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NOTA INFORMATIVA

Aclaración sobre la clasificación de los preparados complementarios para niños de 6 a 36 meses como

sucedáneos de la leche materna

La Asamblea Mundial de la Salud aprobó el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna1 con el fin de proteger y promover la lactancia materna a través de una serie de disposiciones dirigidas a asegurar que la comercialización y distribución de los sucedáneos de la leche materna se lleven a cabo de forma adecuada. El Código no especificaba ninguna franja de edad para los productos que debían considerarse sucedáneos de la leche materna, pero sí indicaba que los preparados para lactantes no eran más que un tipo de sucedáneos de la leche materna. En 2016, la OMS publicó un conjunto de orientaciones2 en las que aclaraba que entre los sucedáneos de la leche materna «cabría incluir cualquier leche (o producto que se pueda utilizar en sustitución de la leche, como la leche de soja enriquecida), ya sea líquido o en polvo, que se comercialice específicamente para alimentar a lactantes y niños pequeños de hasta tres años de edad (incluidos los preparados complementarios y las leches de crecimiento)». En la presente nota informativa se exponen los fundamentos de esa interpretación.

Mantener la lactancia materna durante al menos dos años mejora la supervivencia infantil y la salud tanto de las madres como de los lactantes

El objetivo que persigue el Código Internacional es proteger la lactancia materna de la influencia de una comercialización inapropiada de los sucedáneos de la leche materna. La OMS y el UNICEF recomiendan que la lactancia materna se prolongue hasta los dos años de edad o más.3 Hay varias razones que explican la importancia de la lactancia materna en el segundo año de vida:

Reducción de la mortalidad. Mantener la lactancia materna durante el segundo año de vida protege frente a la mortalidad. En un metanálisis realizado en 2015,4 Sankar y otros seleccionaron seis estudios que examinaban los efectos que tiene sobre la mortalidad el hecho de mantener la lactancia materna entre los 12 y los 23 meses de edad o no mantenerla (figura 1). El riesgo relativo combinado de mortalidad resultó ser 1,97

(1,45-2,67) veces mayor en los niños no amamantados (total n=17 761). Eso significa que los niños que no son amamantados entre los 12 y los 23 meses de edad tienen aproximadamente el doble de probabilidades de morir que los que son amamantados durante el segundo año de vida.

Mejora de la nutrición. La leche materna realiza aportaciones importantes y únicas a la ingesta alimentaria de los niños pequeños durante el segundo año de vida. En los países de ingresos

Figura 1. Riesgo relativo combinado de mortalidad infantil en niños amamantados frente a niños no amamantados entre los 12 y los 23 meses de edad

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2 bajos y medios, se ha estimado que la ingesta media de leche materna entre los 12 y los 23 meses es de 550 g/día, lo que representa aproximadamente el 35%-40% de las necesidades energéticas del niño pequeño.5 La leche materna es una fuente muy importante de ácidos grasos esenciales. Cubre el 70% de las necesidades de vitamina A del niño entre los 15 y los 18 meses, el 40% de las de calcio y el 37% de las de riboflavina.6 En caso de enfermedad, la ingesta de leche materna se mantiene incluso aunque disminuya el apetito por otros alimentos.7,8 Los estudios clínicos han confirmado que no interrumpir la alimentación durante las infecciones reduce la duración de la enfermedad y mejora el estado nutricional.9,10

Protección contra el sobrepeso infantil. La protección que brinda la lactancia materna contra el sobrepeso infantil es más fuerte para los lactantes que han sido amamantados durante más de un año. En un amplio estudio realizado entre niños de ingresos bajos en los Estados Unidos de América, aquellos que fueron amamantados durante al menos 12 meses tenían un 28% menos de probabilidades de sufrir sobrepeso a los cuatro años de edad que los que nunca fueron amamantados (CPa 0,72, IC: 0,65-0,80).11 En un metanálisis de 17 estudios realizados en siete países,12 Harder y otros concluyeron que cada mes adicional de lactancia materna suponía una reducción del 4% en el riesgo de obesidad infantil.

Mejora de la salud materna. Las madres que amamantan a sus hijos se benefician de la lactancia cuando esta es más prolongada:

mantener la lactancia durante más tiempo retrasa el retorno a la fertilidad, lo que contribuye a alargar los intervalos entre nacimientos en los que no se utilizan anticonceptivos. La lactancia durante más de 12 meses reduce en un 26% el cáncer de mama, según un metanálisis de 50 estudios publicados (figura 2).13 En el mismo artículo se indicaba que en el caso del cáncer de ovario la reducción por lactancia durante más de

12 meses era del 37%, de acuerdo con 29 estudios.

