Añi> nil.
^^Idomingo 20
deabril de 1856.
num. 88.EL EGO DE LA VETERINARIA.
PERIODICO DE INTERESES MORALES Y MATERIALES.
REDACTADO POR
Jd(M olTot^uef '^luoá ^ olTrcttti
^OOou o)iiau CDou cleoucio ^afíe^
SE
PUBLICA TRES VECES AL MES.
PRECIOS DE S|U,óERlE10iNi=Eii Madrid,
por un mes,5 rs. ¡ior 1res id 8. En provincias, por 1res id.. I*"
realesó 22 sellos
seiticillo^ del,franqueo de
cartas,ültramar
yeslrangero, por un año
,50,—PANTOS DE SÜS
CR1ÒI0N.—Én Madrid:"En,,ía Ádminislracion, calle de los Caños, número 7, cuarto bajo.—En provincias en
casade los
correS()onsales
enlos
puntos en quelos hay, ó girando letra sobre correos á favor del Administrador
D. Joaquin
G. yaVlegia, ó bien à favor de la Redacción, sita en la calle de Colon, número i2, cuarto 4."—
JMoseaamite
correspondencia
quevengasin franquear.
RÉmiU YEtEKlÚlil^
DIVISION DE
CLASESf
.■
(conclusion.)
II.
Yeterinarios de
segunda clase.—Urge sobre¬
manera poner
término á la reválida de veterina¬
riosde
segunda clase, por el bien suyp y por el
de la
profesión
engeneral, hé aquí la razón;
Nacidos á la sombra
de reglamentos que li¬
mitansu acción
facultativa al ejercicio parcial de
la ciencia, y
siendo las necesidades de los pue¬
blosde talnaturaleza que
constantemente nece¬
sitan la
cooperación de veterinarios de primera,
echase dever
desde luego
quelos de segunda
solo
pueden vivir al abrigo déla estralimitacion,
traspasando el círculo de sus atribuciones. Lle-
garian á
ser, porotra parte, bastante numerosos
estos últimos, para
inundar la profesión; y como
que
á los de primera ha de quedar siempre el
derecho de
perseguirlos
porintrusos, la conse¬
cuencia forzosa tendría que ser
la duración ín-
deflnida de una guerra
intestina
enla clase, su
desmoralización
perdurable
yel menosprecio y
falta de
respecto de los pueblos hácia todos los
veterinarios.—Los mismos que
ahora existen de segunda clase, recientemente educados en la
moral facultativa que
les imbuyeran sus maes¬
tros en
cátedra,
óbien salidos de la clase albéi-
tar por
entusiasmo hácia la ciencia que cultivan,
estos mismos, sin
la
menorduda, esperimentan
los
perniciosos efectos de ese reglamento incon¬
cebible que nos
rige
yal cual deben el ser, .Po¬
drán, tal vez,
hoy contenerse
enla corta osten¬
sión de facultades que
les estáp, conferidas;
¿mas
tardarán mucho tiempo en verse obligados
á intrusarse escandalosamente en
los
ramos que les estáprohibido ejercer?
Suprimida,
pues,la enseñanza de.veterinarios
de
segunda clase,
porquesuprimirse debe, y eri¬
gida
ende veterinarios de primera, sin cuya re¬
formaes inútil pensaren
la reducción de clases,
examinemos cómo
podida acelerarse el movi¬
mientode
fusion.
Colocados ya en
el terreno de las alteraciones
mas trascendentales que
deseamos tengan la¬
gar,
suplicamos de
nuevoque los que disientan
de nuestro parecer,
tengan siempre presente la
buena voluntad que nos
anima, y que se sirvan
ilustrarnos con sus
amonestaciones;
puesesta¬
mos
dispuestos á aceptar todo lo bueno.
Hay
enveterinaria ciertos cargos cuyo des¬
empeño puede muy bien reservarse à determi¬
nadoshombres; cargos que, por su
naturaleza, constituyen el blanco de muchas aspiraciones, y
las cuales está
respetando la intrusion. Estos
cargos son .en
la actualidad los que se refieren
al
profesorado
yal ejército. No hay inconvenien¬
te en
segregaries
pararecompensar con ellos á
los veterinarios
de primera clase. Pero
no suce-HL de lo mismo con los relativos á la
práctica de la
facultad en las
poblaciones:
en estoshay,
yha
de haber mientras no se reduzcan las clases de
profesores, intrusiones sin
cuento.En tal
concepto, puede facilitarse
ya mas yeon
grandes ventajas el ingreso de los
veterina¬rios de
segunda clase
enla primera, previas las garantías
queespondremos
ynegándoles la
op- eion á cátedras yal ejército:
porque,de
unlado
los de
segunda clase arrojaban de
sí parasiem¬
pre
la calificación de intrusos;
y,de
otro,los de primera solo harian el sacrificio
de recibir comohermanos á
profesores dignos. Es positivo
que la moralidadprofesional daba
un gran paso.Nosotros queremos: que
los veterinarios de segunda clase,
quellevasen 5
añosde práctica
œino tales
profesores establecidos
en laspobla¬
ciones , tuviesen derecho á ser directamente examinados de
primera clase
en la escuela su¬perior, Una
vezaprobados, obtendrían
el título de veterinarios deprimera clase, cangeado
por el queahora
poseen.No harian
para este actodepósito alguno de reválida, sino
queabonarían
solamente los derechos de exámen y
expedición
del nuevo titulo.—Sus facultades se estenderian al total
ejercicio de la ciencia,
perosin opcion á
los destinos del
profesorado
ni á lasplazas del ejército.—^^Quedarian,
como lo estánahora,
au¬torizados para
revalidarse de
veterinarios deprimera clase, sin
restricciónalguna posterior
enel
ejercicio
ydesempeño de la facultad,
com¬pletando
susestudios
en la escuela. El estudiocomplementario duraría
dos años: al empren¬derlo,
notendrían
necesidad de volver á exa¬minarse de las materias en
qné
yafueron âpro- bados;-
y,á voluntad
suya,podrían concluirlo
efn unaño, con tal que
llevasen
tres, al menos, dépráctica
enla profesión despues de haber si¬
do revalidados de
segunda clase.
