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Los juegos de pelota en el norte de Yucatan: una revision de los datos

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Los juegos de pelota en el norte de Yucatan: una

revision de los datos

Eric Taladoire

To cite this version:

Eric Taladoire. Los juegos de pelota en el norte de Yucatan: una revision de los datos. Sociedad Española de estudios mayas. Perspectivas Antropologicas en el Mundo Maya, pp.163-180, 1993, Per-spectivas Antropologicas en el Mundo Maya. �hal-02893446�

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LOS JUEGOS DE PELOTA DEL NORTE DE YUCATAN:

UNA REVISION DE LOS DATOS

ERIC TALADOIRE C.R.A.P. Université de Paris I

En el transcurso de los trabajos realizados en la región de Xculoc (Mo Hopelchen) de 1986 a 1991, por la Unidad de Investigaciones N.° 312 del C.N.R.S. bajo la dirección de Pierre Becquelin, se dedicó una atención particu-lar a la identificación y descripción del juego de pelota de Xculoc, ya mencio-nado por Pollock (1980). Previas visitas recientes de Kurjack y de Andrews (com. pers.) no les habían permitido identificarlo, pero nuestras investigacio-nes lograron confirmar su existencia de manera definitiva. Paralelamente, se notó la ausencia de tales estructuras en los sitios vecinos de Xcochkax, Chunhuhub y Xpostanil. Esta identificación tiene relevancia, ya que Pollock, en su acercamiento sistemático a la arquitectura de la zona Puuc, muy raras veces menciona la presencia de canchas de juego de pelota, si no se toman en cuenta los ejemplos conocidos de Uxmal o de Sayil.

En varios trabajos recientes (Greene, Kurjack y Maldonado, 1991; Greene, 1991), Merle Greene insiste sobre la ausencia casi sistemática de juegos de pelota en los sitios de Yucatán, al norte de una línea ficticia que une Chetumal a Escarcega: si no se considera aquí el sitio muy excepcional de Chichén Itzá, que contaría con unos 13 juegos de pelota (Lincoln, 1985; 1987), Greene menciona la existencia de solo 9 sitios, que incluyen 10 canchas, o sea: Edzná, Uxmal, Sayil, Santa Rosa Xtampak, Tzum, Cobá (dos juegos de pelota), Xculoc, Oxkintok, y Yaxcopoil (no confirmado) (Cuadro n.° 1). Esta rareza, junto con la ausencia de juegos de pelota en sitios bien conocidos como Hochob, Dzibilchaltun o Aké, o fechados del Postclásico Tardío, como Tulum y Mayapán, lleva a este autor a considerar que el juego de pelota tendría, en Yucatán, un papel muy reducido y distinto del que se desarrolló en las tierras bajas centrales. Sin querer, por el momento, empezar a discutir este ŭltimo punto, quisiera nada más subrayar dos elementos importantes. Al contrario de Greene, Kurjack y Maldonado (1991), quienes consideran el área norte arriba

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de una línea ficticia, que corta la zona de Río Bec en dos partes (Mapa 1), creo preferible tomar en consideración, para una mejor aproximación, las áreas culturales conocidas y definidas del norte de Yucatán. Además, me parece necesario tomar en cuenta no sólo áreas cronológico-culturales, como el Puuc, Los Chenes y Río Bec, sino también ariadir en nuestro análisis las zonas con las cuales se supone que tuvieron contactos, tales como el Norte de Belice (Chase y Chase, 1982; Hammond, 1991; Tuerenhout, 1991), o el sitio de Ceibal (Miller, 1977; Smith, 1982).

Por otro lado, antes de generalizar, hay que recordar siempre que, en comparación con otras áreas del territorio maya, Yucatán carece de investiga-ciones sistemáticas: disponemos a la fecha de algunos sitios bien conocidos, pero nos hacen todavía falta mapas, planos o investigaciones. Zonas enteras nunca han sido estudiadas; varios proyectos, como los de Río Bec o del sur de Quintana Roo, no han sido completamente publicados. A pesar de este desconocimiento relativo, las investigaciones que se desarrollan actualmente, por ejemplo en Uxmal (Maldonado, 1979; Kowalski, 1991), Sayil (Dunning, 1988; Sabloff, 1985) en la región de Xculoc (Becquelin et al., n.d.), en Oxkintok (Rivera, 1990; 1991), o en Chichén Itzá y sus alrededores (Lincoln, 1985, 1987; Ringle et al., 1991), permiten aumentar cada ario el nŭmero de juegos de pelota, o cantidad de datos en conexión (esculturas, fechamientos...). Si en

1985, Greene podía establecer una lista de apenas 10 sitios y 23 juegos de pelota (14 sitios y 28 canchas, si se incluyen los sitios de Río Bec (2 ejemplos), Becán, Peor es Nada y Kohunlich), podemos ahora (Cuadro n.° 1) llegar a un total potencial de 27 sitios y 42 canchas, algunas todavía por confirmar. Se merece entonces por lo menos, una revisión de los datos disponibles.

