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La nube y su mudanza en el surrealismo

DOLORES PATRIcIA PAREJA Ríos ULPGC

El motivo de la nube en el surrealismo, a través de algunos de los autores más representativos del núcleo parisino y de la facción canaria, deberá inseribirse dentro de una semiótica general, particularizada en les singulares acentos de este movimiento. Desentrañar qué vehicula su existencia en la obra de algunos de sus poetas, en qué marcos se inseriba su sugerente presencia, qué trayectoria, en definitiva, recorre su incansable metáfora, será la indagación propuesta a lo largo de un articule que pretende indicar su trascendencia en un movimiento que cifra en la realización aclamada del desee, unificando principio de placer y realidad, su

más alto designio.

Si la nube se quiere instrumento de apoteosis y epifanías (Chevalier, 1988), estado incognoscible (ib.) de la divinidad para el Islam, encontramos que también es una protección para el fulgen de la luz. Si para la tradición china, la nube indica la transformación que el sabio debe sufrir para aniquilarve (ib.), símbolo pues de la propia metamorfosis en la nada (ib.), también la encentramos en su aspecto de fecundidad —la lluvia—, finalmente vinculada al deseo en el mito griego de txión y Néfele al que volveremos más tarde.

Marguerite Bonnet, comentando el título de FataMorgana de Breton, hace hin- capié en esephénomkme spécifiquement matinal (Bonnet, 1988: 1787) donde des rongées de pilasíres apparaissent duns le cid,paur sembler en un clin doelí se replier en arcar/es et en volites (...) ou paur se transjkrmer enpins et en cyprts (Flammarion, C., citado por Bonnet, 1988: 1787). Efectivamente, la réverie poéti- ca de ]3reton en este largo poema parte de un fenómeno atmosférico, de un mirage propio de las nubes: Ce matin la filíe de la montagne tiení sur ses genoux un accordéon de chauve-soaris blanches (Breton, 1988: 1185), que con susanalogies visuellesproduitespar le spectacle changeansdesnuages, otorgaría al poema une certaine continuité (Bonnet, id.). Continuidad de un nouveau jaur (Breton, id.) paralela a la permanencia ¿e un amor ——no espejismo, sino realidad vivida— en donde la amada sale transmutada —tonjoar» renouvelé(e) (Bonnet, id.)— come el

Romenojeni ProfJ.Cantera. Serv. Publicaciones Universidad Complutense. Madrid,¶992

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mismo sentimiento, que deberá changer de visage (Breton, íd.), en esa gíande a/gtbre (ib.) de la unión.

El fenómeno atmosférico, metamorfosis constante, suscitará pues la analogía del amor, siempre continuo en la renovación, presentándose come metáfora funda- mental de un necesario dinamismo en el vínculo amatorio. El final del poema, que se cierra con un lacónico y contundente Le so/vil, aparición anunciada por el alba y principio del texto. disipa al decir de Bonnet el ni/ruge interior y el exterior (id.:

1791), el surgimiento imparado de imágenes, atrapando finalmente en el instant.e poético y amoroso la segura certeza —acaso silenciosa— de la luz.

Bajo un prisma focalizado en ese resplandor interior y fulgurante del amor observará Ereton en el capítulo V delAmourjóu a la nube, que en un primer acer- camiento es linformepar excellence (Breton, 1992: 752), comparándola a esos pa/nts de suspens;on entre la Serre el le riel (ib.): C ‘est que regorder de la terre un nuageest la meilleure fa~on dinterroger sonpropre désir. (ib.). Deseo, seul ressorí du monde, 1..)~ seul rigaeur que1 honime ait & connaitre, otipuiS-je ¿tremieu.xpour l’adorer qu’& l’intérieur du nuc¡ge? (íd?: 755); por elle, sus mudanzas, ne sont aucuneinenífortuites, elles santaugurales (ib.) Su peligrosa fascinación ——Ce nuage maveugle (id.: 752)— cuyo interior es inconna y brouillard (id.. 755), cuya realidad es tan palpable que se presenta ceíno chose ti couper au couteau (id.:

752), se resuelve, en un posterior descubrimiento, bajo la nitidez de lo indudable: Je te ¿¿¿vire. Je nc da/re que sai. A acune autrej=’naneu ‘aura janiais accés dan» cerne pieceou tues mille, letemps de décomposertoas le.»ges/es queje tai vue [aire. Oti es-tu? le joue au.xquatre coiris avec desfantómes. Mcii» jefinirai bienparte troa-

ver<...) <íd.: 756)y el signo ¿e lo recíproco: (..) es le mondeensiers ‘éclair-era ti nouveauparee que noas nous aíníons, parc-e qa une chame d illuminationspasse parnaus (ib.). El ámbito opaco de la nube se revela en ese momento, en las res- plandecientes alturas de un éxtasis compartido ——cuando Breton y su esposa Jac- queline ascienden al pico del Teide hc¿ppés par un nuage(íd.: 752)—, pí-ístina nuil blanc-he, fecundo crisol de la poderosa revelación breloníana.