En cuanto á los veterinarios de
segunda cía
seque, pOco
celosos
porla union prelfesional,
desatendieran estas manifestaciones heroicas
y conciliadoras de los deprimera,
yconfiados
éñ queprevalereria indefinidamente el
abusoactual,
no tratasen de ascender á la
categoría
para quese les
invita, ejerceríase
sobreellos lamas escru-jiulosa vigilancia parahacerles esperinienlar
todo elrigor de las leyes, sin la
menor consideración.Serian
espulsados de las Academias veterinarias,
cuando hubiesen trascurridoseis añosde su pro-
fei3¡on
sin haber intentado la mencionada reválida deprimera clase;
y, porlo demás, quedarían ab-
; solutamenterestringidos á las
condiciones si¬guientes:
1." Limitar su acción á la cura del caballo y sus
especies,
con mas los reconocimientos de sanidadrespecto de dichos
animales.ECO
No
poder servir ningún partido cerrado,
puesto que
todos los pueblos tienen necesidad
de veterinariosqué
poseanla ciencia
en su es-tension total.
o." Inhabilitación para
desempeñar
cargospúblicos profttólonales:
porconsiguiente,
no po¬drían ser
subdelegados de Sanidad, habiendo
veterinarios de
primera clase
enel partido, ni inspectores de
carnes,ni de paradas,
etc., etc.Es de
presumi
1- que estamedida
operase una granfusion
en lasdistintas
clases deprofesores
sobre que versa, y que,
además, suscitara
un vivo estímulo entre los desegunda:
porque, enprimer lugar, bay
yamuchos veterinarios
sali¬dos de las escuelas
subalternas,
áquienes
com¬prenderla la posibilidad de revalidarse
depri¬
mera
clase;
cada año irian efectuándose nuevasreválidas;
sucediendo lo mismo con mi crecido número de los quedirectamente
pasaroná dicha
clase
segunda desde albéitares
que eran: y en.segundo lugar, la exigencia de
un exámenpú-
lilico para
lograr el ingreso
enla categmía
su¬perior, iiaria indudablemente
quelos de
segun¬da ciase se dedicaran con afan al
estudio; lo
cual habla de ser muy
provechosa
parala vete¬
rinaria en
general,
paralos pueblos
y paralos
dueños de animales.
Los velerinarios de
segunda
que nomereciesen aprobación
ensus actos de reválida paraingresar
en la
primera clase, tendrían
derecho á intentarnuevos actos, trascurrido que sea un año
desde la fecha de
sususpension.
111.
Albéitares 6
alhéitares'herradores.—Tratándo¬
se de esta clase de
profesores,
escuando
se re¬quiere
mayorcincunspecion
ydetenimiento
enlas reformas,
á causade la inmensadisparidad de
circunstancias qué concurren en los individu®»de su seno. Albéitares
hay
muydignos, pór
su saber ymoralidad, de
ser elevados á la catego¬ría de veterinarios de
primera clasé; miéntra»
existen otros que no merecen ser contadosen la
profesión. Todos,
sinembargo, deben sh órígeii
al estudio
privado, al
exámen directo de reváli¬da sin haber cursado en el
colegio. ¿Oiiién nó
losconoce 'Quién
nopodría citar ejemplos de
uno
'y
otrogénero?—-Si
se medita sobre las mo¬dificaciones 6 aclaraciones que
convendría
esfá-blecer,
los albéitaresignorantes, los desmorcáli- zados, los'que solo pueden vivir
á hi sombra del abuso :¡ueios'sostiene; agárranse á
sus pre¬tendidos derechos
adquiridos
como el fanático á laimágen'.dé
Sudévocion; gritan, insultan,
vo¬ciferan, forjan maquinaciones ridiculas,
y pre¬tenden,
por tanreprobados medios,
oscurecerDR LA VETERINARIA
la
ley, continuar defraudando á los pueblos
mer¬ced á su
ineptitud,
yavergonzando á la socie¬
dad con sus
exageradísimas aspiraciones:
en tanto,losprofesores
masbeneméritos de la albei-
teria
siguen entregados al estudio,
noperdonan
medio de ilustrarse, pasan una
vida honrosa,
y latoentan en el fondo de su alma las aberracio¬nes
reglamentarias de la época
en queabrazaron
»u carrera.
Verdad es que,
así los buenos
comolos
ma¬los albéitares,
todos sin escepcion tienen
muy limitadas sus facultades en elejercicio de la
ciencia: ya que no conozcamos
otra, la referida ley 5.^ título 14, libro 8." de la Novísima Re¬
copilación consignó tales garantías
enfavor de
los veterinarios de la escuela de
Madrid,
que muybien puede
asegurarse quelos albéitares
debieron carecer de acción facultetiva desde su
publicación. Con cuánto fundamento
noha de
suponerse que
los albéitares posteriores á dicha ley están casi completamente esceptuados de
la comunión
veterinaria!—Empero
no eseste
el
punto
que nos proponemosdilucidar, sinó la
fusion de clases,
haciendo
á los albéitarestodo
el bien
posible.