Antes de empezar el examen de los nuevos datos, quisiéramos subrayar dos puntos: por la palabra Yucatán, designamos aquí el mero Estado de Yucatán, así como la Costa del Caribe, y Quintana Roo, las zonas del Puuc, de los Chenes y Rio Bec, y la mayoría del Estado de Campeche, salvo el suroeste (tierras bajas noroccidentales) (Mapa 1). Por otra parte, ya se conocen en este área varias canchas de juego de pelota bien identificadas, que no vamos a considerar aquí, sino recordarlas: 9 ejemplos en Chichén Itzá, 2 en cada uno de los sitios de Río Bec y Cobá, y uno en los sitios de Uxmal, Sayil, Becán, Peor es Nada y Kohunlich. Queda todavia sin confirmar la existencia de un juego de pelota en Nohoch Mul (Blom, 1932) (Cuadro n.° 2, Cuadro n.° 3).

Nos llaman más la atención ahora las nuevas evidencias.

Efectivamente, debido a la ampliación de las investigaciones en el área maya norte, durante los ŭltimos diez arios, han sido confirmadas varias canchas, otras han sido excavadas y restauradas, y se identificaron nuevas, antes desconocidas. En Chichén Itzá, segŭn Lincoln (1985; 1987), Greene (1991) y Greene, Kurjack y Maldonado (1991), el nŭmero de juegos de pelota Ilegaría a 13, en vez de los 9 mencionados por Ruppert (1952): pero por el

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momento, sólo se publicaron algunos datos sobre la estructura 5D5 (Lincoln, 1987). En Ek Balam (Ringle et al., 1991), se identificó una cancha en el centro del sitio, mientras el juego de pelota de Santa Rosa Xtampak ha sido confirmado y publicOo (Folan, 1991). Cabe mencionar aquí que en su informe, el mismo Folan habla de una segunda cancha localizada en la periferia de Santa Rosa. El trabajo de von Euw (1977) en Tzum e Itsimté, cerca de Bolonchén, deja suponer la existencia de una cancha abierta en cada uno de estos sitios. Kurjack y García (1980) sugieren la presencia de otra cancha en el sitio de Yaxcopoil, todavía no confirmada. Recientemente, la Misión Arqueo-lógica de Esparia en México (Rivera, 1990; 1991 y com. pers., González, 1990) hizo excavaciones en el juego de pelota abierto de Oxkintok (Estructura Dzib 10), pero los datos arquitectónicos, tanto como de las esculturas, están todavía en prensa. Para acabar con esta breve presentación, cabe incluir otra cancha cuya existencia tampoco ha sido confirmada, en Dzibilnocac (Nelson, 1973).

Hemos dejado de lado, hasta ahora, la zona estudiada por Dunning, alrededor de Sayil, porque es la ŭnica que ha sido el objeto de un estudio más sistemático, debido al enfoque geográfico del autor; este recorrido, aunque más bien dirigido al estudio de los suelos, permitió a Dunning (1988a y b) identificar y describir varios sitios poco conocidos, entre los cuales identificó varios juegos de pelota. Su lista (Cuadro n.° 1) menciona la existencia de juegos de pelota en siete sitios o sea: Nohpat, Halal y Chacmultun (segŭn Benavides), por un lado; Xcorralché, Yaxhom, Xcalumkin y un sitio sin nombre, (n.° 31 de su lista), por otro lado. Segŭn él, si quedan todavía dudas sobre la identifica-ción de los ŭltimos cuatro, los juegos de pelota de los tres primeros sitios están bien identificados, y él publica el plano del juego de pelota de Nohpat. Cabe mencionar aquí que, por un lado, en Xcalumkin, una breve visita de Becquelin y Michelet en 1991 no les permitió ni descartar ni confirmar la existencia de tal cancha; mientras, por otro lado, el recorrido hecho en 1991 por R. Carrasco, en el sacbé entre Kabah y Uxmal le permitió levantar el plano completo del juego de pelota de Nohpat (com. pers.; ver este volumen). Eso demuestra que, aunque algunas de las canchas mencionadas por Dunning no están confirma-das, un recorrido sistemático a escala regional ofrece la posibilidad de encon-trar nuevas evidencias, que el trabajo del Atlas (Kurjack y Garza, 1980) no permite contemplar

Por fin, tres sitios merecen aquí una mención más detallada: el primero sería obviamente Oxkintok, pero nos hacen falta los datos que Rivera y los

Se parece esta situación con lo que se propone de la existencia de dos canchas en Santa Rosa Xtampak. Por otro lado, sería interesante saber si existen otras canchas un Uxmal: dada la importancia del sitio, en comparación con Chichén Itzá, sería una posibilidad lógica. Hay que recordar que en sitios tan conocidos como Palenque o Copán, si por mucho tiempo sólo se habló de un juego de pelota, los trabajos recientes permitieron identificar otras canchas, fuera del centro de las ciudades. Sólo un trabajo intensivo permitiría resolver esta pregunta.

