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LA INDEFINICIÓN DEL PAPEL DEL COORDINADOR EN LAS PRÁCTICAS DE

Dans le document Printed in Spain (Page 88-91)

INVESTIGACIÓN.

VIRGINIA GUTIÉRREZ BARBARRUSA

Hace ya unos años que se han integrado en el ámbito académico algunas experiencias de metodologías participativas a través de diferentes cursos universitarios de postgrado. Desde el momento en que estos cursos se ponen en marcha y dada la importancia que en los mismos se otorga a las prácticas de investigación, se hace necesario resaltar el papel que el tutor - coordinador de prácticas viene desempeñando.

Este papel no ha dejado de levantar controversias desde que se instituye tal figura, y por este motivo surge la necesidad de continuar con un debate, que hasta el momento ha sido planteado en las distintas reuniones de evaluación que se vienen celebrando al final de cada uno de los cursos, de cara a un primer planteamiento que quede en un documento escrito.

Cuando una persona asume la tarea de tutorizar o coordinar las prácticas de investigación está asumiendo una triple responsabilidad: de cara a las personas que se matriculan en estos cursos (los alumnos), de cara a la institución patrocinadora - Ayuntamiento, Ministerio, etc...- (cliente) y de cara a la propia organización académica (dirección del curso).

El tutor, está contemplado desde la óptica de los alumnos que se matriculan en estos cursos como una persona con cierta experiencia docente, y por tanto, con una formación académica específica a la que se legitima e inviste con cierto poder de autoridad para dirigir el trabajo práctico que se va a desarrollar. En el día a día las cosas funcionan de otra forma. En un principio, desde la dirección del curso se trata de que en la práctica ocurra así, pero los recursos con que se cuentan, que en muchos casos no dan para remunerar a un tutor suficientemente para poder exigir a éste ni la dedicación ni la preparación que por parte de los destinatarios se espera, determina que la posición que en la práctica este adopta sea diferente. A ellos se les otorgará un posicionamiento más cercano a las personas que por primera vez realizan un trabajo de las características que desde nuestra perspectiva y con nuestras metodologías se va a desarrollar. Se opta por otorgar un carácter más bien de "coleguilla", aunque simplemente la práctica que estos tutores han desarrollado anteriormente, así como la formación que han recibido han de otorgar a estos la suficiente autoridad como para ser considerados lo suficientemente legitimados para desempeñar la función de tutoría.

Con respecto a la dirección del curso, que es quien nombra a los tutores, éstos han sido designados en base a su formación, por la experiencia que han venido desarrollando y por el interés que la persona en cuestión ha manifestado por seguir trabajando en base a los métodos que definen nuestras prácticas y por el deseo de contar con una experiencia de este tipo. La dirección utiliza al tutor como intermediador de cara a los alumnos, como la referencia más cercana de éstos en sus relaciones con la dirección. No sería fácil pues, enumerar qué tipo de responsabilidades se pueden derivar de esta relación tutor - equipo de dirección.

También el tutor se convierte en la referencia más próxima de la institución con la que se trabaja. El hecho de tener como función inicial el poner en contacto a los alumnos con los responsables institucionales marca ese carácter referencial de intermediación entre la institución patrocinadora y la dirección del curso, por un lado, y entre aquella y las personas que integran el equipo de investigación (los alumnos), por otro. En última instancia la profesionalidad del trabajo realizado va a ser exigida al director metodológico, pero como primera referencia, es el tutor quien ha de asumir el cumplimiento del trabajo que se encomienda.

No sé si podríamos llegar a una definición de la figura del tutor, no en vano sí que se pueden establecer varios aspectos desde lo cuales poder contribuir a una aproximación a dicha figura.

Tutor - tutor. En primer lugar, desde la fundamentación epistemológica de la investigación que se lleva a cabo, cabría ser resaltado el papel que se ha de desempeñar desde esta óptica, como un mediador que define con el grupo, cuáles son los objetivos de la investigación que se inicia, en función de las demandas no sólo de la metodología que se va a desarrollar durante el transcurso del mismo, sino además teniendo en cuenta tanto la demanda del cliente que negocia y que financia una parte de la investigación, así como de otros agentes implicados en el desarrollo de la misma, como parte principal de la fundamentación de nuestras metodologías. Esta es una parte importante que el tutor no sólo no debe perder de vista, sino que además ha de hacer presente tanto a la hora de comenzar el trabajo como en el desarrollo de toda la práctica. El sentido último de todo el método que desde nuestra perspectiva tratamos de poner en marcha desde el inicio es algo que el tutor debe transmitir al equipo desde la primera reunión que se tiene de cara a la organización del trabajo, y para ello, es fundamental una cierta claridad de ideas con respecto el carácter que fundamenta nuestros objetivos. En este punto se debe resaltar la formación del tutor en las cuestiones que definen nuestros métodos de trabajo, y además la capacidad de éste para comunicar sus conocimientos al equipo. Qué técnicas utilizar en cada fase de la investigación es tarea que éste debe explicar y discutir con el grupo, cuáles son las más adecuadas según el fin al que se pretende llegar en cada fase del trabajo, y discutir igualmente cuáles son dichos fines.

