneo, o bien es eliminado, o bien es homologado a un espacio

fa-miliar para un Lector rioplatense. Borges quier·e una Molly acriollada, capaz de voseat· («para vos hoy brilla el sol»), capaz de referirse a lo que, en el

contexto local, podría ser una tienda de gringos (<<esas masas divinas de lo de Lipton))); capaz tam-bién de asimilar lo que traducido literalmente se-dan cal'l'os de tor·os a <<carretas de bueyes ... )).3

Es que, para Borges, así como Séneca puede es-tar en las orillas, Molly puede eses-tar en la pampa.

E sa relocalización_-que es una de las

consecuen-LAS PALMERAS

SALVA) ES

'frrulu~<l4n di!

jORCE t..UlS SORvl:S

cias de las refracciones a las que se hizo refer·encia

en el primer párr·afo- también es portador·a de sen

-tido, pero sobre todo, nos muesu·a la ponder·ación

borgeana de la novedad liter·aria que entraña

Joy-ce. La reOexión sobre el <<monólogo callado)) que

aparece en el texto crítico preliminar y las estrate

-gias de traductor revelan que, para Borges, como

crítico

y

como u·aductor·, lo fundacional del texto de Joyce es la sintaxis, sintaxis que aparece vertida

literalmente en la ver·sión borgeana, respetando la ausencia de puntuación y las anomalías de

cons-tmcción. A Borges no le importa la facetajoyceana de invención de términos; los retl'Uécanos no le

importan.

Lo

r·elevante para Borges es situar el «Ulises)) en la tradición abierta por <<Les Laul'iers sont coupés)), novela de Edouard DujaTdin en la que, por primera vez en la literatura, el lector oye

«pensar prolíjamente a sus héroes)). Así re fr·acta el

texto de Joyce en su crítica, y así traduce. En París,

en DubHn o en el Río de la Plata, las operaciones innovadoras en la configuración de una lengua li-teraria son aquellas realizadas sobre las in taxis.

ll!fl-balls

y

carandlos

Uno de los lugares comunes sobre la traducción es aquel según el cual-a los fines de una traducción lograda- es conveniente que existan afuúdades

(5)

es-¡

!

ORLAN

no

J\ n l l) " tt , p 11 v \'lllLI!';l'\ \\'IJOI (l 1111 ¡¡, ~~1111 1

~ticas

entre ;llltOr y

traductor.

La

posmlación de

la

xistencia de tales afinidades

suele entraña

r

la sus

-enslón

del Juicio

cdtico,

que llega a

considet·a

necesal'ias las elecciones dclu·aductor, nunca nece

-at·ias, justamente por

ser

lo que

son: elecciones.

La

lltet·atut-:t argentina llene un

ejemplo

clo

-·uente

de la

«inmunidad>

>

que otot·ga

la

postula

-ión de la

simpatía enu·e autot· y

tt·aductot~

la

et·sión española que

José Bianco hizo de

«The

'

ut·n

ofthe Screw

»

de

IIent·y James pat·a

Emecé

n

1945,

y

reeditada profusamente

desde entonces.

uanto

más

fuerte es

la

afinidad entre

James

y

ianco

postulada por

el crítico, más

perfecta le

a

rece a éste

la traducción; la afinidad

otorga a

la

raducción una

especie

de resistencia

a

las

críti

-as, y

hasta

a

la descri pción.

4

Esta

idea de

afinidades entre autor y

traductor

ntmña,

evidentemente, el caso opuesto: cuando

11nbos

difier·en,

l

a

u·aducción parece

ser objeto

de

odas

l

as sospechas.

Ta

1

es e

l caso

de Borges, tra

-uctor· de Faulkner·. Es cierto que

los

proyectos

litcr·ar·ios

de nno

y

ou·o no podrían

set·

más diver

-cntes.