Es cierto que
la institución de los albéitares
no tiene vida
propia;
maseslo también
que es¬tos
profesores han sido engañados
porlos
go¬biernos: se tuvo oculta la
ley
quetan notable¬
mente
restringia
susatribuciones;
y seles decia
vais autorizados para
ejercer la albeiteria. Y ¿qué significaba
esapalabra albeiteria despues de las preeminencias concedidas á los alumnós del
co¬legio de Madrid? Antes queria decir veterinaria',
una vez creada la escuela de la córte,
la
vozalbéitar hubo de ser de casi
igual valor
que en¬gañado. Y el desventurado
que serecibía de al¬
béitar, amamantado
enla intrusion de
sus pre¬decesores, educado
en la estralimitacion de suscontemporáneos, consentido
porlos veterinarios,
autorizado por un.
título
quenada decia, desco¬
nociendo la
legislación profesional
ydescono¬
ciéndose á sí mismo,
ha estado
medrandobajo
el amparo
del absurdo
yde la irreflexión, sin
parar
mientes
en quela ambición de los manda¬
rines-reglamentistas habia de
tener coto , sincomprender
queaquella baraúnda de
reválidas yde
cogerdinero á
manosllenas debia
ser pur¬gada
enel dia del escándalo
supremo, esdecir,
cuando se conmovieran los cimientos de la pro¬
fesión; sin
contar con quela Veterinaria españo¬
la tendría un Eco para
llamar á juicio á
los fau¬tores de tamañosmales!
Ahora bien: el daño
existe,
elengaño
es pa¬tente,
la jtisticia estricta
yabsoluta
estáde
par¬te de los alumnos de la escuela de Madrid.
¿Qué
pensar,
qué obrar
eneste trance,
veterinariosformados en la córte?.,...
¿Qué hacer Dar
un
ejemplo de abnegación
yde consideración al
mérito y
á la desgracia, cual jamás lo dió
es¬pontáneamente clase alguna de la sociedad.
Hay albéitares
queperecerían de hambre si
se
pusiera
enclaro la validez real de
sutítulo;
los
hay también
que paranada necesitan de la profesión: nojuzuegmos
por¡a situación de estos;
sinó por
los trabajos
ymiserias
quepadecerían aquellos. Y
puesto que suaptitud científica
es bastante dudosa en muchos de ellos,sujétese á
todos á un exámen
público, sin
otro pagode
derechos que
el correspondiente á la expedición
de! nuevo titulo que se
les dé
yel
quepertene¬
ceá los examinadores. De ete
modo,
separare¬mos la
parte gangrenada de las
que se conser¬van sanas en la clase albéitar; traeremos con nosotros á los hombres meritorios y
alejaremos
á los
indignos.
No
siempre hemos pensado
comoahora
res¬pecto del exámen gratis;
perolas quejas de
va¬rios albéitares
honrados, instruidos
ysin
recur¬sos nos han convencido de la necesidad de
qui¬
tar
trabas,
quemuchos tomarían
porprotes¬
to, temiendo únicamente la
prueba de
susufi¬
ciencia.
En razón á cuanto acabamos de esponer, pro¬
cederíamos,
porconsiguiente, á la segregación
en esta forma:
Admitiríamos á todos los albéitares á un exá¬
men
público
ygratis, dándoles,
casode,
seraprobados, el título de veterinarios de segunda
clase, con los mismos derechos que
hemos
se–alado para
estos.—Los
noaprobados tienen
constantemente
opcion á intentar
nuevaprueba
de
aptitud, trascurrido
que sea unaño;
y ea tanto,quedarían considerados comolosque
nosepresentasen al exámen.
Los que no
quisieran
serexaminados
y pre¬firiesen continuar viviendo del
abuso, seria»
enérgicamente celados,
yperseguidos
porintru¬
sos, apenas se
estralimitasen de
susfacultades
,que
serían:
Curación del
caballo, mula
y asno;esceptuan-
dosus enfermedades
contagiosas, enzoóticas
yepizoóticas,
porquedesconocen las
causas pro¬ductoras de ellas y
la naturaleza de los medio#
conque
deben
sercombatidas.
Les estaria
prohibido,
comode hecho les está;
Servir destinos
públicos de la profesión (sub- delegaciones, partidos cerrados, inspecciones de
carnes etc.,
etc.)
Estender certificados
enjuicio ó fuera de él.
Estas
prohibiciones debieran estenderse hasta
á los casos en que no
haya profesores de pri¬
mera ni de
segunda clase
enel pueblo ó
enel
partido.
438
IV.
Herrúfáom y
castradores.—A estos do ningún
modo
puede alcanzar la reducción de clases; ni
aun confundirse deben con
los herradores de
nueva
creación.—Hay
quelimitarse á contener¬
los en el
ejercicio de
sumal llamado arte, solo
en ei'estado
higiológièo;de los animales.
Hétnos
espuesto brevemente nuestro parecer
sobre los inconvenientes
de Indivision de clases
ysóbrela reducción
quecreemos puede hacerse.
-—Los vóterinarios de
segunda clase,
comolos
albéitares ilustrados han
podido observar
nues¬tras fraternales tendencias
hacia
unafusiori
ge¬neral. Mas no se
pierda de vista
que,si, en ob¬
sequio de la ciencia, de los intereses de la pro¬
fesión y
de la. buena concordia que debe reinar
entre todos nosotros,
hacemos esfuerzos ejem¬
plares los veterinarios de primera por plantear
un sistema armónico de conducta,
siempre
re¬chazaremos
enérgicamente la union
conprofe¬
sores
indignos de
serconsiderados' como tales.
Queremos servir dé
apoyoal verdadero mérito;
pero
jamás confundirnos, ni aproximarnos si¬
quiera á los hombres degradados.
Dirigimos nuestra
vozá los veterinarios de
segunda clase
yá los albéitares celosos
yaman
tes del decoro
profesional; estoS seguramente
que, como
nosotros, también rechdzarán de su
lado á lósegoístas, abyectos
ydesmoralizados.
En una
palabra: los veterinarios
yalbéitares que
anhelan el
esplendor
ybienestar dé la clase, to¬
dos son convidados al gran
banquete de la
aso¬ciación que
intentamos; los rezagados.
