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dos y abdomen voluminoso y al descubierto. Para destruir las larvas

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•de la meloe no se conoce ningún procedimiento eficaz; lo único

práctico es destruir el insecto adulto, pues ya dije anteriormente

que cada hembra puede poner hasta 5.000 huevos.

No es raro encontrar en las colmenas otros insectos perjudicia¬

les, como el gusano rojo de los agricultores, que es el estado lar¬

vario del Tricodes apiaris o clarín de las abejas de color verdoso azulado, con dos élitros rojos con dos fajas azules y de unos 12 milímetros de longitud.

La presencia de este insecto indica poco cuidado en la colmena, pues no ataca a las abejas sanas ni a la miel en buenas condiciones ; se instala en los panales alterados por la humedad u otras causas.

Sus destrozos, por tanto, no son muy notables, aunque falsa¬

mente se les atribuye que perforan las celdillas y atacan al pollo.

La cetonia (coleóptero) se introduce en las colmenas para co¬

mer la miel, cuando abunda mucho, puede reducir las abejas al ham¬

bre.

El díptero Asylus br^boniformis es un insecto de unos 15 a 20 milímetros de tamaño, que se arroja sobre las abejas cuando van a la pécora, las sujeta fuertemente con su primer par de patas y las devora.

Las hormigas también son perjudiciales para las abejas, por la

cantidad de miel que pueden robar; he visto a esa especie que le lla¬

man «hormiga golosa», pequeñitay roja, con un olfato tanprodigioso

que huele la miel a distancia perfectamente ; son tan pequeñas co¬

mo atrevidas ; se introducen en la colmena, pero las abejas las cogen por el pedúnculo que separa el tórax del abdómen y las arrojan fuera de la colmena, aunque no con mucho gusto, pues las hormi¬

gas se defienden haciéndolas cosquillas con sus patas y antenas.

A las abejas les molesta tanto este cosquilleo, que parece que las da recelo cogerlas. A veces se les ve vivir en el techo de la col¬

mena, en perfecta armonía con las abejas.

A las hormigas se las combate, bien con las hojas de nogal o-tanaceto, cuyo olor las hace retroceder; más rápido resultado se ob¬

tiene con la trementina, untando el fondo dé la colmena o también poniendo los pies, si es movilista, dentro de un cubito o plato con

agua; al pretender subir caen al agua y perecen ahogadas.

Las avispas (verpa germania L), son enemigas

irreconciliables-de las abejas, aprovechan su mayor fortaleza para atacarla; hacen

sus nidos con celulosa, que parecen como de cartón o papel; para ello arrancan pequeñas partículas del tronco y leña de los ve¬

getales, qeu amasan con su saliva. No solamente atacan a las peco-readoras durante el vuelo, si que también se introducen en la col¬

mena para robar la miel; por eso es conveniente, a fines de verano, achicar la piquera, para que las abejas puedan defenderse mejor. He presenciado, dentro de la colmena, luchas entre avispas y abejas;

una de ellas fué encarnizada: a vida o muerte ; la avispa estaba algo

desconfiada, de pronto tres abejas que empiezan a tropezarse con

sus antenas, como dándose la consigna de ataque, se arrojaron rá¬

pidamente sobre ella y la arrastraron hacia la piquera; la ayispa se defendía a mordiscos y picotazos, pero las tres abejas, dos atacán¬

dola y una a retaguardia, para entrar en lucha cuando una de ellas

se cansaba, consiguieron arrojarla fuera de la colmena, a pesar de

los esfuerzos desesperados que la avispa hacía para defenderse; el

resto permaneció insensible, presenciando la lucha, como

dándose-cuenta de que con las tres sobraba.