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CUADRO 1

Cuadro comparativo de la identificación de juegos de pelota en Yucatán

Tala-doire

Scarbo-rough Greene Dunning Otros Total

Becan X X X 1 Chacmultun X X 1 Chichén Itzá X(9) X(9) X(13) 13 Cobá X(2) X(2) X(2) 2 Dzibilnocac X 1 Edzná X X X X 1 Ek Balam X 1 El Palmar X 1 Halal X 1 Itsimté X X X 1 Kohunlich X X X 1 Nohoch Mul X 1 ? Nohpat X 1 Okop X 1 ? Oxkintok X X X X 1 Peor Es Nada X X X 1 Rio Bec X(2) X(2) X(2) 2

Santa Rosa Xtampak X X X X(2) 2

Sayil X X X X X 1 Tzum X X X 1 Uxmal X X X X 1 Xcalumkin X ? 1 ? Xcorralché X ? 1 ? Xculoc X X X 1 Yaxcopoil X X ? 1 ? Yaxhom X ? 1 ? N.° 31 X ? 1 ? 16 sitios 11 S. 14 S. 15 S. 5 S. 27 S. 26 J.P. 21 J.P. 28 J.P. 15 J.P. 6 J.P. 42 J.P.

miembros del Proyecto están por publicar (ver este volumen). Los otros dos son Edzná y Xculoc. Por muchos arios, se suponía la presencia en Edzná de una cancha de juego de pelota parecida a las de Chichén Itzá, hasta que los trabajos recientes de excavación y restauración del sitio dirigidos por Luis Millet comprobaron que el supuesto juego de pelota era efectivamente otro tipo de edificio. Pero la ampliación de las excavaciones permitió identificar otra cancha de un tipo bien conocido (Benavides, 1989), abierto, con

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banque-tas laterales bajas, taludes y cornisas. Aunque la cancha queda abierta, existen a poca distancia muros bajos que la cierran parcialmente, así que se puede considerar como semi-cerrada, un caso que se encuentra también en Sayil o en Chichén Itzá.

En Xculoc, el juego de pelota está localizado en la parte noroccidental del sitio, en la orilla de la plataforma rocosa (Uitz): la parte posterior de la estructura lateral oeste cae directamente hacia la planicie o Kancab, y los lados del Uitz han sido reforzados por muros gruesos. Al norte, varios edificios cierran parcialmente el patio cabezal, mientras no se notaron ningunos límites hacia el sur. El juego de pelota incluye una cancha de 27 metros por 7,75 metros, orientada de norte a sur, y dos estructuras laterales paralelas, de 23,5 metros de largo, por 4 metros de alto. Cada estructura lateral se compone de una banqueta baja (de unos 50 cms de alto), más larga que la estructura propia, de un talud de 30° a 450 , y una cornisa superior todavía visible. Parece que el piso de la cancha se compone de lajas. No se pudieron identificar otros rasgos significativos. A manera de sintesis, el juego de pelota de Xculoc cabe muy bien al igual que el de Edzná, en nuestro tipo II, aunque quede abierta la posibilidad de que sean parcialmente cerrados, lo que resultaría en que corresponderían más bien a variedades del mismo tipo 2.

Para acabar con esta presentación de los datos disponibles, quisieramos recordar que, al revés, la existencia de juegos de pelota en varios sitios mapeados como lo fueron Aké y Hochob (Carrasco, com. pers.) no ha sido confirmada, lo que permite reducir las listas previamente publicadas (Taladoi-re, 1981; Scarborough, 1991). Otros ejemplos, como es el caso de Okep, faltan todavía de confirmación. Los Cuadros n." 1, 2 y 3 presentan varias sintesis de lo que se conoce a la fecha sobre las canchas consideradas aqui. Debido a la falta de datos precisos sobre la mayoría de los casos, el Cuadro n.° 2 incluye solamente informaciones generales sobre las estructuras. El Cuadro n.° 3 presenta las referencias bibliográficas principales.

Con todo lo que se acaba de presentar, podemos entonces modificar de manera significativa las afirmaciones de Greene, Kurjack y Maldonado (1991), ya que, en comparación con sus 10 sitios y 23 juegos de pelota, llegamos ahora a una lista provisional de 27 sitios y 42 canchas. Hay que recordar, obviamen-te, que esas listas no se pueden realmente comparar, en tanto que ellos no habían incluido voluntariamente ciertos ejemplos que consideramos aquí, como Rio Bec, Becán o Kohunlich. En otro aspecto, su lista había sido establecida en 1985, y los trabajos recientes han contribuido a aumentar la

= No se tratará aquí, salvo los ejemplos de Edzná y Xculoc, de incluir las canchas en las tipologías existentes (Taladoire, 1981), ya que se necesitaría, para hacerlo, muchos datos que faltan todavía. La revisión de las tipologías para las Tierras Bajas Mayas es un trabajo que queda por hacerse.