Cada año adicional de lactancia iba asociado a un 9% de protección contra la diabetes de tipo 2 (RR 0,91; IC del 95%: 0,86-0,96). 14

La lactancia materna suele mantenerse durante al menos dos años en los países de ingresos bajos y medios

La lactancia materna hasta el segundo año de vida es una práctica común en muchos países. La mayoría de los niños (>50%) son amamantados durante al menos dos años en 41 de los 130 países incluidos en la base de datos del UNICEF sobre alimentación del lactante y del niño pequeño.15 Es importante proteger el mantenimiento de la lactancia materna frente a la presión de la comercialización competitiva de productos lácteos dirigidos a este grupo de edad.

La investigación muestra que la alimentación con leche artificial sustituye la ingesta de leche materna en lugar de complementarla

La diferencia entre un sucedáneo de la leche materna y un alimento complementario depende de si el alimento reduce de forma directa el consumo de leche materna o lo complementa. Los alimentos complementarios se consumen además de la leche materna cuando esta deja de ser suficiente para satisfacer las necesidades nutricionales. Los sucedáneos de la leche materna, en cambio, sustituyen la ingesta de leche materna en los niños pequeños. En 2013, la OMS publicó una declaración relativa al uso y la

Figura 2. Reducción porcentual en el riesgo de cáncer de mama y cáncer de ovario, por duración de lactancia en comparación con ausencia absoluta de lactancia

<6 meses 6-12 meses >12 meses

Carcinoma de mama Carcinoma de ovario

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3 comercialización de los preparados complementarios16 en la que establecía que «si los preparados complementarios se presentan de algún modo que dé lugar a que ese producto se perciba o utilice como sustituto parcial o total de la leche materna, dicho producto también entra en el ámbito de aplicación del Código». Las orientaciones de 2016 son coherentes con esta declaración, pero van más allá al precisar que, en la práctica, los preparados complementarios se utilizan como sustitutos parciales o totales de la leche materna. Cuando se introducen los preparados complementarios, las madres lactantes reducen el número de tomas de leche materna al día o abandonan la lactancia por completo.17 En consecuencia, las leches dirigidas específicamente a los niños menores de tres años de edad reemplazan la ingesta de leche materna y funcionan en la práctica como sustitutos de la misma.

La clasificación de las leches como sucedáneos de la leche materna depende de su función, no de su composición

La cuestión de si un alimento es un sucedáneo de la leche materna no depende de si ese alimento es adecuado como sustituto de la leche materna. El Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna fue explícito en este punto al definir los sucedáneos de la leche

materna (artículo 3): «Se entiende por sucedáneo de la leche materna todo alimento comercializado o de otro modo presentado como sustitutivo parcial o total de la leche materna, sea o no adecuado para ese fin».1 Por consiguiente, las diferencias entre los requisitos relativos a la composición de los preparados complementarios para niños de 6 a 36 meses de edad y los relativos a los preparados para lactantes no impedirían considerarlos sucedáneos de la leche materna.

Las recomendaciones mundiales sobre la lactancia materna se aplican por igual a los lactantes y a los niños pequeños

Los Principios de orientación para la alimentación complementaria del niño amamantado de la OPS/OMS se aplican a todos los niños menores de 24 meses.18 Las recomendaciones de la OMS/UNICEF no establecen distinciones en función de si la lactancia materna tiene lugar antes o después de los 12 meses de edad. Por otra parte, el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna no prevé disposiciones distintas para los niños mayores de 12 meses. Por lo tanto, los productos lácteos destinados a niños de 12 a 36 meses deberían tener en principio la misma clasificación que los preparados para lactantes o los preparados complementarios para niños de 6 a 12 meses de edad, destinados a niños más pequeños.

En resumen, el Código Internacional tiene por objeto proteger la lactancia materna a través de una serie de disposiciones dirigidas a poner fin a la comercialización y distribución inapropiadas de los sucedáneos de la leche materna. Habida cuenta de que el mantenimiento de la lactancia materna hasta los dos años de edad o más ayuda a salvar vidas y promueve la salud tanto de la madre como del lactante, es importante que esa protección incluya los preparados complementarios. Se ha demostrado que los preparados complementarios suplen la ingesta de leche materna y, por lo tanto, funcionan como un sustituto de esta. La clasificación de los preparados complementarios para niños de 6 a 36 meses como sucedáneos de la leche materna es plenamente coherente con el Código y con las demás políticas y recomendaciones de la OMS.

