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Bioeconomía: una estrategia de desarrollo para la Argentina del siglo XXI

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BIOECONOMÍA:

UNA ESTRATEGIA DE DESARROLLO

PARA LA ARGENTINA DEL SIGLO XXI

Impulsando a la bioeconomía como modelo

de desarrollo sustentable: entre las políticas

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BIOECONOMÍA:

UNA ESTRATEGIA DE DESARROLLO

PARA LA ARGENTINA DEL SIGLO XXI

Impulsando a la bioeconomía como modelo

de desarrollo sustentable: entre las políticas

públicas y las estrategias privadas

Autores: Jeremías Lachman,

Roberto Bisang, Edith S. de Obschatko

y Eduardo Trigo

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Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), 2020

Bioeconomía: una estrategia de desarrollo para la Argentina del siglo XXI por IICA se encuentra bajo una Licencia Creative Commons

Reconocimiento-Compartir igual 3.0 IGO (CC-BY-SA 3.0 IGO) (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/igo/)

Creado a partir de la obra en www.iica.int.

El Instituto promueve el uso justo de este documento. Se solicita que sea citado apropiadamente cuando corresponda.

Esta publicación está disponible en formato electrónico (PDF) en el sitio Web institucional en http://www.iica.int

Coordinación editorial:

Autores: Jeremías Lachman, Roberto Bisang, Edith S. de Obschatko y Eduardo Trigo Corrección de estilo: Edith S. de Obschatko

Diagramado: Jessica Vargas Vargas Diseño de portada: Jessica Vargas Vargas

Bioeconomía: una estrategia de desarrollo para la Argentina del siglo XXI / Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura. – Argentina : IICA, 2020.

74 p.; 8.5 cm X 11 cm. ISBN: 978-92-9248-899-4

1. Bioeconomía 2. Bioenergía 3. Biocarburante 4. Biomasa 5. Biogás 6. Adopción de innovaciones 7. Industria 8. Capacitación para desarr-ollar 9. Desarrollo sostenible 10. Políticas públicas 11. Sector privado 12. Argentina I. IICA II. Título

AGRIS DEWEY

P06 333.793 882

Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las de las instituciones editoras.

Buenos Aires, Argentina 2020

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El programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo del IICA busca aumentar las contribuciones de la bioeconomía al crecimiento económico y al desarrollo sostenible a través de la difusión del concepto y del potencial aporte de la bioeconomía al desarrollo, así como contribuir a la identificación de los retos, potencialidades y rutas de acción para lograr su mayor aprovechamiento, de manera que estos elementos sirvan de insumo para la construcción de políticas y estrategias para su promoción.

Por intermedio del programa, el IICA apoya a sus países miembros para diseñar estrategias, políticas, inversiones y regulaciones que les permitan aprovechar las potencialidades de la bioeconomía, considerando los requisitos de inclusión y sostenibilidad.

En este marco se realizó el presente trabajo, que postula que la bioeconomía puede ser una estrategia adecuada a las características de la Argentina.

La República Argentina siguió a través del tiempo diversos modelos de desarrollo con el objetivo de adaptar la estructura productiva del país a los requerimientos sociales, económicos y ambientales. El modelo agroexportador, de gran fuerza en las últimas décadas del siglo XXI y las primeras del siglo XX, fue posteriormente sustituido por el de industrialización sustitutiva de exportaciones (ISI) con múltiples variantes. Hoy la estructura productiva se asienta fuertemente en el sector de servicios y un fuerte componente agro y agroindustrial como generador de divisas.

Los cambios de los modelos de desarrollo abrieron debates y dicotomías planteadas de manera excluyente en el país. En el siglo XX se planteó la opción entre el “librecambio o el proteccionismo”, y luego la de “campo o industria”. Ya entrado el siglo XXI, apareció el dilema de desarrollo vs. medio ambiente, planteados como temas mutuamente excluyentes y polarizados, en muchos casos, por la percepción social de los temas, con una notable ausencia de reflexiones sobre las posibilidades que ofrecen la investigación y la innovación, tanto en las ciencias biológicas y ambientales como en las ciencias sociales.

La disyuntiva “desarrollo/reducción de pobreza vs. medio ambiente” genera un fuerte debate, no sólo en la Argentina, sino en el resto del mundo. El objetivo de reducir la pobreza (y el crecimiento económico requerido para ello) parecería contradictorio con la necesidad de atenuar el cambio climático y preservar el ambiente. La importancia de este problema se evidencia en que los dos últimos Premios Nobel de Economía fueron otorgados a investigadores “por integrar el cambio climático en el análisis macroeconómico de largo plazo y “por su enfoque experimental para aliviar la pobreza global”.

La bioeconomía, como parte de una estrategia más amplia de desarrollo, viene a minimizar la vieja disyuntiva de “campo o industria”. En efecto, la industrialización y el aprovechamiento eficiente y sostenible de los recursos biológicos son parte fundamental de la generación de valor agregado exportable, necesario para abastecer al país de parte de las divisas necesarias para cortar con los clásicos ciclos de stop and go caracterizados por los estrangulamientos externos. Y respecto al aparente dilema desarrollo/ambiente, la bioeconomía también busca atender ambos objetivos a la vez, a través de la utilización eficiente y sostenible de los recursos de origen biológico, reduciendo los residuos, desechos y emisiones en los procesos productivos, y generando bioproductos que sustituyen productos fósiles. Apela, de esta manera, al desarrollo económico comprometido con los desafíos del cambio climático.

En la Argentina, donde la disponibilidad de recursos biológicos, la capacidad de sus recursos humanos y un buen acervo de tecnologías vinculados a las cadenas de valor agropecuarias, constituyen sus mayores ventajas comparativas, el aprovechamiento productivo de la bioeconomía representa una nueva ventana de oportunidad como parte de una estrategia más amplia de desarrollo genuino y sostenible. En esa línea, las aplicaciones biotecnológicas, la utilización de los recursos de la biodiversidad, la eco-intensificación de la producción, el incremento de la eficiencia en las cadenas de valor, los servicios ecosistémicos y las biorrefinerías y bioproductos se constituyen como los principales senderos para el desarrollo de la bioeconomía.

PRESENTACION

Mg. Hugo Chavarría Gerente del Programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo Mg. Agustín Torroba Especialista Internacional Programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo

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1. Introducción. 5 2. Bioeconomía: una estrategia de desarrollo para la Argentina. 6

3. La Bioeconomía en la Argentina 9

3.1. Dimensión de la bioeconomía 9

3.2. Empresas 10

3.3. Inductores de la adopción de actividades ligadas a la

bioeconomía 10

3.4. Obstáculos para la profundización de actividades ligadas

a la bioeconomía 14

4. Propuestas para impulsar la bioeconomía como

estrategia de desarrollo sustentable 17

5. Bibliografía 20

Anexo 1. Metodología 21

Anexo 2. Estudios de Casos 23

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1. Introducción

Buena parte de los problemas sociales que aquejan a Argentina se relacionan con la baja competitividad de la estructura productiva y su dificultad de generar la cantidad y calidad de empleo requeridas socialmente.

Como sociedad, se requiere un nuevo modelo de desarrollo que, rescatando los aspectos positivos del pasado, fortalezca el mercado local y reinserte al país en las corrientes del comercio mundial sobre bases genuinas de competitividad.

Este trabajo postula que la bioeconomía es un nuevo concepto y una nueva praxis de aprovechamiento de los recursos de un país, que abre una oportunidad para el desarrollo en el marco de las actuales condiciones internacionales. La bioeconomía puede dar respuesta positiva a las demandas de la sociedad local generando una nueva estructura productiva social y ambientalmente sustentable.

