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TIRADA DIARIA DEL DIARIO PUEBLO EN NÚMERO DE EJEMPLARES 214

Orígenes, configuración y evolución, 1934-1957

TIRADA DIARIA DEL DIARIO PUEBLO EN NÚMERO DE EJEMPLARES 214

1946 ………. 49.979 1947 ………. 49.959 1948 ………. 43.913 1949 ………. 38.985 1950 ………. 40.623 1951 ………. 34.831

Al comienzo de la década de 1950, pues, la propaganda sindical se hallaba muy lejos en sus pretensiones de influencia política entre las masas obreras españolas. Se trataba de un nuevo final de etapa para la misma Organización Sindical, que entraba en su segunda década de existencia con tantos retos pendientes como incertidumbres por afrontar.

214 AGA. Sindicatos, “Tirada del Diario Pueblo y resultados de explotación de los años que se indican”, c.54

7. “Cortapisas, suspicacias y anquilosis sindical”. Relevo en la Delegación Nacional de Sindicatos (1951)

En el año 1951 se esperaba de un momento a otro el cese de Fermín Sanz-Orrio como Delegado Nacional de Sindicatos, especialmente tras el cambio de gobierno acaecido el día 18 de julio. Dar paso a un nuevo plantel de dirigentes formados bajo la égida del dirigente navarro tras una década de mando al frente de los Sindicatos oficiales parecía ser suficiente razón para su sustitución, pero no era la única, en especial tras la explosión de conflictividad obrera acaecida en Barcelona en febrero y marzo, que había planteado dudas sobre la capacidad de la OSE de mantener el orden social en el ámbito laboral, su función más importante dada la importancia del Ministerio de Trabajo en materia de reglamentación. Además, las relaciones de la máxima jerarquía de la OSE con la Secretaría General del Movimiento no habían sido excesivamente buenas desde la reposición de ésta en noviembre de 1948, cuando el cargo de máxima autoridad en el partido tras Franco, aún sin rango ministerial desde 1945, había recaído en manos de Raimundo Fernández-Cuesta tras tres años de vacancia.215 En el periodo inmediatamente anterior las labores de gestión del partido único habían estado bajo el mando interino del antiguo juez militar Rodrigo Vivar Téllez216, que había restringido la actividad de FET y de las JONS conforme a las exigencias que el contexto internacional había impuesto en el proceso de maquillaje de los elementos más abiertamente fascistas del Régimen. Sanz-Orrio, en su voluntad de aplicación de un modelo sindical bien adaptado a las necesidades coyunturales del Régimen en la posguerra mundial, había

215 Raimundo Fernández-Cuesta, que era ministro de Justicia desde el 18 de julio de 1945, fue nombrado Secretario General del Movimiento el 6 de noviembre de 1948, conciliando ambos cargos al no tener el último rango ministerial. Cuando la Secretaría General del Movimiento recuperó su puesto en el gabinete gubernamental, el 18 de julio de 1951, Fernández-Cuesta continuó al frente de la misma, cesando a su vez en el departamento de Justicia.

216 En calidad de juez militar se destacó en la represión política de la posguerra en Málaga.

Fue miembro del Tribunal Supremo, Gobernador Civil de Almería de 1940 a 1942 y de Vizcaya de 1942 a 1944. En septiembre de 1944 fue nombrado por José Luis de Arrese Vicesecretario General del Movimiento, cargo que ostentó hasta 1951. Tras unos años como secretario de la Mesa de las Cortes, fue en 1956 el primer Director del Servicio Comercial de las Fibras de Recuperación del Sindicato Nacional del Textil. De 1958 a 1964 fue Jefe Nacional de este mismo Sindicato, tras lo que se concentró en su labor en las Cortes, de las que fue miembro durante las diez legislaturas de la dictadura, siendo uno de los 19 procuradores que ostentaron un escaño de forma ininterrumpida entre 1943 y 1977.

gozado de una notable autonomía en la gestión de la Delegación Nacional de Sindicatos. Sin embargo, esta autonomía no era, a ojos de Sanz-Orrio, ni cómoda ni adecuada. No era cómoda en contraposición a la sintonía que había tenido con José Luis de Arrese entre 1941 y 1945, y porque significaba un debilitamiento forzado del falangismo; y era inadecuada porque, pese a su adscripción ideológica, no cuestionaba el modelo vigente desde 1939 de supeditación estructural de la OSE con respecto a FET y de las JONS, y con el que el dirigente navarro disentía. En sus propias palabras:

