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mejo-"¡Viva Zapata!" es una

«asada. Kazan ha obtenido res éxitos centrando su a

determinados tipos sociales cuya his-toria o anécdota era un autentico pro-blema social norteamericano: "Boome-las calles", etc. Esta fórmula que ha uti-lizado en anteriores ocasiones es la me-nos indicada para construir una obra sobre la revolución mejicana de 1911.

Era la menos indicada, sobre todo, porque cualquier obra que se realice sobre Méjico habrá de soportar Id comparación con el "¡Que viva Méji-como en "Flor silvestre" y "¡Viva Za-pata!", se refieren al episodio

revolu-lleyó a realizar Eisenstein. En tal ca-so Id obra, además de la compara-ción inevitable, aspira más o menos inconscientemente a completar el pa-norama mejicano compuesto genial-mente por Eisenstein. Pancha y Juan debian ser sus protagonistas, héroes profundamente humanos y símbolos de todas las mujeres y hombres meji-canos.

Es evidente que para Kazan el "¡Vi-va Zapata!", más que un film sobre la revolución mejicana era una oportu-nidad para completar este panoranvi eisensteniano: concretar en Zapata y Josefa este símbolo ya insinuado por Fernández en su mejor film, "Flor silvestre". Uno de los principales erro-res de este film íué confiar a Steinbeck

el argumento,guión y diálogos. Su par-cialidad y estrechez de miras al enjui-ciar la cuestión social; recuérdese

"Lucha incierta", "Viñas de ira"; y su gusto por la anécdota sentimental e intelectual en la definición de los ti-pos humanos: "El valle de la tortilla";

no son las cualidades más indicadas para una obra que debió aspirar a crear ante todo un sentido colectivo y social y un profundo sentimiento lírico del paisaje y el pueblo mejicanos. Historia y leyenda de la revolución. Toda obra concreta su realidad con la aportación de un plano fantástico. Steinbeck, en sus obras, adopta la fácil solución de con-denar, nunca define o expone sincera-mente, juzga. Así, los mejores momen tos de sus obras pierden su calidad humana para convertirse en vulgares panfletos -los blancos en "La Perla".

el desafío de Kino al cielo, al hallar la perla; la escena folletinesca cuando Kino y Juana son rechazados por el doctor, etc.

En "¡Viva Zapata!" recurre reite-ladamente a la anécdota y al panfleto para explicar personajes y situaciones:

la declaración de Zapata a Juana, la petición matrimonial y el galanteo, re-suelto únicamente con un intercambio de refranes, son pura anécdota, como el discurso de Zapata a Díaz, la lectu-ra de la proclama de Madero, y las absurdas intervenciones de "el norte-americano", figura absurda, son puro panfleto. Los diálogos de corte típica-mente norteamericano contribuyen a desvirtuar los personajes y las situa-ciones; les falta, sobre todo, una sin-ceridad popular, una legítima espon-taneidad.

Quizá por un exceso de preocupa-ción formal, no exenta de sentido de-corativo, Kazan ha reconstruido un Méjico más turístico que veraz. No ha

creado un ambiente, sino una sucesión de estampas populares, pintorescas, abigarradas, en las que los actores y posición de la escena que a su crea-ción como parte del todo; muchas es-cenas, por un sentido especial de la composición y de la belleza, pierden por completo su efecto dramático:

prendimiento y liberación de Zapata;

estos planos, demasiado sostenidos, no crean un ritmo acorde con la pasivi-dad mejicana, como probablemente pretendía Kazan; son una remora a la acción, rompen su ritmo y pintores-decorativo.

Conjuntamente a estos errores de, composición, tema y forma narrativa, subsiste otro mucho más grave: haber querido reconstruir un tiempo y unas figuras históricas con el concurso de actores profesionales. Cuanto más cui-dada sea su interpretación —Marión Brando hace una auténtica creación—, más alejados estarán los tipos de la realidad. Frente a la realidad espon-tánea está la realidad elaborada. He-mos podido comprobar reiteradamen-te que es indispensable el concurso de actores profesionales para crear de-terminados tipos simbólicos, tipos qua no son personajes, sino ideas más o menos abstractas. Elizabet Bergner fue la creadora de una psicología determi-nada: la mujer moderna consciente de sus limitaciones impuestas por una mo-ral y una sociedad que había que com-batir. La Bergner no fue un produc-to de un tipo humano determinado;

fue a un tiempo feminismo conscien-te y una concreción de las ideas ex-puestas por Freud: "Ariadne" y "No me dejes" están en esta línea.