Se trata de un proceso económico que, en su etapa actual, responde sólo parcialmente a las leyes del mercado, y por ello demanda una aceitada coordinación entre el diseño y la implementación de la política pública –guías, marco regulatorio– y las estrategias privadas –acción–.

A continuación se analizarán, sucintamente, los factores por los que la bioeconomía, en las circunstancias actuales, puede ser una estrategia superadora de otros modelos previamente establecidos en el país. A posteriori, se analizarán una decena de casos de experiencias empresariales privadas exitosas, para concluir con algunas consideraciones sobre las especificidades que debe contener el diseño de una política de apoyo a la bioeconomía.

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2. Bioeconomía: una estrategia de desarrollo para

la Argentina

Desarrollar económicamente una sociedad es, en lo esencial, cambiar su estructura productiva modificando la composición del entramado sectorial y el funcionamiento de sus actividades, con los consecuentes efectos positivos sobre el ingreso promedio y su mejor distribución –base para la obtención de otros logros–. (Ocampo, 2004).

Este ha sido el desafío de la Argentina, desde hace casi un siglo atrás cuando la crisis de 1929, primero, y la Segunda Guerra Mundial, luego, comenzaron a dejar claro que las ideas que habían llevado a la naciente República a ser una de las economías más potentes de su época no darían plena respuesta a las demandas emergentes de una sociedad multifacética articulada a partir de las corrientes inmigratorias de inicios del siglo XX. Desde el comienzo de la Segunda Guerra la producción agrícola se estancó, y sólo pudo recuperarse hacia mediados de la década del 60. Agotado el modelo agro-exportador, dadas las restricciones en los mercados internacionales –de bienes y equipos, financiamiento y tecnología– y acuciado el Gobierno por los desequilibrios externos, la desocupación y la mala distribución del ingreso, comenzaron a instrumentarse políticas industriales. Se trató de impulsar actividades que: i) tuvieran demandas externas crecientes y/o sustituyeran importaciones; ii) generasen ocupación; iii) sustentaran procesos de aprendizaje que permitieran mejores remuneraciones a los factores, y iv) aportaran externalidades positivas sobre otras producciones, ampliando su efecto multiplicador sobre el resto de la economía. La estrategia para romper el estancamiento fue la opción por una industrialización cuyas actividades líderes –metalmecánica, petroquímica, textil y otras similares– daban respuesta pronta a esos desequilibrios (Prebisch, 1949; Hirschmann, 1968). Iniciada a partir de la industria liviana y derivada posteriormente hacia las producciones masivas de insumos industriales básicos, apelaba, en lo esencial, a la adopción tardía del modelo fordista de producción que había sido la base del desarrollo europeo y norteamericano1 (Díaz Alejandro, 1975; Mallon y Sourrouille, 1974).

Si bien estas políticas produjeron, en distintos períodos, crecimiento económico, aumento y distribución de ingresos, varias décadas más tarde se

asiste a la crisis de estos modelos, pues no lograron establecer una industria de base no agropecuaria competitiva ni cambiar sustancialmente la canasta de las exportaciones; estas siguen atadas, sustancialmente, a la evolución del sector agroalimentario local y a las oscilaciones y restricciones de los mercados internacionales. Las visibles potencialidades del país en recursos naturales, en la calidad educativa de su población y en sus avances científicos y tecnológicos, contrastan con una realidad de estancamiento e incertidumbre sobre los caminos del desarrollo.

La actual estructura productiva local –aproximada a través de la composición de su PBI– indica que el 65% corresponde a servicios mientras que el 35% restante viene de la producción de bienes; en este grupo, los sectores primarios y su industrialización “aguas abajo” explican casi 20 puntos. La composición del empleo reproduce ese perfil: servicios y construcción explican buena parte de la ocupación.

Ya cumplidas dos décadas del siglo XXI, procesos políticos y económicos internacionales, como el acelerado crecimiento y apertura de la economía china –con sus enormes demandas de materias primas, alimentos e insumos de todo tipo–, las nuevas exigencias asociadas a la mitigación del cambio climático, y los desarrollos mundiales y locales en ciencia y tecnología, abren espacios de oportunidades –por tiempo limitado– para atenuar tensiones internas vía mejoras en los términos de intercambio o de re-especialización del comercio internacional con las consecuentes modificaciones en los componentes del intercambio. Hay crecientes demandas por productos de base biológica –desde alimentos hasta biomateriales pasando por los biocombustibles– y sus servicios asociados. Conceptualmente, el aliciente que abre posibilidades de desarrollo radica, en este momento, en las ventanas de oportunidad asociadas con el cambio de paradigma en curso y ciertas ventajas para países con favorables dotaciones de recursos naturales, bases productivas en actividades biológicas y desarrollo de biotecnologías aplicadas (Pérez C., 2012).

Para la Argentina, la necesidad perentoria de comenzar a cambiar la estructura productiva interna

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1El basamento teórico fue la tesis Singer/Prebisch sobre las causas del subdesarrollo: una estructura económica basada en

bienes primarios, de baja densidad tecnológica y escasa modernización y débil demanda que derivaba hacia un comercio externo desfavorecido por los términos del intercambio; frente a ello los países desarrollados se especializaban en bienes industriales, intensivos en tecnologías (y sujetos a derechos de protección) y con salarios altos (mezcla de mayor productividad y activa sindicalización). La estrategia para romper ese esquema fue la apuesta a la industrialización local (Prebisch, 1949). y de aprovechar estas posibilidades que ofrecen los

mercados internacionales ubican a la bioeconomía como una estrategia de desarrollo factible y de alto potencial para las próximas décadas.

¿

Qué se entiende por estrategia

de desarrollo basada en la

bioeconomía?

Se trata de poner en práctica un modelo productivo basado en la captura de energía libre, su transformación en biomasa y posterior industrialización integral de todos los productos, subproductos y desechos, con especial cuidado por el medio ambiente. Requiere la utilización intensiva de conocimiento sobre los recursos naturales, procesos, tecnologías y principios biológicos para la producción sostenible de bienes y servicios.

Se revaloriza el conocimiento acumulado en las ciencias biológicas aplicadas a diversas producciones, a la vez que la moderna biotecnología comienza a ocupar un rol competitivo crucial. En otros términos, la dupla recursos naturales y conocimiento biológico aplicado operan como palanca de desarrollo.

Aplica a la producción de alimentos (desde los tradicionales a los funcionales), incorpora masivamente a las bioenergías (primarias y secundarias), proporciona los biomateriales (de la madera a los bioplásticos degradables en base a monómeros y polímeros de origen biológico) y los bioinsumos, genera una amplia gama de nuevos servicios (aplicados a la salud –humana, vegetal y animal–, la bioremediación del ambiente, y a varias actividades preexistentes) y revaloriza la biodiversidad2.

En este sentido, la bioeconomía aparece como una estrategia de desarrollo superadora de modelos anteriores, basada en la industrialización integral de lo biológico, y orientada a la sustitución de exportaciones primarias por exportaciones de alto valor agregado y probada sustentabilidad.

Visualizada e instrumentada tempranamente por los países desarrollados, se basa en el uso creciente de energías renovables y en el desarrollo de materiales naturales –desde la madera a las diversas combinaciones de monómeros y polímeros originados por diversas biomasas– reciclables a la naturaleza en escalas temporales acotadas. A los tradicionales bienes de capital se suman el aislamiento y modificación controlada de seres vivos (genética vegetal, animal, enzimas, hongos y bacterias) con capacidad de transformación de la materia. Y, a las tradicionales ingenierías, se adiciona, con un rol central, la biotecnología aplicada a diversas disciplinas de matriz biológica3.

