EL
ARTE DE BUSCAR MANANTIALES
»
Concretándonos al arte de buscar manantiales, debemos ma.
nifestar, que si haypuntos preferibles á otros, consiste en que por muchas y muy variadascausas las aguas no corren siempre parale¬
lasá la líneaque representa la vaguada externa, siquierano hallán¬
dose la interior sujeta á las modificacionesque afectan á la super¬
ficial, claro es que convendrá pocederconmucha circunspección.
Encontrándoselacorrientesubterránea unas vecesmás próxima
á lasuperficie, otrastan profunda que hasta puede serinexplotable;
en unos puntos abundante, sobrado escasa en otros; formandoel
terreno en unas localidades depósitos de acarreo fáciles de atrave¬
sar, en otras, por el contrario, rocas durasyconsistentes, etc., se
comprende que á tenorde todas estascircunstancias habrán de va¬
riar las precauciones ylos medios que se empleen para obtener
aguas. Si lascorrientes no se hallan siempre á la misma distancia
vertical del suelo, ¿cuáles serán,si es posiblesaberlo, los puntos en que se hacen mássomeras?Siguiendo en esta materiaá unreputado hidróscopo, diremos: i.° El sitio más bajo y central delprimerplie,
guedel terreno, al que convergen todas las venas líquidas proce¬
dentes de una meseta elevadaque constituyen el comienzo de la
corriente. 2.° Elcentro del circo donde la corrienteprincipia. 3.°La parte baja delas distintas pendientes de la vaguadaexterior. Y 4.°
Lospuntos donde ésta desemboca en otra vaguadamásimportante.
Sino quiere hacerse el alumbramiento en elprimer sitio desig¬
nado, sino algo más abajo, el manantial aparecerá, y hasta según Paramelleserámás abundante, sobre todo si en el trayecto conver¬
gen otrasafluentes; peroentonces las aguas corren más hondas por
cuanto haciéndose más rápida la pendiente, no sólo la fuerza de trasporte, sino también el mismo cultivo,depositarán ó habrán de¬
jado mayorcantidad de materiales de acarreo y tierra vegetal. Otro
Tercera época,—16setiembre1883.—Tomo III. 4t
602 GACETA AGRICOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO
tanto sucederá, por razonesanálogas, cuando se
intente el alumbra¬
mientoen un valle circular de cuyo centro se encontrarán lasaguas más somerasque en su parte inferior,
siguiendo el eje del mismo.
Entodo el trayecto subterráneode una corriente,
los sitios donde
seencuentramás somera son los situados al pie de las pendientes,
que cuando pertenecen
á valles longitudinales, generalmente ha¬
blando, constande alternaciones, de nivelesdiferentes,
sucediéndose
los más
rápidqfcombinados
con los suavesó de
escasainclinación.
DicetambiénParamelle, que cuandose interpone un
dique ó barre¬
ra dura, ó simplemente de tierra á través de un
valle,
enla parte
superiorde aquélexiste una
especie de
terrazade pendiente débil,
por efecto de los
materiales de
acarreoallí depositados,
ypor el
contrario, hacia abajo otra más rápida. Dadas cuyas
circunstancias,
laexcavaciónen buscade manantiales debe hacerse en
la
partein¬
ferior, no sólo porque del otro lado
la corriente
esmás profunda^
sinoporque con frecuencia
el
pozoó galería tendrá
queatravesar
rocas duras. Laexperiencia parece, con efecto,
demostrar,
que entodos estos casos laprobabilidad de encontrar aguas con menores dispendiosy en más breve
espacio de tiempo,
essiempre mayor
atacando aquellospuntos más bajos de
la pendiente donde,
porotra
parte, asoman
ordinariamente los manantiales espontáneos, dando
de este modo la propia naturaleza una
lección. provechosa,
quenunca el hombredebe despreciar. Es, pues, principio
absoluto
que jamás debe intentarseel alumbramiento
enlo alto de la terraza, ni
enla propia pendiente.
Cuando un manantialvierte sus aguas en una corriente
exterior
ypermanente,
circulando
enpendiente
suave,si
seexcava en sitio
poco apartado de su
confluencia, de
seguro seencontrará aquél á
poca profundidad, en
razón á
que sunivel
nopuede ser superior al
del río,cuyo caudal aumenta.
