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LA PROBLEMÁTICA CHAVIN

Dans le document EL PROBLEMA ARQUEOLÓGICO EN EL MARCO DE LA (Page 49-127)

1.1. Introducción

El sitio arqueológico Chavín de Huántar es un conjunto de edificios que presenta lo que se ha definido como arquitectura monumental, es decir, edificios de una gran envergadura cuya producción superaría los esfuerzos de una unidad doméstica, requiriendo de una gran inversión de fuerza de trabajo sustentada en una o varias comunidades. Se encuentra localizado en un estrecho valle intermontano que corre de sur a norte a 3180 msnm, en lo que actualmente corresponde al municipio de Chavín de Huántar, Distrito de Huari, Departamento de Ancash, Perú (fig. 1.1). Cuenta con una profunda secuencia ocupacional, desde el tercer milenio y la segunda mitad del cuarto milenio ane1(Rick, et al. 2009: 112) con contextos que se han asociado al Precerámico Tardío y al Formativo Temprano, hastaocupaciones con cerámica afín a la denominada Kotosh-Kotosh del sitio homónimo, con fechas que se han situado en un rango de 1200-800 ane. La investigación arqueológica, sin embargo, se ha concentrado en lo mayormente visible y popular que corresponde a las construcciones monumentales fechadas actualmente en un rango que comienza durante el denominadoPeríodo Formativo Medio (sensu Kaulicke 2010) hacia el 1350/1200 cal ANE, y que concluye con su abandono a mediados del primer milenio antes de nuestra era (400/500 cal ANE). No obstante, el inicio de las construcciones monumentales no han podido documentarse de manera fehaciente debido a que las últimas fases de modificación constructiva se encuentran superpuestas a las iniciales (Kembel 2001, 2008). Posteriores ocupaciones fueron de menor envergadura arquitectónica, aunque no por ello de menor densidad, pero han recibido una muy escasa atención arqueológica.

Así como en otros yacimientos del área andina que presentan arquitectura monumental, y muy probablemente como ha sucedido en otras partes del mundo, la mayor preocupación de las arqueólogas, arqueólogos y público en general se ha centrado en definir el tipo de sociedad que llevó adelante esfuerzos de esta índole material, especialmente en lo relativo a la religión que se supone motivó la construcción de monumentos vistos exclusivamente como ceremoniales. Lo curioso es que las intervenciones arqueológicas, a pesar de contar con casi 100 años de investigación, han sido realizadasen áreas y mediante metodologías muy restringidas. Hasta la década de los años noventa eran sólo estas intervenciones las que sustentabanla idea de Chavín de Huántar como la simiente de donde habría emanado el quid andino, o “La Cultura Matriz de la Civilización Andina”. Esta noción fue la mayormente difundida en la primera épocade la investigación y se le debe a quien es considerado como el padre de la arqueología peruana:el médico Julio C. Tello. A pesar de la discrepancia que suscitó tempranamente la idea de irradiación del fenómeno civilizatorio

1 En esta investigación se emplea la siguiente terminología (Castro 1992: 32; Casro & Micó 1995: 6):

- ane/dne: fecha “antes de nuestra era/de nuestra era” según la cronología radiométrica convencional basada en la vida media del C14 y establecida en 5568 años (valor Libby).

- cal ANE/DNE: fecha “antes de nuestra era/de nuestra era” según la cronología radiométrica calibrada dendrocronológicamente u otros procedimientos físico-químicos como la termoluminiscencia, que proporcionan directamente valores en años solares.

- arq ANE/DNE: fecha “antes de nuestra era/de nuestra era” según la metodología arqueológica convencional fundada en paralelos tipológicos.

- ANE/DNE: fecha “antes de nuestra era/de nuestra era” según las fechas historiográficas de los textos antiguos que han sido adaptadas a nuestro calendario.

que Tello veía en Chavín, fue paradójicamente muyempleada desde un comienzo, ya que tanto arqueólogos/as norteamericanos/as como peruanos/as aceptaron la idea difusionista según la cual el sitio de Chavín ejercía una suerte de fuerza de atracción para el resto de las“culturas” de su época, cuyos miembros habrían “peregrinado” hasta ahí, llevando con ellos de vuelta, a modo de fuerza centrífuga, un culto religiosoexpresado en estilos iconográficos que se constatarían en los parecidos observados en la “cultura material” deun amplio territorio.

