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X. Varela Sieiro, Léxico cotián na Alta Idade Media de Galicia

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322 MAURILIO PÉREZ GONZÁLEZ

Xaime V a r e l a S ie ir o , Léxico cotián na A lta Idade M edia de G alicia : O enxoval,

A Coruña : Ediciós do Castro, 2003 (Publications do Seminario de Estudos Galegos,

10), 478 p.

El presente estudio lexicográfico de X. Varela, quien ya posee cierta experiencia en estos temas, se halla en la línea de las obras de Ma Pilar Á l v a r e z M a u r ín (Diplomática

asturleonesa. Terminología toponímica, León, 1994), de Celia F e r n á n d e z C o r r a l

(Mundo rural y costumbrista..., León, 1999), de Raúl M a n c h ó n G ó m e z (Léxico de las

instituciones político-adm inistrativas y militares..., León, 2000) y, en breve, de Magda­ lena A r i a s A l o n s o {Léxico de la fam ilia y socioprofesional...). Tal vez esta monografía de X. Várela no sea la más profunda de las citadas, pero desde luego sí la más completa y la mejor acabada.

El libro, basado en la tesis doctoral defendida por el autor hace tres o cuatro años en la Universidad de Santiago de Compostela, consta de prólogo (debido a la sabia pluma del Prof. Díaz y Díaz), introducción, ocho capítulos centrales, conclusiones, bibliografía e índice de términos.

En la introducción (p. 13-45) el autor empieza describiendo las fuentes de su estudio, sobre las que después aporta unos interesantes datos estadísticos. Tales fuentes suman 4.200 documentos notariales datados entre el s. v iii y 1250 y pertenecen a 37 entidades religiosas, en su mayor parte monasterios. Se trata, pues, de un corpus documental amplio, en el que los diplomas correspondientes a los tumbos alcanzan un altísimo porcentaje, el 64,1 %. A este respecto, el lector echa de menos que Várela no exprese brevemente la fecha (exacta o aproximada) de cada tumbo, dato importante para apre­ ciar bien el valor de las variantes lingüísticas.

En la propia introducción describe posteriormente la lengua de los documentos, efectúa el análisis lingüístico de los mismos y expone la metodología de su obra y el modo de presentar sus contenidos. En resumen, el autor tiene en cuenta la naturaleza de los diplomas en que se encuentran los términos estudiados, si éstos se hallan en las partes formularias o en las partes libres del documento, quiénes son los emisores y los destinatarios de los diplomas. Por otra parte, cada entrada incluye todas las variantes gráficas y morfológicas ordenadas según su fecha, la diferenciación entre formas de los diplomas originales (A) y no originales (C), etc. Las citas constan de la abreviatura correspondiente a la colección diplomática, del número del diploma citado y del año del mismo. Por último, el estudio de cada término incluye : su etimología y su posición en la tradición latina, su estudio histórico hasta llegar al período medieval, su ubicación geográfica y su cronología, el estudio de las variantes gráfico-fonéticas y morfológicas, el análisis de sus acepciones y, por último, sus resultados en romance.

Según esto, nada importante falta ni hay que reprochar en esta obra. A lo sumo, se pueden apuntar dos detalles memorables : 1) Las citas deberían incluir la línea de la edición moderna en que se encuentra el término estudiado, pues su exclusión dificulta la rápida comprobación de los datos, como ya sucede en otras obras (por ej., M. P é r e z G o n z á l e z , El latín de la cancillería castellana (1158-1214), Salamanca-León, 1985). 2) El autor no siempre utiliza con prudencia la gran ventaja de haber podido utilizar los ficheros del Comité Du Cange en el estudio de la cronología de cada término. Y es que los datos gallegos hay que compararlos en primer lugar con los asturleoneses, en segundo lugar con los de Castilla y el resto de Hispania, y sólo después con los de toda la latinidad medieval. Sabido es que los datos asturleoneses y la mayor parte de los del resto de Hispania desgraciadamente no son de dominio público ; pero esto no justifica algunos intentos de alcanzar conclusiones lexicográficas sin tales datos. De todas

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formas, estos dos detalles apenas ensombrecen la gran calidad de este libro sobre lexi­ cografía medieval latino-romance, probablemente el mejor del último decenio.