La avispa es un insecto antipático por todos conceptos; mu¬

chas veces pica por el placer de picar, pues no muere, mientras que la picadura de la abeja es un acto heroico, pues sabe que muere, pero lo hace con gusto, pues muere por las demás. La avispa tiene

la culpa de que a la abeja le atribuya el destruir las uvas, higos y otros frutos, y ésto hay que preeonarlo a todos los agricultores,

para que no tenean odio a la abeja, achacándola males que ella

no causa ; la avispa y otros animalitos son los que rompen la

corteza, piel o pellejo de los frutos. Las mandíbulas de la abeja son poco potentes y no están dispuestas para ello, y lo único que hace es

aprovechar los frutos que se encuentra abiertos por otros insectos o-an'Tnples : la abeia no hace más que beneficios a la agricultura, pues libando el néctar de las flores, con su boca y su cuerpo fecunda las flores : parece que mutuamente se hacen ese favor: las flores la pro¬

porcionan néctar y pólen; ellas, contribuyen a su fecundidad.

Fasta para comer son ansiosas las avispas: son carnívoras ; vi¬

ven del trabaio de los demás: con las abejas y moscas que atrapan alimentan su cría.

Por eso hay que aconsejar a los agricultores y hacerles ver que las abejas no producen perjuicio ninguno, que no hacen más que

beneficios. En América y en California, principalmente, país de

tan ricos frutos, los agricultores pagan el alquiler de las colrnenas a los apicultores, solamente para que sirvan de interme¬

diarias en la fecundación de los frutos, y los frutos americanos ca¬

da dia van teniendo más fama, perjudicando a los frutos naciona¬

les, que tienen peor aceptación en el comercio.

Por todos los medios conocidos, debemos destruir a las avis¬

pas ; en primavera, desti'uyendo, matando a las avispas madres por medio de las trampas luminosas, pues cada una de ellas crea una

•colonia independiente, y los nidos que ellas construyen destruirlos por medio de la asfixia, vertiendo en ellos alquitrán, parafina o

aguarrás y tapando su entrada con tierra o barro.

Los abejorros también son enemigos de las abejas, pues en ple¬

no vuelo, a veces, las agarran y las transportan a sus nidos para ali¬

mentar su cría.

Existe un acárido, el Irichodactilus, casi microscópico, más pequeño que el piojo de las abejas, que con sus fuertes uñas se agarra a ellas, aunque no parece que las moleste mucho. Las abe¬

jas padecen este parasitismo cuando en la pécora se acercan a las flores.

Entre los aránidos existen también grandes enemigos de las abejas, unos, porque con las telas que tejen las aprisionan, sobre

todos los del género epeira ; otros, porque las devoran, hundiendo

sus mandíbulas en el abdomen, como la misumena varia, que apresa

a las abejas cuando van a las flores, pues no teje tela de ninguna

clase; esta araña tiene el abdomen muy desarrollado y de color ama¬

rillo oscuro, con algunos puntitos de color rosa.

La amantis religiosa, vulgarmente llamada «Santa Teresa», por¬

que casi siempre por su postura parece que está orando, también

es enemiga de la abeja; tiene las patas anteriores dispuestas para agarrar, para hacer presa, y es un insecto valiente, pues hace cara hasta a los perros : atrapa a las abejas y las devora.

Entre los vertebrados y mamíferos también tienen las abejas

•enemigos. La miel es muy golosa... El lagarto, reptil terrestre,

■del orden de los saurios, de 6 a 8 decímetros de largo, contando

<lesde la parte anterior de la cabeza a la extremidad de la cola, ca¬

beza ovalada, grande, con agudos y muchos dientes, el cuerpo alar¬

gado y casi cilindrico, aplastado, cola larga y perfectamente cónica,

y las cuatro patas cortas, delgadas, y cada una con cinco dedos, armados de afiladas uñas ; la piel está cubierta de laminillas a manera

de escamas blancas en el vientre y manchadas de verde amarillo y azul, formando dibujos simétricos en el resto del cuerpo : es suma¬

mente ágil, de carnes blancas y sabrosas, siendo comestible su cuer¬

po menos la cola: inofensivo, se defiende si se ve atacado, y útil pa¬

ra la agricultura por la gran cantidad de insectos que devora. Se

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