No
vaya poresto á
creerse,como
pretendenalgunos, que
el manantial procede de la corriente exter¬
na, puessi bien enlas
grandes crecidas de los ríos
seadvierte cierta
paralización en
aquéllos,
porcuanto puestas ambas aguas en comu¬
nicación tienden á equilibrarse, laregla
general
yabsoluta, dictada
casi por el sentido común, es
ó
nosdice
quetodas las corrientes que
suministran manantiales se dirigen de la montaña
al fondo del valle
por dondecorrenlas aguas
exteriores.
Otracircunstancia importante se agrega
á las ventajas
que,según
EL ARTE DE BUSCAR MANANTIALES 603
acaba de indicarse, ofrecen los puntosbajos de los valles para en¬
contrarmanantiales, y es que allí también es donde ha de encon¬
trarse mayorcaudal de aguas, como consecuencia natural de no te¬
ner queatravesar por lo común reunidas en un solo conducto, más quelos bancos depiedras ó de tierradura que lasobliga á salir por el pie de lapendiente, al paso que á medida que entra ya enel fon¬
do delvalle, ocupado éste por los materiales de trasporte, ó se es¬
parcenformando un manto más ó menos uniforme y profundo, ó,
por el contrario, se dividen y subdividenlos hilos y venas hasta el
infinito, disminuyendo el caudal de cada uno.
Llanuras hay de pendiente suave y uniforme que á escasa pro¬
fundidadencierran mantos abundantes de aguas corrientes, exten¬
diéndose de una á otra ladera, en donde casi son inútiles las reglas
que da el arte parailuminarlas, debiendo limitarseel que quiera go¬
zar de sus beneficios á determinar si la que examina reúne estas tres condiciones esenciales: La de recibir uno ó muchos valles quele lleven aguas corrientes abundantes. 2.^La de hallarse funda¬
dahasta cierta profundidad de cantos rodados, grava, arena y otros materiales permeables. Y 3.^La de encontrarse debajo de estafor¬
mación, á través de la cual las aguas filtran con facilidad, un hori¬
zonte de arcilla, marga ú otra sustancia impermeable paralela á la superficie y ocupando una gran extensión.Dadas estas circunstan¬
cias, si á mayor abundamiento otros propietarios intentaron con buen éxito algún alumbramiento, claro es que podrán realizarse otros con gran probabilidadde obtener aguas.
Excusado es manifestarque si las alteraciones de capas permea- blesy de otras queno lo son se repiten muchasveces, los mantos de agua seguirán idéntica proporción, y de consiguiente, si el ma¬
nantial que se logra á una cierta profundidad no satisfaciera todas las necesidades á que se destina, la prudencia aconseja que se pro¬
fundice más hastaencontrar otra ú otras capas líquidas.
Asegura Paramelle que por más que los valles, gargantas y plie¬
gues delterrenoterminen en los linderos de lasllanuras,lascorrien¬
tes que por ellos circulan siguen en su curso hasta encontrar otra mayor en laque confluyen, pero siempre dentro de su propia va-
,guada, la cualno parece que sea difícilde reconocer, aun al exte¬
rior, por poco acentuada que esté, y enel caso de haberse borrado por completo, se pone, no obstante, de manifiesto en el punto en
6O4 GACETA AGRICOLA DEL MINISTERIO
DE FOMENTO
que lavaguada
parcial termina ó
converge enla propia de la llanu¬
ra, y en aquel en que penetra en
la
vega,sirviendo ambos puntos de
referenciaparatrazar lalíneaque
siguen las
aguassubterráneas. En
casode interponerse otras
dificultades aún
mayores,puede servir de
granauxiliarpara
el alumbramiento la línea
quetraza en su curso el
ejedel vallelateral
ó secundario,
enel
quepodrá intentarse la ope¬
racióncuando por circunstanciasdiversas sea
difícil ó imposible de
realizar enla vaguada mismadel valle
principal ó de la llanura.