..qué¬
dense en buenhora con sus atrevidas
ilusiones,
hasta quellegue el dia,
no muylejano
acaso,de
la
expiación, del triunfo de la verdad, del ester-
minio del
áng(^ malo, caldo
por susculpas
en las tinieblas de la noche oscura.Ahora,
á lasAcademias veterinarias
yá los profesores sensatos toca dilucídar
con mayoracierto este
punto.
Caso de hdigestiongaseosa, y resultado oblen'do por la punción de los intestinos.
El dia 31 de dicigmlue últ'mp fui llamado
por.Jglian
Saguar,de las Rozas de Puerto ileal,
¡lara queasistie¬
se lá un mulopardo, siete aùos,
seis
cuartas ymedia,
y destinado á la carga, quetenia enfermoenla posada de
este
pueblo, revolcándose
sin oes.ar-El macho estaba tendido revolcándose indistintamen¬
te, ya
sobre el lado derecho,
yasobre e) izquierdo: el pulso
eradébil
yacelerado, conjuntivas rubicundas, la respiración anhelosa, mirándose al Vientre
ydando
continuos
quejidos, iflace
cosa deouatrohoras, dijo el
dueño, había comido en lasKpzasui.n,pienso de
centeno y pajade
algarrobas, dándole á la mediahora
agua;sin que
lo
notara enfermo hasta doshoras
antes en que ÉCÜyo
lo veia,
quehabia empezado
áencojerse,
con sensa- cion de escr.emenlar ysin
quelo
verilicara á pesarde los muçhps çsfuerzosqueempleaba.» Oida
esta relación anaméstiòa yvisto el cuadro de síntomas
quedejo
es¬presados', ño dudé en
diagnósticar
una indigestion pro¬ducida, ya ponel cenleno,imas
nutritivo
quela
Cebada,á que
estaba habituado
, comoigualmente
ála
paja, ó bien porql
agua friade
un arroyodonde bebjó.
con.al¬gun esceso. En
seguida prescribí
unaslavativas
emo- lieh'tes Cü'n agu'a tibia, que noretuvo mucho, yfuefdñ
devueltas sin ningún
resultado
cuantas veces seadmi- nistrarori. A la hora, pormás
que soyenemigo de
dar brebajesen tales casos, le dispuse uno de manzanilla, sal catártica yláudano liquido,
agregando á las lavati¬vas,
qué
espulsa como lasantéri'ofes,
el jabónraspado.
Se desáfrblla la
meleorizacion, el pulso
sehace
fre¬cuente y
lleno;
y, como se encontraba en muy buenestado de carnes , le
practiqué
una sangría mediana;nada
consigo,
yla meleorizacion
va enaumento. A lastres bofas le dispongo
la repetición del láudano
unidoal éter y agiiá;
destilada,
continuando con las lavati¬vas, à lasque se añadió
média
onza de tintura de asâ- fétida y baños calientes sobre laregion
lombar.Serian las, diez;de; la noche, ocho horas despues do
miprimera vfsila, cuahdo np cesa lagran metoorizacion, tiembla, rechina los.diénlés y
suda parcialmente. En
este estado',
pronostico
una muerte próxima, no sinproponer la punción
de-los
intestinos; perohaciendo
ver al dueño bisresulta.dos'funeslos que cita D. Anto¬
nio Santosen suCirujia, pág.
304,
al hablaren su noia de fe Operación de ja Taxis: á lo que se me contestóque podia opc'far; y aun'rrie instaron, puesto
lo
consi¬deraban ya muerto.
OPERACION y ClíRACIO.^.
Sin tener ningún antedenté en
el
método, operatoriode la enteroiomía mas que
lo decantado
en El Eco déLA VtTERiNARiA poi' c!St.
Bfezquéz
Navarro, mando li¬garle las estremidades, y,
todo
dispuesto, losujetan
sos breel lado izquierdo, y en elijar
derecho incidí la pielsobre una pulgada con un escalpelo, sin;c.oncluir dedi¬
vidir los músculos abdominales . se presentaron los 'm-
testinos gruesosempuj:ulodpor
el
gran aumento dega¬ses, y ya libres de la
compresión
quelos
sostiene, lo*incido, salen los'gases con mucha fuerza y en cantidad tal, que el animal
queda
con su volúraenprimitivo.
; Cou una aguja curva ylina doy. (re?
puntosal inte?:
lino (cóloii), ydes[)ues de reducidos ,
bago lo mismo
con la piely aplico compresas de
aguardiente
sóbre laherida. En toda estamaniobra el animal permanece mas
tranquilo
é indicandounalivio'repentino;
lebago
nu?- ya sangríapafa.eyilar
al sitio enfermo un gfanaflujo-
de
liijuid'ós, .iii
infliinaciony su terminación funesta ; yeneste estado |érmanece iiasta el
'
i)ia l.°xle enero.: Se pone en
pié
y péfm'anece eaesta
posición
d.ws.borás sin moverse absolutamente; la respiraciun casi, fujUiral ypulso frecuente
y raro; s«hace uso de losCiiyunientos
miicilaginpsos, .agua^,blanca
nitrada, y lavaliVáé
iñucílaginosas de boVa
fiiiiora.
■Dia *2 y 3
siguë-igtiaK '
•"
- El 4. /Se[ii'esvitia:por la mañana con
pulso lleno
y fuerte,coiijuuti.yas
mas rubicundasijrespiración anhe¬
losa, exacerti4ci,u)i del dolor; tirarse y
revolcarse
conalguna frecueiici'á'. L:' reiiitó
la sangría ,administro
uutónico
antipútrido,
compuestodequí.ña, genciana
y asa- fétida, bacieiido'uso dé'lás cantáridas à loscósíádos, sedal alpecho y-fricciones
deiaguarrás
ádas éstremi-
dade?. ■' ■ .. .j, ■.