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CUADRO 2

Datos generales relativos a los juegos de pelota de Yucatán N.° Estr. Tipo AICISC Cancha Eje Fecha

Becán 11 I v 1 A 32 x 9,2 NS CR

Chacmultun CR ?

Chichén Itzá 2D 1 II1v1 SC 96,5 x 30 NS TC Chichén Itzá 3D4 Iv2 SC 29 x 10,7 NS TC Chichén Itzá 3C10 Iv2 SC 21 x 9 NS TC Chichén Itzá 2D9 Iv3 SC 28,7 x 10,5 NS TC Chichén Itzá 3E2 Iv3 SC 33 x 11 NS TC Chichén Itzá Monjas Iv3 SC 26 x 11 NS TC

Chichén Itzá Gr Este Iv3 SC NS TC

Chichén Itzá Holtun II A 16 x 7 EW TC Chichén Itzá Chultun 11v2 SC 26 x 7 NS TC

Chichén Itzá 5D5 III A NS TC

Chichén Itzá ? Chichén Itzá ? Chichén Itzá ?

Cobá 17 II A 27 x 3,5 EW CR

Cobá Gr D II A 22 x 4 NS CR Dzibilnocac Gr B A 25 x 5 NS CR Edzná 11 II SC 23 x 5 NS CR Ek Balam A 24 x 9 ? NS TC El Palmar I A CR Halal EP Itsimté 9-10 A EP Kohunlich I A CR Nohoch Mul GrC 4-5 A NS CR Nohpat III-1 I ? SC 22 x 5 NS EP Okop GrB 7-8 A 25 x 1 ? NS CR Oxkintok Dz 10 A NS CR ?

Peor Es Nada 6 I A 21 x 8,5 NE-SW CR

Río Bec V:2 I A 16 x 5,5 EW CR

Río Bec 11:4 I A 32 x 10 EW CR

Santa Rosa Xtampak II A 23,2 x 7,9 NW-SE CR Santa Rosa Xtampak ?

Sayil Iv 1 SC 23,3 x 10 EW TC Tzum A45-46 A NS EP Uxmal 9 I A 34 x 10,5 NS TC (905 AD) Xcalumkin 9 EP Xcorralché 9 EP Xculoc C6-1 II? A 27 x 7,75 NS TC Yaxcopoil ? Yashom ? EP N.° 31 9 EP

Nohmul 28-29 I A NE-SW CR/PA

Ceibal C9 A EW TC

Tipo: Los tipos corresponden a la tipología de Taladoire, 1981. A: Abierto; C: Cerrado; SC: semi cerrado.

Cancha: las dimensiones son dadas en metros.

Fecha: CR: Clásico Reciente o Tardío; TC: Clásico Terminal; PA: Postclásico Antiguo o Temprano; EP: Early Puuc.

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CUADRO 3

Referencias utilizadas para la identificación de los juegos de pelota del Yucatán

Becán Ruppert y Denison, 1943; Ruz, 1945.

Chacmultun Dunning, 1988 (segŭn Benavides).

Chichén Itzá Ruppert, 1952; Greene y Kurjack (en prensa); Greene, 1991; Lincoln, 1985; 1987.

Cobá Thompson, Pollock y Charlot, 1932; Benavides, 1976.

Dzibilnocac Nelson, 1973.

Edzná Benavides, 1989.

Ek Balam Ringle et al., 1991.

El Palmar Ruz, 1945.

Halal Dunning, 1988.

Itsimté Von Euw, 1977.

Kohunlich Segovia, 1969; D. Z. de Dávila, 1979.

Nohoch Mul Blom. 1932.

Nohpat Dunning, 1988; Carrasco, 1991.

Okop Wilson, 1972.

Oxkintok Rivera, 1990; 1991; González Arena, 1990. Peor es Nada Ruppert y Denison, 1943; Ruz, 1945. Río Bec Ruppert y Denison, 1943; Ruz, 1945. Santa Rosa Xtampak Folan, 1991.

Sayil Sabloff et al., 1985.

Tzum Von Euw, 1977.

Uxmal Maldonado, 1979; Kowalski, 1991.

Xcalumkin Dunning, 1988.

Xcorralché Dunning, 1988.

Xculoc Pollock, 1980; Becquelin, n.d.

Yaxcopoil Greene y Kurjack (en prensa).

Yaxhom Dunning, 1988.

N.° 31 Dunning, 1988.