En los ocho capítulos centrales Várela estudia el léxico cotidiano del ajuar en la Alta Edad Media de Galicia. Lo distribuye de la siguiente manera : I. Términos generales. II. El vestuario (vestido, calzado y complementos). III. El mobiliario. IV. La cama. V. El servicio de mesa. VI. Los grandes recipientes. VII. Las herramientas. VIII. Materiales y elaboración.

La experiencia enseña que la distribución de los términos del ajuar admite muchas otras clasificaciones. Tal posibilidad es más que evidente para el contenido de los capí­ tulos III, IV y VI, pues tienen muchas concomitancias entre sí. Pero la situación es muy similar en todos los campos léxicos, habida cuenta de que el léxico de una lengua es continuo, no está dividido en campos de forma natural. Por tanto, la distribución propuesta por Varela no se debe rechazar si es razonablemente lógica, que lo es. Así pues, nada que reprochar al respecto. Tal vez, esto sí, falten entradas características del léxico cotidiano del ajuar (verbos, adverbios, etc.). Pero no es mi intención referirme a lo que pueda faltar en este estudio, sino a lo que hay en él, que es mucho.

En el interior de cada uno de los ocho capítulos centrales los términos estudiados se presentan por orden alfabético, orden habitual en este tipo de obras, que, por lo demás, no invitan a ser leídas de seguido, circunstancia en la que coinciden con los dicciona­ rios, léxicos, glosarios o como se prefiera decir. Partiendo de tal circunstancia, puede resultar provechoso comparar al azar algunos términos estudiados por Varela con los correspondientes ya redactados para el futuro Lexicon Latinitatis M edii Aevi Legionis

(s. vin-1230) sobre más de 8.000 diplomas. La comparación permitirá extraer algunas conclusiones respecto a las semejanzas y diferencias en la Edad Media entre el Reino de León y Galicia, que entonces formaba parte del reino leonés.

Alfanege, alfaneque y alphanegues son los tres únicos registros de un mismo término (con otras tantas variantes gráficas) que Varela halla en la documentación gallega, mien­ tras que en la asturleonesa se registran para dicho término unas veinte formas con ocho variantes gráficas : alfanec, alfanece, alfaneg, alfanegue, alfaneke, alfaneque, alfenec y

alphaneque. Así pues, este arabismo penetró menos en Galicia. El autor discute amplia­ mente la acepción del término, estudia muy bien su etimología, etc., como corresponde a una obra tan excelente como la suya. No obstante, tal vez haya que suavizar la afir­ mación de que alfanege es sustantivo en la expresión pelle de alfanege, a la luz de los ocho o nueve ejemplos de pelle alfaneg/que (y ninguno de pelle de alfaneg/que) en Astu­ rias y León, y más si se tiene en cuenta que el único ejemplo gallego de pelle de alfa­

nege no se encuentra en un diploma original.

Viceversa, la presencia del término feltro en la documentación asturleonesa es insig­ nificante (cuatro registros) y carente de variantes gráficas, frente a lo que Varela expone para Galicia : diez registros y dos variantes gráficas (a pesar de que los diplomas por él utilizados son unos 4.200 frente a los más de 8.000 del Lexicon leonés). Como de costumbre, el autor expone ampliamente la etimología del término, del que ofrece dos significados, no uno. Sin embargo, no acierta cuando dice que feltro, filtro se recoge desde el s. x en el espacio ibérico, ya que el diploma más antiguo del monasterio de Obona (Asturias), datado el año 881, cita el sintagma quinqué fieltros.