¿Por qué este modelo es atractivo

y factible de implementar para la

Argentina? Varios son los temas a

destacar:

• Las favorables dotaciones naturales para la producción de una amplia gama de biomasas (desde la agricultura hasta la producción de plancton, pasando por la forestación y las diversas ganaderías); es decir, una industrialización con bases competitivas genuinas.

• Las capacidades científicas nucleadas alrededor y a partir de las ciencias biológicas; desde las ciencias de la tierra a las biomedicinas donde existen probados avances locales.

• Las reducidas brechas en las tecnologías críticas de la bioeconomía, con relación a los países más avanzados. Ello se evidencia en los progresos en genética (vegetales y animales), los avances de la biotecnología aplicada a la producción de medicamentos, servicios de salud, e incipientes biofábricas.

• El creciente desenvolvimiento de capacidades privadas productivas en áreas claves de la bioeconomía –como agricultura, ganadería, servicios de salud, biomedicinas, bioenergías y otras– y de sus

(9)

2Ver Trigo et al, 2015.

3Anlló, et al, 2015; Hodson de Jaramillo, E. et al, 2019.

posteriores facilidades de comercialización y circuitos de inserción externa.

• La descentralización territorial que implicaría, dado que la localización de la biomasa aconseja su industrialización próxima a las fuentes de generación. • La presencia de demandas internacionales a mediano

y largo plazo para bioproductos compatibles con los requerimientos de cuidados ambientales.

En suma, la bioeconomía aparece como una oportuna vía de desarrollo dado que implica el inicio de un cambio estructural hacia una matriz productiva sustentable en términos ambientales y sociales.

Se trata de aplicar el enfoque del cambio estructural a las realidades tecnológicas, productivas y de comercio internacional identificando e impulsando, tempranamente y con ventajas ciertas, actividades que: i) cuenten con demandas crecientes; ii) asienten su competitividad en ventajas dinámicas (en este caso, recursos naturales más biotecnología aplicada); iii) ingresen tempranamente al mercado internacional; iv) generen externalidades positivas sobre otros sectores, ampliando el efecto multiplicador creciente, y v) que tengan especial cuidado con la sustentabilidad ambiental y social.

Un repaso sectorial indica que –frente a las nuevas condiciones locales e internacionales–

la industrialización de “lo biológico” –que ya se realiza con ramas manufactureras tradicionales–, puede hacer significativos avances que den nuevas respuestas a la demanda de crecimiento y desarrollo. En particular los biocombustibles, que son el desarrollo más destacado hasta el momento, pueden efectuar un significativo aporte a la generación de una matriz energética menos dependiente de los combustibles fósiles y más empática con los temas ambientales. Cabe sumar otro argumento a favor: en varias de las actividades bioeconómicas argentinas, la brecha tecnológica y de productividad es escasa respecto de las mejores prácticas internacionales (eliminando las dificultades inherentes a la industrialización tardía).

Al igual que en otras áreas de desarrollo sectorial, el sector privado está jugando un rol relevante y de avanzada en las etapas iniciales, en varias actividades cruciales de la bioeconomía de la Argentina. En la sección siguiente se examinarán con cierto detalle la trayectoria de una decena de casos destacados, a fin de extraer lecciones útiles a considerar en el diseño de políticas concretas de desarrollo de la bioeconomía. La política pública debe traducir los incentivos en señales de precios/ rentabilidad que atraigan y catapulten inversiones privadas y/o remuevan los obstáculos que las impiden o dificulten.

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3. La bioeconomía en la Argentina

3.1. Dimensión de la bioeconomía

La bioeconomía ya es un importante sector de la economía argentina4. Cada vez de forma más generalizada, es vista como una oportunidad de desarrollo económico que no presiona sobre recursos naturales no renovables, sino que, por el contrario, amplía la posibilidad de producir alimentos, fibras, materiales y bioenergías de forma sustentable5. Para medir su importancia en la Argentina, un trabajo reciente6 adopta la definición amplia, que incluye en ese término los productos, insumos y actividades a todos los productos que utilicen a la biomasa y a la biotecnología como insumo. Los sectores “bio” comprenden la producción de los recursos biológicos renovables y su conversión en alimentos, forrajes, productos de base biológica y bioenergía. Incluye la agricultura, la actividad forestal, la pesquera, la producción alimentaria y la producción de pulpa y papel, así como partes de la industria química y de las industrias energéticas y biotecnológicas (salud y farmacéutica).

Según las estimaciones disponibles, la bioeconomía generó U$S 86.695 millones de dólares en 2017, o sea, el 16,1% del PBI de la economía argentina; de este total, un 85% corresponde a la producción de valor agregado de la biomasa y la industrialización de productos bio, mientras que el 15% restante lo generan los sectores asociados, que canalizan la producción al consumo interno o a la exportación (comercio 12,5%, y transporte 2,5%). El crecimiento de este conjunto, entre 2012 y 2017, en términos de volumen físico, fue del 8,3% a precios constantes punta a punta, más del doble del crecimiento del conjunto de la economía argentina (3,2%), reflejando un más que importante desempeño. Este resulta aún más notable si se toma en cuenta que los precios relativos de la mayoría de sus productos cayeron, como consecuencia del fin del auge de los precios de los commodities, y en

menor medida por el estancamiento de la demanda de productos industriales por parte de Brasil.

Por otra parte, los sectores “bio” son claramente exportadores. Su porcentaje de valor agregado en la exportación era del 54,5%, mientras que era sólo el 10,9% para el total de la economía. En 2017 representaban el 67% del total de las exportaciones del país y generaban el 12% del total de puestos de trabajo (alrededor de 2,47 millones de puestos de trabajo directos). Asimismo, el valor agregado generado por cada trabajador de los sectores directos bio es de 29,2 mil dólares; es decir que un trabajador bio resulta 10% más productivo que en el resto de la economía. Particularmente, las industrias bio generan 25% más de valor agregado por puesto de trabajo equivalente que el promedio de la economía argentina7.

4Anlló y Bisang, 2015.

5National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine, 2020; Bisang y Trigo, 2017.

6Ver Werny et al, 2015.

7Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca, 2019; Corenberg, op cit, 2018; Anlló et al, 2018; Bisang, et al, 2016. Lódola et

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3.2. Empresas

Esta perspectiva del desarrollo fue tempranamente captada por el sector empresario argentino que, en respuesta a oportunidades de mercado y/o captura de sistemas promocionales, sumó nuevas actividades a las tradicionales producciones agropecuarias, o incorporó o desarrolló otras nuevas, incursionando en la bioeconomía.

En esta sección se presenta la experiencia de casos seleccionados, analizando la dinámica empresarial y considerando dos aspectos centrales de sus respectivos modelos de negocios: los factores o inductores principales8 que motivaron las inversiones, y los obstáculos y/o restricciones que enfrentan para profundizar aún más las actividades ligadas a la bioeconomía.

Para desarrollar estos elementos las empresas fueron agrupadas según su trayectoria y espacios productivos en cuatro perfiles específicos:

• productores agropecuarios/agrupación de productores;

• empresas agroindustriales integradas verticalmente;

• empresas de base biotecnológica, e • iniciativas bioeconómicas.

El primero de los perfiles se refiere a productores agropecuarios –o los casos de empresas que nuclean a varios de ellos–, donde el rasgo central de este grupo es la explotación directa de recursos naturales renovables como eje central de su negocio. Tal como se discutirá más adelante, a partir de la incorporación de actividades ligadas a la bioeconomía, estas empresas acusaron una serie de transformaciones productivas, tecnológicas y organizativas que sofisticaron y complejizaron ampliamente su modelo de negocio.