Se mencionan en este cuadro solamente las referencias principales, de acuerdo con la bibliografia utilizada.

lista: Greene toma asi en consideración, entre su primera y segunda publica-ción, el nuevo juego de pelota de Edzná. Por fin, no hay que olvidar que varias de las canchas mencionadas en los diferentes cuadros podrian, como ocurrió en los casos de Hochob y Aké, resultar de una identificación errónea, y entonces desaparecer de nuestra lista: en sitios como Okop, Yaxcopoil, Xco-rralché, Yaxhom o Xcalumkin, falta todavia mucho para tener seguridad; sólo investigaciones futuras permitirán una identificación definitiva. Pero el ejem-plo de Edzná no tiene que ser olvidado, en donde hubo una equivocación, pero también un juego de pelota.

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A pesar de esas consideraciones, y aŭn con cierta prudencia, no se nos puede escapar una primera evidencia: las recientes excavaciones y/o investiga-ciones en Yucatán permitieron en menos de cinco arios duplicar el nŭmero de canchas conocidas, y faltan todavía muchos trabajos sin publicar, que podrían contribuir al aumento del nŭmero de juegos de pelota. Una evaluación global del papel del juego de pelota en Yucatán nos parece entonces poco factible, mientras queden pendientes tantas informaciones.

Para subrayar esta primera idea, nada más basta mencionar tres ejemplos: en la zona que corresponde a Belice, el nŭmero de juegos de pelota (y por consecuencia el papel del juego) ha sido completamente modificado en los

ŭltimos diez arios, con el descubrimiento de numerosos ejemplos (Aventura,

Nim Li Punit, Nohmul, Cerros, C'hacben k'ax ...) y con el fechamiento de algtinas canchas del Preclásico Tardío (Scarborough, 1991). En las Tierras Bajas Noroccidentales, recorridos por S. Pincemin (com. pers.) permitieron identificar varias canchas, en un área en donde no se conocía hasta el momento ningŭn ejemplo (ver mapa): eso tiene cierta relevancia, ya que varios rasgos en esta zona podrían relacionarse con la historia de la zona Puuc. Por fin, hasta en nuestra propia área de investigación,la situación ha cambiado: es obvio que la zona del Puuc ha sido el objeto de más atención en los ultimos arios. Si se consideran entonces las cantidades relativas de juegos de pelota conocidos, eso refleja el avance de las investigaciones:

1981 (Taladoire) 1985 (Greene) 1991

Costa Caribe/Quintana Roo 2 sitios: 3 j.p. 1: 2 j.p. 2: 3 j.p. Yucatán 2 sitios: 10 j.p. 1:13 j.p. 5:15 j.p. Río Bec 3 sitios: 4 j.p. 3: 4 j.p. 3: 4 j.p. Chenes 2 sitios: 2 j.p. 1: 1 j.p. 2: 3 j.p.

Puuc 5 sitios: 5 j.p. 6: 6 j.p. 16:16 j.p.

Como se ve en el cuadro, áreas donde no se desarrollaron investigaciones amplias como Río Bec o los Chenes no vieron su nŭmero de canchas modifica-do, mientras en el Puuc, o cerca de Chichén Itzá, la situación ha cambiado de manera significativa. Es entonces muy probable que publicaciones nuevas (como las de Río Bec, o el sur de Quintana Roo) o trabajos futuros aumenten el corpus, y modifiquen nuestras hipótesis sobre el papel del juego.

Quisieramos ahora volver al artículo de Merle Greene (1991) quien su-brayaba varias ideas relacionadas con la ausencia relativa de juegos de pelota en Yucatán. Greene, Kurjack y Maldonado (1991) presentaban de manera preliminar tres hipótesis:

— Existen pocos juegos de pelota en Yucatán.

— El nŭmero de canchas en Yucatán es menor que en las Tierras Bajas Centrales.

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(11)

— El fechamiento de los juegos de pelota en Yucatán es muy tardio en el

Clásico, y el juego desaparece rápidamente en el Postclásico.

A manera de conclusión, deducían de esas hipótesis que el papel del juego de

pelota en Yucatán había sido muy reducido. Regresaremos más adelante a esta

ŭltima propuesta, y examinaremos ahora lo relativo a las hipótesis.

En cuanto a la primera, ya hemos visto que si, efectivamente, no se

identificaron muchos juegos de pelota en Yucatán, eso se debe más bien a la

falta relativa de investigaciones comparables a las que se hicieron en el Petén o

en Belice; los trabajos recientes aumentan regularmente el corpus.

En cuanto a la segunda hipótesis, el n

ŭmero relativo de canchas en

Yucatán no parece tan reducido, ya que en 1981, para todas las tierras bajas

mayas, apenas llegaba a 92 (26 de ellas en Yucatán) el n

ŭmero de canchas

conocidas. Claro que a la fecha, este n

ŭmero ha crecido bastante (se llegaría a

más de 120), pero 42 ejemplos en Yucatán sobre unos 120 no puede

conside-rarse como una cifra despreciable (ver mapa).