Aunque la nube ——yo/elactée—— sea uno de los elementes clave de La Mariée mise & naporse» célibataries, ménie, obra en vidrio de Marcel Ducharnp, y Octavio Paz la analice como esa forma gaseosa que ha siclo y volverá a ser agua, deseo antes de su cristalizacieinqueno es elcuerposino su jontasmna, lo idea<Sijaque ha.

dejado de ser idea y no es todavía realidad sensible (Paz, 1989, 1: 124), vinculán- dola al deseo erótico —Nuestro imaginación eróticaproduce sin cesar nubes, fon-

tasmas (ib.)— y al cambio —La nube es el veloque revela más que oculto, el lugar de la disipar-ion de las frrmnas ~•‘el de su naemnento. Es la ínetamor/os¡s (...)

(ib.)—, su interpelación, a la luz dc su contexto, será bien diferente: si en la obra bretoniana hay una fusión ——el xo y el se pueden subsumir en un nous—, aquí los so//eros nosonpretendientes víanovia noesdesposada (Paz. 1989, II: 24)elIa está Cita aquí B relon los versos de 8 audelaire: j.c> pias<¡<líe’ <iris, le-’- j~Jus gronde., /)<,VsOgcs / Jainoisncc-ontenc,ieni ¡oír oíl<ovvíé,-ií-U~¡Dc¿clixque¡ehoscíeJ 1/ii; Orn.It,>‘<mges /Filoo¡oílrs te

dc<sii-aous <-cnt/aif sant ¡este!(dcso soneto «Voyage» dcj.c-., Etc-urs tic‘md:ej 1- p.?55j.

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La nubeysu mudanza en el sm-realismo 171 definida justamente según Paz como máquina de símbolos (...) deformados por la

ironía (Id.: 46). Si hay un strep-sease (Id.: 64) de la máquina-hembra en el Gran Vidrie, será para marcar con más fruición la separación entre los hombres la Mujer(...) (id.: 77), la frustración efectiva del encuentre, puesto que no llegan a tocarse en ningún momento del proceso de ese retard en yerre, Paz podrá pues per- tinentemente concluir que La Novia se quiere una crítica de lo que el hombre moderno ha hecho del amor Convertir al cuerpo en una máquina, (...), es peor que

una degradación. (id.: 84).

Participando de una y otra opción en el espacio que éstas otorgan al deseo,

mdl-

nándose hacia la vivencia bretoniana en su consecución, se establece la propuesta de Péret, quien también focalizará el apetito amoroso, abrumadora ansia, en su domi- mo: las nubes se tordent coinme des serpenís ¡ etfíxen¡ les miro/rs obsédanss ¡ (Péret, ¡969: 21), deviniendo el alimento cotidiano que la amada ——come ama——

tiende al yo lírico: le suis son hunible serviseur etje mords les herbes des nuages 1 que tu me tends sur un coussin (A travers le tenips et lespace (íd.: 25). La satis- facción cotidiana de la promesa del deseo, natural realización de una condición indeclinable a la que el poeta se entrega humildemente, se hará efectiva en una vivencia que transcribe en la nube ——nuage volupsueux de La Chair humaine (íd.:

1 33)— el pan imprescindible de los días.

En torrencial apocalipsis que ofrece a destaje sus frutos desata Artaud el fir- mamento extremo del anhelo: (.5 vrai riel de viol, de rapÉ, de lave, dorage, de rage, bref un riel absolument théolo gal. Un riel contare une arche dressée, comme la trompes/e des abEsties, conime de la cigué bue en réve, un ciel contena danstou-

¡es les fioles de la morí, le cid ¿¿lié/oXte au-dessus dAbélard, un <teldamoareus suicide, unriel qui possédaír tautes les ruges de l’arnou.r ~Artaud, 1975, (¡-1): 1663, frenesí imparable de un rielfourmillansd’/¡npudeurs(cuya rabiosa sed dévore la nudisé des asíres, trastocando en el exceso del instante el orden de su espacie: si la nube se afirma paradójicamente come sola benignidad del tiempo amoroso, acer- cándose de esta manera al testimonie de Péret, se romperá sin embargo en la auda- cia de esa húmeda fecundidad vertiginos-a: un escargos monte et dérange ¡la pía- cid/té des nua ges [Art-aud, 1975, (V): lBBj. Pero seguirá siendo la nube, volumen cuya forma siempre irá más allá, y que aquí permanece en una violenta metamor- fosis asimilativa: Délices et rages, le cid entier/lance surnoas comme un nuage!

un tourbillon ¿¿‘alíes sauvages ¡ sorrensielles d ‘obscén/rés. (ib.), diluvio que arrebata las alas de la vorágine para surcar el ignoto espacio del deseo.