Todo esto, respecto á los
manantiales
queexisten espontánea¬
mente enlosvallesyllanuras, yá los que
el hombre
conlos
cono¬cimientos previos necesarios
puede
enellos descubrir; pero según
manifestamos en lugar oportuno, enlas montañas y sus
vertientes
tambiénse encuentranaguas subterráneas que
siquiera obedezcan
en su régimen álos mismos
principios, sin embargo, para su ilumi¬
nación exigen reglasalgún tanto
diferentes.
Las colinas, como las montañas,
accidentes orográficos
quesólo
se diferencian por sirsdimensiones,
ofrecen
en suparte superior una
cima más ómenos redondeada ó unvérticeagudo, una
línea diviso¬
ria-de aguas más ó menosextensa,
ó
unasuperficie plana que se
llama meseta; pues bien, según la
naturaleza
yestructura
quedeter¬
minan estos variados aspectos ó formas, así
la distribución de las
aguas es distinta, como
diferentes habrán de
sertambién las reglas
que serviránpara su
alumbramiento. Así,
porejemplo, cuando la
forma es aguda ó encúpula,
Paramelle, tomándolo de los antiguos
quedecían nulliunquçim fonies
in
summomantis vertice erunipuni,
y sancionado porsu largay
acreditada experiencia,
aseguraque no
esposible exista
manantial alguno, á
menosde encontrarse inme¬
diatoalgún punto superior, de
donde las
aguasprocedan; observa¬
ción quetampoco se
había escapado á aquellos
que,á lo anterior¬
mente expuesto, añadían; aut adeopropecacumen,
quin semper supe-
remineati^ortioaliqua superior. Es decir, que
si aquel accidente oro-
gráfico setoma enabsoluto,
nohay manantial ni
esperanzade en¬
contrarlo, por cuanto falta
superficie de filtración
paradar origen á
veneros subterráneos. Podrásuceder que si elterreno es impermea
ble, serecojan en la cima ó cerca
de ella las
aguas,ocupando algu¬
na depresión y formando un
lago ó
estanque; pero eneste caso d¡-
^cho depósitono loalimenta
manantial alguno. Afirma este famoso
hidróscopo no habervisto ninguno
de
estosenel vértice mismo.
EL ARTE DE BUSCAR MANANTIALES 605 sino en sitios dominados siempre por una porción de terrenopro¬
porcionadaá la cantidad deagua que suministran, rechazandò en absoluto la idea, queél cree equivocada, de esos sifones invertidos,
á queapelan algunos autores para explicar el hecho, suponiendo
quelascorrientes proceden de montañas lejanas y más altas, desde
las cuales van en busca de los puntos de salida, atravesando vallesy llanuras. Losprincipios estratigráficos, que oportunamente expusi¬
mos, no rechazan, sin embargo, de un modo absoluto esta posibili¬
dad; antes por el contrario, es este uno de los fundamentos de las
aguas artesianas. Ocurre, áveces, que la cumbre de una cordillera
suministra aguas á un manantial que aparece en la parte superior
deun collado; pero en este casoaquél no se forma allí mismo, sino
que losveneros quelo alimentan proceden detoda la parte supe¬
rior; ysi se quieretenerde ello completa seguridad, obsérvensesus
estratos y se verá que todos ellos inclinan del lado donde existe
el
nacimiento.
Otra cosa se observa cuando la colina ómontañaforman meseta, pues si ésta es algo extensa, de nivel bastante uniforme y apairece cubierta por un manto algo considerable de materiaspermeabliss,
raro será no encontrar algúnmanantial hacia el centro de la super¬
ficie que aquéllarepresenta, ó enla parte más baja. Lamayor
fre¬
cuencia de las lluviasynievesenlasregionesmontañosas, juntocon
la gran extensiónque ocupanmuchasmesetas, y el carácterpermea¬
ble de los terrenos que se hallan á la superficie, son causassuficien¬
tesy bastanteplausibles, segúnel Abate, parala existencia decau¬
dalosos manantiales en dichos accidentes orográficos; con lapar- tiéularidad dignade notarse, de que confrecuencia el
nacimiento de
éstos apenas es inferior en algunosmetros del
nivel general de la
meseta. Ni es tampoco raro observar en este caso
la existencia
de lagos que recibeny dan aguas corrientes;
circunstancia
queha
hechogeneralizar la creencia deque existen
manantiales
enel vérti¬
ce de las montañas,y que sus corrientesinternas
proceden de
otrasmás altas.