Diá S.
Desaparición
denta, de lossfeiomas
ante*enumerados',
espu'fsíüi'i dé máierias escrementicias
enDR LA-veterinaria. 533
grande cantidad, duras;
sumamentefétidas,
yla berii
daprincifiia à supurar.
Hago
usodel aguarrás
yáloes,
sobredicha herida, toma agua en
blanco
conavidez
, y se,continúacon las lavativas.üia 6.
Desaparición de los síntomas generales. En
laherida se desarrollan los botones celulo
yáscularés,
que
tienden á la cicatrización; añado á
sualiméiitácion
un poco déávénaeií rama.
Dia'7. Va un poco de paseo,
del
quevuelve alegre
con deseos de comer, y
la herida sigue
conbuena
ten¬dencia;continuo en ella conlo espresado. Este trata¬
miento duró hftstael 11 en que los paseos van
siendo
mas largos,,se aumenta
el pienso
seco,lá herida está
casi cicatrizada,;
hago
uspdel
zumaque enjmlvo sobre
ella, hasta
el
dia 18 en que se lollevó
sudueño
com¬pletamente curado"comiendo
comoantesdé
suenferme¬
dad y
dispuesto á
prestarel trabajo á
queestaba desti¬
nado.
Cadalso de lo Vidrios 31 de enerode
1856—Cipria¬
no Sanchez.
Felicitamos al señor Sanchezpor
el resultado
que haobtenido, y álos
-señoresBlazquez
poresta con¬firmaciónmas de las exactas conclusiones de suobra.
y á
propósito de la Enleralgiologia de los señores
Blazquez,debemormanifeslar
á nuestroscomprofeso¬
res: que «se encuentre ya
hace tiempo concluida
y encuadernada á la rústica»; pero que causas muy es- trañas á los deseos,de.sus autores y dela redacción
de ElEco, han
impedido
y aunimpiden
su venta.Muy en-breve podremos ofrecerla al público.
L. R.
Sciôre
elreconocimiento de las
v,arnesdes-
.
tinadas
alabasto público. Por don Ma¬
nuel
¡Martin, profesor vetirinario de pri¬
mera clase.
(GoktÍNU.VCÍÒ'N:.)
Del Tírué.
Dividiéndose. elcitifus-en nervioso, contagioso ó
epizoótico, del ganado
vacuno y encarbuncoso,
trata¬remos aisladamentede.cada.uno de ellos.
Tifus contd^ios'o ó'nervioso.
Discordes hasta losqmo"están los autoresal deter¬
minar el sitio y
.naturaleza del tifus, contentándose la
mayorparte con
citar
suscaracteres, causas y sínto¬mas; pero algunos
han sentado
su opinion parade¬
terminar la esenciade las lesiones que
lo constituyen,
conviniendoen que
el,tifus
consiste en una infección de lasangre, en la estancia enella deprincipios
es- traños á sucomposición
normal, que produce lairri¬
tación inflamatoria de la mucosaintestinal y gástrica
con alteraeion profunda del .sistema nervioso. Efecti--
yííin'áíte,
no podemos menos dé confidiir que esta enfermedad cuya naturaleza futiinv, nos,desconoci¬da,
es(le
aquellasqao deben residir'
éñ úuo ó todos los.sistemas generales, mucho mas cnaqdo ' todosIps fenómenos
que en ella se .presentan,sen pútridos y hallándose interesadas cuantas visceras existen enei
animal; su carácter escontagioso
y epizoótico. No.siendo de- este lugar
dar
á conocer los-síhtcmas' -de las enfermedades de que tratamos'àinó
soló iiacerconstar su naturaleza, bástenos saber que.;esta es de iásuiclnidas en las contagiosas y
pordonsiguiente
ca- [.az de trasmillnseá laespecié hilraaná.y demás
ani¬males de inferior clase. ■
Uso de la carne,
leche
ysebo.-. 'Aun. cuando ios esci'itqres
qnehan tratado de
estepúntó de higiene
públicase hanencontrádomon
hechoscontradictorios, qué demuestran en unoscasos que ef.'iíso de lascar¬nesde los animales que padecen el tifus
;contagioso
noha sido nocivo á las personas
quedas'hán
comido;'al par que en otros casos la esperienciada
demostra-.;
docotï datos auténticos que se ha efectuado; elconta¬
gio de la enfeimedad por el uso de la carne de los
animales que la padecen, puesto que está
impregna¬
da de sangre, serosidad y
demás
fluidos, yqueiaino-
culacion de los líquidos desarrolla el mal;
todos
sin embargo estánconformes
;en que además de losefec--
tos dañosos que la carne puede
producir
enla salad
de ios quela coman, las personas que matan
las
re¬ses, que venden su carne, y que
la
preparan para co¬mer, pueden llevar
consigo
emanaciones capacesde
trasmitir el contagioá otrosanimales por
lo
quedebe
desecharse y
prohibirse
la venta de la carnedelas
res'es tifoideas. Las mismas razones
pueden aducirse
respecto al uso de la feche y
sebo impregnados de las
mismas materias dañosas que lacarne.
Tifus carbuncos), llamcidó también fiebre
carbuncosa.
i^icomete
esta enfermedad eonpreferencia
álos
animales jóvenes, como-terneros, chotos y
novillos,
,y á los bueyesnqas ó menos sanguíneos, vivosy gor¬
dos que apenas, han
llegado,
á laedad adulta;
raravez ataca á los
viejos
y.fatigados
deltrabajo,
piies aunquesujetos
á.lasmismas causas, se presenta ea ellos en este caso', elcarbunco esencial...Esta enfermedad.sepresenta bajo tresformas, que,
constituyen tres,
enfermedades
distintas: .La
primera pr¡ncipia:por
un desórden general síj- hiloconagitación
ó esluporprafundo, pulso
muy pe¬queño,
laliSbs
tumultuososdel corazón, etc.En la segunda .especie,, ademásde los síntomasan-
teriqre,s, sigue la
aparición
á lasdiez,
veinticuatro ócuarenta y
ocho
ho,pa3, dS;un.tumor,edernato-sangui-
ne,o en algunas partes del cuerpo, que
sd.estiende
i con rapidez y se gangrena pronto.