“En los primeros años, la presencia en el puesto de mando de José Luis de Arrese casi me hizo olvidar mi postura [con respecto a la inclusión de la OSE en el aparato del partido], ya que fue en todo momento amparador, impulsador y recto superior que en nada perjudicó nuestros proyectos, incluso cuando no encajaban plenamente en su concepción, brillante, por cierto, de una sociedad nacional-sindicalista. Tenía plena confianza en mí, y yo conocía a fondo su rectitud. La crisis de julio de 1945 fue algo más importante que una simple crisis ministerial, pues en realidad supuso el abandono –aunque a pequeños pasos- de todo lo que quedaba de la doctrina, o tal vez mejor diría, de los sueños falangistas, pues desde el fin adverso para nosotros de la Guerra Mundial, el Caudillo adoptó una postura muy cautelosa (…) Nos dijo que era preciso, anteponiendo toda otra consideración al bien de la patria, revisar nuestra conducta y el sistema de convivencia nacional e internacional . (…) Uno de los resultados de este radical cambio, no ya de táctica sino de estrategia, fue que el nuevo equipo carecía de Ministro Secretario. Quedó interinado el puesto en el que hasta entonces fuera Vicesecretario General, pero sin las facultades y preeminencias que tenía el Secretario. (…) En realidad, la Falange quedó desligada del aparato de la soberanía y reducida a la organización y dirección de unos cuantos servicios, entre los cuales los más importantes eran Sindicatos, Frente de Juventudes y Sección Femenina. El vicesecretario era una gran persona, inteligente, serio, hábil, pero poco podía hacer para favorecernos en nuestras necesidades, muchas de ellas originadas exclusivamente por ese indebido entronque de los Sindicatos dentro del aparato burocrático del organismo político. Era como poner un potente navío de gran tonelaje a remolque de un pequeño yate de vela, que además hacía agua e iba pronto a ser

abandonado. (…) Y todo empeoró cuando el Caudillo, impensadamente, restableció la figura del ministro Secretario General, el cual necesitaba justificar su existencia ante el País y ante sus propios compañeros. (…) Desde el primer momento me manifesté opuesto a esta consideración que se daba a los Sindicatos y añado ahora que constituyó factor principalísimo de mi salida del mando Sindical.”217

El periodo entre 1945 y 1948, pese a la autonomía funcional de que gozó Sanz-Orrio, había significado de hecho un deterioro en su capacidad de actuación dada la ruptura de la armonía política que había disfrutado con José Luis de Arrese los años anteriores, además de que los cambios políticos impuestos por el panorama post-bélico europeo significaron un paso atrás en las aspiraciones políticas del nacional-sindicalismo. Pero el hiato de tres años en el liderazgo político de FET y de las JONS habían planteado un escenario en el que Sanz-Orrio, partidario en su momento de la no supeditación del Sindicato al partido, se había sentido, si bien en un grado menor que bajo el mando de Arrese, sí mucho más confortable que con el posterior nombramiento de Fernández-Cuesta al frente de la Secretaría General del Movimiento: a juicio de Sanz-Orrio, desde 1948 el mando partidario “comenzó a sentir celos y sobre todo un afán incontenible de dominar totalmente a los Sindicatos. (…) Surgieron las cortapisas, las suspicacias y, finalmente, la anquilosis sindical.”218 Entre otras cosas, Fernández-Cuesta vetó la propuesta de Sanz-Orrio de nombrar a Mariano Navarro Rubio, futuro ministro de Hacienda, como Secretario Nacional de la OSE219, y a su vez impuso el traslado, desde los exiguos fondos sindicales, de quince millones de pesetas para el Frente de Juventudes y la Sección Femenina.220 En opinión de Sanz-Orrio, en esos últimos tiempos “cualquiera que se alzara contra el Delegado Nacional o sus inmediatos colaboradores tenía la seguridad del apoyo de lo que se llamaba la Casa Grande, es decir, la Secretaría General del Movimiento.”221 Bien fuera por las tensiones

217 ORRIO, F: “Breve historia del Sindicalismo Vertical” (texto sin fecha), en SANZ-ORRIO ARRAIZA, E: Op. Cit. (2009), pp.383-385. Las cursivas son nuestras.