Más si estoseobservaen mesetasde 500 á óoo"" de anchura,por
éjémplo, no sucede lo propioenaquellascuya
extension transversal
noexcede de 50á 60°^, en lascuales no
concurriendo espacio sufi-
cieñte á lafiltración, aunque las restantes condiciones
existan, los
manantiales faltan. Otro tanto sucede cuando los montes son cóni-
6o6 GACETA AGRICOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO COSyaislados, si su base no excede de 400 á 500"" de diámetro, pues'poi; una causa enteramenteigual, ó se hallan privadas dema
nantiales, ó si loshayen sus alrededores,sonpobresy poco |)erma-
nentes. Cuando la colina ó montaña, no excediendo su diámetro del que acaba de indicarse, presenta bancos dirigidos todos hacia
unade lasladeras, puede ofreceren subase manantialesabundantes;
pero si aquéllosdirigiéndose desde la cima hacia puntos opuestos, formanló que en términospropios se llama una línea anticlinal, ó
no existen manantiales, ó son por todo extremo accidentales y
exiguos.
En terrenosmontuosos, el verdadero nacimientodelasaguashay
que buscarlo en las vertientes ó laderasde los elementos orográficos
aislados y con más razón cuando el ejeylos estribosse prolon¬
gan porlargo trecho con cierta uniformidad de composición y es¬
tructura. Pero, para encontrarlos ya existentes ótenerfundadases¬
peranzas de un buen éxito en laoperación de alumbrar aguas, im¬
porta sobremanerafijar la atención en los principios estratigráficos
yaexpuestos, pues entre otros, la inclinación ó buzamiento de los estratos, es el principal fundamento del arte. A este propósito, he aquí las reglas prácticas que encontramos en el libro, por tantos ti¬
los dignode recomendarse, del célebre Paramelle.
Sienta éste, que cuando una montaña, colina ó serie de colinas, terminan en meseta y sehallan situadas entre dos valles ó cañadas, la regla generales quelamesetaincline más deunlado quedeotro, y losestratos, si los hay, siguenuna direcciónparalela á la superfi¬
cie de la misma. Ahora bien; en este caso puede suceder, quela
divisoria ocupeel centro ó uno de los lados de la mesa, y como consecuenciainmediata, las vertientes variarán también y conellas
el rumbo de las aguas superficiales y subterráneas. Cuandola divi¬
soria es central, lascapas suelen inchnar á uno y otro lado, llevan¬
do á los dos valles contiguosel mismo contingente líquido; pero si aquélla ocupa uno de sus extremos, la ladera más próxima no sólo
ofrecerá mayor pendiente, sino que á menudo termina en escarpes, ó porun cinto derocas.Estos dos accidentes son muy comunesen losmontesterciarios miocenos y cretáceos de la Península, enlos cuales, como es consiguiente, obsérvasetambién que los bancosde calizas, margas, arcillas,etc., que.los componen, están como esca¬
lonados con las cabezas visibles alexterior, cuando no se hallancu-
EL ARTE DE BUSCAR MANANTIALES 607
biertasporel talud mismo de la ladera, ópor materialesde acarreo.
Delo dicho se desprende que todas las aguas de la meseta, cual¬
quieraque sea su procedencia, sedirigen hacia la ladera de menor pendiente, yendo áformarmanantialesenlacañada ó valle más apar• tado de los dos que limitan la montaña ó colina; y en su virtud,
claro es que ningunaoperación dealumbrado deberá practicarse del
lado más rápido, sino más bien en el opuesto, enel cualhaylapro¬
babilidad de encontar tantolas aguas que recibe la meseta misma,
como toda la quepenetraporentrelasextremidades delos estratos.
De modo que, discurriendo sobre el asunto, puede asegurarse que
asícomo esta disposición estratigráfica sirve de sólido y
racional
fundamento para el artede buscar manantiales, congrandes
proba¬
bilidades deencontrarlos, del propio modo lavista de losmanantia¬
les yaexistentes es un dato precioso para asegurar, sin temor
de
equivocarse, cuál debe serla disposición de la vertiente opuesta,
rá¬
piday hasta escarpada, no habiendo inconveniente en afirmareste
dato orográfico àpriori ó sin haberla visitado previamente.