No se producirá en los anhelantes Espace ¿¿u somineil de Desnos ni la biena- venturada consonancia entre las formas etéreas del desee y su don providencial por la amada que encontrábamos en Péret o incluso en Breton, ni el desbordamiento virulento de sus aguas como veíamos en Artaud. Si hay una virulencia será la de la inhibición amorosa, si hay una armonía, se encontrará en la distancia proporcional que une el deseo y su frustración: IIyu toí<.3 ¡ lol ¿gil restes insaisissable dan» la réaliíé esdon»le réve. ¡ Toi qulni appartiens de par ma volonté de le posséder en illusion (...) / (...) qui me laisses Iongatis quand le ha/se Sa mnain. (.4 ¡ (Desnes, 1978 : 93). donde la apariencia fútil de ¡a amada deja paso al triste despeje de su

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simulacro. La ausente, forma todopoderosa y sin embargo impalpable encontraría en la nube -——del sueño y la realidad—— su mejor definición, ¿acaso no se produce un jaillissement de femmes bleues de certains gronds nao ges? ¡Breten, 1988, «La

Surprise>s, (1), op. nt.: 866].

Una imposibilidad similar cristalizará en un texto del escritor canario Espinosa, en el que (...) ha dado rienda suelsa a las de/ir/os de la sexualidad, manteniendo en su más alto punto de furor y de insubordinación todos los -omponen te» del deseo que no deja de actuar sobre la vida consciente e inconscinte de su autor (Guigon,

1989: 24), Crimen aparece con el sello de una particular dedicatoria:

A ti, Ernesto, esa nube rota que tiembla sobre tu traje negro, esperando a mi alma (Espinosa, ¡986).

Sies la obra de un atormentado amor convertido en sublime, transfbrmado por la varita mágica de la poesía en mito ardiente (Pérez Cenales, 1984: 64), cuyo núcleo temático es el asesinato de la amada, incluyéndose en lo que llamaríamos literatura del crimen, muy ajóriunada en los parámetros surrealistas. (ib.>, si el amor que el narrador siente por la joven es frustrado perla presencia de esejoven de suave bigote oscuro (Espinosa, 1986: 53) ene! corazón de la muchacha, esa nube rota de la dedicatoria estaría indicando un vital anhelo inequívocamente frustrado.

FI narrador mismo aparecerá como nubarrón —sus ojos son ¿os cielos de oto- ño— que ensombrece el paisaje claro de ello (id., «Diario entre des cruces»: 73), envuelto en la turbulencia enajenada del hoy lírico:(...); desde mi infancia deses- perada> trágica. Ya sólo aquíj-ahora. Ni después ja ni en otro sitio. ¡Tal nebulosa

entre alas de ayerycárceles de siempre!» (id., «Retorne»: 78).

No colmado el doliente amor, su espacie recogerá la sórdida fractura del yo tex- tual: En una esquina próxima, se quebró un cuerpo herido (id., «Diario entre dos cruces»: 73), ¿e sus alas maltrechas (id., «Epilogo en la isla ¿e las maldiciones»:

94). que del alto afán de la nube y su ensueño caerán a una obscura tormenta de delirio.

La zozobra de un abrazo amoroso realizado en la separación que encontramos en otro poeta canario, López Torres:(...) ¡Ampulosas redondas ¡¡ubes grLes ¡——gris castaño, gris rosa, gris violeta, ¡del ensoñado sexo prometido—/alojadas sin gra- cia en el espeso / túnel donde cabalga luz en sombra. 1 La fiebre, sí, la fiebre dando saltos ¡ asciende basta el columpio azul del gozo. ¡ (...) (López Torres, 1981: 8), perpetúa una línea que nos conduce al mito de Néfele, nubarrón mágico, defi>rmos semejantes ¿tías de Hera, con el que Zeus juega para desviar los deseos libidinosos de ixión (Chevalier, op. uit.), donde el hombre piensa hacer el amor a una diosa en realidad niebla, humo, nada. Así, la presencia del otro femenino se querrá promesa primera incumplida=:si un deseo —sangriento amor (id.: 17)—

La premonición Itrica adelanta, en la priv-ación (le libertad del poeta en el almacén de Fyffes. su futuro asesinato en la b-aht-a de Santa Cras de Tenerife, que efectivamenle sesga todo posible encuentro con el otro deseado.