La fol'lna novela, la pi'Ofusión de persona

-jes, la t•ept·esentaclón de

estados subjetivos

cuya

·omprensión es esquiva

para los propios

per·sona-jes, casi todos los r·asgos que vue lvcn i

nconfltndi

-le

elunivet·so

faulknet·iano

son

completamente

jenos

a

la

concepción

que

BOt'ges

tiene de la

lite-·atura. En una de

sus

biogt·afías

sintéticas

publica-as en «El

Hogar

»

,

Borges

afirmó

que,

en

las

10velas de Faulknct·,

nunca

sabemos

qué

sucede,

ero

intuimos

que sucede algo terr·ible.

En

1940,

Borgcs tradujo para la Editorial

Suda-lericana

u

The Wild Palms

»

; sobre esa

novela

pu-lica

una crítica clara y adversa en

«

El Hogar».

or

una

parte, señala

la mecánica

bipartición en

os historias recurremes,

«

Palmeras salvajes

»

y «El

iejo»; por otra, considera

que las

«novedades

téc-icas»

son

«

incómodas»

y «exasperantes>>

.

Esa

re-racción

crítica

halla

eco en

las refracciones de

orges

-

traductor.

La

bipal'tición

se

ve

en

la presencia de pt·ésta

-mos

en

una

y

otra

hi

stol'ia: si en «

Palmet·as sa

lva

-Jes>> hay

un

predominio de la

exotización

mediante

la inti'Oducción de vocablos de la lengua inglesa

(«tea m>>,

«chewi

ng

-

gum»,

«CO

iffu re»,

«

high

-

balls» ),

en «El

Viejo» aparecen

vocablos

que ¡·emiten ine

-quívocamente

a

lo local

( «Compadt·cat'>

>

, <<bolea

-do», <<Cat·anchos

»

,

<

<guachO>

>

). El

juicio de

valor

sob1-c

la novela de

Faul

kne ,.

también se

rcft·acta

en

la

traducción, que presenta varias anomalías de

cohesión, como

la

alternancia entre

la

traducción

y

la

no tr-.tducción de

los nombres

propios, y

hasta

el uso err-.ítico de

«

dólares

>>

y

u

pesos

»

para referir

-se

al dinero.

Como

las novelas

realistas

o

psicoló

-gicas

que

Borgcs consideraba monstruosas, su

traducción de

«

The

Wild Palms

»

,

por

momentos,

propende

a ser

informe

...

l.

los tapi(es de Flandes

Cervantes, Boilcau, Montesquieu, Gocthe, Gide

y

Nabokov:

a lo largo

de los

siglos, estos

autores,

en-tre

otros,

han propuesto metáforas desvalorizantes

de la traducción,

en

las que la pérdida (de belleza,

de intelígibilidad, de rluidez)

es el

tema. Entre

ellas,

es

partícularmente

visual

la que propone Cervantes:

leer Lula traducción

es como <<mit•at·

dclt·evés un

ta-piz de Flandes:

aun cuando se vean,

las figuras

están

llenas de hilos que las

bot•t•onean,

de modo que no

pueden

verse con el esplendor·

del derecho.»

5

En el tapiz

imaginado

por

Cervantes,

el

derecho

es

la

escritura

directa del

autor; en el revés, el

tra-ductor

ha

dejado las marcas de

su

manipulación del

texto fuente.

Esa traducción no se

lec

«

como un

ori-ginal

»

(¿cómo podría, si no es un original?), sino

que

muestra su carácter

de

artificio.

Borges,

tan

proclive

a señalar

la

índole arlificial y esencialmente

no

lllÍ-mética

de

la

literatura,

¿ha

tejido

traducciones

del

revés,

o

ha

preservado una

facilidad de lectura que

simule

la

transparencia de

la

traducción?

(6)

• t..l},._~~·--, <to~7 -VIROINIA WOOlF

ORLANDO

UNA BIOGRAFIA f1':C::U

...

...