Todos
estosdetalles, hijos delos más elementalesprincipios
estratigráficos,
no sólo contribuyeronen su aplicación á la hidroscopia á crear
la
justafamadel Abate, sino que pueden servir de datoprecioso para
cuantosá este tan importante ramode industria quieran con prove¬
cho dedicarse.
Ocurre áveces que una grieta ó falla interrumpe la
continuidad
de los bancos calizos ó de cualquierotranaturaleza,pudiendo suce¬
der que este accidentellegue hastauna capa impermeable, en cuyo
caso si lainclinación de ésta es diferente de la queafectan lassupe¬
riores, no sólo recibirá de éstos, que son permeables, todas
las
aguas, sino que desde aquelmomento hará cambiar el rumbo de
la
corriente, hasta el punto de dar origen á un manantial al
pie de la.
escarpa6 de la pendiente más rápida. En el
territorio del antiguó
Maestrazgo y en losterrenos.cretáceo y jurásico
de Teruel,
tam¬poco sonraros estos casos.
En aquellos puntos en quelos escarpes alcanzan200 y
más
me¬trosde altura, si los materiales permeables ofrecenpoco
desarroUo,-
aunque las demás circunstancias de la montaña enmeseta sean'pro¬
piciasá losmanantiales, podrán sí presentarse éstos, pero nunca en
gran número, y menosaúnabundantes.
Las colinas ylos montesarcillosos, sirviendo de base
á muchos.
6o8 GACETA AGRICOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO bancoscalizos del terreno jurásicoó cretáceo, originan al pie del
escarpedel borde inferior de la meseta muchosycopiosos manan¬
tiales que sepresentan ostensiblemente ópermanecenocultos, reco¬
nociéndose la existencia en el último caso delas corrientesinterio¬
res, por una especie de reducto que ofrece el escarpey porel peli¬
gro ó depresión que forma la arcilla frente al mismo reducto. Con frecuenciaeste repliegue de las arcillas hállase cubierto de cantos
desprendidos del reducto calizo y crecen en el recinto diversas
plantas acuáticas ó hidrófilas, todo lo cual indica la existencia de aguas someras.
Dadosestos accidentes, es de absoluta necesidadllegarse hasta lo alto, de la meseta, con objeto de apreciar su extensióny el aspecto de la superficie, puessegún el Abate, cada plieguedel terreno diri¬
gido hacia el indicado reducto, indica un manantial de aguas porlo
común excelentes, siquiera sólo abundantes cuando lasuperficie de lamesetaesmuy extensay cubierta deterrenodiluvial.
Circunstancias muy diversas suelen ofrecer las lad'eras de los montes, y según sean ellos, como consecuencia ineludible de su composición y estructura, así se conducirán las aguas internas que el'hombrebusca y lasque espontáneamente aparecenal exterior.
Si lapendientees igual, sin pliegue ni depresión alguna, lo cual
ocurre raras veces, las aguaspueden encontrarseencualquier punto de su:extensión, y sólo abundarán más cuando elque se elija esté
algO'apartado de la líneadivisoria; así es, que sientre los dospun¬
tos medianalgunoscentenares de metros, y laestratificación de las capas sedirige haciala superficiey el banco impermeable acuífero está poco profundov podrán encontrarse, según Paramelle, gran número de venillaslíquidas caminando bastante próximas las unas á.lasotras ybajandodesde lo alto de lameseta; pero como nohay pliegue, valle ó cañadaque las recoja, permanecen aisladas ysin
formar verdaderadorriente. Eneste caso, elúnico medio de produ¬
cirlo que la disposición topográfica no pernaite, consiste ©n abrir
trasversalmente á. la, dirección de dichas venaslíquidas unazanja
bastanteancha y extensa, para queinterceptadas aquéllas lleguená
formar un verdadero depósito líquido.
Si lamontaña ó colinaesabovedada en toda su extensión,por poco convexa que sea, no hay que esperar buen resultado del
alumbramiento que se intente. Mas si entre los bordes ó pendientes
EL ARTE DE BUSCAR MANANTIALES 609
existé una dépresión, porpequeña que sea, las aguas no se encon¬
traránen aquéllos, sino más bien enésta, que encierto
modo
repre¬senta la vaguada externa é interna,
debiendo advertir
quesi
seabreen busca del manantial algún azarbe, éstedebe abarcar toda
laamplitud de la depresión.