El segundo de los perfiles nuclea empresas agroindustriales, que están altamente integradas. Si bien su actividad principal de negocio es la transformación industrial de materias primas, en todos los casos, en mayor o menor medida, también llevan a cabo de forma directa actividades ligadas a la producción a campo. A partir de la adopción de actividades bioeconómicas en

uno o más de sus procesos de producción industrial, estas empresas pudieron mejorar su competitividad al tiempo que también redujeron significativamente la generación de efluentes con impactos negativos sobre el medioambiente.

Las empresas que se agruparon en el tercer perfil tienen como eje central de negocio la innovación de base biotecnológica. Estas firmas tienen departamentos de investigación y desarrollo hace ya varios años, a partir de los cuales desarrollan nuevos productos o procesos de base biológicos. Según cada caso, estos desarrollos pueden ser aplicados en etapas de producción agropecuaria –por ejemplo, semillas, fitosanitarios, bioinsumos, etc.– o bien sobre nichos industriales específicos –por ejemplo, para la industria alimentaria, bioplásticos u otros biomateriales.

El cuarto perfil de empresas nuclea a una serie de nuevos emprendimientos enteramente de base bioeconómica. Se trata de proyectos que entraron de forma muy reciente en funcionamiento o se encuentran en etapas avanzadas de consolidación.

Las empresas representativas de los perfiles indicados fueron estudiadas con la metodología indicada en el Anexo 1, y el detalle completo de cada caso figura en el Anexo 2.

3.3. Inductores de la adopción de

actividades ligadas a la bioeconomía

En la Tabla 1 se sintetizan los principales factores que indujeron a las empresas aquí estudiadas a incorporar actividades ligadas a la bioeconomía.

Cabe señalar que las normas indicadas como “marco regulatorio” son la Ley 26.093, del año 2006, que establece el “Régimen de Regulación y Promoción para la Producción y Uso Sustentables de Biocombustibles”, habitualmente mencionada como “Ley de Biocombustibles”, y la Ley 27.191, del año 2015, de “Régimen de Fomento Nacional para el uso de Fuentes Renovables de Energía destinada a la Producción de Energía Eléctrica”, a la que se alude habitualmente como “Ley de Energías Renovables”.

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Fuente: Elaboración propia en base a entrevistas e información secundaria.

Tabla 1. INDUCTORES A LA INCORPORACIÓN DE ACTIVIDADES DE BIOECONOMIA EN EMPRESAS EN LA ARGENTINA

Costos Factores dedemanda de biomasa/recursosDisponibilidad críticos

Respuestas al marco regulatorio

Acceso y/o desarrollo de la tecnología Perfiles de empresas Costo de fletes/ ubicación y otros Captura de nichos de negocios

Auto-consumo Diversificación productiva Agregadode valor

Valorización de desperdicios subproductos Sistema de inducción vía promociones Sistema de penalizaciones de corte ambiental In-House Con otros actores (Institutos de CyT,empresas, CREA, INTA, etc)

Perfil 1: Productores agropecuarios/agrupación de productoes

El Talar ACA/BIO bio4

Perfil 2: Empresas agroindustriales integradas verticalmente

Los Balcanes Las Camelias Prodeman

Perfil 3: Empresas de base biotecnológica

Yeruvá Biofábrica Misiones

Perfil 4: Iniciativas bioeconómicas

Seed Energy Bioceres Mercado Central X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X -- - -X X X X X X X X X X X X X X X X X X - - - -- - - --

Para el primer perfil de empresas, el sobrecosto de fletes, en particular aquellos ligados al transporte a puerto de la producción agrícola, fue un inductor generalizado. El hecho de tratarse de explotaciones relativamente alejadas a los puntos de embarque y la falta de infraestructura motivó a los empresarios a buscar alternativas para evitar el transporte.

A su vez, en este grupo de empresas, la decisión de incorporar actividades de base bioeconómica también estuvo motivada por los nulos –o incluso negativos–

márgenes de ganancia que estaban enfrentando desde los años 2011/2012. Si bien los rendimientos agrícolas en muchos casos eran relativamente altos para sus zonas de referencia, las posibilidades de obtener beneficios económicos eran muy limitadas. Debido a la estabilización en la cotización de los commodities agrícolas y la suba paulatina de diversos costos operativos –del capital de trabajo como las semillas, fitosanitarios– y/o fijos –los arrendamientos– las empresas se vieron motivadas a recomponer sus niveles de ganancias a partir la adopción de opciones

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9 El logo de la empresa Bioetanol Río Cuarto es “bio4”, comenzando con b minúscula.

10 Cabe destacar que ACA BIO no produce energía eléctrica, sino que lo hace ACA –empresa que controla el 51% de ACA BIO–,

a través del criadero de cerdos Yanquetruz.

que prometieran mayor rentabilidad, orientándose a la bioeconomía.

Dado que todas estas empresas disponían de relativa abundancia de biomasa, encontraron en la bioeconomía la posibilidad de diversificar su producción por diversas vías:

i) pasar a vender una serie diferenciada de productos; ii) agregar valor en origen de forma tal de reducir al mínimo posible el transporte de biomasa con bajo valor agregado, o bien,

iii) aprovechar subproductos derivados de otras etapas productivas, los cuales antes eran considerados residuos.

Estos factores fueron relevantes, pero no todos operaron al mismo momento. Por ejemplo, la valorización de subproductos por lo general fue un fenómeno que las motivó a profundizar aún más sus actividades ligadas a la bioeconomía, una vez que éstas ya se habían iniciado.

A su vez, en los casos de ACA BIO y Bioetanol Río Cuarto (bio4)9 la decisión de producir biocombustibles, o bien de energía eléctrica, también respondieron al marco regulatorio específico. El establecimiento del corte obligatorio (mezcla) de naftas con bioetanol, y su posterior elevación al 12%, generó un mercado de interés para los productores afiliados a estas empresas. Por su parte, el programa RenovAr –el cual incentiva la producción de energía eléctrica a partir de fuentes renovables– también fomentó la inversión en esta dirección. Si bien ambas empresas empezaron a producir energía eléctrica para autoconsumo antes de firmar sus respectivos contratos con CAMMESA, dichos incentivos, sin duda, fueron determinantes para la posterior significativa ampliación de la capacidad productiva10.

También factores de demanda jugaron un rol preponderante en El Talar Agroindustrial. Por un lado, la empresa encontró en el autoconsumo de biodiesel una solución ante la caída de precios del aceite soja –insumo principal para la producción de dicho biocombustible. Por el otro, a partir de la elaboración de soja texturizada –alimento utilizado como sustituto de la proteína animal–, la empresa identificó un nicho de mercado con gran potencial de crecimiento. De hecho, esto llevó a la empresa a desarrollar una marca propia para la comercialización de este producto tanto en el marco local como en el extranjero.

Para el segundo perfil de empresas, uno de los inductores iniciales para la incorporación de actividades bioeconómicas a sus procesos de producción fue la disponibilidad de biomasa a costo reducido o (inicialmente) nulo. A partir de esto pudieron transformar residuos que eran generados en sus procesos industriales en subproductos con valor económico. A modo de ejemplo, en Los Balcanes, el bagazo de caña de azúcar pasó a transformarse en energía eléctrica; en Las Camelias, los efluentes grasos y no grasos generados en la faena aviar pasaron a ser transformados en biogás; y en Prodeman, la cáscara de maní se transformó en energía eléctrica.