Los tipos que encarna Bergner son una estilización de la literatura y del

pensamiento de una época determina-da; fuera de este tiempo, los persona-jes creados por esta actriz no tienen lógica ni humanidad; son ideas de su tiempo, no mujeres. Modernamente y frente a la corriente neorrealista ira-una de las obras más interesantes y una renovación total de la comedia ci-nematográfica. La Hepburn no es una mujer, es una metodista británica. Que esto no es sólo una matización pode-mos comprobarlo viendo el film y la creación que esta actriz hace de su per-sonaje, actuación verdaderamente ex-cepcional. Lo que no puede hacerse es que los personajes que han de contar-nos una historia popular convertida ya en leyenda, sean no nombres y mujeres, sino arquetipos. El héroe, el malvado, etcétera; mezclar ideas concretadas en personajes reales e integrarlos en un fondo rural, eminentemente popular, sincero, constituye un error fundamen-tal en el que naufraga el film. Vemos a un gran actor interpretando a Zapata, tra unos personajes sofisticados: un Villa, Madero, Heras, etc., que son hombres malos, como en los peores folletines románticos j hombres que carecen de realidad, que son tan ma-los que fácilmente ma-los vemos incapaces de una auténtica maldad, resulta impo-sible que su falta de realidad los capa-cite para coincidir en determinado plano con una figura concreta y que puedan enfrentarse ambos en un es-cenario real, claramente definido en el tiempo y en el espacio, y que pue-dan integrarse a un conjunto histó-rico como figuras activas.

No comprendemos cómo el especia-trucción de un grabado, paisaje de re-tablo, puede encontrar un eco

popu-dar entre estos hombres y mujeres rea-les entre un paisaje tan real como ellos mismos en el que nunca llegó a inte-grarse la figura cuidadosamente ela-borada de un Zapata, mera creación li-teraria, y unos enemigos sofisticados y sin auténtica trascendencia.

Esta incomprensión queda acentuada por la realización del film. Abunda en concesiones inadmisibles a un público elemental. Todos los planos que trans-curren entre los actores -protagonistas, y en los que no interviene el pueblo o el escenario natural, están plagadas de convencionalismos estúpidos, líav

teamericano, que ponga de relieve la sensualidad, el erotismo de los perso-najes, una composición rebuscada y una innecesaria palabrería y gesticula-ción, completamente gratuita. Estas concesiones quiebran por completo la unidad del film y desvirtúan muchos de sus momentos logrados. Cuando el cuerpo de Zapata es devuelto a sus paisanos •—episodio falseado para con-seguir un mayor decorativismo y elu-dir una ferocidad Tnuy acorde con lo áspero del tema, paisaje y personajes reales, no su versión cinematográfica—, para aclarar que la negación de la muerte de Zapata no es física, sino espiritual, se recurre a el simbolismo falso y amanerado del caballo blanco Es un hecho que el cine está en una postura harto difícil de superar, es obligado afirmar, en tal caso, que el cine atraviesa una crisis. Esta afirma-ción, muy cómoda, no es la más indi-cada para definir la falta do vitalidad cinematográfica. El cine difícilmente puede estar en crisis, cuando aún no ha alcanzado, ni remotamente, una ple-nitud, una madurez artística. En el

me-jor de los ca.

sion almente

s el cine nos ofrece oca-1a faceta susceptible de convertirse en un estilo, en una forma cinematográfica. La perfección cinema-tográfica sólo se ha conseguido en las obras que implican una renuncia de lo auténticamente cinematográfico. En la narración, o mejor, traducción en imágenes de una historia literaria, que evita la monotonía con un continuo cambio de planos que infunde movi-lidad y agimovi-lidad a la historia, pero que es la negación absoluta del auténtico ritmo cinematográfico.

La creación de un nuevo estilo in-terpretativo, tampoco ha sido, con mu-cho, logrado: sólo la vivificación de los objetos inanimados y la integra-ción de la naturaleza en el drama, son las aportaciones auténticamente cine-matográficas que vemos en el cine.

Obras excepcionales como "L'opera de Quat' SOUB", "Don Quijote", "Taget",

"París 1900", sólo pueden ser califica-das de obras experimentales. Más quu una crisis, la fase por la que actual-mente atraviesa el cine es una lucha por subsistir; artísticamente vive en un estado precario, de prestado, y corre el peligro de verse relegado a espectáculo repetido, sin solución de continuidad, en un fútbol pasivo.