Én elcaso de hallarse asurcada la ladera del cerro porvarios re-
pKegüés, laexploración debe dirigirse
hacia el fondo de alguno de
ellos, y si la vaguadadelque se ha elegido ofrece en
la
parte supe¬rior una pendiente más rápida, la galería ó
socavón ha de intentar¬
se precisamente en elpunto donde la pendiente
empieza á
sermás
suaVe.
Si alguno de estos pliegues,arrancando de
lo alto de la cornisa,
desaparece ó se borraantes de llegar á
la
basede la falda del
mon¬te, la exploración hidroscópica debe intentarse
al pie mismo ó
enun'punto lo más próximo posible de la cornisa, pues en
sentir de
Paramelle, la desaparición del tal pliegue significa que
las
aguasvan profundizando á medida que
descienden.
La existencia de unpliegue de terreno, cañada 6 pequeño
valle
en una serie de colinas ó montes, corriendo desdela cimaá la base, chalquiera queseala forma que aquélla afecte,
puede considerarse,
según el mismo, como uno de los síntomas
ó señales más propicios
á la existencia de aguas aparentes ú ocultas,
verificándose casi
siempre laaparición del manantialen la
especie de circo de donde
arrancala depresión.
Lospuntos de la vertientemás
favorables al alumbramiento de
aguas ydonde éstas son más
abundantes
y someras, sonlos que
seencuentran ó forman la línea costanera; sin embargo, todos
Ibs
puntos de estalínea no son igualmente
propicios,
pues, porejem¬
plo, losque forman el'vértice de
ángulos salientes, deben despre¬
ciarse porcuantoen general llevan pocas
ó ningfunas aguas, en lo
cualpareceque el Abate incurreen
contradicción»
puessi las aguas
no existen, mal pueden incluirse entre
los favorables. También
aconseja el mismo que no seintente
el alumbramiento
enel trayec¬
todelplieguecuando éstesigue
el pie de la colina, siendo ésta de
escasa extensión, pues en semejante caso,
á
menosde abrir una
zanja larga, se exponeel
alumbrador á encontrar escasos hilos de
agua yá vecesninguno. Tampoco
conviene hacer ensayos en aque¬
llos'puntos dondesehayan
depositado muchos escombros natura-
6lO GACETA AGRICOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO
les, pues aunquelas demáscircunstancias sean favorables, se trope¬
zará siempre con la profundidad que hayade darse á los pozos y
galerías proporcionada alespesordel depósito indicado.
Por último, indicaParamellecomo puntosde elección dentro de la mencionada línea, los siguientes; ielvértice del ánguloentran¬
te del pliegue ócañada, ó en otros términos, el sitio ó extremidad más apartada; 2,®, el punto más lejano del reducto que se encuen¬
traal nivel de la llanuraó al pie del escarpe; 3.°, la parte baja del pliegue ó arroyodonde su vaguada cruza la línea costanera; 4.°
yúltimo, todos aquellos lugares donde en tiempo lluvioso yde grandes avenidas ostentannacimientos espontáneos, y en los que la vegetaciónrevela uncarácter marcadamente hidrófilo.
Cuando los montes son completamente rocosos ó pedregosos,
conviene que las exploracioneshidroscópicasno se practiquen muy
cercade labase visible de las rocas, pues porlo común,la pendien¬
tesuperficial se continúa por debajo del terreno de trasporte. Si equivocadamente lagalería ó pozo se abre en dicho punto ó si al llegar á cierta profundidadse encuentra la roca viva, debe suspen¬
derse yacometer con los mismosmedios el pie de la pendiente sub¬
terránea de aquélla,hasta cerciorarse que se opera en rocas ó capas de tierra horizontales á poco inclinadas.
Expuestos los fundamentos estratigráficos é hidrográficos que
pueden y debenservir de base para el arte hidroscópico, procede
indicar las principales reglas que han de servirnos de guía en la designación del sitio donde han de intentarse los diferentes medios de realizar nuestro desiderátum, medios que explicaremos en se¬
guida.