Otras veces la comparación de un término gallego con el correspondiente asturleonés permite observar que hay una gran similitud entre ambos. Así, el término de origen árabe

marayce, que se refiere a un tejido confeccionado con pelo de cabra, se registra dos veces en Galicia con las variantes marayce y maraeze, y otras dos en Asturias y León con las variantes m arayce y maraheze ; los ejemplos gallegos corresponden a los años 942 y 1005, los asturleoneses a 908 y 950. Así pues, el análisis conjunto permite

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concluir que en el noroeste de la Península Ibérica el término m arayce sólo estuvo vigente durante un siglo (908-1005).

Sumamente provechosa es la comparación del término de origen germánico osa, que en la documentación gallega sólo se registra una vez con la acepción de « bota alta de cuero flexible». Pero el autor, como de costumbre, va más allá y estudia el término en la documentación portuguesa, donde osa también es un tributo que las mujeres de condi­ ción servil o semiservil habían de pagar a su señor para poder casarse, así como las viudas que se casaban de nuevo. En la documentación asturleonesa este término es rela­ tivamente frecuente, pues presenta tres variantes (os-, ose- y oss-) y tiene las dos acep­ ciones anteriormente descritas. Ahora bien, la lectura de la entrada osas en Várela permite sospechar que el tributo llamado osa presentaba ciertas diferencias entre Portugal y León, diferencias en las que habría que profundizar, si es que no se ha hecho ya.

Un buen ejemplo de que el autor no siempre se muestra suficientemente prudente en la utilización de los ficheros del Comité Du Cange lo proporciona su irreprochable estudio del término relia « reja del arado », sobre el que acaba diciendo que pervivió en gallego y también en ant. provenzal. Ante datos tan concretos, el lector puede sentirse inclinado a pensar que relia tal vez no se registre en el ámbito leonés. Todo lo contrario : no sólo hay seis ejemplos con dos variantes gráficas (relia y reia), sino que algunos de ellos permiten sospechar que en el reino de León la relia o reia era una unidad de pago en circunstancias concretas : cf. Arch. Dioc. Astorga, n° 15, 1. 26 (1157) Et si ib ifu e rit

mulier qui uiro accipiat, det I relia p e r osas.

Sólo un ejemplo más que de nuevo permite poner de manifiesto tanto la singularidad como la frecuente complementariedad de la documentación gallega respecto a la del reino de León, al que, al fin y al cabo, pertenecía la Galicia de entonces. Varela registra un ejemplo de zapatas y siete de zapatos, siempre con la misma variante gráfica. Vice­ versa, la documentación leonesa presenta siete ejemplos de zapatas y uno de zapatos, y además con ¡seis ! variantes gráficas. Comparando los ejemplos, dos consecuencias parecen evidentes : 1) El autor tiene razón al afirmar que la forma femenina es anterior a la masculina. 2) Se puede asegurar, frente a lo que él opina, que la forma femenina no marca ninguna diferencia respecto a la masculina, puesto que el uso gallego del mascu­ lino zapatos como parte de un pago o de una roboración coincide con el uso leonés del femenino zapatas en contextos similares: cf. Monast. Gradefes, n° 121, 1. 18 (1174) et

accepimus de uobis... unas zapadas in roboracione.

Los seis ejemplos precedentes, en los que se han comparado términos presentes en diplomatarios de dos o más regiones, no sólo han servido para poner de manifiesto la gran importancia de la obra de Varela, sino también la necesidad de que proliferen los estudios de este tipo referidos a varias regiones geográficas y a numerosos campos léxicos. De no ser así, seguiremos dando palos de ciego y nos mantendremos en la protohistoria de los estudios medievales latino-romances.

