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La apologética católica y el neotomismo: dos paradigmas teológicos y una sola

4.3 La ciencia moderna y el deber de los católicos: el tyndallismo como anatema

4.3.1 La apologética católica y el neotomismo: dos paradigmas teológicos y una sola

Tras su publicación originaria en inglés, en 1873, la famosa obra de Draper había levantado airadas críticas en todo el orbe católico. Aunque en España, será traducida con posterioridad al polémico Belfast Address de Tyndall, su efecto aglutinante, provocará el hartazgo de la ortodoxia católica, pues ambas obras eran frontalmente contrarias al dogma oficial de la Iglesia en temas de ciencia. La Iglesia española se había mantenido, por otra parte, en una actitud defensiva a lo largo del proceso secularizador que acompañó el Sexenio democrático.

Su estrategia inicial de censura eclesiástica, con la inclusión en el Syllabus de una lista de obras prohibidas, apoyada en una escolástica apologética, fracasó a causa de la irrupción en el mercado editorial de publicaciones que contenían, con frecuencia, traducciones extranjeras de obras de marcado carácter naturalista, positivista o materialista, en los nuevos medios editoriales surgidos al amparo de la libertad de prensa decretado por el gobierno revolucionario de 1868. Aunque con la Restauración canovista, la Iglesia obtuvo el control ideológico de la educación, se vio forzada a descender al ámbito de la prensa periódica y otras publicaciones de la esfera pública, para contrarrestar la acción de sus oponentes ideológicos, en un ámbito que habían conquistado, irreversiblemente, de facto.

Surgiría así, un nuevo género doctrinal-literario de carácter apologético. La Real Academia de Ciencias Morales se sumó a la contraofensiva confesional, convocando un concurso exprofeso, cuya obra ganadora se titulaba, Luz en la tierra, autoría de Abdón de Paz. En esta obra y en otras como La Religión vindicada de las imposturas racionalistas de José Mendive, Errores y horrores contemporáneos de Polo y Poleyrón, o La moral independiente de Ortí i Lara, se adscribía a Tyndall dentro de la nefasta escuela materialista. Así en su obra El Milagro, el padre Juan Mir y Noguera, decía:

“Tyndall, enojado con los sacerdotes católicos que conjuran las tempestades o piden al cielo lluvia dice así: << Ningún acto de humillación, individual o nacional, puede, según los dictámenes de la ciencia, hacer que caiga una sola gota de agua del cielo, o procurarnos un rayo del sol (…)>>. Adversa es esta posibilidad a lo dispuesto en los cánones del concilio”.255

Quizá sea el Semanario Católico de Alicante, quien mejor represente cierto espíritu de la época, al relatar en un artículo datado el 19 de enero de 1878, el éxito de suscriptores de la Institución Libre de Enseñanza, en vías de “próspero desarrollo”:

254 Felíu, B. (1877). Op., cit., p. 131.

255 Mir y Noguera (1895). El Milagro. Madrid: Librería católica de Gregorio del Amo, p. 288.

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“(…)buscando entre sus accionistas, católicos de buena fe, que por debilidad, ignorancia o cobardía no temen asociar sus nombres y ayudar con sus recursos a una empresa en que figuran significativamente, también por igual concepto, corifeos extranjeros de la impiedad racionalista como Tyndall, Tiberghien, Roeder y otros, y en cuyas aulas explican o van a explicar Giner de los Ríos, Pi y Margall, Romero Ortiz, Montero Ríos y Salmerón; es decir, todos los que de un modo u otro en la cátedra, en la prensa o en el gobierno, se han distinguido por su hostilidad a la Iglesia católica. (…)

¿Y no hemos de poder hacer lo mismo los católicos? (…) ¿No valdrá más la protección de Pio IX que la de los señores Tyndall, Tiberghien y Roeder? “256

El acceso al papado en el año 1878 de León XIII (1810-1903), inicia una época de moderación en las relaciones de la Iglesia con los Estados liberales europeos (excepto Italia), que conduce al apaciguamiento del anticatolicismo del KulturKampf, política impulsada por el canciller alemán von Bismark, un nuevo ralliement con la República francesa, y una aproximación al régimen restauracionista español. Su política se desvinculará progresivamente del carlismo integrista – ya derrotado militarmente- y único interlocutor aceptado, hasta entonces, por el Vaticano. Con gran malestar recibirían los carlistas, la noticia de la recepción de Nocedal por León XIII, y la bendición papal a su partido, Unión Católica, situado a medio camino entre el canovismo borbónico y los propios seguidores del pretendiente don Carlos.257

La publicación de su encíclica AEterni Patri (1879) - donde se afirma la inexistencia de un conflicto entre ciencia y fe- significa un cambio doctrinal en el seno de la Iglesia, que se acoge a los postulados filosóficos de Santo Tomás de Aquino, expuestos en el siglo XIII, como nuevo estandarte de la teología oficial. Se iniciará así, una aproximación a la ciencia, pero tratando de dar una imagen pública de armonía con la fe, por medio de Congresos científicos católicos, y una gran labor de propaganda en la esfera pública, queriendo apropiarse del halo de autoridad científica conquistado por la ciencia decimonónica, extramuros de la apologética cristiana.