,,., • .. • 1 • • 1 • 1 ••• • • • • • • • • •

Las

gramáti<as

,

los dicdooarios

Borg

es

tr·aduce a Vir·gi

ni

a

Woolf

e

ntr

e

1936

y

1938;

e

n

esos a

ño

s,

la r

ev

i

sta

Sur

y s

u

e

ditorial

pu

-blican

s

u

s ve

sio

n

es

de

«U

n

c

uarto

pr·opio»

y

de

«

Orlando

»

. E

sas

tr·aducciones

han

s

id

o

celebr·adas

por·

la

c

ríti

ca co

m

o

la

s

m

e

j

o

es

de

B

o

r·g

es

.

6

Ya

sea

que

l

a ca

lid

ad se at

r·ibu

ya a

una

espec

i

e

de

cmpa

-tfa de

Borg

cs co

n

e

l pant

efs

mo

de

«

Orlando

,,,

o

que

se

piense que

esas

tr·aducciones

so

n

mcjor·cs

porque

e

n r

ea

lid

ad

l

as

hiz

o s

u

padre, Jorge Gui

-ll

c

nn

o, o s

u m

ad

e,

L

eo

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o

Acevedo,

l

o e

i

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rt

o es

que

l

a

Vi1·ginia Woolfde

B

o

rg

es

plantea

un

pro

-blema

ce

n

t

1·al

de

l

a

ad

u

cc

i

ó

n. La

pl'áctic:l de

la

traducción

se

produce

e

n un

marco

co

n

sta

nt

e

de

control por

l

as

n

o

rm

as

discursivas

d

e

l

a c

ultur

a

m

eta,

de

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ut

oco

ntr

o

l

por parte del t1·aductor, de

m

o

nit

o

r

eo

permanente por

l

as

gramáticas

y

l

os

diccionarios.

E

sa es

l

a

impr

es

i

ó

n

que deja

la

ve

r

-s

i

ó

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de

Borg

es

de Virginia

W

oo

lf

c

u

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nd

o se

la

compara con otras

tr·

ad

u

cc

ion

es s

uy

as,

por·

e

j

em-plo,

la d

e

Joyc

e y

la d

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Faulkn

e

r;

e

n

otras

palabra

s

,

parece

m

e

n

os expe

rim

e

ntal, má

s

invi

s

ibl

e.

Y

no

es

válido alegar que

l

os

textos de

W

oolf

tl'aducido

s

por Borg

es

son

m

e

nos

ex

p

e

l'i m

e

ntal

es

qu

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Ulyss

es» y

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Th

e

Wild Palnw

,.

Por

e

l h

e-c

ho mismo d

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ubi

ca

rs

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dond

e

se

ubica,

e

n

ese

lu

-gar interm

e

dio

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probl

e

mático

e

ntr

e

dos

cultUI'as,

el traductor siemp1·e

pu

e

d

e

tomar conciencia

de

sus

es

tmt

e

gias

y,

lu

ego,

convet·tit·se

e

n un

agente

de reproducción d

e

las normas discursivas de la

cultura

receptora

o,

por

el contmrio,

e

n

agente

de

un

cambio.

Como

agente

d

e

un

cambio,

pu

e

d

e

proponer un quiebre de la fluidez de lectura,

apuntar· a

una práctica

experimental

de la traduc

-ción,

a

una tmducción que

«Se

note

»

. En

este

sen-tido, podrfa decit·se que las traducciones que

Borges hizo de Vit·ginia Woolf no son las mejores,

sino aquellas que, por repi'Oducir más

ajustada-mente las normas

y

usos de la cultura

importado-ra,

se

notan menos, se leen más

fácilmente.

)esse James

seencueniTa con Homiga Negya

L

as

notas

al

pie de traductor son los hilos más

visibles

del revés de un tapiz,

aquellos

que más

empañan el

es

plendor· d

e

l d

e

r

ec

ho. De las

varias

qu

e

Bot·ges introduc

e

en su

traducción d

e

Faulk

-n

e

r·, dos int

e

resan

especialmente, por e

l

modo

e

n

qu

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aparece

lo m

e

talit

e

t•at·io:

e

n una

se alude a

la

lit

e

ratura popular

a1·gentina;

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n

otr·a, a

la

alta

lit

e-r·atura joyc

ea

na .