Pero, además, conviene tomar ahora en consideración un aspecto que

podría constituir un punto fundamental para un examen realmente válido del

problema. Hemos discutido, hasta ahora, sobre el tema, en términos

puramen-te geográficos (cf. la línea Escárcega-Chetumal de Greene, Kurjack y

Maldo-nado) o geográfico-culturales, para áreas definidas, como es el Puuc. Pero hay

que considerar que los juegos de pelota no existen de por sí, sino por su

significado dentro de un contexto político, económico o cultural. Aunque

resulta todavía muy dificil definir las situaciones relativas de las distintas áreas,

varios elementos nos autorizan a considerar en nuestro acercamiento sitios que

no pertenecen geográficamente, pero sí culturalmente a Yucatán.

En su informe sobre los trabajos de levantamiento topográfico en Chichén

Itzá, Lincoln (1987) plantea una hipótesis preliminar sobre ciertas semejanzas

entre los distintos grupos del sitio. Aunque no existen patrones fijos, algunos

elementos arquitectónicos, tales como estructuras redondas, templos de dos

cuartos con columnas, salas con columnas, o juegos de pelota parecen

consti-tuir rasgos significativos, que, asociados, dan al grupo un papel o una

importancia determinada. Este patrón de asentamiento constituiría un criterio

muy específico, característico del Clásico Terminal. Pero parece que su

ubica-ción no queda dentro de los límites de Chichén Itzá: en Oxkintok, el grupo

Dzib incluye, además del juego de pelota, un edificio de planta circular,

aunque su fechamiento resulta tal vez anterior.

Asimismo, los recientes trabajos en Nohmul (Hammond, 1991; Hammond

et al., 1987; Tuerenhout, 1991) insistan sobre el fechamiento muy tardío (fase

Tecep) de la edificación del juego de pelota en este sitio. El juego de pelota de

Nohmul se construyó en un momento en que aparecen en el sitio cerámicas del

grupo Pizarra, que demuestran los lazos del sitio con Yucatán, y, tal vez, la

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presencia de grupos yucatecos en la parte norte de Belice. Además, Tuerenhout subraya la presencia, en el mismo grupo del sitio, de un edificio circular: se trata entonces aquí de rasgos parecidos a los que Lincoln notó en Chinchén I tzá.

Miller planteó hace varios arios (1977), la hipótesis de lazos políticos y culturales, segŭn un estudio de la iconografia del juego de pelota de Chichén Itzá, entre el sitio yucateco y Ceibal. El mismo autor, y Tuerenhout, recuerdan la existencia en Ceibal de un juego de pelota (estr. C9), fechado para el Clásico Terminal (fase Bayal), que presenta semejanzas con los de Chichén Itzŭ (Smith, 1982): cerrado en parte por muros bajos, con patios cabezales irregulares, esta pegado en una de sus extremidades al Sacbé

II,

que conduce, rumbo al sur, a la estructura redonda C 79, de la misma fecha. Tanto el juego de pelota, que se parece a las estructuras 2D9 y 3D4 de Chichén Itzá, como la estructura C 79, que nos hace pensar en el Caracol, Ilevan a Smith a pensar, tomando en cuenta otros elementos tales como la escultura o la cerámica, en la existencia de lazos entre Ceibal y el Clásico Terminal de Yucatán.

Por su parte, en Lamanai, Pendergast (1981) subrayó la posibilidad de lazos estrechos entre el sitio y grupos norterios, durante el Clásico Terminal, al momento en el cual se edificó el juego de pelota del sitio.

Aunque queda mucho por hacer para reexaminar la validez de esta hipóte-sis sobre el patrón de asentamiento, no cabe duda que, tal vez en la zona del río de la Pasión, y en Belice, no solamente en Nohmul o en Lamanai, sino también en San Estevan y Aventura, la edificación de juegos de pelota se desarrolló en un periodo tardío, caracterizado en gran parte por el estableci-miento de lazos con la zona norteria (Chase y Chase, 1982). Cabe recordar que el caso del sitio de Kohunlich parece muy similar, aunque carecemos todavia de muchos datos (D. Z. de Dávila, 1979). Culturalmente, entonces, el nŭmero de canchas «norterias» resultaría otra vez más importante, dentro de las tierras bajas 3.

En cuanto a la ŭltima hipótesis de Greene, Kurjack y Maldonado (1991), quiere decir que el fechamiento tardío del complejo de juegos de pelota de Yucatán, dentro de la fase Cehpech, queda todavía por resolver. Nada más se pueden presentar aquí hipótesis preliminares (ver Cuadro n.° 2), ya que la mayoría de las canchas carecen de fechamiento seguro o preciso. Parece muy probable que la mayoría de los juegos de pelota considerados aquí estén fechados para el Clásico Tardío o Terminal, o tal vez para principios del Postclásico Temprano: recordamos que los sitios del Postclásico Tardío no poseen juegos de pelota. La ŭnica cancha fechada por inscripciones jeroglifi-3 Al revés, habria que tomar en consideración que, por ejemplo, los juegos de pelota de Cobá tendrian que ser considerados como pertenecientes culturalmente al Petén, lo que modificaria otra vez, en sentido contrario, el número de juegos de pelota de Yucatán.