En la tercera espe.cie .aparece repentinamente,nn, tumor
simple
ómultiple,
njuydoi^ido
enalguna
parte delcuerpoel
cual aumentarápidamente
devolúmén,"
produciendo
una reacción generaj con estupor yaba¬
timiento y gangr.enándostí pronto,en
s'u.centro.^
Lasenfermedades, carbuncosas se ct^munican por
un virus volátil ó
fijo:
e|yolálil
reconoce porvebicu-
lo, durante lavida,
laspefspiraciones pulmonar.yj
cutánea, y,despues de
lá muerte, el vapor queexha¬
lan el cadáver
"y siis de.spojós';
siendo agentesde
trasmisión los 'cuerpos áoimados- 'ó' inanimados-que
contienen dichos vapores y"
parli^ularhiente eL aire".
Sin embargo, él contagio por
"e:hos:'medios
ó por .contacto mediato hó'ésmuy' freéúéñfce'ni.
suestension
1 muy considerable.-. ■
■
Ño
sucede-á."! con relhoibh 'al' 'contactó,iiiiftediato, pues un gran número deheeíVcys liátí
demostrado queÜ40 EL ECO
(•I
simple
contadodel ^inis oai'buncoso fijo, trasmite
el carbunco á todaslas
especies de anirauirs
y aunal
hombre, tanto durante lá vida como despues
de
lamuertede los animales víctimas de esta enfermedad.
Uso de lacarne, leche y
sebo. Según
unnúme¬
ro considerable de observaciones, parece ser que la
carne de los animales sacriilcadosantes que la enfer¬
medad
haya alterado profnndaniente los sólidos
ylí¬
quidos del cuerpo,
libre (por la eoccion) de la
sangre y serosidad, verdaderos.agentessusceptibles de ori¬
ginar
elcontagio, puede
sercomida
porel hombre
ypor los animales sin graves
consecuencias. Pero si la
sangre que
sale de todas las mrtes del
cuerpo yla
serosidad
procedente de los
tumorescarbuncosos,
puedentrasmitir
el carbuncoá las
personas quecui¬
dan y tocan á
los animales
quele padecen,
nodebe quedar
la menorduda de
que,matándolos
por yugu¬lación,
manipulando la piel, la
carneó el sebo, im¬
pregnados
ómanchados de
sangre,de serosidad, si
estos
líquidos
tocan,àla piel del hombre,
es muy po¬sible latrasmisión del carbunco. Los autores quehan tratado de las diferentes
especies de
carbuncoscitan
infinidad de hechos que
demuestran del modo
mas terminante estecontagio, bien sea porlas manipula¬
cionesde la carne,
piel, .=ebo, huesos
y .sangredélos
animales atacados de carbunco y muertos
de él, bien
sea de los sacrificados durante el curso de la enfer¬
medad. En su consmuencia,
debe prohibirse
que se maten reses vacunas ni[iiiares
acometidas de enfer¬medades carbuncosas.
Examinando la leche de las resesacometidas del tifus carbuncoso y
demás enfermedades de
esta natu¬raleza, se la ve
disminuida
encantidad, de
unblanco
azuladosucio, insípida, y se
descompone
conla
ma¬yor
facilidad. Teniéndola algun tiempo
en unavasija
seseparan sus
elementos, entra
enputrefacción
y nopuede
soportarsesnolor. Esta leche alterada
esnociva
para
la salud de los animales
yde las
personas y aunhay
casosde haberse trasmitido el carbunco
por suuso, por
lo cual-se debe evitar
que seutilice de nin¬
gún
modo.
Impregnado el sebo de
sangre,serosidad
yderaáslí- quidos, puede producir los mismos males
quela carne.
EnfeiÍmedades g.\ngrenosas.
Las afec-ílonés gaugreaosas,
consideradas
como contagiosasporel
mayornúmero de velerinanos,
sonla
pulmonia
yangina
gangrenosa.La
primera se re¬fiere al
ganado
vacuno, yla segunda á los diferentes'
animales domésticos y
particularmente al cerdo.
No está bien determinado si estas enfermedades
3onó nocontagiosas; pero no
debe permitirse él usó'
de su carne por ser una
alteración
en quela
masageneral de la
sangresé halla afectada en su compo-
íícion íntima, y porconsiguiente todo el
cuerpo.Enfermedades variolosas.
El cowopox
ó viruela de la
vaca,la del ganado lanar
y
de cerda
sonenfermedades variolosas bien conocidas
porsu
contagio;
perosiéndolo
mascomún yfrecuente la
del
ganado lanar, será á la
quemelimitaré,
pueslas
otrasson mas raras y por
lo
común poco graves.Conmucha frecuenciase ha visto y vé
al ganado
lanaracometido de
viruelas,
y pocos sonlos años
enque los ganaderos
dejen
de lamentar pérdidas mas ómenos grandes originadas por el
contagio de
esta eníennedad De sumo interés seria dar á conocer los mediosmas ventajosos de preservar álos rebaños de
uiio de los males rnas desastrososque
pueden
ácome-teríes;
perosiendo mi
solo objetoel estudiar
estas en¬fermedades con relación al usoque
el hombre puede
hacer de su carne y demás
productos,
melimitaré
únicamente á este exámen.
La viruela ataca á las reses lanares de cualquiera r·'za, edad y temperamento, y se presenta en
todas
las localiilades y
estaciones;
sucontagio
seefectua
por dos elementos virulentos uno fijo y otro
volátil.