Esta monografía esta escrita en gallego. Por ello, a p riori podría temerse cierta tendenciosidad en las apreciaciones. Pero ese posible defecto ni siquiera se percibe en las conclusiones (p. 409-416), sustanciales en su mayor parte y dignas de una atenta lectura. Así, en las conclusiones 2 ,3 y 4 el autor expone claramente que el 80 % del léxico gallego del ajuar es de procedencia latina, que casi la mitad de dicho léxico se encuentra en Isidoro de Sevilla, que hay hacia un 12% de arabismos, etc. Y ya casi al final de las conclusiones afirma que la mayor parte de los términos medievales del ajuar que persistieron en el gallego es común a todo el noroeste peninsular e incluso a otros dominios de la latinidad medieval. La sana objetividad mostrada por Várela, titulado en

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Filología Gallega, seguramente deba ponerse en relación con su simultánea condición de licenciado y doctor en Filología Clásica.

Particularmente interesantes son las conclusiones expuestas en el punto 6 (p. 411- 412). El autor ha visto muy bien que una parte del léxico (los arabismos, pero también muchísimos otros términos) sólo se registran hasta finales del s. xi, mientras que otra parte importante del léxico sólo aparece aproximadamente a partir del s. x ii. Y afirma con razón que son consecuencia de la sustitución de la liturgia hispano-visigoda por la romana. Pero sería preferible aludir claramente a la masiva llegada de cluniacenses a León y Castilla desde el últomo cuarto del s. xi y, sobre todo, subrayar la gran impor­ tancia del rey Alfonso VI, el primero que miró hacia Europa antes que hacia el sur de la Península Ibérica. Sin duda alguna, en el reino de León hay un antes y un después de Alfonso VI desde numerosos puntos de vista, también desde el del léxico, y esto debe manifestarse con toda claridad.

La bibliografía y el índice de términos cierran esta excelente monografía. La biblio­ grafía, que está muy completa, a veces recuerda las típicas listas (tan extensas como poco utilizadas) de algunas tesis doctorales. El índice de términos, imprescindible en una obra de este tenor, es, simple y llanamente, minucioso y el más adecuado.

En suma, como varias veces se ha dicho más arriba, esta obra de Xaime Varela es excelente a pesar de algunas imperfecciones, por lo que no debe faltar de las bibliotecas de Latín Medieval o Historia Medieval.

Maurilio P é r e z G o n z á l e z

A egidii Romani Opera omnia, III.2 Reportado lecturae super libros I-IV Sententiarum.

R eportado Monacensis. Excerpta Godefridi de Fondbus, éd. Concetta L u n a , Firenze : SISMEL-Edizioni del Galluzzo, 2003 (Unione Accademica Nazionale, Corpus Philo- sophorum Medii Aevi, Testi e studi 17).

Ce volume des œuvres complètes de Gilles de Rome contient l ’édition de la repor­

tado de son cours sur les Sentences de Pierre Lombard. Les livres I, III et IV avaient déjà paru dans une série d’articles; ils sont reproduits ici avec des corrections nombreuses. Le livre II, de loin la partie la plus importante, était resté inédit jusqu’à présent (à l’exception de la question 56). Nous avons donc ici une importante contribu­ tion non seulement à la connaissance de la pensée de Gilles de Rome, mais aussi à celle du débat philosophique et théologique de la période. En effet, ce cours a probablement eu lieu dans les années 1270-1272, c’est-à-dire durant le second séjour parisien de Thomas d’Aquin et au moment où l ’évêque Tempier condamna, le 10 décembre 1270, une série de treize thèses, parmi lesquelles celle de l’unité de l’intellect et celle de l’éter­ nité du monde. Ces thèses sont, bien sûr, abordées par Gilles de Rome dans sa lecture sur les Sentences, ce qui nous fournit un témoignage direct de la discussion intellectuelle durant ces années.

La reportado du commentaire de Gilles de Rome avait été découverte par Concetta Luna en 1990 : la version originale de ce texte est conservée dans le ms. München, Clm 8005. Une rédaction par Godefroy de Fontaines, fondée sur l’original, se trouve dans le ms. Paris, BnF, lat. 15819. L’introduction commence donc par la description de ces deux manuscrits. Elle donne ensuite un aperçu du contenu de la reportado : le livre I comprend seulement 9 questions, le livre II au contraire en comprend 91 (les livre III et

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