Para que el alumbramiento revista lamayor sumaposible depro¬
babilidades de buen éxito, se hace de todo punto indispensable ver
si existen ya manantialesartificiales ó espontáneos enpuntos más ó
menos próximos al en que el alumbramiento se intenta, y anotarel
nivel respectivo entre ambos sitios ó la diferencia que entre ellos existe, pues este'es uno delos datos más importantes, por lasegu¬
ridad queproporciona,pues la diferencia de nivel entreel manantial
ya existente yel sitio elegido representará, sobrepocomásó menos, laprofundidad en que ha de encontrarse el agua. Si el agua es as¬
cendente,nodeberánivelarse desde lasuperficielíquida,sino desde el
fondo del último recipiente, siel sondeo esenestecaso posible, que
EL ARTE DE BUSCAR MANANTIALES 6ll
no siempre lo serápor lo tortuoso del conducto por donde asoma lacolumna que constituye el manantial.,
Cuando el puntoelegido diste tan sólo algunos cientos demetros de una corrienteexteriorpermanente, y el manantialno aparece en la vega, hayque enterarse directa ó indirectamente sien el estiaje
delrío ó arroyo el agua se hace ostensibleenla ribera óenelfondo
delapropia corrientepor conductos dirigidos de abajo á arriba,
pues enamboscasos Paramelle dice que no hayquehacerotracosa sino practicar la nivelación correspondiente, bienseadesde el punto del nacimiento en laorilla del río, ó desde el fondo del conducto subterráneo, estando seguros de que nohabrá necesidad de profun¬
dizar más allá del nivelde las aguas corrientesyconstantes, por ser éste el propio quealcanzarán las aguas al iluminarlas.
En los casos en que las corrientes de un valle ó cañada no se hacen ostensibles, ó distan demasiado del punto en que se quiere
intentar el alumbramiento, ó su nivel es sobrado bajo respecto de éste, puede apreciarsela profundidad que deberá alcanzar el pozo,
galeríay socavónpor el procedimiento siguiente: Ocupado como casi siemprese encuentra el fondo de los valles de erosión, sobre
todo por materiales de trasporte antiguo y moderno, y dada
lapermeabilidad que los distingue, casi puede asegurarse que la profundidad mayor que las aguas pueden alcanzar es el punto ó
línea deintersección de las laderas que limitan dicho valle, en cuyo
casopor la inclinación de éstas puede inferirse cuál será la impor¬
tanciadelalumbramiento, que, si ha de ser considerable, casi casi
seráprudenteno limitarse á abrir pozosó socavones,sinoponer en
práctica elsondeo porcualquiera de los sistemas apuntados. Pero
aun paraesto espreciso hacer la nivelación entre el punto elegido,
donde secoloca un piquete ó estacaparaquesirva de referencia;se
mide luego la distanciaque mediaentre dichositio yel pie de una de las pendientes, se nivela la colina del mismo lado para conocer
sualtura yla distancia horizontalquemediaentrela cornisa ó borde superiory una perpendicularlevantada en su pie. Hecho esto, y anotadas todaslas cantidades en metros, seforma la siguiente pro¬
porción: la distancia,quemedia entre la cornisa y la vertical que se trazóen el pie de la ladera, es á la altura de la colina, como la dis¬
tancia horizontal entreel pie deéstayelpuntoelegidoparael alum¬
bramiento; es á la profundidad en que existe el agua que se quiere
6I2 GACETA AGRICOLA DEL MINISTERIO DE FOMENTO iluminar. De consiguiente, sise multiplica la altura de la perpendi¬
cularporla distancia al punto elegido, y el producto se divide por la distancia entrela cornisa y la extremidad superior de la vertical,
el cociente expresará en metros la profundidad del manantial que
sebusca.
Si la pendiente de las colinas es uniforme, no hay necesidad de
nivelarle hastala cima ó cornisa; bastará limitarse á hacerlo hasta
un tercio ó una cuarta parte de su altura, pues el resultado será
idéntico. Si el valle es irregular ó consta de dilataciones y estre¬
checes, no conviene hacer dichos ensayos donde sea menor su anchura, sino más bien enaquellos sitiosen quelas laderas del valle
distan más entre sí.