Pero ¿a qué se debe esta fuerza gravitacional que ha ejercido Chavín de Huántar como yacimiento explica-lo-todo para el surgimiento de la civilización en el Formativo andino?

Básicamente a la asociación entre arte lítico y arquitectura monumental. Estos elementos constituyeron la diada fundamental para designar, caracterizar y ubicar al resto del mundo de un momento difuso, en referencia a su condición de pre, post o coetáneo con Chavín.

Asimismo, los contenidos temáticos que suelen interpretarse en las representaciones figurativas, han sido el sostén que ha permitido anclar su origen amazónico, costero o serrano. Chavín ha nacido de todos los puntos cardinales en los últimos cien años, pasando de ser el centro desde donde emerge una religión pan-andina, hasta la periferia sincrética que todo lo copia.

En el presente capítulo se presenta una contextualización espacial y cronológica de la situación histórica de Chavín de Huántar a partir de las secuencias mejormente definidas.

Se busca explicitar los problemas, pero también los yacimientos de relevancia que permitensituar las principales relaciones que definen el espacio arqueológico de Chavín de Huántar en la arqueología regional. Posteriormente, una síntesis de la vasta historia de las intervenciones arqueológicas en el sitio, permite referirse a las metodologías empleadas y a los aportes en materia de conocimiento o propuestas de sistematización como secuencias cerámicas o seriaciones estilísticas para la definición de cronologías relativas. Se ha dejado para un capítulo especial una revisión de las interpretaciones más relevantes del yacimiento, con elobjetivo de distinguir lo que es el aporte empírico de lo que es propiamente interpretativo.

Con esos antecedentes sobre la mesa, se presenta una descripción pormenorizada del yacimiento, lo cual posee una doble dificultad: para quien desconoce la arqueología del sitio, debe aportar una descripción enriquecedora que haga posible un entendimiento general de los sectores mencionados y de la nomenclatura empleada en las siguientes páginas de este trabajo. Pero para quien se encuentra especializada/o en la materia, puede ser una sección tediosa y, eventualmente, incompleta ya que los criterios de selección de los sectores o áreas que revisten mayor relevancia, suelen no ser siempre los mismos. Intentaré resolver esta doble dificultad, haciendo hincapié en lo que para los propósitos de esta tesis resulta más relevante. Aún así, por razones de pertinencia, no se mencionarán ni todos los sitios con los que se ha planteado que mantiene afinidades, ni todas las publicaciones que se refieren a Chavín.

Finalmente, se vuelve la mirada al nivel del espacio micro-regional, con el objeto de contextualizar el conocimiento que se posee de la comunidad local implicada en el desarrollo y mantenimiento de la historia social de Chavín de Huántar, como base donde

buscar las evidencias de la porción de la vida social que pueden ser explicativas de la producción y uso de las cabezas clavas que estudia esta tesis.

Figura 1.1. Ubicación geográfica del sitio Chavín de Huántar y su potencial área de interacción,incluyendo los sitios arqueológicos con los que mantuvo intercambio y las fuentes de algunas materias primas detectadas en el yacimiento (Cortesía de Daniel Contreras 2011: 381. Fig. 1).

Para la descripción del sitio me he basado en las publicaciones de quienes han intervenido directamente en él, mientras que para la contextualización de la situación histórica de

Chavín, he recurrido a documentos clave de los/as principales investigadores, así como a algunos trabajos de síntesis críticas recientemente publicadas para el Formativo. En consecuencia, la lectura de este capítulo debe concebirse como una contextualización general, que permite entender (i) la prehistoria regional y sus principales debates; y (ii) el estado actual del conocimiento arqueológico del yacimiento y sus áreas inmediatas, como antesala para el entendimiento de las explicaciones arqueológicas que se han ofrecido durante la historia de la investigación del yacimiento, y el marco general que explica el problema arqueológico de esta investigación.

1.2. Chavín y su situación histórica

Es necesario destacar que me referiré a lo largo de este trabajo a Chavín como referente principal debido a que el material de estudio pertenece a este sitio. Ello no quiere decir que se considere a Chavín como el lugar desde donde debe referenciarse la discusión en torno a las relaciones sociales que, a distintas escalas, se sucedieron en la geografía de los Andes Centrales. Sólo por ellose hace entendible que nuestra mirada a este amplio territorio surja desde Chavín, pues es en este lugar desde donde se establece la delimitación temporal previa y posterior a la producción litoescultórica.