La solución que pretendió ser el neo-irealismo italiano, ha fracasado lamen-tablemente, aparte de la obra personal de dos grandes realizadores, Blasetti y De Sica, este estilo no es más que una variación sobre temas ya trillados, es una vuelta a los peores convenciona-lismos, algo que está mucho más cerca de "¡VivaZapata!", ejemplo clásico de lo único a que puede aspirar en el me-jor de los casos el cine norteamericano, que de una renovación formal cinema-tográfica. Decorativismo, falseamiento de personajes opuestos a auténticos pro-tagonistas como son la población ru-ral, utilización de escenarios reales que figuran como fondos decorativos a ab-surdas historias sensuales-folletinescas, esto es "Sin paz entre los olivos", nueva tendencia realista del cine ita-liano. Por lo visto también en Ei pa hemos renunciado a na n personalidad cinematográfica, la liteía ria, que si como genuinamente n m tográíica presentaba serias fallas de concepción y realización, api a n ticas soluciones e ideas cinematográ-ficas, a través de un realismo "noir"

francés, una psicología literaria pro-funda y seria en Alemania, una co-rriente de sinceridad y de auténticas posibilidades en Italia.

A. GARCÍA SEGUÍ

B I B L I O G R A F Í A

J. VICENS VIVES: Aproximación a la

Historia de España. Centro de Es-tudios Históricos Internacionales.

Barcelona, 1952.

El lector ha padecido con frecuen-cia los gruesos volúmenes vacíos de contenido, peto no creo de menor pe-ligro los pequeños tomitos donde sus autores vierten una riqueza desmesu-rada de ideas junto con importantísi-mos problemas. A los primeros se les puede alejar mediante un simple cotejo de los índices; los segundos requieren mayor esfuerzo ya que es preciso vol-ver las aguas a la normalidad de su cauce. Entre estos últimos parece situar-se el folleto de Vicens Vives "Aproxi-mación a la Historia de España", en el que, si hemos de ser sinceros, ve-mos el peligro de una falsa orientación.

No nos referimos, de momento, a la flojedad histórica de su contenido ni a la manera de interpretar los hechos, sino al clima general de la obra, a esa atmósfera de falsa brillantez que la en-vuelve.

Es cierto que nos hallamos lejos de poder señalar una auténtica interpre-tación de España, pero ¿esto nace da carencia de documentos y noticias o de un erróneo planteamiento de nuestro pasado? El desenterrar los papeles que yacen en los archivos y el dar a cono-cer hechos hasta ahora inéditos aporta, indiscutitolementef un mejor conoci-miento de la historia; sin embargo, lo

primordial no es traer a colación un párrafo de nuevas fuentes, sino el uti-lizar aquéllas que una práctica inno-ble ha desterrado de nuestros estudios históricos.

E importa detenernos aquí brevemen-te, pues a la luz de esta cuestión ve-remos el interés de la obra reseñada, conoceremos el valor de su método y si la problemática que presenta cae dentro de la que mos parece útil para el estudio de España. Por otra parte, considero que estas reflexiones vienen justificadas por la intención íntima del libro: desarrollar el sentido de la pa-labra España dentro de un diccionario de términos políticos.

Desvelar el contenido de este térmi-no requiere un estudio integral que ver-se no solo sobre sus contenidos his-tóricos, sino también sobre los políti-cos. Esto no lo puede realizar Vi-cens Vives si es fiel a su método; pero ni aun desechándolo lo consigue hasta el punto de justificar los títulos de ''renovador y sugestivo estudio de la cional del pasado hispánico", con los que galardonea su libro.

En el momento en que la única acti-tud pura del esacti-tudioso es meditar hasta el cogollo nuestra historia, sólo una vinculación del pensamiento a las cri-sis que han truncado sus posibilidades, puede justificar una generalización in-troductiva. Nosotros hemos buscado esas proyecciones que nos darían un.i

íntrega y consistente visión de España, sin encontrarlas. Los problemas pre-sentados a la consideración de un gru*

po de amigos tendrán, no nos cabe duda, un destacado interés para las in-vestigaciones y preocupaciones senti-mentales del autor, pero no traen so-luciones al problema básico.

Es cierto que un aire de liberalismo y un notable deseo de síntesis, elevan el interés del trabajo; no obstante, es preciso una acción más decidida o li-mitarse a la investigación pura, que es una bella y noble forma de contri-buir a la fijación de esa realidad que es España. Hace falta un frío sentido de la responsabilidad, una firme con-tención de los más próximos intereses y una decidida exposición de la ver-dad, para alcanzar esa anhelada intei-prefación histórica.

Por lo que respecta al discurso sobre metodología, desaprobamos más el to-no que su contenido, oon indiscutibles la caducidad y el peligro que encierra el método narrativo, reducido a una catalogación de cronologías o de nonv lor que tuvo para nuestros tratadistas medievales, cuando la recopilación era el único modo de hacer historia ni tiempo que era utilizada por los más destacados historiógrafos —Alfonso X, principalmente-—, para dar tratamien-to formal a la histratamien-toria. El elementratamien-to épico junto con las colecciones de mi-tos y noticias fabulosas, unidos ambos a los datos más o menos veraces de los cronicones, aportan una singular utili-zación de lo cotidiano, cuya incorpo-ración a la historia tanto parece inte-resar a Vicens Vives.