218 Ibíd., pp.488 y 493

219 El dato es aportado por José Luis de Arrese, en ARRESE, J.L: Una etapa constituyente, Madrid, Planeta, 1982, p.272

220 Ibíd. p.495

221 Ibíd. p.441

existentes entre ambas jerarquías, bien por la necesidad de renovación jerárquica en el contexto de conflicto laboral de marzo y cambio de gobierno de julio de 1951, el caso es que, el 19 de septiembre de 1951, Fermín Sanz-Orrio fue cesado y sustituido por José Solís Ruiz al frente de la Delegación Nacional de Sindicatos.

Solís había nacido en Cabra, Córdoba, el 27 de septiembre de 1913, y era hijo de pequeños propietarios agricultores, “de los que viven sobre la tierra, de los que reciben el sol y la lluvia en sus fincas, no de esos que cobran al recogerse la cosecha”222 De sus años de infancia y juventud en el campo andaluz recordaba “haber conocido en mi pueblo la variedad sindical que traía como consecuencia la división de los hombres, del trabajo repartido en organizaciones que eran manejadas por los grupos o partidos políticos.”223 Marchó a estudiar Derecho a la Universidad de Deusto, centro privado de Bilbao fundado por la Compañía de Jesús, y continuó estudios en la Universidad de Valladolid. Tras licenciarse en Derecho se alistó, nada más comenzar la guerra civil, como voluntario en una compañía falangista de infantería en Valladolid, de la que llegó a Jefe de Centuria al poco tiempo.

Se supone que su politización en clave falangista se había producido en la ciudad castellana durante sus años universitarios, lógicamente desde el punto de partida cercano que le otorgaba su socialización en un ambiente familiar humilde pero conservador y contrario a las posiciones ideológicas de la izquierda. Participó hasta el final de la contienda como oficial de complemento, tras lo cual se integró por oposición en el Cuerpo Jurídico del Ejército de Tierra. Interesado por las labores sindicales, se incorporó a la OSE en 1940, a los veintisiete años, como uno de los secretarios técnicos del Sindicato Nacional del Metal. Tras el nombramiento de Fermín Sanz-Orrio como Delegado Nacional de Sindicatos, Solís entró a formar parte de su equipo de jóvenes colaboradores en la órbita central, lo que le llevó a una fulgurante ascensión en la Vicesecretaría Nacional de Ordenación Social de la Organización Sindical. Esta escalada en la estructura jerárquica de la OSE, aderezada por su autorizada participación en supuestos contactos con

222 De una entrevista al redactor del semanario El Español Diego Jalón en 1955. En SOLÍS RUIZ, J: Nuestro sindicalismo, Madrid, SIPS, 1955, p.235

223 De “Muere el ex ministro Secretario General del Movimiento, José Solís Ruiz”, en La Vanguardia, 31 de mayo de 1990, p.18

elementos cenetistas de Barcelona para que se sumaran al sindicalismo oficial224, fue culminada con su nombramiento, en sustitución de José María Olazábal, como máximo dirigente del área social sindical en 1944. Solís tenía por entonces 31 años.

Mantuvo el cargo como Vicesecretario Nacional de Ordenación Social durante cuatro años, hasta finales de julio de 1948, destacando durante su labor la organización del II Consejo Nacional de Ordenación Social, en junio de 1944225 y, en otoño de 1946, del I Congreso Nacional de Trabajadores de la Organización Sindical. Este Congreso se llevó a cabo como culminación de una serie de diez congresos regionales, celebrados a lo largo del mismo año, los cuales habían agrupado a representantes de las secciones sociales sindicales de las diferentes CNS provinciales, tanto elegidos como natos226, con objeto de discutir sobre “gran número de problemas laborales y sindicales de constante actualidad.”227 Era una muestra, más propagandística que real, de la pretendida voluntad de la OSE de abrir paulatinamente cauces de participación para los trabajadores, a sumar a las elecciones sindicales. Como colofón del proceso se celebró, pues, el I Congreso Nacional de Trabajadores en Madrid entre el 25 de noviembre y el 2 de diciembre de 1946, con la participación de unos 300 delegados procedentes de todo el país que aportaban las propuestas de sus respectivos congresos regionales celebrados con anterioridad. Los temas tratados en el Congreso debían ser, a ojos de los jerarcas de la OSE, de interés absoluto