Ya he mencionado en la introducción de este Capítulo que la popularidad y centralismo de Chavín de Huántar se debe a la asociación entre monumentalidad y arte lítico, que en el resto del mundo se conoce como escultura ornamental, es decir, escultura modelada o tallada que es requerida por el diseño arquitectónico y utilizada en alguna partedel proceso constructivo. No se trata de una producción independiente, sino del aprovechamiento de la arquitectura como mecanismoy soporte para laproducción de la representación.

El fenómeno del monumentalismo en Chavín es lítico, una característica que comparte con los sitios coetáneos de la sierra, mientas que en la costa prevalecen las construcciones y modelados en barro. Si bien en la costa existen períodos en los que se emplea la litoescultura y la arquitectura en piedra, a lo largo de su secuencia monumental ha primado el empleo del barro, posiblemente debido a razones ambientales y tecnológicas. Esta díada, monumentalidad/representaciones, ha sido la base para la definición del surgimiento de la civilización. Desde los primeros trabajos arqueológicos, la suma de estas materialidades supuso la constatación andina para su homologación con procesos foráneosmejormente conocidos (especialmente conlos del Medio Oriente), sirviendo como refuerzo de múltiples teorías: neolitización, estado teocrático, poder coercitivo, urbanismo, formación de clases y procesos de complejización, han desfilado como alternativas explicativas durante los últimos 100 años. Simples prospecciones y pozos de sondeo han sido la norma para construir una escueta base empírica que sustenta los meta-relatos del surgimiento de la civilización en los Andes. Chavín de Huántar es un ejemplo de ello, y está a la cabeza de lo mucho que se puede llegar a decir y a aceptar, en un yacimiento en el que se desconocen las relaciones materiales no sólo de su parte monumental, sino también de los sectores domésticos y de producción.

De ahí se desprende el primer problema: el escaso conocimiento de contextos transcendentales para la interpretación de la vida social, como sectores de producción, de áreas funerarias ode contextos domésticos. Efectivamente, como han resaltado varios/as

investigadores en el último tiempo, el reconocimiento superficial de la monumentalidad mediante prospecciones, hizo que la mayor cantidad de las comparaciones se realizaran sobre la base de patrones arquitectónicos y su arte asociado, desconociendo la historia constructiva como base para la comprensión de secuencias de transformación realistas y su relación con las áreas domésticas, la mayor parte de las veces enterradas pero existentes y asociadas a estos edificios (Fuchs, et al. 2009; Kaulicke 2009; Makowski 2012; Quilter 1991; Tantaleán and Leyva 2011). Por ejemplo, la documentación detallada de las secuencias constructivas de sitios emblemáticos en la sierra como Kotosh(Izumi and Terada 1972) y Shillacoto(Izumi, et al. 1972) en Huánuco, oen la costa como Cerro Lampay(Vega-Centeno 2008) o Bandurria(Chu 2008), incluso en Caral(Makowski 2012), muestra que la arquitectura monumental es más bien el resultado acumulativo de esfuerzos de construcción acotados pero reiterados en el tiempo y, por lo tanto, no se trataría de una gran movilización de fuerza de trabajo. Esto es relevante, porque que como señala Makowski:

“… [se ha] supuesto y esperado [un] vínculo causa-efecto entre el surgimiento de sistemas políticos de carácter jerárquico y coercitivo, por un lado, y la inversión del tiempo social en la construcción de edificios públicos, por el otro. Se suele asumir que la ideología de élites emergentes o ya establecidas se materializa de manera preferente en la arquitectura (…). Por ende, la presencia/ausencia de esta clase de arquitectura pública es considerada como un indicador de intereses antagónicos, de mecanismos de dominación en las relaciones entre actores sociales y, en particular, de la presencia/ausencia de la estratificación, de la ciudad y del estado.” (Makowski 2012: ix).