El virus lijo tiene por vehículo el
fluido sero-albumi
- noso que existe en e,l interior de laspústulas, llama¬
das variolosas. El volátil, los vapores
húmedos'
pro¬cedentes deja desecación de las
pústulas, de la
Iras- piracion cutánea ó pulmonar, óios
que sedesprenden
de las materia.'muco.ias nasales,
lagrimales ó intes¬
tinales.
Los
desperdicios cadavéricos,
comola lana, pieles,i
sebo, carne, los vapores que se
desprenden de la
ca¬vidades del cuerpo
durante la pntrefaccion
no sonmenos nocivos y
susceptibles de
prflpagacel mal. El
aire atmosférico, cargado de
principios volátiles,
Iras-porlados
porlos vientos dejide los puntos infestados,
es (jagente
principal
ypropagador del contagio.
Uso de la carney
demás productos. Hasta el
día no parece que haya
hechos
numerosos quema¬nifiesten que el usode
la
carnede las
resesatacadas
de la viruela benigna haya estado
seguido de acciden¬
tesgraves.
Sin
embargo, nopuede
menosde inferir¬
se que
la cárno.procedente de
resesatacadas de vi¬
ruela, aunque sea benigna,
debe de
sersiempre
re¬pugnante:
además, .si
esto setolerase, seria
muy po¬sible el abuso de sacrificar reses que
padecieran la
maligna,tal
vezcomplicada de
gangrenade la piel 6
de
alguna
viscerainterior,
y correrel riesgo de desar¬
rollarse la fiebre
pútrida.
Por lo tanto, aunque
el
usode la
carnede las
re¬ses atacadas de viruela benigna como
alimento del
hombre no origine
ningún accidente;
aunque no se tenganpruebas bastante positivas, de
queel
u'ode
la
procedente de las
quepadecen la maligna haya
ocasionado lesionesinteriores: teniendo en
cbnsidera-
ciOn que
ía tolerancia de la venta
ytrasporte de
reses enfermaspuede ocasionar el contagio, la autoridad
deberá
prohibir la venta
y usode la
carnede los ani¬
males atacados de viruela, cualquieraque sea su na¬
turaleza, ypor
lo tanto el aprovechamiento de sns
í
productos.
REMmiio.
Señores Redactores del Eco de la
Veterinarií:
Muy
señoresmios;
enlas ilifereiiles ocasiones
en qneme he
presentado al público
pormedio de la
prensaveterinaria,
siempre lo he hecho
con imobjeto ostensi¬
ble en pro de
la ciencia
yde mis comprofesores:
estolo
he mirado
siempre
concierta aversion
yrepugnancia^
que
hoy
creo undeber ralo
vencer.No
se crea poresto
que
el
quemotiva
esteescrito
vaá
serpuesto
enridí¬
culo por mi,
únicamente deseo llamar la alenciou de
us¬tedes y
la del púbiicü veterinario
para quejuzgua
enDE L\ VETE
visUdèl hecliD que voy á presentar à sujusto é
impar¬
cial criterio, fallando
"eu
consecuencia si debo en este momento guardar silencio respectodel
caso ocurridoentreel albéitar subdelegado de Molina de Aragon, don
Manuel
Luengo,
ymi insignificante
persona.El dia 11 del finado marzo se presentaron en lapuer¬
ta demi casa, Juan José Izquierdo, vecino de este pue¬
blo, y
J. Uil
o,del de Embid
, para que procediese al reconocimiento de una muía de la pertenencia del se¬gundo, que
consigo '.raia,
portenerla ajustada en cam¬bio por otra propia
del
primero. Verificado, manifesté à los espresadosel estado en que, segúnmi conciencia y conocimientos, la mulaobjet<> de mi exámenpericial
seencuentra. Su edad de 8 á 9 años, con
liidrupesias
sinoviales
(vejigas)
enlas
cuatro estremidades, debien¬do considerarse
simples
las de las tres, no así las de la estremidad abdominalizquierda,
puesademás
de seren gran número y voluminosas, sin fluctuación ellíqu'do
ginovial que
las
forma, complicaba mas este estado unexóstosis que ocupa las parles laterales y sujieriores de
lacorona(clavo
pasado), que aunque no le hace per¬der el movimiento, lo haceen parte mas difícil, perdido también en cierto
grado el aplomo,
produciendo en elbípedo
espresadocierta retracción.En la estremidad torácica, también
izquierda,
se en¬cuentra otro exóstosis, que como no ociqia mas quela parte lateral interna superior de la corona é inferiorde
la cuartilla!
clasifiqué
declavosimple.
La sencilla esposicion de estas lesiones fué suficiente para anular el contrato, sin que el que debia recibir la mula
objeto
de mi recouocimienlo me pidiera mas espli- caciones; manifestándose¡lor lo tanto re.sentidocontra mí el (jiieñü.de ella, consecuencia muy común en la ge¬neralidad de estos casos, que no me alarmó,
desprecian¬
do lo que este pudieradecir.
Ageno, en verdad, meencontraba yo
de
que esteac¬toquecreo
desempeñé
eon la mas justaimparcialidad, pudiera
dar ulterior resultado, cuando el dia í'i del mismo, es decir, dos despuésde practicado mi recono¬cimiento, se presento nuevamente en mi casa el Juan José
izquierdo
invitándome á leer un escrito del albéi¬tarRillo,don Manuelpara, en
Luengo
vista dequesule acababacoiileiiidu yderesultado delentregar elnuevo reconocimiento practicado por dicho señor,según
se
desprendía
del espresadoescrito, reanudar otra vez sudeshechocon tialoy consumarlo.