Cuando los estratos de ambas pendientes, sobre ofrecer una no¬
tableinclinación, buzan hacia el fondo del valle, suele ocurrir que la corriente que se busca en el alumbramiento no se encuentra en laintersección ólínea sinclinal de losbancos, sino más honda^ por cuanto nosiendo éstos continuos, dicha intersecciónse hallarepre¬
sentada poralguna falla ó grieta que deja paso libre á las aguas quecirculan por el interior. Sin embargo, este caso es excepcional,
ylo anotamos tansólo para quesirva de aviso, pues confirma la
necesidad deconocer á fondo la constitución geológica de laco¬
marca, verdaderapiedra de toque pararesolver con acierto todas
estas cuestiones. Otras veces, én lugar de este accidente, que fué
sin duda el que motivó en el sondéo artesiano de Alcalá la equivo¬
cación respecto al espesor del terrenodetrítico que rellena el valle,
se*encuentran condiciones favorables que permiten dar con el ma¬
nantial antes delo que uno se creía.
Asísucede, pongamos por caso, cuando las capas de ambas la¬
derassepresentan horizontales é impermeables, pues en este su¬
puesto, es portodo extremoraro que dejen de ser aquellas conti¬
nuas, cortándose antes de la líneade intersección de ambas pen¬
dientes, lo cual hace quelas aguas sean someras. También puede
ocurrir esto cuando laformación de acarreo que rellena el fondo
del valle ofrece más de una alternación de capas horizontales im¬
permeables ypermeables, con laparticularidad deque entonces no sólo existen muchas aguas próximas á la superficie, sinoque seten¬
drá lá seguridad de iluminar tantos manantiales, cuantos sean los
horizontes impermeables.
EL ARTE DE BUSCAR MANANTIALES 613
Para llegar á conocerlaprofundidad de
los manantiales existen¬
tesó quese buscanen las montañas y en sus
laderas, el procedi¬
miento es algún tanto distinto delque
acaba de señalarse, siquiera
en esteúltimo caso la solución delproblema puede decirse que es exclusivamente geológico, ó entra de lleno en
los dominios de
estaciencia, pues conocida la
composición
yestructuradel terreno, todo
se reduceá determinar las capas que sonó no son
permeables
y su colocación respectiva.Marcado ya elpunto donde ha de
practicarse el alumbramiento,
bien sea enla pendiente, 6 en la
cornisa
y partesuperior de
unmonté, colina, el explorador deberá
bajar algunas decenas de
pasossegún Paramelle, teniendo
cuidado de
reconoceratentamente la
na¬turaleza y estructura de las diferentes capas,
lo cual
no esdifícil de
verificar porcuanto á menudo aparecen
al descubierto
susextre¬
midadesenla vaguadamisma, enalgún barranco
ó
cortenatural in¬
mediato, yviendo al propio tiempo
hacia dónde
seencaminan,
puessi elbuzamiento es para elinterior delmonte, es
excusado buscar
nimanantiales, nicorrientes que los proporcionen.
Mas si los
estratos son horizontales ó inclinan en el sentido de la pendiente,
se detendrá el observadoren el punto en que aparezca el primer impermeable, enatención áque
allí debe existir el manantial ó el
agua que setrata de alumbrar;
después de lo cual, apreciada por
una simple nivelación la distancia
vertical
queexiste entre la
apa¬rición del horizonte impermeabley el punto
elegido, el
númerode
metrosquearroje ésta
representará la profundidad del
pozo,galería
ó excavación que debe abrirse para
bailar el
agua.Idéntico procedimiento se
aplicará cuando
sedesea encontrar
aguaen una meseta, es
decir,
que seprecisa primero el punto don¬
de ha de hacerse el alumbramiento,luego se sigue la
vaguada has¬
ta el pie delescarpe ó pendiente
rápida
querepresenta la cornisa
del monte, senivela desde el punto en que aparece
la
capaimper¬
meable, yelresultadode estas
operaciones será conocer la pro¬
fundidad.
Enlas llanuras ógrandes vegas, el
medio de adquirir estos ante¬
cedentes es aún más expedito yseguro,
sobre todo si anteriormen¬
te se practicaron con buen éxito otros
alumbramientos, pues en es¬
te caso, cerciorándose antes de que
toda la extension
queaquélla
ocupa es uniforme, lo