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cas 4 es la de Uxmal (905 d. C.) (Kowalski, 1991), lo que encaja bien en el fechamiento general. Esta ubicación cronológica corresponde también al fe-chamiento de los juegos de pelota de Nohmul (fase Tecep) de Lamanai, o de Ceibal (fase Bayal). La idea de Greene, Kurjack y Maldonado de un apogeo breve y tardio del juego de pelota en Yucatán parece entonces muy probable, aunque hay que recordar que la fase Cehpech tiene una amplia dur n. Los

ŭnicos elementos que podrian contribuir a modificar este fechamiento, da

más antigiiedad al juego en el norte, serian los juegos de pelota de Cobá, Edzná y Oxkintok, esto es, los sitios que tuvieron una ocupación previa al apogeo de las culturas caracteristicas del norte de Yucatán. Por otro lado, la cantidad de canchas semi-cerradas, con patios cabezales grandes e irregulares (Edzná, Chichén Itzá, Xculoc, Sayil, Ceibal), segŭn la hipótesis que hemos presentado en 1981, vendría a confirmar un fechamiento tardio: en los Altos de Chiapas y de Guatemala, las canchas semi-cerradas se multiplican también durante el Clásico Terminal.

Para sintetizar nuestro examen de las hipótesis planteadas por Greene, Kurjack y Maldonado, si bien estamos de acuerdo, aunque con algunas reservas, acerca de la ubicación cronológica del juego de pelota en Yucatán, nos hemos alejado de sus ideas relativas a la poca frecuencia, tanto absoluta, como relativa, de dichos juegos. Sin embargo, no queremos aqui contradecirlos completamente, puesto que, considerando el problema desde otro punto de vista, parece que si existen menos canchas en Yucatán que en las Tierras Bajas Centrales. Hasta ahora, hemos insistido mucho sobre los nuevos hallazgos en Yucatán, pero no hay que olvidar que, al mismo tiempo, se descubren también numerosos ejemplos en otras partes del área maya: ya hemos mencionado los hallazgos en Belice, o en las Tierras Bajas Noroccidentales; se podría mencio-nar también otros casos, tales como las canchas descubiertas en el sureste del Petén (ver Laporte en este volumen).

Así que proporcionalmente, queda cierta diferencia entre el sur y el norte de las tierras bajas, sobre todo si se toma 'en cuenta la amplitud cronológica, o la superfície total de cada área. Además, en nuestro corpus, un solo sitio, Chichén Itzá, con sus 13 canchas, ocupa un papel especial: si no se toma en cuenta, la desproporción aparece mucho más claramente. Al revés, la brevedad del apogeo de las áreas norterias modifica esta situación, ya que si se cons-truyeron menos juegos de pelota en Yucatán, casi todos se edifícaron en un corto lapso de tiempo, mientras la historia del desarrollo del juego en las Tierras Bajas Centrales tiene más duración, lo que contribuye a disminuir el porcentaje de canchas por periodo. Para acabar este examen, si bien existen en el Petén sitios mayores sin juegos de pelota conocidos, como Mirador o 4 El fechamiento del anillo recién descubierto en Oxkintok no está disponible todavía, pero segŭn Rivera, se ubicaría en el Clásico Tardío.

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Bonampak, el nŭmero de sitios mayores sin canchas en Yucatán es más importante: sin volver a mencionar sitios del Postclásico Tardio, Dzibilchaltun, Hochob, Kabah, Labná, Ichmul, o Chicanná, por ejemplo, que carecen de tales edificios. Existen entonces ciertas diferencias entre Petén y Yucatán, que podemos resumir así: Segŭn los datos disponibles, el juego de pelota tiene antigriedad mayor en las Tierras Bajas Centrales (Cerros: Preclásico Tardío), y aunque resulta dificil evaluar su papel durante el Clásico Temprano (Copán), conoce su apogeo durante el Clásico Tardío: la mayoría de los sitios tienen por lo menos una cancha, algunos, dos o tres; pero el juego desaparece con el ocaso del Clásico. Al contrario, en las Tierras Bajas del norte, las pocas canchas más antiguas serían fechadas para el Clásico Tardío (Oxkintok, Cobá), pero el apogeo del juego se ubicaría más bien en el Clásico Terminal: las canchas, un poco menos numerosas, se encuentran sobre todo en algunos sitios mayores. Pero, sea bajo influencias norterias, o debido al establecimiento de lazos con sitios de Yucatán, algunos sitios de la zona central, como Ceibal o Nohmul, empiezan a edificar canchas, que tendrían entonces un papel distinto del que se encontraba anteriormente en la misma área.