Empero
elizquierdo
no quisoacceder sin asesorarse demí, mediante la lec¬
tura del escrito en cuestión: en razón desucontenido,
en abierta contrariedad á lo que yo habia manifestado dos dias antes, me creí en el
imperioso
deber dé con¬testar como Pilatos (juocí dixi dixü V. haga lo que guste.
Esta lacónica al par que comprensiva contestación fué suficiente para
deshacer
por segunda vez elcontrato enque el llillo se
eiiípeñabá, creyéndose
fuera detoda res¬ponsabilidad,
apoyado
en el resultado del nuevo reço-nôcimiento que por escrito presentó; escrito que yo
hu¬
biera querido poder conservar en mi poder, y no alcan¬
cé por mas que insistí; otro hubiera sido entonces el sesgo que este debiera haber llevado. Mas, sin embar¬
go: trasladaré lo mas esencial que conservo en mi me¬
moria Decía «que, requerido pi r el IMb habían reco-
»nocidosu mula, que encontró enla edau óe fi a 7 años
»con uninfartohuesosoen el pie
izquierdo dependiente
»de dilereiiles picaduras mal curadas, pereque no in-
"teresába la corona ni le
impedia
sus movimientos,»concluyeiidü
con decir que no pudiera aquel escrito"Servir enjuicio, y sí contra el veterinario que la ha-
"bia»
legado.
reconocido,» firmando: ManuelLuengo.—Subde-
Colocadalacuestióncuel verdadero terrenodelo.s he-^
ches,segúnhan pasadocual acabo de
hacerlo,
sa des-BBSS*-—
prende fácilmente,
señores redactoresque tanto el se¬ñor
Luengo
comoyo'podamosequivocarnos
enelmodode apreciar el estado de la edad de la mula, reconocida por ambos, y número deaños que en la actualidad ten¬ga:estolocomprendobien;peroeiila mula existe; y tan¬
to esta diforeiicia en nuestra discordante apreciación,
como en el distinto modo de clasificar sus
lesiones,
y por consiguiente nuestradisidencia, todopuede
resol¬verse, poniendo esta al exámen de dos profesores irn-
parciales, si leiiarece alseñor
Luengo,
y su resultado será manifestarnos quien de los dos seseparó masde la verdad;dos resolvamosó siestoestasno te aconoda ycuestiones conquierelo demásque entreque délosla ciencia gusta, tampoco tengoinconveniente.
Pero qiieclasifique
das, esto parade infartomí eshuesosouna gergael exóstosisque nollego
yvejigas
à compren¬pasa¬der, debido á mis escasos conocimientos. Para salir de mi oscuridad, acudo á consultar en mi
insignificante
li¬brería, y poco ónada encuentro queme saque de mi la¬
berinto. Yo respeto en mucho los elevados que ador¬
nan al señor
Luengo:
noignoro
tampoco las diferentes aplicaciones que tiene enpatología
la vor.infarto;
sinembargo,
no debe eslrañar este señor, como tamponin¬gún profesor instruido, mi sorpresa en la
aplicación
deestalesionesvoz,enmuchoque dichomas unida alseñor lohizo,
adjetivo
cuandohuesoso, hay
muchosá las médicosaunque noque noloestén sobreestán de acuerdosu verdaderacon ella. Nosignifict
obstante,cion, lo están sobre suetimología
que viene de la voz latinainjíHrjiíotio,
equivalenteáingurgitación,
tomándolatam·' bien como sinónimo de inflamacióncrónica,
de hincha¬zónQuey otros de obstrucción
(1).
el espresado
infarto
huesoso «dice» serefecto
dédiferentes
picadurasmalcuradas, sininteresar la corona, nivozimpedirpicaduras,elmovimiento.pase, comoEnsinónimocuantoá laaplicación
de la de punturas; pero, dicho sea enverdad, una sola cicatriz encontré yo qua
pueda indicar que las taleslesiones han precedido. Por
consiguiente,
no consideró la existencia de- lasvejigas,
puesya saben miscomprofesores lacausamasculminan¬
te à quedeben el.desarrollo y formación estas lesiones;
y tampoco la presencia del exóstosis, debe considerarse dependiente de tales caiisás; mucho mas careciendo de signosque así lo
indiquen: ¿Empero,
aunque así fuera,señor
Luengo,
lacuestión no es esá; la verdadera cues¬tión es, silos dosdefectos ó lesiones que yo puse
de'
manifiesto por resultado détni reconocimiento, soncual las herelacionado,
si debia ó h'o' dar'es la importancia quegúnlesdiclámendi, ó siderealmenteV., sin quees solopudiera dar ulterioresun infarto huesoso, se¬re¬sultados,
segúnsedesprendía
delcontesto de su mism»escrito: cuyoconcepto que
formé.estoy
pronto á recti¬ficar, comoen todo lodemás, si se me
corresponde
coa francasesplicaciones.
De todos modosconceptuó de
insignificante
trascea- dencia sumencionado infartohuesoso porque no interesa¬
bahacercomposiciónla coranauna esplicacionnianatómicaimpediaefdédemovimiento.las partes
Aquí
quesería precisoentrau en laéstas'regiones
y de sus hm- .cienesfisiológicas, trabajo
queconsidero inútil hablan¬do con el señor
Luengo,
profesor instruido. Y lasveji¬
gas
simples,
que yo creo haber encontradoen las es¬
tremidades torácicas
^
abdoti.ihál
derecha, con el exós¬tosis
i.ambien;sinii>le
én una de las primeras, y que di¬chootraseñorcueslioncittíno mencionóqué¿etistentenemosó lió'íqué'staresolverEtambieneiítr*es
los dos.
Detodo lo antedicho se juiede deducir que lo escri- bió
olvidando'éh aijuel 'móuíeut'ó
que"sú contenido iba (1) Véase'er DiccioiiaiTu J'éilicó Quuiu'oi O, por Ilurtadóda Mendoza. ' ■ '