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4 Referencias:

1. Organización Mundial de la Salud. Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna. 1981.

2. Organización Mundial de la Salud. Orientaciones sobre la forma de poner fin a la promoción inadecuada de alimentos para lactantes y niños pequeños. 2016. http://apps.who.int/gb/ebwha/pdf_files/WHA69/A69_7Add1-sp.pdf?ua=1 (consultado el 21 de octubre de 2018).

3. Organización Mundial de la Salud. Estrategia Mundial para la Alimentación del Lactante y del Niño Pequeño. 2003.

https://www.who.int/nutrition/publications/gs_infant_feeding_text_spa.pdf (consultado el 9 de marzo de 2017).

4. Sankar MJ, Sinha B, Chowdhury R, et al. Optimal breastfeeding practices and infant and child mortality: a systematic review and meta- analysis. Acta Paediatr. 2015;104(S467):3-13. doi:10.1111/apa.13147.

5. Dewey KG, Brown KH. Update on Technical Issues concerning Complementary Feeding of Young Children in Developing Countries and Implications for Intervention Programs. Food Nutr Bull. 2003;24(1):5-28. doi:10.1177/156482650302400102.

6. Prentice AM, Paul AA. Fat and energy needs of children in developing countries. Am J Clin Nutr. 2000;72(5):1253s-1265s.

doi:10.1093/ajcn/72.5.1253s.

7. Brown KH, Stallings RY, de Kanashiro HC, Lopez de Romaña G, Black RE. Effects of common illnesses on infants’ energy intakes from breast milk and other foods during longitudinal community-based studies in Huascar (Lima), Perú. Am J Clin Nutr. 1990;52(6):1005-1013.

doi:10.1093/ajcn/52.6.1005.

8. Paintal K, Aguayo VM. Review Article Feeding practices for infants and young children during and after common illness. Evidence from South Asia. 2016;12:39-71. doi:10.1111/mcn.12222.

9. Duggan C, Nurko S. «Feeding the gut»: the scientific basis for continued enteral nutrition during acute diarrhea. J Pediatr. 1997;131(6):801- 808. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/9427881 (consultado el 24 de agosto de 2018).

10. King CK, Glass R, Bresee JS, Duggan C, Centers for Disease Control and Prevention. Managing acute gastroenteritis among children: oral rehydration, maintenance, and nutritional therapy. MMWR. 2003;52(RR-16):1-16. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/14627948 (consultado el 24 de agosto de 2018).

11. Grummer-Strawn LM, Mei Z, Centers for Disease Control and Prevention Pediatric Nutrition Surveillance System. Does breastfeeding protect against pediatric overweight? Analysis of longitudinal data from the Centers for Disease Control and Prevention Pediatric Nutrition Surveillance System. Pediatrics. 2004;113(2):e81-6. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/14754976 (consultado el 26 de julio de 2018).

12. Harder T, Bergmann R, Kallischnigg G, Plagemann A. Duration of Breastfeeding and Risk of Overweight: A Meta-Analysis. Am J Epidemiol.

2005;162(5):397-403. doi:10.1093/aje/kwi222.

13. Chowdhury R, Sinha B, Sankar MJ, et al. Breastfeeding and maternal health outcomes: a systematic review and meta-analysis. Acta Paediatr. 2015;104(S467):96-113. doi:10.1111/apa.13102.

14. Aune D, Norat T, Romundstad P, Vatten LJ. Breastfeeding and the maternal risk of type 2 diabetes: A systematic review and dose–response meta-analysis of cohort studies. Nutr Metab Cardiovasc Dis. 2014;24(2):107-115. doi:10.1016/j.numecd.2013.10.028.

15. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). The State of the World’s Children 2016: A fair chance for every child. 2016.

https://www.unicef.org/publications/files/UNICEF_SOWC_2016.pdf (consultado el 8 de marzo de 2017).

16. Organización Mundial de la Salud. Information concerning the use and marketing of follow-up formula. 2013.

http://www.who.int/nutrition/topics/WHO_brief_fufandcode_post_17July.pdf (consultado el 21 de octubre de 2018).

17. Bellew B, Kelly B, Hector D, et al. Systematic Reviews of Evidence on the Marketing of Breast Milk Substitutes Foods & Non-Alcoholic Beverages. Update of the Evidence to December 2014. [Draft Report]. 2015.

18. Organización Panamericana de la Salud, Organización Mundial de la Salud. Principios de orientación para la alimentación complementaria del niño amamantado. 2003.

WHO/NMH/NHD/18.11

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