El cardenal Zeferino González, neotomista, y gran conocedor del “pensamiento enemigo”258, aun reconociendo la errónea militancia librepensadora de Tyndall, no tendrá reparos a la hora de valerse de la autoridad científica y de la voluntad conciliatoria del irlandés, para arremeter contra los que en nombre de la ciencia “dirigen violentos ataques contra la Religión de Jesucristo”, recordando en su obra La Biblia y el Clero (1892), las palabras pronunciadas por el célebre físico en un discurso público con motivo de una reunión científica celebrada en Norwich :

"Yo quisiera ver grabarse profundamente en el espíritu de los que se dedican a estas investigaciones la convicción de que es muy de desear que la Religión y la Ciencia hablen el lenguaje de la paz, dándose la mano en los días y generaciones del porvenir.

(…) ¿Podremos albergar la confianza de que seguirán los consejos y secundarán las indicaciones de Tyndall?”.259

Este mismo espíritu conciliador parece dominar la polémica pública que mantiene en las páginas del diario El Imparcial a propósito de los planteamientos antievolucionistas del cardenal manifestados en el Congreso católico de 1889, con el tyndallista Rodríguez Carracido,

256 Semanario Católico, Alicante, 19 de enero de 1878.

257 Barreiro Fernández, X.R. (2009). Da resistencia teolóxica ao evolucionismo na Galicia do século XIX.

En:. Díaz-fierros, F. (Ed.) O darwinismo en Galicia,(pp. 105-144). Santiago de Compostela: Servizo de Publicacións da Universidade de Santiago de Compostela.

258 Bueno Sánchez, G. (1989). La obra filosófica de Fray Zeferino González. Tesis doctoral, Universidad de Oviedo. Oviedo.

259 González, Z. (1892). Op., cit., vol 1, XLVII-XLVIII.

113 quien le recuerda el anacronismo de los mismos, y la diferente postura adoptada por los católicos liberales de Bélgica. Aunque en la prensa desmiente las acusaciones de Carracido, en una carta privada dirigida a éste, Zeferino González le manifiesta una cierta sintonía personal y la distancia que actualmente mantiene con respecto a anteriores escritos del propio prelado, sobre el tema del darwinismo.

En la “Oración Inaugural” del curso académico 1879-1880, el catedrático de ciencias de la Universidad de Barcelona, D. José Ramón Luanco, se congraciaba con el nuevo orden neotomista, marcando distancias públicas con el naturalismo científico defendido en Belfast por John Tyndall:

“No me haré eco del juicio poco favorable a la ciencia del que bien puede seguir llamándose el Príncipe de los filósofos [Santo Tomás de Aquino], emitido por el físico inglés Tyndall, pocos años ha y en una ocasión solemne; (…) porque si el evidente progreso de las ciencias físicas nos da una idea más clara de fenómenos, antes mal observados, no hay razón para desdeñar a los que en otro puntos, no menos importantes, dieron clara muestra de su saber profundo e innegable”. 260

Zeferino González, recordaba en el mencionado libro la definición de la materia realizada por materialistas como Büchner y Moleschott como “materia con la evolución”, y la asocia con la realizada por Tyndall cuando veía en la materia “la potencia de todas las fuerzas y de todas las calidades de la vida”261. Ello no será impedimento para que el arzobispo González se apropie de la autoridad científica de Tyndall cuando en su tratado se ocupe del origen de la vida y de la teoría de la generación espontánea.262

Esta apropiación selectiva de los resultados científicos de Tyndall, en relación a la refutación experimental de la generación espontánea, la encontramos también en multitud de obras de tono confesional, como por ejemplo el Curso de Historia Natural Fisiología e Higiene según los principios de Santo Tomás del P. R. Martínez Vigil (1883), o en las Conferencias científico-religiosas pronunciadas en la Catedral de Madrid por Salvador Castellote (1892).

Desde el segmento contrario y con anterioridad, el ministro liberal, Segismundo Moret y Prendergast (1833-1913), en el Discurso de apertura de cátedras del Ateneo de Madrid del año 1884, ya había apelado a la refutación experimental de la mencionada teoría, efectuada por Tyndall, para verificar la armonía entre ciencia moderna y religión; justificando así, su propia actitud política posibilista en el gobierno de la Restauración263. Caso diferente fue el del tyndallista y librepensador masón, Luis Simarro, cuyos enfrentamientos con el estamento eclesiástico a causa de su acendrado darwinismo y positivismo, arrancan de su etapa estudiantil en Valencia, continúan con su destitución profesional en el Manicomio de Leganés y se extenderán a la siguiente centuria, al encabezar la comisión internacional que condena el ajusticiamiento del pedagogo anarquista, Ferrer i Guardia

260 Luanco, J.R. (1880). Oración inaugural del curso académico 1879-1880. Barcelona. Imprenta Jaime Jepús, p.. 13.

261 González, Z. (1892). Op. Cit., V.,1, p.312

262 “Sólo así se comprende que la Academia de Ciencias francesa haya declarado solemnemente que los hechos observados por M. Pasteur, y combatidos por monsieurs Pouchet, Joly y Musset, son de la más completa exactitud, y que Tyndall, cuyas ideas más o menos explícitamente materialistas son conocidas, haya escrito, refiriéndose a la tesis que niega la generación espontánea, que no hay en la ciencia experimental conclusión alguna más cierta que ésta”. (V., 1, 436 – 437.)

263 Moret, S. (1884). Discurso leído por el Excmo. Señor D. Segismundo Moret y Prendergast el dia 4 de noviembre de 1884 en el Ateneo Científico y Literario de Madrid con motivo de la apertura de sus cátedras. Madrid. Imprenta Central a cargo de Víctor Saiz.

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Fig. 11. Fray Zeferino González

4.4 Positivismo, cientificismo, librepensamiento y regeneración: el