A su vez, dicha transformación de “residuos” en “subproductos” implicó un proceso de mayor valor agregado en origen y, en algunos casos, una mayor diversificación productiva. Efectivamente, el ingenio azucarero Los Balcanes –que desde hacía décadas tenía como principal fuente venta al azúcar, ya sea para el mercado interno como para el exterior– transformó su modelo de negocios en otro, cuyas principales fuentes de ingresos derivan de los residuos generados para la producción de azúcar. Así, en la actualidad, tanto la venta de bioetanol para su corte con naftas como la entrega de energía eléctrica a la red nacional son centros de negocios

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11 El análisis de la empresa Los Balcanes se centra exclusivamente en las unidades de negocios asociadas a la bioeconomía,

considerando los eslabones vinculados con la cadena de valor de la caña de azúcar, lo cual incluye la incorporación de nuevas tecnologías para el tratamiento de la vinaza. Si bien algunas acciones de la empresa han generado planteamientos judiciales, los que no se ignoran, no se han considerado en este documento los impactos ambientales y por ende tampoco la situación, presente o pasada, en relación al cumplimiento de las normas medioambientales.

más importantes que la venta del producto original (el azúcar)11.

En este perfil de empresas, la respuesta al marco regulatorio también fue relevante para que grandes inversiones sean realizadas. En los casos de Los Balcanes y de Prodeman, las promociones –el programa RenovAr y la reglamentación de corte de naftas con bioetanol– fueron un impulso sustantivo para que se instalen plantas de gran porte para la producción de energía. La regulación de corte ambiental también fomentó a Prodeman y a Las Camelias para que se reduzcan la emisión de efluentes al medio ambiente. Actualmente, ambas empresas cumplen en exceso todos los estándares ambientales contabilizando, hace ya varios años, su huella de carbono.

El costo asociado al transporte de residuos también fue en algunos de estos casos un factor relevante: la transformación in-situ de estos efluentes en subproductos fue vista como una alternativa más eficiente en términos de costo-beneficio, en relación a su transporte a un relleno sanitario. A modo de ejemplo, Las Camelias empezó a producir biogás para autoconsumo a partir de los residuos grasos y no grasos antes mencionados. Esto, además de implicar una reducción de costos en lo referido al tratamiento de efluentes, también significó un menor consumo energético externo.

Para el tercer perfil de empresas, la identificación y captura de nichos específicos de mercado fue un inductor central para llevar adelante actividades ligadas a la bioeconomía. Estas tres empresas de base biotecnológica disponen de equipos de investigación formados en diversas disciplinas ligadas a las ciencias biológicas –biólogos, biotecnólogos, químicos, etc.- Esta formación de equipos profesionales les permitió

desarrollar múltiples productos de base biológica aplicables a diversos sectores productivos.

Se trata en muchos casos de desarrollos de vanguardia muy específicos, que van desde la producción de insumos para la agricultura –semillas mejoradas genéticamente, fertilizantes, bio-fungicidas, etc.-, para producciones pecuarias – productos de alto valor nutricional para la piscicultura-, y otros de aplicación industrial –ya sea insumos para la producción de alimentos hasta biomateriales- de interés en múltiples sectores económicos.

El caso de Yeruvá, que produce una gran variedad de productos a partir de residuos generados en otras industrias –sangre proveniente de frigoríficos bovinos y aviares u otros efluentes generados en la producción de alimentos-, la disponibilidad de esta biomasa también fue un factor relevante. La empresa cuenta con una compleja red de abastecimiento de estos recursos, los cuales son luego transformados en productos de alto valor agregado, siendo el 80% de estos exportados a más de 130 clientes en el mundo.

Por último, el cuarto perfil de empresas, el cual agrupa a emprendimientos enteramente abocados a actividades bioeconómicas, tuvo como inductor central la valorización de subproductos, ya sean estos propios como de terceros. En el caso del Mercado Central, el alto costo de disponer de los desechos orgánicos generados en el predio en rellenos sanitarios urbanos indujo a diseñar un plan para la generación de energía eléctrica para autoconsumo.

Por otro lado, Seeds Energy es un singular emprendimiento de valorización de residuos generados por empresas semilleras ubicadas en la zona de Pergamino-Venado Tuerto-Rojas-Salto. La empresa, a

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partir de marlo y chala (residuos derivados del cultivo de maíz) instaló dos plantas para la generación de energía eléctrica, la cual es entregada a la red nacional. Previamente, y tratándose de reproductores de semillas transgénicas para exportaciones de contra-estación, estaban obligados a desechar los residuos (en cumplimiento de protocolos de no liberación de transgenes residuales).

Estos emprendimientos también se realizaron como respuesta al marco regulatorio. Por un lado, Seeds Energy firmó diversos contratos con la empresa CAMMESA, en el marco del plan RenovAr, bajo los cuales se establecen por 20 años los términos de venta de la energía eléctrica. Por otro lado, ambos emprendimientos respondieron al fomento que otorgó la Ley 27.191 promulgada en el año 2015 al consumo de energías renovables. A partir de estos proyectos, el Mercado Central se adecuaría a la nueva legislación, mientras que Seeds Energy permitiría que sus proveedores de biomasa cumplan con esta legislación a través de los certificados que les son otorgados.

Por último, como elemento común en los cuatro perfiles de empresas, el acceso y/o desarrollo de nuevas capacidades tecnológicas también fue un elemento crítico para profundizar las actividades ligadas a la bioeconomía. Tal como se ilustra con mayor amplitud en los Anexos , el pasaje a un modelo de negocios asociado a la bioeconomía supuso nuevos desafíos tecnológicos para las empresas, los que fueron suplidos tanto a través de la profesionalización de los cuadros propios -a través de la conformación de departamentos de I+D y la contratación de nuevos profesionales de carreras afines a estas labores-, como mediante el establecimiento de vínculos externos con otras empresas, universidades y organismos públicos de ciencia y técnica. Cada uno de los casos desarrolló su propio sistema local y focalizado de innovación sobre la base de demandas técnicas específicas (“target oriented”). De este modo, tanto para el diseño e instalación de nuevas plantas –para producir

soja texturizada, biocombustibles, energía eléctrica, etc.- como para incorporar los controles de calidad requeridos en los productos destinados al consumo humano, las empresas tuvieron que dar un salto en sus capacidades tecnológicas.

A su vez, esta transformación productiva en algunos casos también implicó el desarrollo de nuevas capacidades en materia de tecnologías “blandas”. Ya sea para la creación de una marca propia para atender un nicho de mercado específico, para obtener las habilitaciones y permisos necesarios, o para pasar a exportar de forma directa, las empresas también tuvieron que conformar equipos de profesionales que pudiera enfrentar estos nuevos desafíos.

En síntesis, los cinco grupos de drivers identificados en este estudio –costos, factores de demanda, disponibilidad de biomasa, respuestas al marco regulatorio y acceso y/o desarrollo de la tecnología- jugaron un papel central para inducir a las empresas a adoptar actividades ligadas a la bioeconomía y, según el perfil la empresa, en algunos casos estos factores fueron críticos para iniciar o intensificar dicha orientación.

3.4. Obstáculos para la

profundización de actividades

ligadas a la bioeconomía

La estructura y el mapa de la economía argentina reflejan,en lo fundamental, un paradigma productivo basado en energías fósiles. Por lo tanto, no debe sorprender la presencia de diversos obstáculos para la evolución de nuevos enfoques productivos y empresariales concebidos desde el paradigma de la bioeconomía. Es este sentido, los casos analizados indagaron sobre los factores limitantes que se han encontrado para el desarrollo de las iniciativas. La evidencia suministrada por las empresas analizadas figura en la tabla 2.