Análosas consideraciones suscita el valor de la "Historia Interna" y el de la "Historia de la Cultura". Son ca-minos que facilitan una improvisación

más atenta al brillo de consideraciones generales que a conclusiones de interés científico. Ahora bien, sino se busca la historia en su intimidad, a la luz de las ideas más concretas de la cultura, la historia se determinará por factores geopolíticos o se convertirá en mera narración, si bien más erudita que la medieval.

De lo dicho pueden ya deducirse los límites del método "estadístico" que preconiza Vicens Vives. Es obvio que ÍU utilización da rigor a las investiga

iones, pues gracias a él, es más

sen-¡lio escapar de nebulosas y fantásti-is conjeturas; sin embargo, una vez liado el hecho eñ su prístina reali-dad, ¿cómo interpretarlo ayudados por itadística únicamente? Recontar las ictiiudes del hombre común ante un

¡eso coloca a éste en su auténtico ibiente —lo que es un acierto—, pero no nos da su historicidad» Por otra parte, frente al hombre cotidiano se alzan las instituciones y éstas no se cuentan; hace falta mirar de otro mo-do para alcanzar sus significamo-dos y para encontrar la relación que guar-dan con el elemento humano. Entre la grey que reclama dentro de una con-cepción inmediata de sus necesidades y los grupos que actúan bajo determi-naciones políticas, cabe un inmenso o.mpo de problema, di.p.res que im método estadístico no sería capaz do descubrir en su totalidad; solo una sociología de la historia que abrazase a un tiempo la voluntad individual y de vida, teniendo en cuenta lo formal de cada grupo humano, podría inte-grar ese juego de intereses irreconci-liables.

Por lo que se refiere a la actitud de ir a buscar la historia a la vida misma —posición tan atrayente en su

inmediata formulación—. el dar pri-mordial importancia a los archivos

—notariales, mercantiles, etc.—, liga-dos directamente al acaecer normal y titud humana del historiador que en consecuencias útiles. Porque si bien es verdad que cotidianidad e historia van siempre unidas y muy a menudo confunden su camino, no obstante, son cosas distintas, correspondían dolé al historiador fijar la segunda en su au-Con lo dicho hasta aquí no preten-demos elevar una concepción pesimis-ta de los métodos históricos; sólo que-remos hacer ver el peligro que resulta de una posición exclusiva. No se nos escapa que el historiador tiene que estar en posesión de un camino clara*

mente definido; pero debe escoger en-tre la limitación de seguirlo íntegra-mente o la actitud mas compleja, aun-que también más amplia, de interferir su método con aquellos que igualmen-te conduden a la verdad histórica, pro-curando de este modo que la historia no deje de ser una ciencia de lo cul-tural en el sentido señalado por el pensamiento europeo desde Rickert.

En fin, la solución de tan inquietante conflicto nos será dada por el valor humano del individuo, cuando existe. '

Introduciéndonos ahora en la mate-ria propiamente histórica del libro, seanos permitido añadir breves opinio-nes sobre el valor de algunos capítulos, así como el señalar las graves omisio-nes que contiene. Recordando lo dicho en los primeros párrafos de este es-crito, la valoración de una obra en la que se ha desequilibrado la importan-cia de los problemas presentados y su resolución, requiere un esfuerzo desti-nado a completar lo meramente esbo-zado y a limitar lo que exceda su

im-portancia real; nosotros, aunque con-cisamente, no queremos íaltar a ese método.

En primer lugar nos parece un gra-ve olvido el omitir un capitulo dedi-cado a Tartessos —en general, a una hipótesis sobre Andalucía—, aun reconociendo que la existencia de este legendario Estad o-ciudad no pasa de ser una simple teoría, atractivamente formulado por Sehulten. Creo que sin la mención de este factor histórico, es difícil comprender el juego de la polí-tica mediterránea, a la que España se ve ligada desde el principio de su his-toria. La lucha hecha entre focenses y y por el establecimiento de colonias en el Sur —pugna que persigue una ex-clusiva utilización de la ruta hacia los países del estaño—, no sólo prefigura la estructuración cultural de la penín-sula, sino que es antecedente que deter-mina la intervención de Roma en Es-paña, y más tarde, durante la misma, servirá de base para las divisiones pro-vinciales.

En la complejidad de la España mu-sulmana actúan dos motivos con sin-gular relieve, a los que es preciso nombrar ampliamente: la perduración de un ideal neogótico a través del reino de León, formulada por Menén-dez Pidal en su importantísima

En la complejidad de la España mu-sulmana actúan dos motivos con sin-gular relieve, a los que es preciso nombrar ampliamente: la perduración de un ideal neogótico a través del reino de León, formulada por Menén-dez Pidal en su importantísima