224 Manuel Ludevid sugiere, citando un texto de 1975 de Bordavío –probablemente se refiere al periodista Joaquín Bardavio-, que Ángel Salvador, antiguo dirigente de los sindicatos libres de Barcelona habría propuesto a Solís un contacto con trabajadores vinculados a la clandestina CNT en 1944. El encuentro se produjo efectivamente, según estas fuentes, aunque sin resultado exitoso para los intereses de la OSE. En LUDEVID, M: Op. Cit. (1976), pp.33-34. Se encuentran mayores pruebas de posteriores contactos entre la OSE y la CNT a partir de 1947, véase HERRERÍN, A: “La CNT y el Sindicato Vertical. La quimera de la libertad sindical con Franco”, en Espacio, Tiempo y Forma, 13 (2000), pp.125-168

225 Que hizo hincapié en la ampliación del campo de aplicación del Seguro de Accidentes de Trabajo. Véase, MARAVALL CASESNOVES, H: “La Ley de Bases de la Seguridad Social y el Seguro de Accidentes de Trabajo”, en Revista de Administración Pública, 48 (1965), p.255.

También sirvió de foro, aunque en absoluto estridente, para demandas de reforma del modelo de relaciones laborales vigente desde el año 1942, con el que se concentraban en el Ministerio de Trabajo las facultades de reglamentación laboral que la OSE hubiera debido de asumir. El modelo no cambió hasta la Ley de Convenios Colectivos de 1958.

226 En el caso del Consejo Regional de Trabajadores de Cataluña, celebrado del 29 al 31 de julio de 1946, constaba de 80 delegados electivos -52 de Barcelona, 14 de Tarragona y siete respectivamente de Lleida y Girona- y 28 delegados natos de acuerdo a su cargo sindical.

227 Pueblo, 18 de julio de 1946

para los trabajadores españoles, como declaraba la prensa sindical en vísperas de su celebración:

“Entre los muchos e importantes temas que se han de abordar y que cristalizarán en unas conclusiones definitivas, figuran la participación del trabajador en los beneficios de la Empresa; elevación del nivel de vida de los trabajadores; reglamentación del trabajo en las industrias, en el campo y en las faenas de pesca; atribuciones a los Sindicatos en el mantenimiento de la paz social y en la implantación de la justicia; el problema del paro y la colocación; formación profesional y otros problemas sindicales. Se atribuye gran trascendencia a los resultados de estas deliberaciones durante las cuales los trabajadores tendrán plena libertad de voz y voto.”228

En su labor al frente de la Vicesecretaría Nacional de Ordenación Social, desde la que comenzaba a proyectar una imagen de eficacia y cercanía, se rodeó de algunos colaboradores que tendrían más tarde un papel notorio en los primeros años de Solís como Delegado Nacional de Sindicatos. Fue el caso de Miguel Vizcaíno Márquez, que sería Secretario Nacional de la OSE de 1952 a 1956, y el de Francisco Gómez Ballesteros, que sucedió a Solís en el cargo de Vicesecretario Nacional de Ordenación Social en 1948, manteniendo el puesto hasta 1956. Por otra parte, José Solís se convirtió en mayo de 1946 en procurador en Cortes por el tercio sindical, manteniendo su escaño hasta el final de la dictadura.

Sin embargo, el 27 de julio de 1948 José Solís Ruiz fue cesado en su cargo de Vicesecretario Nacional de Ordenación Social. El buen ambiente en sus relaciones personales con el Delegado Nacional parecía haberse enturbiado lo suficiente como para ser apartado de la estructura sindical, en una creciente desconfianza mutua que se reproduciría años después cuando ambos personajes compartieron espacio en el Consejo de Ministros. Solís fue enviado como Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento a Pontevedra, nombramiento que debía más al ministro de Gobernación Blas Pérez González que al adormecido mando del Movimiento. En cualquier

228 Pueblo, 5 de noviembre de 1946

caso, Solís ostentó el puesto provincial con aprecio229 hasta junio de 1951, en que fue trasladado al cargo homólogo en Guipúzcoa. No obstante, su tarea en esta provincia apenas duró tres meses. El 19 de septiembre de 1951 Solís era nombrado por Franco, a propuesta del Secretario General del Movimiento Raimundo Fernández-Cuesta, nuevo Delegado Nacional de Sindicatos.