Cuando

e

n

e

l t

exto

se

m

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nciona

a

Díamond

Dick

y

J

esse

Jam

es, e

n la nota

al pie,

Bor·g

es esc

r·i

-be:

«

L

éase

lo

s

Juan Mor·

e

ir·a, lo

s

Hol'lníga N

eg

r·a,

etc

.

,,

L

o

que

Borg

es

pr·opor·ciona

es

una

clave de

l

ec

tura

doble:

hacía

e

l

ínter·ior· de

la no

ve

la

y

hacia

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l univ

e

r·so

compartido con

e

l l

ecto

r d

e

la

tr·aduc

-ción. Sí

J

esse

Jam

es es

Hormiga Negr·a,

I-lol'lníg

a

Negr·a

es

J

esse

J

ames, y e

l

folleti

ni

sta

Gutiér·r·ez

e

ntr·a

e

n r·

eso

nan

c

ía

con

F

a

ulkn

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r·. Par·a

sa

l

va

r la

dificultad que plantea

la

tr·aduccíón de

un ju

ego

de palabr·as,

B

o

rg

es esc

rib

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n n

ota a

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píe

«

R

ct

r·u

é

-canos más bien

íntr

ad

ucíbl

es

a

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a

maner·a de James

Joycc.

A

r·m

o

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..

A

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+

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e

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ó

n li

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(«a

l

a

maner·a

de

J

a

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es

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oyce»

)

e

n un

a

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ota

de traductor. Es que,

a

dífer·encía de

ot

r

os

tr·aductores,

B

o

rg

es

n

o

h

ab

l

a

e

n

s

u

s

n

otas

de

l

as

imp

osibi

líd

ades

de

l

a

l

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ngu

a a

l

traducir,

s

ino

de cuestiones

lit

e

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.

Sf,

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n

os

h

a

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pennítído

sabe

r

más

sob

r

e

l

os

t

ap

i

ces

de

Flandes~

Nolill

L Cl'. André Lefevere, «Mother Counge's cucumbers. Text, system and refracti on in a theory of U teratu re•, en

Lawrence Venuli (ed.), «The Tmnslation Sludies Reader», Lond•·es, Routledge, 2000.

l.Nom Calellj y Marietta Gargatagli, ·~! tabaco que Jumaba

Plütio», Barcelona, Ediciones del Serbal, 1998, p. 465.

3. Otras perspectivas de an:il isis de esta traducción pueden verse en

J.

Schwartz, «Borges y la Primera 1:-loja de Ulysses•,

Revista Iberoamericana, Nos. LOO-Iot,julio-diciembre de

1977, «40 inquisiciones sobre Borges»; y en Sergio Waisman,

«Borges Reads Joyce. The Role ofTranslation in the

Creation ofTexts», •Variaciones Borges 9/2000».

4. Véase un desarrollo de este tema en Patricia Willson, «La

Constelación del Sur. Traductores y traducciones en la li t-eratura argentina del siglo XX», Buenos Aires, Siglo

Veintiuno Edjtores, 2004, cap. 5·

s.A. Bennan, «La traduction et la lettre o u l'auberge du

loin-tain», en A. Berman et al., «Les tours de Babel», Mauvezin,

TER, 1985.

6. Véanse FrancesA. Aparicio, «Versiones Versiones,

Interpretaciones. Instancias de la traducci(m literaria en

Hispanoamérica en el siglo veinte», Gaithersbw·g,

Hispamérica, '99Li y Ana G:U'gatagli Brusa, <<Borges .Y la t

ra-ducción», tesis doctoral, Universidad Autónoma de

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