Podemos así plantear una primera hipótesis: la carencia relativa de juegos de pelota en Yucatán coincide con su presencia en sitios mayores: segŭn la clasificación propuesta por Kurjack y Garza, se encontrarían juegos de pelota solamente en sitios de Categoria I (Chichén Itzá, Uxmal) o II (Sayil, Yaxco-poil, Santa Rosa Xtampak), y tal vez de categoría III, como Xculoc, pero nunca en sitios menores. En su recorrido, Dunning no menciona juegos de pelota en sitios de rango inferior al II. Esta hipótesis coincide paricialmente con la edificación de juegos de pelota fuera de Yucatán, pero relacionadas con grupos yucatecos: así se podría explicar la construcción de canchas en períodos tardíos en los sitios mayores, localmente, de Ceibal, Nohmul o Lamanai. Para los grupos que radican en esos sitios, que sean originarios de Yucatán, o solamente en relación con grupos yucatecos, la posesión de una cancha de juego de pelota en la ciudad representa un elemento esencial para afirmar la

importancia del sitio: el juego de pelota constituye así un criterio efectivo de rango en la sociedad maya del Clásico Terminal. Cualquiera que sea el papel del juego, competitivo, como lo sugiere Tuerenhout (1991), o integrativo, como lo piensa Merle Greene (1991), al estudiar la iconografia del juego de pelota 2D1 de Chichén Itzá, el juego de pelota en Yucatán constituye, a pesar de su breve duración, y de manera distinta de su papel Clásico, un elemento político de suma importancia para establecer su rango.

EsW papel, muy específico, del juego, relacionado con la importancia efectiva o buscada del sitio, puede además encontrar cierta confirmación, si se considera ahora la iconografia. Sin entrar en un análisis demasiado detallado del fenómeno, las representaciones del juego en Yucatán poseen una riqueza mucho mayor que en las Tierras Bajas Centrales. Existen en numerosos sitios

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evidencias iconográficas de representaciones de jugadores o de ritos

relaciona-dos con el juego, pero, como lo hemos sugerido (Taladoire, 1991), aparecen

ciertas discrepancias entre la riqueza iconográfica, y el juego propio. En el

centro del Petén, sitios como Tikal o Uaxact

ŭn poseen canchas, pero el

n

ŭmero de esculturas relacionadas con el juego es muy reducido. La mayoría

de las esculturas que representan jugadores o el juego, se encuentran en sitios

periféricos, tales como Copán, Yaxchilán o Toniná, o en el Norte de Yucatán:

paneles, anillos y pinturas en Chichén Itzá; estelas y anillos en Edzná; anillos y

esculturas en Uxmal, o las esculturas de Ichmul, Oxkintok o El Resbalón... El

estudio de esta iconografia pertenece a otro tipo de investigación, pero parece

ahora posible proponer otra hipótesis: existiría cierta relación entre la

riqueza iconográfica relacionada con el juego, y la relativa carencia de

can-chas?

Esta hipótesis se puede en parte reforzar con un examen rápido de distintas

zonas. En la Costa Pacífica de Guatemala, nada más se pueden localizar unos

diez juegos de pelota (Parsons, 1991), mientras este área es la más rica desde el

punto de vista iconográfico. Al revés, los Altos de Guatemala cuentan con más

de 200 canchas, pero pocos ejemplos de esculturas. Abundan las canchas en el

sur de Chiapas, casi sin esculturas, mientras las pocas canchas del norte del

Estado están acompariadas por una riqueza iconográfica excepcional (Piedras

Negras, Yaxchilán, Toniná...). Nos parece entonces que a menor n

ŭmero de

canchas, más rica es la iconografia. Existiría así una relación inversa entre la

riqueza iconográfica del juego, y la relativa carencia de canchas.

Además, el fenómeno arriba mencionado sería más específico en zonas

periféricas, como el Puuc o la Costa del Pacífico, o fronterizas, como Copán o

el norte de Chiapas. Así la situación en el Yucatán tomaría otro sentido. La

carencia relativa de juegos de pelota se podría explicar a la vez tanto por la

corta duración de la fase Cehpech, como por el papel muy específico del juego,

elemento político esencial de sitios de mayor rango, simbolizado por la riqueza

iconográfica que les pertenece. El caso particular de Chichén Itzá, con sus 13

canchas y sus numerosas representaciones del juego, se podría explicar tanto

por el papel específico del sitio, como por su historia de más duración que la de

otros sitios como Uxmal o Sayil. Sería entonces lógico que los sitios de Belice o

de la zona del Río de la Pasión, para afirmar su identidad, se conformen con

un modelo imitado del sitio más característico del área maya norte, sin poder,

sin embargo, igualar a Chichén Itzá. Faltan todavía por identificar muchos

juegos de pelota en Yucatán, y los ejemplos recientes de Dzibilchaltun y

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