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Autonomía frente a maternidad intensiva. Los límites de lo público y lo privado

Dans le document 1. La ciencia es el destino (Page 188-191)

La cultura en escena

ESCENA PRIMERA

2. Autonomía frente a maternidad intensiva. Los límites de lo público y lo privado

A la feminista se le pregunta utilizando la misma fórmula cerrada: “¿Ayuda a las mujeres la creciente polémica en torno a la moralidad del aborto y los riesgos visibles que surgen de los tratamientos de fertilidad?”. Ya se ha comentado que el perfil de este personaje es construido sobre la base de una abstracción respecto al caso de Allwood. Con ello, el posicionamiento de la presidenta de Birth Control

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Trust, Ann Furedi, queda prefijado como referente más allá del hecho concreto que da origen al debate. Previamente el texto no ha dispuesto un nivel de generalización de ese tipo, por lo que se sugiere que la respuesta es muy significativa. La argumentación de la feminista desplaza su interés del suceso juzgado hacia la construcción de lo que ella denomina la “agenda moral”. Para Furedi, los grupos antiabortistas están dictando los contenidos de esta agenda, es decir, dominan la designación de los aspectos morales susceptibles de ser abordados en un debate público. Furedi propone desviar la atención desde el cuestionamiento moral de la mujer que decide abortar o continuar con su embarazo a la denuncia moral del médico, que traiciona el principio de confidencialidad y contribuye así a potenciar el juicio contra la mujer.

Tal y como está planteada la pregunta y argumentada la respuesta, el elemento de reflexión feminista más importante es la discusión sobre moralidad del aborto o, en todo caso, sobre la construcción de la agenda pública en torno a estos temas.

La segunda parte de la pregunta, “los riesgos visibles que surgen de los tratamientos de fertilidad”, no aparece reflejada en la contestación con lo que ese silencio lo relega a un ámbito secundario. No obstante, si el texto de la cuestión mantiene este segundo apartado podemos suponer que es importante para la redactora. El hecho de que no se explicite contestación alguna en la respuesta indica, que no ha habido pronunciamiento sobre la misma, o que no se ha considerado suficientemente relevante. En cualquier caso, desde la organización de significados estructurados por el relato, este último punto queda sin y con ello se focaliza la atención feminista en el aborto.

El debate se centra en la moralidad de las decisiones de las mujeres sobre el aborto y no en torno a las implicaciones políticas, sociales y culturales de esta práctica.

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Se establece que la decisión de abortar o no es cosa de la mujer y que pertenece al orden de la moral individual.

Lo que se le pide a Furedi es que se pronuncie sobre el aborto, no sobre la decisión de Allwood de vender exclusivas y en este sentido su argumentación se enfrenta con la del antiabortista. Este pronunciamiento se sitúa en la concepción del libre derecho de las mujeres a adoptar decisiones sobre su vida reproductiva y se inscribe en las manifestaciones de la moral privada. Como hemos visto en otros capítulos, la ideología de la maternidad intensiva ha contribuido a generar un imaginario en el que todo lo referente a la maternidad es exclusivo de las mujeres y ello por designación de un orden en el que éstas han sido sistemáticamente excluidas.

Si de esta exclusividad emerge una lesión para la autonomía de las mujeres, la exclusividad de la decisión sobre el aborto esconde también una trampa del mismo esquema patriarcal que el anterior. La complejidad que envuelve las decisiones de las mujeres sobre la continuación o no de sus embarazos imposibilita entender tal decisión aislada de su contexto social. Separar ambas cuestiones supone eximir a la sociedad de su responsabilidad en el establecimiento de las garantías básicas para que los derechos reproductivos se ejerzan con verdadera libertad. Centrar la atención en una decisión individual sin comprenderla en su contexto, no sólo inmediato, sino genérico (estructura social y económica, simbología cultural, pronunciamiento político, etc.) y ligarla a un ejercicio de moral personal oculta estos datos tan importantes.

El debate diluye el conflicto y la contradicción que en el seno de sociedades altamente tecnificadas y cualificadas se mantiene en torno a la reproducción humana y lo reduce a una cuestión de mujeres.

La respuesta de la feminista no resuelve esta carencia sino que profundiza en ella puesto que contrapone otro juicio de moral individual, el de algunos médicos que hacen pública la elección de las mujeres. La ya de por sí simplificadora generalización propuesta por los epígrafes se agrava en lo que respecta a Furedi ya

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que, si en el caso del periodista y el antiabortista puede haber una identificación con el caso concreto de Allwood, en el de la feminista no es tan evidente. Ello implica que cuando se habla del periodista podamos entender: “el periodista que compra la exclusiva”, y cuando se alude al antiabortista interpretemos: “el antiabortista que apoya la decisión de no proceder al aborto selectivo”.

Como la feminista no está en la órbita concreta del caso que se expone (no ha actuado como agente de presión directa como el periodista ni indirecta como el antiabortista), su condición de protagonista en el relato la convierte en portavoz general del feminismo.

Dada la simplificación de la respuesta y a tenor de la riqueza de posicionamientos dentro de la teoría y política feminista tal reducción entorpece el debate sobre la superación de las fronteras rígidas y excluyentes entre lo público y lo privado y ofrece una visión estereotipada del feminismo.

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