Toda esta tarea estaría integrada desde esta perspectiva de la formación más académica de la persona que va ejercer sus funciones de tutoría más puramente consideradas.

Tutor Coordinador Un segundo aspecto a tener en cuenta es la cuestión de la organización del grupo con el que el tutor se enfrenta. Es necesario tener en cuenta en el momento en que el equipo queda constituido, cuál es la formación, experiencia, etc. de cada una de las personas que integran el grupo de prácticas, de cara a organizar el trabajo que durante el curso se va a desarrollar. No estaría de más que desde la propia dirección del curso, se hiciera una propuesta de los distintos grupos que van a desarrollar las diferentes prácticas, en base al curriculum de las personas que se han matriculado en el curso. Esta propuesta, evidentemente no se haría de forma cerrada, sino que es fundamental la posibilidad de una negociación con cada uno de las personas que no estuviera conforme con el equipo en el que se le ha integrado. Un equilibrio dentro de cada uno de los grupos en cuanto a la formación de cada uno de sus componentes vendría a dar más dinamismo al propio grupo y al mismo tiempo podría aliviar la propia función del tutor. Esto, por otro lado, en modo alguno implicaría el no ejercer determinadas funciones por parte de los miembros del grupo, en el sentido de

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que podría llevar que cada miembro, especialista en una materia determinada no desarrollara otros aspectos metodológicos en los que otra persona tiene su experiencia distinta. En este reparto de tareas sí que podría intervenir el tutor como mediador, entre las personas que integran el equipo de prácticas. No cabe duda de que muchas de las personas matriculadas en nuestros cursos ya cuentan con una determinada experiencia práctica en determinados temas, ya sea en administración, en técnicas de investigación o en movimientos sociales, y es un potencial que debería ser aprovechado por el propio curso de cara a la calidad profesional de las investigaciones que se realizan.

Tutor - animador de grupo. Es el tercer aspecto que es importante resaltar desde el momento en que se inicia la primera reunión del equipo de investigación. Consistiría en la capacidad de captar desde el principio cuáles son las expectativas personales de cada una de las personas que componen el equipo, el interés que tiene cada uno por realizar el curso, en definitiva, el llegar a conocer individualmente a cada uno de ellos, y como funcionan en equipo ayudará a la posterior marcha del mismo. El resultado de un buen trabajo en equipo depende de esta capacidad del coordinador para poder motivar a los miembros durante la marcha del trabajo. Saber generar un trabajo en equipo no es fácil.

Es esta otra de las tareas clave que el tutor que estamos buscando debe desempeñar con cierta dosis de paciencia y empatía. Tan sólo la experiencia en coordinación de grupos puede ofrecer soltura en este aspecto, que es fundamental para un buen trabajo en equipo.

Estos aspectos desarrollados están contemplados desde la relación del tutor con los alumnos del curso, y son los puntos en que más se debe incidir después de la experiencia desarrollada durante los cursos celebrados. Se insiste continuamente en que el trabajo ha de ser desarrollado por los alumnos, y el tutor ha de proporcionar solamente un apoyo técnico a éstos para la realización del mismo, pero tal y como queda comentado, la responsabilidad última recae en el trabajo que el tutor - coordinador viene realizando, tato de cara a la dirección académica del curso, como a la institución para la que se trabaja. El apoyo por parte de la dirección, y la coordinación entre los distintos tutores es fundamental, ya que en la práctica se vienen desarrollando las mismas funciones, y muchas veces la comunicación entre éstos no se produce con la fluidez que sería deseable.

La intención de este primer escrito ha sido exponer las cuestiones planteadas, y dejar abierto un debate para una reflexión más profunda acerca de esta figura por parte de las personas que están trabajando con estas metodologías participativas dentro del ámbito universitario.

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