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La nube y su mudanza enelsurrealismo 173 parece llevarse a cabe avasalladoramente en el poema La patata, la mutilación del tubérculo-mujer explicita su real frustración. La valiosa presencia de la nube, que ya ha sido subrayada por Pérez Corrales (Pérez Corrales, 1981), se debate entre un(.) proyecto ya en el alto cielo, ¡ vapo roso cristal, espesa nube 3, ¡suelo y cielo de arcángeles dormidos: /(/d., último poema: 27) y una realidad en la movi- da arena ¡ de sudorosas somnolienías olas(...) ¡ (ib.). Signe de aniquilación (cfr.

nota anterior) o del desee, la nube no será seno de una plácidez enturbiada como en Artaud, -—-con el que sí compartiría el ímpetu rabioso——, ni roto corazón como en Espinosa, ni realizado encuentro siempre renovado como en Breton, antes bien, la espesa nube del proyecto se resuelve en exaltada experiencia que -——a la manera buñueliana:<...) enhebraba nuestros ojos-—- se afirma amplia, afilada, horizontal ventura 4 implacable anhelo que sesga una realidad de espesas frentes ¡(id.: 28).

Porque si la nube se define en un primer momento como suelo de arcángeles dor- midas, su aguda metamorfosis en el deseo del poeta la perfila en afilado instrumento que lacera la inmediatez más obtusa. Quizás por ello haya en un rapto de esperan- za (Pérez Corrales, 1981), unas remotíó¡nas, pero prometedoras dichas ~.

Lejanas nubes amorosas5, rotas en Espinosa, inalcanzadas en el esfuerzo conti- nuo desnosiano. prometidas en López Torres, inasequibles en la ironía duchampiana, que contrastan vivamente con el realización del anhelo en Eluard: Je parle en réve el je transmets ¡Le court momení da grand repos ¡Le temps oú rien

ti

esí impossible ¡ La ¿-ha ir en pías, le miel en Imp ¡¡ Sourire aux anges est réel. 1 (Éluard, 1981:

137), que comparte LHomme approxiniaíif de Tzara. ily a un bien beau pays dan»

so térelló oú la promesse da ciel le soache avec sa maml(Tzara, 1993: 105).

Realización de una libertad: de visión, de expresión, de juicios, especialmente en esos ¿-ampos mii» reprimidos y controlados: la política, la sexualidad, la religión (Morris, 1993: 39), no es extrafie que, por este breve recorrido en el surrealismo a través del tejido simbólico de la nube ——rota e incierta esperanza o alcanzado y efectivo ofrecimiento—, hayamos encontrado al tú femenino6 en el que Breton, calificando a ese Eternel fénzinin de Goethe como clef de voúte & lédifice (Breton,

¡992, «Introduction aux Cantes bizarres D’Achim D’Arnim», (P): 360), situaba la armonía del hombre con el mundo y concluía: Cesí pourquoi lamouret les Jémnies soní la plus claire solution de toates les énigínes (ib.), condición sine qua non del amoar admirable, siempre vencedor de la vie sordide, come recogía Bénayoun (Bénayoun, 1978: 56), y proponía Roger Vitrac en la respuesta a la encuesta de La Revolution surréalisíe (Vitrac, 1975: 65).

Instaurándese como cauce irreprochable para la vasta e indomeñablefiuenc¡a del espíritu creador (Monis, 1993: 40), a través del ¿¿mme de l’amour, au sen» pat- hésique da mos (palabras de introducción a la encuesta de La Révolution surréalis-

Definida comoespesanube de exterminioen el poemaLostnOSctOdel mismo libro (¡¿:11).

último verso del dítimo poema deLo imprevisto: rernotísi,nas. prometedoras dichas (op. cii.:28).

Gr. Espinosa, 1980: 263. Esa distancia es la que recogerá Breton caliticando de<Matare ¡nipas- sibí,-a la mujer IBreton, 1995(V): 1821, enlío momento entico de su vida.

Ya Dalí asimilaba la mujer a la nube en su articulo «De la Ecauté terrifiante ct coniestible, de lar- chitecture modero’ style>’ (¶981: 73).

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te, op. cit.: 65), en la fecunda apoteosis interior del deseo a la que los mitos apun- taban, la prepuesta surrealista desgranará paralelamente, por el lábil tropo de la nube y su anhelo, el indómito trazo de su propia, doliente, exaltada andadura.

Rau±arNc:íÁsB!BLJOGRÁHCA5

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