Un segundo gran problema son las cronologías. Durante la mayor parte del tiempo no se ha sabido qué es antes y qué es después; un principio esencial para las explicaciones en arqueología. Frecuentemente, se han empleado seriaciones y secuencias cerámicas como fósiles directores del tiempo, lo cual no es esencialmente negativo; el problema es 1º que dichas secuencias y seriaciones se basan en superposiciones estratigráficas muy restringidas que se han generalizado no sólo a los sitios estudiados, sino a toda una región;2º que los criterios de agrupación se basan en semejanzas englobadas bajo unconcepto de estilo pobremente definido, y carentes de herramientas metodológicas para la cuantificación y formalización de la recurrencia de la semejanza; 3º que las semejanzas se han establecido sobre principios objetocéntricos, esto es, se establecen parecidos formales entre objetos o unidades de análisis arbitrarias de ellos, y no entre objetos en contextos arqueológicamente estructurados, es decir, no se logra una definición significativa de semejanza, que no sólo debería ser formal, sino también relacional; y 4º que las series radiométricas son deficientes tanto intra como inter-sitio, teniéndose poco resguardo de los contextos y de los tipos de muestra; de hecho, comúnmente sólo se publica el nombre de la muestra y no sobre qué material fue realizada.

Con los problemas descritos, no quiero dar la impresión de un panorama oscuro y sin salida. Es necesario ponerlos en evidencia porque son dificultades muy características de la región y a las que se enfrenta cualquier trabajo que trate este período de tiempo. Ello no quiere decir, por lo tanto, que no existan proyectos de investigación que hayan atendido a la necesidad de superar estas dificultades, y de hecho durante las dos últimas décadas numerosos investigadores e investigadoras se han hecho cargo de alguno de estos problemas presentando trabajosmonográficos en los que se sistematizan los principios empíricos básicos sobre los que se pueden realizar algunas contrastaciones de hipótesis o

interpretaciones arqueológicas medianamente válidas. Ello es quizá especialmente cierto para el trabajo sostenido que ha llevado a cabo la Misión Japonesa durante 50 años en Perú, quienes más allá de las interpretaciones, han ofrecido periodificaciones ancladas en documentación pormenorizada de fases constructivas, superposiciones estratigráficas y fechados bien contextualizados (Kaulicke 2010b).

Es precisamente sobre dichas secuencias mejormente definidas que Peter Kaulicke (1994, 2010) ha propuesto una periodificación que, sin ser demasiado distinta de otras anteriormente formuladas (p.e. Lumbreras), se encuentra justificada por delimitaciones temporales algo más controladas, aunque no exenta de secuelas especulativas. Si bien la mayor parte de investigadores e investigadoras norteamericanos/as, sigue la terminología originalmente planteada por Rowe (1958) de Precerámico, Período Inicial y Horizonte Temprano o Chavín, para los objetivos de esta tesis se presenta con mayor coherencia la propuesta de Kaulicke, ya que integra los últimos datos y debates cronológicos. Además, independientemente de las nomenclaturas para cada período propuesto, que constituyen un problema en sí mismo, parece encontrar asidero en realidades materiales relativamente conocidas y en un manejo conceptual acabado. Remito en este lugar a los trabajos especialmente dedicados a este tema que exponen más extensamente el largo debate cronológico de los Andes Centrales(Bazán 2010; Bennett 1943; Burger 1989a; Burger and Burger 2008; Collier 1955; Haas and Kembel 2005; Jofré 2005; Kaulicke 2009; Kaulicke 2010a; Kaulicke 1994; Kaulicke 2010b; Ledergerber-Crespo 2002 [1999]; Lumbreras 1977b; Lumbreras 1989; Mendoza 1996; Menzel, et al. 1964; Moseley 1975; Pozorski and Pozorski 2002; Quilter 1991; Rick, et al. 2009; Rowe 1958; Stumer 1961; Willey 1951a;

Willey 1962; Willey 1945; Willey 1951b; Ziolkowski 1994; Ziólkowski, et al. 1994).

Tabla 1.1. Periodificación del Arcaico Final y el Formativo en los Andes Centrales, según

Kaulicke(2010a: 127) adaptado a la nomenclatura empleada en esta tesis (supra).

0.