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Tabla 2. PERFILES DE EMPRESAS Y SUS OBSTACULOS PARA EL DESARROLLO DE ACTIVIDADES DE BIOECONOMIA

-Perfiles de

empresas Del contexto económico Del marco legal Del ámbito financiero

Para el acceso a mercados internacionales Perfil 1: Productores agropecuarios/agrupación de productores

El Talar ACA/BIO bio4

Perfil 2: Empresas agroindustriales integradas verticalmente

Los Balcanes Las Camelias Prodeman

Perfil 3: Empresas de base biotecnológica

Yeruvá Biofábrica Misiones

Perfil 4: Iniciativas bioeconómicas

Seed Energy Bioceres Mercado Central X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X

-Fuente: Elaboración propia en base a entrevistas e información secundaria.

En términos generales, los cuatro perfiles de empresas enfrentaron restricciones provenientes del ámbito financiero –en particular la falta de fuentes de financiamiento a bajo costo, o de la ausencia de fondos especiales para la promoción de la inversión en bioeconomía e instrumentos similares-. Este elemento fue mencionado como un obstáculo recurrente, tanto para iniciar actividades ligadas a la bioeconomía, como para incorporar otras nuevas tareas de este ámbito. De hecho, en algunos casos este obstáculo fue el único mencionado (Las Camelias y Mercado Central). Esto generó que las posibilidades productivas y comerciales de las empresas estuviesen explotadas por debajo de su potencial, y que en varios casos tuvieran que postergar y aún cancelar diversas inversiones, dada la falta de fuentes externas para su financiamiento. Para sortear este obstáculo, en numerosas ocasiones las firmas recurrieron a recursos propios para llevar a cabo las inversiones, utilizando ingresos de otras unidades de negocio ya consolidadas para financiar proyectos de bioeconomía.

Las dos empresas que no mencionaron a este obstáculo sugirieron que, ya sea por la elevada composición de exportaciones dentro de su cartera de clientes –como lo es el caso de Yeruvá- o por el apoyo gubernamental directo –como lo es Biofábrica Misiones con el gobierno provincial de Misiones-, el tema financiero no frenó su potencial de crecimiento. En relación al primer perfil de empresas, los obstáculos provenientes del marco legal también provocaron limitaciones en el desarrollo de la bioeconomía. En los casos de ACA BIO y bio4, la falta de actualización en la legislación ligada a la demanda de biocombustibles derivó en importantes frenos a su producción, donde en ambos casos desde hace años se encuentran operando por debajo de su capacidad instalada. Factores tales como la no elevación en el corte (“mezcla”) entre combustibles de origen fósil y sus pares de origen renovable, o bien, el congelamiento de precios en los biocombustibles, impactan fuertemente en la rentabilidad de estas empresas.

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En el caso de El Talar Agroindustrial, cuya acción fue comenzar a producir alimentos para el consumo humano, que requerían el cumplimiento de regulaciones y controles específicos, se encontró una limitación en la falta de apoyo de organismos gubernamentales, y también para el ingreso a los mercados internacionales. La empresa tuvo que enfrentar estas cuestiones de forma individual, factor que aletargó su expansión económica.

Con respecto al segundo perfil de empresas, Los Balcanes enfrentó las mismas dificultades provenientes del marco regulatorio que lo experimentado por ACA BIO y bio 4, dado que también está fuertemente enfocada a la producción de biocombustibles. Por otro lado, Prodeman indicó a la volatilidad ma croeconómica como un factor que dificultó la realización de nuevas inversiones.

En el caso del tercer perfil de empresas, Bioceres– empresa que desarrolló eventos biotecnológicos únicos en el mundo-, enfrenta limitaciones a su crecimiento porque no se ha actualizado hasta el momento la legislación en materia de protección a las innovaciones en semillas. También señalan la falta de apoyo de organismos públicos para el ingreso a mercados extranjeros. Para superarlo, estableció vinculaciones con firmas extranjeras, y llegó a comprar algunas de éstas.

Yeruvá mencionó a la volatilidad del contexto económico local como su principal y única restricción al crecimiento. Efectivamente, la empresa ha frenado la realización de inversiones a la espera de un horizonte de mayor certidumbre.

Biofábrica Misiones también destaca las limitaciones a su crecimiento a partir del marco regulatorio nacional. Dado que en la actualidad los bioinsumos, uno de los principales productos desarrollados por esta empresa, no reciben un apoyo especial – a diferencia de lo que ocurre en otros países, por ejemplo, la Unión Europea- su expansión comercial en el ámbito local es lenta. Con respecto al cuarto perfil de empresas, además de los ya mencionados obstáculos del ámbito financiero

local, Seeds Energy también señaló aspectos del marco regulatorio. En particular, esta empresa destacó el incumplimiento en los plazos de devolución de impuestos que habían sido previstos en los contratos del programa RenovAr, afectando así su flujo de caja. Sintetizando, a partir de los casos estudiados , que fueron separados en cuatro perfiles de empresa, se pudo esclarecer cuáles fueron los factores críticos que motivaron a las empresas a incorporar actividades ligadas a la bioeconomía. Sin embargo, los mismos operaron en forma diversa según el perfil. Esta situación denotaría que las políticas públicas deberían considerar el ámbito productivo y la trayectoria empresarial a la hora de diseñar instrumentos orientados a promocionar la bioeconomía.

En relación a los obstáculos enfrentados por las empresas, la mayoría de los casos consideró central la falta de financiamiento general, y especial para estos proyectos, lo que dificultó tanto el surgimiento como la incorporación de nuevas actividades bioeconómicas, reduciendo sensiblemente el potencial productivo del sector.

Los otros obstáculos analizados –contexto económico, marco legal y dificultades para el acceso a mercados internacionales- también impactaron sobre la expansión de la bioeconomía, aunque con discrepancias según cada modelo de negocio.

Del análisis realizado surge que el surgimiento y crecimiento de la bioeconomía en Argentina da cuenta de un proceso liderado por la iniciativa empresarial. Ya sea a partir de oportunidades de mercado –“factores de demanda” o “disponibilidad de biomasa”-, para aprovechar sistemas de promociones –“respuesta al marco regulatorio”-, o bien como estrategia ofensiva antes una coyuntura adversa –factor de “costos”- las empresas vieron en la bioeconomía una alternativa para crecer. Esta transformación productiva demandó el desarrollo de capacidades tecnológicas y la profesionalización del personal, proceso realizado por las empresas tanto de forma autónoma como a partir de la vinculación con organismos de ciencia y técnica públicos.

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4. Propuestas para impulsar la bioeconomía como

estrategia de desarrollo sustentable

Globalmente y de manera acelerada, la bioeconomía se consolida, contemporáneamente, como alternativa para enfrentar el doble desafío de atender las demandas de alimentos, fibras y energía de una población mundial que superará los diez mil millones de personas antes del final del siglo XXI, y de revertir o mitigar los impactos negativos sobre el medio ambiente y los recursos naturales que están generando los patrones actuales de organización económica.

Es una visión fuertemente influida por el significativo salto tecnológico -basado en la convergencia de tecnologías informáticas y biológicas- que permite la apertura de nuevos senderos económicos, alternativos a los de la economía basada en el uso masivo de las energías de origen fósil y los materiales inertes. Se trata, en cierto modo, de la “biologización” de la economía, fenómeno que permite replantear, de manera no tradicional, los vínculos entre la agricultura, la industria y los servicios, para incluir un conjunto más complejo y estratégico de relaciones de insumo-producto intersectoriales.

En la posibilidad de esas transformaciones radica la importancia y la potencialidad de la bioeconomía para

ecosistemas como el argentino, que cuenta con un significativo potencial de producción de biomasa, con una razonable base de recursos científico-tecnológicos y con capacidades institucionales y empresariales en los sectores vinculados. Como se señaló, la bioeconomía -las producciones de base biológica- aporta una proporción significativa de la economía argentina –representa cerca del 50% de la producción de bienes de la economía- por lo que su expansión sería indudablemente de gran impacto.

