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La constatación de la unidimensionalidad masculina

5. Los imaginarios colectivos de la conciliación

5.2. La constatación de la unidimensionalidad masculina

El modelo “male breadwinner” que adjudica un papel unidimensional al hombre como princicpal proveedor de ingresos configura, con nitidez, los imaginarios respecto al tiempo y al trabajo masculinos. Los hombres, presentan una clara centralidad productiva que es la que determina los otros tiempos y la posibilidad de reconocimiento de otros trabajos. Al mismo tiempo esta centralidad productiva se configura como la coartada perfecta para ausentarse del trabajo doméstico-familiar, a pesar de que son conscientes de que éste existe y es realizado por las mujeres.

“Yo digo en mi caso, en faenas domésticas. A lo mejor el noventa por ciento es mucho, pero un ochenta por ciento seguro que lo hacen, por lo menos en faenas domésticas yo si puedo coger la escoba y barrer un poco o puedo hacer esto o puedo hacer lo otro, pero el ochenta por ciento de la faena la hace ella."

“Yo trabajo de noche no, de diez a seis, y tengo un horario bueno... tengo que hacer muchos desplazamientos y cuando llegas a casa pues igual, cuando llegas allá... a dormir... y claro la mujer allá, bueno cuando llega porque también tiene que trabajar, tiene que cocinar...”

(Grupo hombres clase trabajadora)

La unidimensionalidad productiva, que caracteriza a los hombres en términos de tiempo y trabajo, no implica una demanda de otro tipo de tiempo. Son solamente aquellos hombres que debido a sus horarios laborales atípicos (trabajar de noche, fines de semana, turnos rotativos, etc.) experimentan una desincronización importante con los horarios del resto de los miembros de la familia, los que señalan una preocupación mayor por los otros tiempos. Un

hecho que no alcanza, sin embargo, a otros trabajos en concreto al doméstico-familiar, pero sí a otros tiempos, como el tiempo de ocio compartido o el tiempo de estar con la familia (pareja e hijos). Ésta es prácticamente la única vertiente en la cuál los hombres experimentan ciertos problemas de “conciliación” y de demanda de sincronización entre los horarios de los dos ámbitos, el laboral y el familiar.

Los hombres realizan poco trabajo doméstico-familiar.

Es decir, se mantiene el reparto de tareas vigente en la actual división sexual del trabajo. Ellos se encargan sobre todo de las cuestiones de bricolaje, de pintar, “hacer de taxista” de los hijos e hijas y en alguna ocasión de poner la mesa o ir a comprar el sábado, en definitiva de todo aquello que no requiere una realización cotidiana y de frecuencia regular. Y consideran el tiempo de no trabajo como un tiempo para “estar con la familia”. Incluso alguno de los participantes en los grupos, aquí analizados, creen que el papel de la mujer también incluye el de cuidarlos a ellos, principalmente en el grupo de clases trabajadoras.

Sus imaginarios corresponden al modelo patriarcal tradicional, reforzado por las pautas del actual modelo

"male breadwinner", con aceptación más o menos cordial de la presencia de la mujer en el mercado de trabajo. Es así que mientras ellos consideran que su responsabilidad es la de ser el trabajador principal y el principal proveedor de ingresos, opinan que la responsabilidad principal de la mujer es el de ocuparse de la ejecución y organización de las cuestiones realcionadas con el hogar-familia.

Este tipo de prácticas les lleva a no tener una clara percepción de la complejidad y dificultad que representa conciliar los diferentes tiempos y trabajos en una vida cotidiana que ellos ven bajo la simple dicotomía de tiempo y trabajo productivo u ocio. En definitiva no reconocen la

doble presencia como obligatoriedad para ellos. Siendo paradójicamente, una vez más, los que tienen horarios laborales atípicos quienes más conciencia tienen de esa complejidad puesto que se ven obligados a realizar algunas tareas domésticas. Y no pueden escapar de ellas o excusarse, ya que la coartada del horario laboral, en este caso, no les sirve.

A pesar de estas ausencias masculinas, en el trabajo doméstico-familiar, sí son mayoría los hombres que tienen conciencia de las dificultades y conflictos que el binomio trabajo-tiempo acarrea a su pareja, así como de las dificultades de compaginación horaria que ésta debe afrontar en su vida cotidiana.

“Yo tengo unos horarios también más o menos sábados, domingos, por la mañana, mediodía, por la noche, trabajo en una empresa y me gustaría tener los clásicos, los de las personas normales, vamos a decirlo así, de lunes a viernes y estar con la familia, eso está clarísimo.”

“Yo es que en una semana los veo a lo mejor, a los críos... bueno, si que los veo, lo que los veo a lo mejor despiertos en seis días dos horas, y eso influye muchísimo porque yo trato de estar con ellos.”

“Si la mujer no puede lo tienes que hacer tu pero la mayoría de veces lo hace la señora, eso es indiscutible, pero bueno alguna vez te toca a ti.”

“Los horarios, es muy difícil compaginarlos, los horarios de la mujer y del hombre para todos, es muy difícil.”

(Grupo hombres clase trabajadora)

En el grupo de hombres de clases medias, con unos horarios más sincronizados, se percibe un mayor grado de conciencia respecto a la dificultad de conciliar, vida laboral y vida familiar, que en el grupo de hombres de clase trabajadora. Una realidad que las cifras ya han puesto de manifiesto, en el capítulo anterior. Pero, no obstante, reconocen que son sus mujeres las responsables cuasi exclusivas del ámbito doméstico-familiar. Esto se da aunque una parte de ese trabajo se subcontrate, lo cual

ayuda a disminuir los conflictos que suelen surgir en las parejas a la hora de repartir la carga total de trabajo. En este caso, unas mejores condiciones materiales de existencia permiten una mayor facilidad para compaginar tiempos y trabajos en los grupos privilegiados.

“Bueno yo creo eso con un muy alto porcentaje de casos no solo en el mío, alguien está haciendo la cena, la cena diaria, ya no la cenita de sábado, que ya no bueno cena de la subsistencia diaria, o la comida, alguien la hace y normalmente no somos nosotros.”

“Lo que saben hacer muy bien, eso lo vemos cada uno no, lo de administrar, quiero decir el dinero eh, el de eso es una virguería. Hay algunas que es un desastre no porque escuchas de todo, pero hay otras que hacen maravillas con el dinero porque se lo saben administrar muy bien.”

(Grupo hombres clase media)