500 ANE Formativo Final Formativo Tardío

1000 ANE Formativo Medio

1500 ANE Formativo Temprano Arcaico Final C

2000 ANE Arcaico Final B

2500 ANE Arcaico Final A

En consecuencia, el empleo de la propuesta de periodificación de Kaulicke (tabla 1.1) tiene por único objetivo proporcionar un ordenamiento espacio-tiempo general para la presentación de la situación histórica en la que se inserta Chavín, siendo relevante destacar

que se trata de un objetivo operativo y en ningún caso de una consideración temporal definitiva basada en bloques estáticos definidos por una sumatoria de rasgos.

Arcaico Final

Para comprender el marco de emergencia de las llamadas sociedades complejas, dentro de las que se ha integrado a Chavín de Huántar, inevitablemente debemos referirnos al Período Arcaico,especialmente a lo que se ha definido como Arcaico Final (tabla 1.1.), que corresponde a una enorme cantidad de tiempo definido por cierta consolidación de la vida social en asentamientos permanentes, principalmente en la costa, así como por la aparición de la cerámica que marca su fin y el inicio de lo que se entiende como Período Formativo.

En este gran período de tiempo, que va desde ca. el 2500 ANE hasta ca. del 1500 ANE, se observa cierto nucleamiento en algunos valles y el desarrollo de arquitectura monumental.

Si bien últimamente el fenómeno Caralha hecho ver a éste como un hecho abrupto (Shady Solís 1997a; Shady Solís 1997b), evidencias en el valle de Zaña muestran un proceso de sedentarismo y domesticación que comienza a gestarse entre el 7000 al 5000 ANE, con transformaciones en la configuración de los diseños de las construcciones en los asentamientos del 5000 al 2500 ANE y por el empleo de construcciones de uso público/monumental desde el 4500 ANE (Dillehay 2008; Kaulicke 2010b); es decir, un proceso de transformaciones no necesariamente abruptas y con una gran profundidad temporal.

Sitios relevantes para la definición de este Período en la costa son Cerro Sechín y Sechín Bajo, en Casma(Bischof 2009; Fuchs, et al. 2009), Cerro Lampay, en el valle Fortaleza (Vega-Centeno 2005; Vega-Centeno 2008), La Galgada(Grieder, et al. 1988), Cerro Ventarrón en Chiclayo (Alva Meneses 2010) y Caral en el valle de Supe (Shady Solís 1997) (fig. 1.2). Las características fundamentales que han servido para definir este Período han sido, como he comentado, el patrón arquitectónico y su asociación con el arte lítico. En base a ello, en la Costa Norte, entre el valle de Jequetepeque y Casma, se detecta arquitectura monumental más temprana sin conocerse representaciones figurativas asociadas, pero hacia el Arcaico Final A y B, se observa cierta estandarización reflejada en un patrón constructivo de patios circulares hundidos. Hacia el Arcaico Final B y C, el patrón anterior es reemplazado por la construcción de plataformas superpuestas, cuyas paredes fueron utilizadas para la realización de murales polícromos y sobrerrelieves líticos y de barro, que junto con las representaciones figurativas en artefactos recuperados de contextos funerarios, han servido para la definición de lo que se denomina “Tradición Sechín”. Afinidades iconográficas con esta tradición han sido descritas en Caral y Kotosh, y en contextos funerarios de La Galgada. Bischof(2009) ha definido dos estilos para esta tradición, Sechín y Punkurí, cuyos elementos en la arquitectura, textilería y morteros líticos, presentarían ciertos rasgos que posteriormente serán empleados por el “estilo Cupisnique”

(infra), en especial, motivos felinoides y aligátores. Por otra parte, para la Costa Norcentral, entre Casma y el valle del Rímac, Vega-Centeno (2005) ha propuesto el término Tradición de la Costa Norcentral, que definiría un conjunto de yacimientos con vínculos con la Tradición Mito de la sierra (infra), pero con elementos propios concentrados en los valles de Supe y Fortaleza. A juicio de Kaulicke(2010a) esta tradición se “caracteriza por una

(infra), en especial, motivos felinoides y aligátores. Por otra parte, para la Costa Norcentral, entre Casma y el valle del Rímac, Vega-Centeno (2005) ha propuesto el término Tradición de la Costa Norcentral, que definiría un conjunto de yacimientos con vínculos con la Tradición Mito de la sierra (infra), pero con elementos propios concentrados en los valles de Supe y Fortaleza. A juicio de Kaulicke(2010a) esta tradición se “caracteriza por una

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