Por otra parte, los procesos innovativos involucrados que sustentan estos avances no se refieren a cuestiones potenciales: existen ya en el país innumerables ejemplos de transformaciones hacia la bioeconomía, surgidas desde la propia iniciativa empresarial, o en respuesta a incentivos de relativamente baja intensidad y débil coordinación. El análisis de las experiencias presentadas en este documento ofrece una evidencia empírica que permite sostener la hipótesis de que la bioeconomía puede ser una potente base para la impostergable transformación de la estructura económica del país.

La cuestión principal que interesa a futuro es cómo actuar desde las políticas públicas para escalar esos

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procesos puntuales de manera de poder aprovechar todo el potencial transformador que encierran.

Un punto de partida de esta discusión es reconocer que las iniciativas que se han presentado tienen las características particulares de los procesos de innovación: anticipan demandas futuras, tendencias y aspiraciones que aún no se reflejan en los sistemas de precios, pero si en las condiciones estructurales y que los emprendedores perciben y están dispuestos a arriesgar en su concreción. Todos los casos apuntan en general a llenar vacíos todavía no percibidos y reflejados en las políticas actuales; en algunos casos estos son externalidades de ciertos comportamientos productivos, en otros las nuevas actividades movilizan recursos hasta ahora inexplotados, pero en todos se ven enfrentados a la necesidad de competir en mercados establecidos bajo otros criterios donde enfrentan ofertas y rutinas establecidas (que reflejan los marcos institucionales previos que les dieran sustento). Tienen en común escasas brechas tecnológicas y de productividad con los mejores estándares internacionales. O sea, su inserción en los mercados se basa en factores genuinos de competitividad.

En este escenario la redefinición de los marcos institucionales y del sentido e instrumentación de las políticas públicas, es prioritaria. Y complementarias a las estrategias empresariales que en definitiva motorizan el proceso de cambio real.

Todo nuevo ciclo económico demanda, para fructificar, mecanismos de contención y promoción que reflejen sus características intrínsecas, y lo que hoy existe – en la Argentina y en casi todas las economías del mundo – funciona bajo las reglas de la economía industrial basada en el aprovechamiento de los recursos fósiles. Se avecina una doble tarea: crear los fundamentos de los nuevos mercados bioeconómicos e impulsar su desarrollo equilibrado, tanto en su oferta como en su demanda.

Avanzar en la instalación de la bioeconomía requiere dejar atrás muchos de los criterios hoy imperantes y reconocer las características, necesidades y riesgos

de los nuevos esquemas tecnológicos y productivos. Producir e industrializar bienes y servicios biológicos conlleva una organización de la producción diferente a la vigente en las empresas de corte “fordista”, que deben ser particularmente considerados en el diseño de los instrumentos operativos. A diferencia de la manufactura tradicional –donde la transformación es relativamente controlada- la “industrialización de lo biológico” conforma un “sistema abierto” de producción con múltiples aristas a considerar:

• La elevada variabilidad de procesos, productos e insumos que requiere una

precisión mayor en la definición de estándares y de regulaciones estatales; a menudo definiciones imprecisas generan grandes distorsiones de mercado;

• Los tiempos de producción son establecidos por la naturaleza (muy poco sensibles al manejo humano); ello condiciona la forma de organización del trabajo (extensión de los periodos laborales, localización de las tareas, condiciones) que deber readaptarse a partir de legislaciones diseñadas para otras actividades; • Los flujos financieros responden a ciclos de

producción que pueden tener súbitas interrupciones o escasa flexibilidad a lo largo de su vida útil; hay actividades agropecuarias que tienen varios años para su maduración, y la posible ocurrencia de ciclos recesivos pueden abortar toda la actividad a pesar de su competitividad de largo plazo;

• La perecibilidad y el flujo de producción continuo de algunas materias primas y/o subproductos pueden generar asimetrías entre las fases primarias, industriales y comerciales;

• Se trata de procesos industriales que generan múltiples subproductos y desechos, cada uno de los cuales a su vez abre las puertas a variadas valorizaciones comerciales; permea el concepto de cracking de una materia prima disparadora de múltiples actividades; tiende a imponerse la idea de economía de variedad sobre el concepto de ganancias en costos asociados a las grandes escalas.

En suma, los diversos modelos de negocios de la bioeconomía se asientan sobre un tipo de organización de la producción con especificidades que deben ser

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tenidas en cuenta a la hora del diseño e implementación de las políticas para las empresas de bioeconomía y en la generación de bienes públicos específicos.

La actividad privada puede ser el motor impulsor disruptivo, pero los procesos de transformación solo se generalizarán si se crean las condiciones para que lo que hoy aparecen como “nichos”, se transformen en las nuevas normas para la toma de decisiones de inversión y consumo para toda la economía.

El Estado puede jugar un papel en el diseño e instrumentación de la transición desde la actual estructura productiva hacia otra donde la bioeconomía tenga un rol central; se trata de una orfebrería de políticas consistentes en generar empleo y des-localizar actividades productivas en simultáneo con la reconversión de sectores/empresas maduras (la mayoría asociada al modelo previo); ello conlleva necesariamente a la revisión de políticas e instrumentos de intervención y fundamentalmente de los criterios de asignación de recursos en pro del nuevo modelo, especialmente en las políticas horizontales.

Otro ámbito no menos relevante son las políticas de fundamentos de nuevos mercados asociados con la bioeconomía: establecimiento de normas técnicas de producto y procesos para bio-productos; seguridad, comercialización, etc. Un tercer plano es la inducción de las pautas de consumo hacia bio-productos; en este caso si bien el mercado asigna los consumos privados vía precios, la razón de las intervenciones radica en que tales precios habitualmente no contemplan las externalidades positivas y negativas. La comunicación hacia la sociedad y hacia los consumidores juega un papel en este sentido.

También deben considerarse las políticas de promoción al desarrollo de nuevas facilidades productivas. Sumariamente, se trata de re-pensar las políticas estatales para la construcción de bienes públicos necesarios para la bioeconomía. Para lograr esto efectivamente, se requiere que el diseño de las políticas de promoción contemple adecuadamente las especificidades de los nuevos procesos y empresas.

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Anexo 1. Metodología

En este apartado se presenta el diseño metodológico elaborado para el estudio de los casos.

Dada la complejidad del escenario examinado, donde intervienen múltiples fuentes de causalidad y relaciones co-lineales entre variables, los estudios de caso resultan un enfoque adecuado (Rubin y Rubin, 2005). En términos generales, el objetivo fue mostrar “cómo” y “por qué” las empresas estudiadas adoptaron un sendero de desarrollo y crecimiento ligado a la incorporación de actividades basadas en la bioeconomía. Las 11 empresas estudiadas fueron seleccionadas por ser algunos de los casos más representativos en términos de la adopción de actividades ligadas a la bioeconomía. La elaboración de los casos se basó tanto en información secundaria como en entrevistas con los referentes de cada una de estas empresas. En

relación con la información secundaria, se realizó una búsqueda que incluyó notas periodísticas, páginas web especializadas en bioeconomía, sitios propios de las empresas, videos disponibles en línea.

Luego, se mantuvieron entrevistas telefónicas semi-estructuradas con los referentes de estas firmas, durante los meses de octubre y diciembre de 2019. Estas entrevistas, que en su mayoría tuvieron una duración aproximada de dos horas, fueron grabadas para analizar posteriormente con mayor profundidad las respuestas obtenidas. Por último, una vez elaborados los casos, los mismos fueron enviados a los entrevistados para verificar el contenido y obtener la aprobación de la empresa para la publicación.