Poco antes de esto se había celebrado el último acto sindical de importancia con Fermín Sanz-Orrio como máximo dirigente. Fue el II Congreso Nacional de Trabajadores, celebrado en Madrid entre el 6 y el 11 de marzo de 1951, y condicionado por el contexto de grave conflictividad laboral que irradiaba de Barcelona a resultas de la huelga de tranvías iniciada el 1 de marzo de 1951230. El Congreso se organizó de un modo similar al anterior aunque a una dimensión sensiblemente mayor, con cinco centenares de delegados provenientes de todo el territorio. En este caso se celebraron menos actos regionales previos, y las discusiones anteriores al Congreso, al revestir éste en un principio un mayor carácter agrario231, se llevaron a cabo a un nivel más sectorial que territorial. Las sesiones se realizaron en el antiguo Palacio del Senado, y la propaganda sindical, aunque en un volumen menor que en los años posteriores, dedicó grandes esfuerzos a visualizar el Congreso como un evento “de importancia nacional en el que van a ser tratados temas de gran trascendencia para la vida nacional española.”232 Sin embargo, la persistencia del conflicto obrero en Barcelona, que derivó en manifestaciones, cargas policiales con resultados mortales, el cese del gobernador civil y, finalmente, una huelga general de ámbito cuasi provincial, limitó los efectos de una estrategia propagandística tozuda y deliberadamente insistente en obviar la realidad del conflicto, situando este II Congreso como ejemplo de continuidad con respecto al primero. Éste, celebrado cinco años antes, era calificado continuamente

229 “Esta etapa la recuerdo con gusto. Fueron tres años extraordinarios, por lo bien que se portaron conmigo, por tantas facilidades como me dieron”, en SOLÍS, J: Op. Cit. (1955), p.235

230 Véase FANÉS, F: La vaga de tramvies del 1951, Barcelona, Laia, 1977; más recientemente RICHARDS, M.A: “Falange, autarky and crisis: the Barcelona general strike of 1951”, en European history quarterly, 29 (1999), pp.543-585

231 La temática principal del Congreso era la equiparación de derechos entre trabajadores agrícolas e industriales, aunque también se trataron asuntos como la implantación de la Seguridad Social y la coordinación entre precios y salarios.

232 Pueblo, 5 de marzo de 1951

como éxito rotundo, pues “muchas de sus conclusiones [han sido]

traducidas rápidamente en Leyes”233, lo cual era tan retórico como incierto234. Con el conflicto barcelonés en mente, el Delegado Nacional de Sindicatos insistió en que “en una situación social que avanza tan rápidamente, es inexcusable esta labor de limar aristas y suavizar engranajes. (…) Los trabajadores españoles se van a reunir sin intermediarios para exponer sus aspiraciones”235, mientras la prensa sindical apuntalaba este argumento con palabras como las siguientes:

“Hoy se reúne el II Congreso Nacional de Trabajadores dentro de la LIBERTAD de un orden político establecido y respetado. Se abordan sin timideces y con exigente rigor los problemas de los trabajadores. Contra viento y marea, lo que queda por hacer y no debe olvidarse en el camino de la madurez política de los trabajadores.”236

El Congreso fue clausurado el 11 de marzo de 1951 con un discurso de Francisco Franco, el cual había sido objeto de agasajo y loa en la prensa sindical durante la celebración del evento, con informaciones de tipo propagandístico que aseguraban que las conclusiones del Congreso iban a tener rápida plasmación en leyes sociales “porque Franco es el primer interesado en ello.”237 El día antes del cierre del Congreso, un delegado

El Congreso fue clausurado el 11 de marzo de 1951 con un discurso de Francisco Franco, el cual había sido objeto de agasajo y loa en la prensa sindical durante la celebración del evento, con informaciones de tipo propagandístico que aseguraban que las conclusiones del Congreso iban a tener rápida plasmación en leyes sociales “porque Franco es el primer interesado en ello.”237 El día antes del cierre del Congreso, un delegado

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