A continuación, se presentan los aspectos centrales que fueron abordados en los casos de estudio.

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a. Datos de la empresa: (¿Quiénes son?)

i. Denominación de la empresa y del grupo económico (composición) ii. Ubicación (de la central y de cada una de las plantas de producción)

iii. Fecha de fundación e hitos relevantes (para marcar cuando ingresan a Bioeconomía) breve historia iv. Facturación, empleo, comercio exterior

b. Descripción de las actividades productivas (¿Qué hacen?)

i. Descripción de actividades principales; bienes y servicios volcados al mercado ii. Encadenamientos entre actividades internas

1. Idea de flujo de materiales

2. Valorización de subproductos y desechos 3. Ejemplo de recirculación de energía 4. Otros rasgos destacables

iii. Encadenamientos con el entorno 1. Origen de la tecnología

2. Sistema de abastecimiento de materias primas e insumos

3. Recursos humanos: perfiles educativos, composición etaria y otros rasgos 4. Relación con sistema local de escuelas universidades etc.

5. Destino de la producción (por bienes y servicios): local e internacional; inversiones en ca pacidades productivas en el exterior;

6. Otros

c. Los inductores del modelo de negocio de la Bioeconomía (¿Por qué adoptaron ese modelo de negocios?):

i. Costo de fletes/ubicación y otros ii. Captura de nichos de negocios iii. Diversificación productiva iv. Agregado de valor

v. Valorización de desperdicios/ subproductos vi. Respuestas al marco regulatorio:

1. Sistemas de inducción vía promociones 2. Sistemas de penalizaciones de corte ambiental

vii. Otros

viii. Próximos pasos

d. Dificultades restricciones y oportunidades (¿Qué aprendizaje realizaron, qué restricciones en frentan?

i. Del contexto económico ii. Del marco legal

iii. Del ámbito financiero

iv. Para el acceso a mercados internacionales v. Infraestructura física (caminos, electricidad, etc.) vi. Infraestructura informática

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Anexo 2. Estudios de Casos

El Talar Agroindustrial S.A.

El Talar Agroindustrial es una empresa familiar con más de 80 años de historia en la producción agrícola ganadera, pero desde hace ya algunos años ha puesto el foco en innovar y producir alimentos de alto valor agregado. Está ubicada en la provincia de Entre Ríos, con campos en Victoria y Paraná, donde cultivan casi 6000 hectáreas por año, entre los tres cultivos principales. Los cambios en la empresa se iniciaron hace ya casi seis años a partir de una reformulación total del modelo de negocios. Esto derivó en una paulatina profundización de las actividades ligadas a la bioeconomía.

La empresa está altamente integrada, desde la producción a campo, pasando por la transformación industrial del 100% de su producción, hasta llegar a la comercialización final de alimentos con marca propia –tanto en el mercado local como en el extranjero. Dispone de 1.000 hectáreas de campo propio, instalaciones de acopio, maquinaria agrícola (para la siembra, fumigación y trilla) y transporte.

En el año 2013, en una reunión con el grupo CREA Victoria, El Talar Agroindustrial presenta la situación y proyecciones de la campaña 2013/2014, en la cual los márgenes resultantes eran nulos o negativos de ganancia, a pesar de obtener rendimientos agrícolas relativamente altos para la zona. Las condiciones que afectaban la rentabilidad de dicha campaña estaban básicamente ligadas a las condiciones de mercado imperantes: las retenciones aplicadas a las exportaciones de granos, el alza en el precio de los insumos y de los alquileres. La conclusión fue que para poder mejorar la performance de la empresa debían industrializar la producción.

Los esfuerzos llevados a cabo a lo largo de estos últimos años le permitieron a la empresa encontrar un sendero de crecimiento ligado a la diferenciación de productos, valorización de subproductos y a la identificación de nichos de mercado. Así, para

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el año 2019 la empresa pronostica que el 30% de sus ingresos provendrán de la venta alimentos para consumo humano, mientras que el 70% restante se origina en otros subproductos –tanto para el consumo animal como industrial. Además, esperan que el porcentaje de ingresos a partir de la venta de alimentos para consumo humano sea sustancialmente más elevado en los próximos años, comenzando con un 50% para el año 2020.

En la actualidad la empresa, que en su producción a campo cumple con los protocolos de “Buenas Prácticas Agrícolas”, comercializa tanto en el mercado local como internacional soja texturizada. Dispone de un departamento de tecnología y otro de comercialización abocados a la innovación en la producción de alimentos de alto valor nutricional.

Trayectoria productiva,

generación de capacidades y

nuevos mercados

A partir de la necesidad de reformular el negocio y buscar alternativas para volver positivos los márgenes de ganancia, comenzaron hace ya casi seis años un proceso de análisis y búsqueda permanente de espacios de complementariedad productiva y de valorización de subproductos. Esto los llevó, entre otras cosas, a abrir un departamento de tecnología que tuviese como objetivo la búsqueda de variantes productivas ligadas a la industrialización de la materia prima obtenida.

El primer paso dado en esta dirección estuvo orientado a aprovechar el volumen de producción agrícola del cual disponían y agregar valor en origen. Para esto la decisión fue comenzar con la industrialización de la soja como materia prima.

Esto les demandó la instalación de una planta de extrusión a prensa para extraer aceite y expeller (subproducto sólido obtenido del presado), inversión de un monto similar a la compra de una cosechadora. Empezaron con una planta de baja escala, trabajando un solo día a la semana. Sin embargo, dado que los resultados desde el inicio fueron alentadores,

rápidamente pasaron a aumentar la frecuencia de trabajo de la máquina de extrusión. Acto seguido realizaron una segunda inversión para incrementar su capacidad instalada de forma tal de tener la capacidad de procesar toda la producción de soja propia.

Por su parte, el expeller de soja, el cual es utilizado para engorde animal, fue inicialmente comercializado entre tambos, feedlots, productores porcinos y avícolas de la zona. Esto les permitió pasar a disponer de un producto de mayor valor unitario en relación a los granos de soja, el cual a su vez podía ser distribuido en grandes volúmenes con relativa facilidad.

Hoy la empresa dispone de una planta con capacidad de procesamiento de 15 mil toneladas de soja –las cuales provienen tanto de la producción propia como de granos comprados a otros productores de la zona- la cual trabaja todos los días de la semana, las 24 horas. Produce 15 mil toneladas al año de expeller por año y trabajan 10 operarios de forma permanente.

Sin embargo, cambios imprevistos en las condiciones de mercado también derivaron en una profundización de la estrategia de agregado de valor en origen. Antes del 2014, el aceite de soja que era obtenido de la planta de extrusión era vendido a agentes recolectores que lo derivaban a empresas de mayor tamaño para la producción de biodiesel para su exportación.

Este modelo entró en crisis en el 2014 con el cierre de las exportaciones de biodiesel a la Unión Europea y el desplome de la demanda de aceite de soja, su principal insumo. La solución identificada ante este problema fue pasar ellos mismos a elaborar biodiesel. Para esto instalaron una planta de biodiesel a partir una inversión conjunta con otra empresa vecina, la cual estaba enfrentado las mismas dificultades.

De este modo, a partir del asociativismo, estas dos empresas pasaron a incorporar una nueva etapa de producción la cual le permitía a El Talar industrializar el 50% del aceite de soja obtenido. Dicha profundización en la estrategia de agregado de

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Tabla 1. INDUCTORES A LA INCORPORACIÓN DE ACTIVIDADES DE BIOECONOMIA EN EMPRESAS EN LA ARGENTINA
Tabla 2. PERFILES DE EMPRESAS Y SUS OBSTACULOS PARA EL DESARROLLO DE ACTIVIDADES DE BIOECONOMIA

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